Advertencias: Spoilers del manga. Esta historia se volverá gradualmente más oscura a medida que pasen los capítulos. Está demás decir que contendrá escenas para mayores de edad. Pero ya saben. Solo por si acaso. Después de la tormenta viene la calma, y la angustia, mucha angustia.
Clasificación: M
Disclaimer: Todos los derechos corresponden a Hajime Isayama, solo me he basado en su creación para escribir esta historia.
Parejas: Eremika mayoritariamente. No se ha pensado aún en que más le agregaré. Estoy abierta a solicitudes.
Soy nueva en el fandom y hace siglos que no escribía. Espero me tengan compasión.
Sin más que decir, ¡disfruten la lectura!
Retorciendo sus dedos bajo las sábanas de la cama, tocando con un poco de brusquedad la fina tela que la separa del frío exterior de la habitación en que se encuentra encerrada a voluntad. Tan oscura que, aunque quisiera, no podría verse las manos si las pusiera a centímetros de su cara. Mikasa se enreda cada vez más en su pequeño refugio, si bien el exterior está frío, bajo las capas que le cubren no está mucho mejor, pero no le importa. Solo quiere alejarse lo que más pueda la realidad que representaría salir de allí. Solo quiere estar sola.
Siempre te he odiado.
Cierra sus ojos con fuerza, no queriendo soltar las pesadas lágrimas que amenazan con salir.
Es en momentos como este en los que ella comienza a analizar cosas de las que antes no se habría dado cuenta. Cuanto sacrificó por el bien de otros, sin recibir nada a cambio. No es que le tomara importancia, ni que lo hiciese por esa causa, pero es humano desear saber que todo lo hacía no era en vano. Nunca se había dado cuenta hasta ahora de qué tan desesperada estaba por solo recibir, aunque sea un poco de atención. Un poco de él. El dolor en su pecho siempre estuvo. De alguna forma siempre supo lo que quería, pero no se permitía a si misma expresarlo. - ¿Por qué tuviste tiempo para sonreírle a los demás? Eren. - Pensó con dolor. Sintió las lágrimas formarse. - ¿Por qué nunca me diste una de esas honestas sonrisas a mí? Era todo lo que necesitaba. Era lo que quería. -
- ¿Realmente me veías solo como tu esclava? -
Siempre te he odiado
Recordó cómo él aceptaba feliz la ayuda de Historia, los insultos de Ymir y los consejos de Reiner, Bertholdt y los desprecios de Annie. Cómo bromeaba con Connie, Sasha y a veces peleaba con Jean. Cómo después de los entrenamientos se iba junto a Armin, y reían. Siempre lo vio tan feliz. La felicidad de Eren era la felicidad de Mikasa. Pero...
Siempre hay un "pero".
-Yo quise ser parte de eso y cada vez que intentaba acercarme, me despreciaste a mis espaldas, ¿no es así? Eren-.
Escuchó un pequeño llamado a su puerta, un golpe tan suave que solo es escuchado a causa del silencio sepulcral de la habitación, pero lo suficiente fuerte como para cortar su hilo de pensamientos.
"Mikasa, ¿podrías abrir?" se escucha la voz de Kiyomi Azumabito, gobernante de Hizuru, tan suave y maternal que Mikasa no puede evitar pensar en su propia madre cada vez que la escucha. Y lo odia, detesta pensar en ello. Odiaba comparar a su madre con esta mujer. Pero, sobre todo, porque ella ya no estaba, no volvería. Una vez le llegó a su mente la amarga idea de que ha pasado más tiempo huérfana que lo que pasó no siéndolo. Sabe que no debería tener este tipo de pensamientos, que no es justo para sus padres, pero hay veces que desearía olvidarles, a tener que recordarlos tan vívidamente de la manera en que lo hace. - No estuvieron conmigo lo suficiente. - Después de pensar en esto, no sabe que le duele más, el cómo fue capaz de pensar algo tan horrible, o el hecho de que todo es cierto.
"Mikasa, cariño, tengo algo que discutir contigo, solo tomará unos minutos"
Con un pequeño suspiro, Mikasa se sienta en la cama, el frío de la noche le llega de lleno y sus músculos se contraen de inmediato, puede sentir como se le eriza la piel; toma un pequeño abrigo que le dejaron a orillas de la cama y se cubre con él, desganadamente se levanta y dirige hacía la puerta.
Al otro lado recibe a Kiyomi, aún vestida de manera formal y con una media sonrisa tallada en su rostro tras ver a la joven atrás de la puerta, detrás de ella se encontraba un escolta que Mikasa recordaba seguía a la mujer de vez en cuando. Sin esperar invitación, la mujer entra a la habitación de la chica y se sienta a orillas de la cama. El guardia se quedó esperando afuera, dejando la puerta abierta, pero mirando hacia el exterior del pasillo que quedaba camino a su habitación.
A un costado de la cama hay un pequeño mueble con una lámpara y Kiyomi se dispone a encenderla.
"Así está mejor, ¿no lo crees, querida?" le dijo una vez se iluminó la habitación con la suave luz.
