Hola gente. Comenzamos una nueva aventura. Se trata del fic portugués I wil be there, es una historia emocionante (preparen los pañuelos) y es AU. Tiene 22 capítulos. Su autora es kanandax.
Resumen: Emma Swan y Regina Mills son mujeres completamente diferentes, mientras una lleva consigo una niña de siete años, la otra carga el dolor de la soledad y una batalla constante contra la depresión. Sus mundos son opuestos, sus vidas opuestas. Pero un acontecimiento especial e infeliz hace que el destino las junte de forma inesperada.
No quiero decir más, para no destripar el fic.
Accidente
POV Regina
¿Mi nombre? Regina Mills. Si usted suele leer periódicos o columnas sobre los famosos, probablemente ya habrá oído hablar de mí. Tengo 36 años y soy una de las socias de Mills Company, formo parte de la alta sociedad y sin pecar de modestia, soy una de las mejores en mi área. Sé en qué momento exacto cerrar un negocio y sé también qué negocio cerrar. Podemos decir que tengo un aguzado sexto sentido. Era lo que mi padre decía, se gustaba llamar a sí mismo inversor, pero ambos sabíamos que era una verdadero fracaso como tal. Su mala suerte nos llevó a pasar hambre varias veces y por ese motivo mi madre acabó abandonándonos para buscar una mejor vida en otro sitio, eso no fue del todo malo, ella era una persona horrible, y a mí hermana mayor y a mí nos hacía sufrir día tras día.
Las cosas empezaron a cambiar cuando mi padre me llevó con él a la pequeña empresa en la que trabajaba, yo tenía una gripe muy fuerte y me vi obligada a faltar a clase, y mi pobre padre, sin salida, tuvo la idea de meter a una niña de once años en medio de una oficina llena de personas encorbatadas que corrían de aquí para allá con sus caras serias y sus puños cerrados.
Siempre fui una niña inteligente, me llevó solo unas pocas horas descifrar el complicado panel que mostraba los sectores de la bolsa de valores, los números cambiando de sitio constantemente y las letras subiendo y bajando según las personas invertían. Mi padre observaba atentamente el mismo panel y su rostro mostraba una expresión confusa, como si entendiera menos aún que yo. Me acerqué a él y le dije que invirtiera en uno de los sectores que estaba más abajo en el panel, él me miró desconsolado, y por falta de buenas opciones, acabó siguiendo mi consejo, obteniendo así uno de sus primeras grandes ganancias.
Tras eso, empecé a ir con él a la oficina siempre que podía y nuestra situación en casa no tardó en mejorar. Primero poco a poco, después con más rapidez, pasamos a comer mejor, dormir mejor, nos fuimos a vivir a una casa mejor. Acabé consiguiendo un puesto de prácticas en aquella misma empresa cuando entré en la facultad, siempre soñando con tener mi propia empresa, prometiéndome siempre a mí misma que sería diferente a todas aquellas personas mal humoradas.
Antes de poder realizar mi sueño, mi padre en su lecho de muerte me pidió que mi hermana y yo lo hiciéramos juntas, él sabía que ella no conseguiría su propia empresa y no quería verla trabajando como empleada para otros durante toda su vida, como había hecho él. Y fue así que tuve la mala suerte de acabar en una sociedad empresarial con Zelena.
Ah, antes de que me olvide…Me volví una de esas personas mal humoradas, siempre fui una mujer cerrada, empeoró un poco con la muerte de mi padre, pero acabé de cerrarme del todo para la vida tras sufrir un aborto natural a los cinco meses de embarazo, bueno, tal vez no tan natural.
He salido con varias personas, hombres y mujeres, buscando algo que ni yo misma sé lo que es, pero por muy bien que fuera la relación, continuaba sintiéndome vacía al lado de esas personas. Por fin, acabé rindiéndome y enfocando mi vida totalmente en hacer que la empresa siguiera ascendiendo.
Conducía velozmente por las calles de Los Ángeles, me sentía cansada, enferma y sobre todo furiosa. Durante la mañana conseguí cerrar un negocio millonario con uno de nuestros inversores y aun así, acababa de escuchar a mi hermana decir lo que incompetente que yo era.