Mikasa no le respondió, solo se dignó a mirarla suponiendo exactamente qué es lo que venía a hablar con ella a estas horas de la noche. Ya llevaba 3 meses en esa nación, haciendo caso de la propuesta de que una vez la mujer mayor le ofreció; cuando llegó habría respondido a todas sus preguntas por educación y agradecimiento, después de tanto tiempo y vivencias extrañas que había experimentado, descubrió que no era necesario hacerlo, de hecho, ni siquiera quería seguir siendo cortés con ella después de saber toda la mierda que tiene en su cabeza.
Pero no tiene más opción que aguantarse, no tiene dónde ir. Ya no tiene un lugar al que llamar hogar. Y volver a Eldia no es una opción, lamentablemente lo dicho sobre su linaje era cierto.
Fue cosa de esperar un poco y sentir como su cuerpo ya no le respondía de la misma forma que hacía antes. Fue increíblemente doloroso para ella, estuvo bastante mal el primer mes en llegar a esta nación. Ese era el poder Ackerman dejando su cuerpo una vez perdido su único objetivo en este mundo. Un poder que se fue a la basura, así como su propia persona.
- ¿Soy aún una persona? ¿Alguna vez lo fui? -
Siempre te he odiado.
Mikasa mantuvo su vista puesta en la mujer mientras permanecía de pie de forma rígida, como toda una soldado, un comportamiento que nunca se iría, pero completamente perdida en sus pensamientos.
Kiyomi notó esto.
"No es necesario que este allí de pie, señorita Ackerman" dijo mientras palpaba la cama a su lado, invitándola a sentarse.
"Estoy bien aquí, si no le molesta" respondió secamente.
Kiyomi juntó sus labios en una fina línea, desaprobando su actuar, pero no comentando nada más al respecto.
"Supongo que ya sabes por qué estoy aquí"
-No de nuevo-
"Ya le di mi respuesta respecto al tema, y (no) lo siento, pero no puedo hacerlo" Dijo la joven. "No estoy lista para eso y realmente esperaría que dejase de insistir"
"Mikasa, por favor, recapacítalo" intentó nuevamente la mujer "No podemos permitir que nuestra familia se pierda, todo lo que hemos formado, todo lo que tu familia ha formado podría desmoronar…"
"Mi familia está muerta" Interrumpió Mikasa, con la voz más fría, amarga y calma que la mayor de las asiáticas hubiese escuchado nunca. "Ya no tengo familia"
Armin, Jean, Connie, Levi, Hange… Sasha.
Eren
-Los extraño tanto-
Mikasa empujó al fondo de su cabeza todos esos rostros. A medida que un apretado nudo se formaba en su garganta, cerró los ojos y tragó intentando apaciguar su angustia. Deseando demostrarse así misma que ha tenido aunque sea un progreso en sanar sus heridas en estos 3 meses. No es tan fácil. Nada en este cruel mundo lo es.
Sintió una mano posarse en su hombro, abrió los ojos y vio a la mujer frente a ella con una mirada consoladora.
"No sé en detalle por lo que has pasado, pero sé que debió ser horrible. Pero no por eso debes dejarte llevar por las emociones, estamos en guerra y no podemos hacer eso, querida"
Mikasa analizó sus palabras y no podía creer lo que oía. - Qué hipócrita -
"Y aun así quieres obligarme a que traiga un hijo a este mundo" Respondió Mikasa, secándose con una de sus mangas las lágrimas que sin querer había dejado caer tras perderse en sus pensamientos, estaba furiosa consigo misma por permitir mostrarse tan vulnerable frente a esta mujer.
Kiyomi dio un suspiro y se acercó a la chica, brindándole un corto abrazo con la aparente intención de reconfortarla, pero ella no sintió nada más que repulsión por la mujer que ya llevaba 2 meses intentando persuadirla de hacer algo tan… absurdo.
"Yo no tuve hijos, nunca pude…"
"Si pudiese retirarse se lo agradecería" Interrumpió nuevamente Mikasa a Kiyomi, completamente harta de la situación y separándose bruscamente de sus fríos brazos.
Esta miró tristemente a la chica.
"Yo solo quiero lo mejor para ti, porque eres de la familia, aunque tú no lo creas o sientas así."
Kiyomi se acercó entonces hacia la puerta con la intención de irse, pero para sorpresa de la chica al llegar a la salida le dijo algo a su escolta fuera de la habitación. Este asintió y procedió a retirarse. Mikasa la miró confundida e inmediatamente se tensó. Algo no estaba bien. La mujer cerró la puerta de la habitación y se volteó hacia ella.
"Hay una razón más del por qué vine tan tarde a hablarte" Le dijo la mujer con cautela.
"¿Qué está pasando?" Exigió saber Mikasa. Un tanto más alterada.
"Siento decirte, pero…este lugar ya no es seguro para ti y no hay mucho que puedas hacer al respecto"
"¿Qué quiere decir con eso?" Preguntó.
La mujer la miró con tristeza, a Mikasa no le agradaba nada en que se había tornado todo.