«Regina, las cosas no son como tú quieres» había dicho «Tú cierras un negocio a la semana mientras yo cierro tres. Si no logras trabajar correctamente, deberías dejar la empresa solo a mi cargo»
«Cierra la boca Zelena» repliqué irritada «Sabes muy bien que los negocios que yo cierro equivalen al triple de los que cierras tú. Con uno yo gano mucho más para la empresa que tú con tus tres»
Pero, al final, ¿por qué tenía tanta prisa en llegar a casa? No encontraría nada aparte de un inmueble vacío y las luces solo estarían encendidas porque siempre le pido a Ashley que las deje así después de acabar de trabajar. No habría nadie esperándome, ni siquiera Lola, mi perra estaría ahí. Había muerto hacía unas semanas, vivió dieciocho años conmigo hasta que el cansancio y la edad la vencieron.
Un brasa de mi cigarro cayó en mi pierna y desvié la mirada de las calles por un instante, para quitármela. No hubo ninguna frenada, ningún grito, solo el ruido de dos coches chocando en la madrugada, mi cabeza chocó contra el volante y un cuerpo pequeño saliendo despedido a través del cristal.
POV Emma
¿Qué puedo decir de mí? Me llamo Emma Swan, tengo 22 años y una hija de siete, que se llama Lucy. Sí, lo sé, me quedé embarazada con quince años, pero no me juzguen todavía, no era una adolescente drogada e irresponsable que salía a follar sin preservativo. Es más, nunca llegué a estar cerca de ser eso, fui criada con mucho amor y disciplina, se me enseñó a seguir a rajatabla las reglas de la casa.
Soy hija única y quizás por ese motivo siempre tuve los mimos que todo niño quiere tener, no teníamos las mejores condiciones financieras, pero aun así yo tenía más juguetes de lo necesario y comía más chucherías que cualquier otro niño de mi edad. Siempre procuré que mis padres se sintieran orgullosos de mí, estar a la altura de lo que ellos habían hecho por mí, mis notas en la escuela siempre eran excelentes y siempre era la mejor de la clase, al menos hasta quedarme embarazada.
Cierto día, fui a la biblioteca y acabé olvidándome de ver la hora para volver a casa, no me di cuenta de que había oscurecido y solo me marché cuando la bibliotecaria me informó que ya iba a cerrar. Caminé deprisa por las calles, mi casa no quedaba muy lejos y pensé que no tendría problemas en ese corto trayecto. Sin embargo, no imaginaba que un hombre que se pasaba los días sentado frente a la biblioteca me fuera a seguir.
Me agarró por los pelos y me arrastró hasta el interior de una fábrica abandonada. Tenía tanto miedo que no pude gritar y mantuve mis ojos cerrados mientras él rasgaba mi vestido y metía su miembro dentro de mí, resoplando sobre mi cuerpo y mordiéndome a la vez. Al terminar, solo se levantó y se marchó, dejándome ahí tirada. Me fui a casa derrumbada en llanto, intentando esconderme bajo la tela rasgada, y a pesar de muchas investigaciones, nunca lograron localizar al hombre.
Alrededor de dos meses después de lo ocurrido, descubrí que estaba embarazada, y eso causó un pánico terrible en mi casa, mi madre comenzó a padecer frecuentes desmayos y mi padre casi ni nos veía, salía de trabajar y se iba derecho al bar, no para beber, solo para no tener que mirarme a la cara. Yo estaba asustada, obviamente, pero no dejaba de sonreír al recordar que dentro de mí estaba creciendo una vida. Ya no me importaba que mi rendimiento escolar bajara y acabé el año lectivo solo con nota suficiente para ser aprobada.
Mis padres no pensaban así, veían a la criatura que se desarrollaba en mi vientre como una enfermedad, algo que siempre les haría recordar al hombre que le había arrancada la inocencia a su hija. Cuando me llamaron al salón para conversar, yo sabía lo que iban a decir antes de abrir las bocas, querían que abortase. Me negué y entonces me dijeron que no tenía elección al ser menor de edad. Esa noche, esperé a que se durmiesen y me adentré silenciosamente en la sala, donde escondían un pequeño cofre con los ahorros que supuestamente eran para pagarme la universidad. No sentí remordimiento al coger todo el dinero que había allí y con las pocas ropas que cabían dentro de mi mochila hui de casa.
Acabé en Los Ángeles, y mientras estuve embarazada, me quedé en un asilo para la gente que vivía en la calle, consciente de que tendría que irme de ahí en cuanto el bebé naciera. No fui al médico, no me hice ningún tipo de acompañamiento y solo supe que tendría una niña en el momento en que la vi, pequeña, indefensa y puesta en mis brazos por un médico cansado.
Tuve la suerte de ser acogida por una señora que hacia trabajo voluntario en el asilo y por eso conseguí encontrar un empleo y juntar algún dinero para comprar las cosas que mi hija necesitaba. Viví ahí durante tres años hasta que conseguí el empleo en la cafetería donde trabajo ahora y alquilé mi propio apartamento, pequeño, pero que pago con mi propio dinero.
No sé si es un hecho importante que tengan que saber, pero soy lesbiana. Salí con mujeres durante estos años, pero las dejé porque a mi hija no le gustaban y nunca metería dentro de mi casa a alguien que no respetase la presencia de mi pequeña.
Esta es mi historia, no quiero que sientan pena por mí o me digan lo luchadora que soy. Lo único que me importa es la felicidad de mi pequeña Lucy, acompañar su crecimiento y jamás dejarla de amar.
Conducía tranquilamente por las calles de Los Ángeles, era mi día libre y le había pedido prestado el coche a mi amiga Ruby para poder llevar a mi hija a una obra de teatro que estaba loca por ver. Lucy canturreaba animada en el asiento de atrás y le pedí varias veces que se estuviera quieta, el viejo escarabajo amarillo no tenía cintos de seguridad y eso me daba algo de miedo, por eso conducía tan despacio.
Mi mente insistía en volver a la conversación que había tenido con mi jefe poco antes, él insistía en que trabajase más horas durante dos semanas para recuperar un tiempo que tuve que estar sin ir a trabajar para cuidar a mi hija que se había puesto enferma. A él no le importaba nada a no ser sus ganancias y me dijo que si no lo aceptaba, ya podía coger mis cosas y salir por la puerta, que no necesitaba holgazanes trabajando para él.
Tendría que pasar por casa de Granny y pedirle que cuidara de Lucy durante esas horas que tendría que trabajar, pero Granny no se encontraba bien de salud e incluso ha dejado de hacer el trabajo voluntario en el asilo. Me pasé la mano nerviosamente por el cabello mientras intentaba pensar en lo que haría. Sencillamente no podría dejar el empleo sin tener la garantía de poder conseguir otro, pero tampoco podía dejar a Lucy sola en casa, solo tenía siete años y jamás confiaría en cualquier para que cuidara de ella.
De repente, la atención de mi hija fue atraída por el letrero de un club que estaba al otro lado de la avenida y se movió hasta el espacio ente los dos asientos delanteros, señalando y pidiendo que parase para poder ver mejor.
«Está bien, Lucy» dije nerviosa «Voy a parar, ahora vuelve a tu sitio y quédate sentada detrás mi asiento»
«Mamá, ¿vas a parar?» La obra de teatro la había dejado demasiado animada y hablaba sin parar «Mira, es un rojo tan bonito, mamá, podemos hacer una de esas con mi nombre y ponerlo en la puerta de casa, así todo el mundo sabría que vivo ahí»
Intenté empujarla hacia su sitio, pero no podía hacerlo sin desviar los ojos de la carretera, el silencio reinaba fuera del coche y como las calles parecían desiertas, me giré para colocarla sentada de nuevo. Escuché el ruido alejado de un coche y la luz de los faros iluminaron el interior del escarabajo, apenas tuve tiempo de pestañear antes de ser empujada contra el salpicadero del coche, dándome en el estómago con el freno de mano. Me curvé por el dolor y noté los largos cabellos de mi hija rozándome la espalda mientras ella pasaba sobre mí, saliendo despedida a través del cristal delantero.
¿Qué tal? ¿Qué os parece? Pinta bien, ¿no? Dos mujeres cargando con sus propios dolores, con un pasado nada amable detrás. ¿Serán la una para la otra ese bálsamo que las sane?