"Ya no soy la única que posee poder aquí, aunque nuestro pueblo siga las tradiciones de mantener a la familia al poder, hay quienes no creen lo mismo. He sido fuertemente cuestionada por muchas razones como para decírtelas ahora. Supongo que no sabes lo que es un golpe de estado. Así que solo te diré que están intentando quitarme el poder de decidir por mi país" Explicó Kiyomi" Yo sola no podría hacer nada y en sus propias palabras esto estaría destinado a la ruina. Nunca quise forzarte a nada, querida. Pero ellos no me dieron opción, una vez supimos de tu existencia fue mi ultimátum para mantener a la familia al poder."
Mikasa registró sus palabras y no le gustaba nada lo que estaba diciendo.
"Lo siento"
En ese instante la puerta de su habitación volvió a abrirse y Mikasa vio a 3 hombres asomarse por el umbral.
"Esperamos ordenes señora Azumabito" Informó uno de ellos.
Kiyomi miró a Mikasa en ese entonces con una determinación que en todo su tiempo nunca había asomado a la superficie.
"Si se acercan más esto no terminará bien para ninguno de ustedes" Amenazó Mikasa mientras se ponía en posición defensiva.
"Mikasa" Llamó Kiyomi. "No hagas esto más difícil, no sentirás nada, no recordarás lo que sucederá, yo misma elegí al candidato para realizarlo, esto es lo mejor que puedo ofrecerte en mi actual posición, quienes me están demandando esto no tienen piedad, ya retrasé esto lo suficiente"
"Deja de hablar como si te importara, si crees que aceptaré esta mierda estas mal de la puta cabeza, solo me quieres para no perder tu preciada posición política" escupió con veneno Mikasa "Nunca debí venir aquí. Me iré ahora mismo, no les daré otra oportunidad. Apártense"
Kiyomi suspiró, miró a los soldados, asintió y con esto dio la orden.
Uno tras otro se abalanzaron sobre ella, y así como llegaban iban cayendo al suelo. Definitivamente no poseía la misma fuerza ni agilidad que antes, pero años de entrenamiento militar no se irían tan fácilmente. Agarró uno de los brazos levantados del primero en llegar y ocupando su propio impulso lo volteó con facilidad, al segundo le hizo algo similar, tomó su brazo, pero ella giró dándole la espalda y poniendo el brazo de su atacante por sobre su hombro en un ángulo extraño y con toda su fuerza jaló hacia adelante y escuchó el inconfundible sonido de huesos quebrándose, seguido de los gritos agonizantes del soldado.
No tuvo tanta suerte con el tercero, puesto que este alcanzó a acertar un golpe directo en su mandíbula, que la mandó volando hacia atrás. -No recordaba que doliera tanto - pensó mientras caía al suelo. El primer tipo al que dejó fuera se recuperó rápidamente y se lanzó sobre ella que aún no se recuperaba del impacto. Mikasa se encontró retenida por una pesada masa de músculos con los brazos a cada lado de su cabeza.
¡No!
"¡Detente!" Gritó el soldado que estaba encima de ella. Y segundos después le dijo algo que la dejó confundida, completamente inesperado. "realmente lo siento" Mikasa lo miró con los ojos completamente abiertos, totalmente confundida, a la vez que la irá se dejó ver en su rostro.
"¡Suéltame, Maldito!, ¡los voy a matar a todos!" Le gritó a la cara. Viendo como este evitaba su mirada asesina con vergüenza." ¡No te atrevas a decir que lo sientes! ¡Maldito hipócrita!"
"Himura, hazlo ahora" Se escuchó una voz a las espaldas de todos.
Kiyomi y los otros soldados se voltearon a ver como en la entrada había dos personas más. Un hombre de edad bastante corpulento y una joven mujer de alrededor de sus 30. Esta última acató la orden recién dada y se acercó a donde estaba Mikasa, procedió a intentar inyectarle algo con una jeringa que llevaba consigo.
Mikasa comenzó a sentir verdadero terror en ese instante, sabiendo que, si lograban someterla ya nada sería igual, despertaría en una horrible pesadilla, llena de abusos de los que no quería creer que podría llegar a vivir. "¡Aléjate de mí!" intentó volver a zafarse del agarre del soldado, pero no hubo caso, este la presionó aún más contra el suelo, estaba atrapada "¡Por favor! ¡No! ¡Por favor!" no recordaba la última vez que había sentido tanto miedo.
"¡Dejen su cuello al descubierto, es la única forma de sedarla rápido!"
¡No! No, no, no.
El soldado que la golpeó en la mandíbula se acercó a ella y tomó su cara.
Pelea.
Mikasa esperó a que él acercara su mano y como pudo lo mordió con fuerza, arrancando una gran porción de carne. Sintió el inconfundible sabor a sangre en su boca, el soldado retrocedió de inmediato gritando cientos de profanidades. A continuación, Mikasa escupió y lanzó su cabeza hacia adelante propinándole un golpe en la nariz a hombre sobre ella, quien soltó sus brazos para acercarlo a la zona que la joven acababa de golpear y esta aprovechó para sacárselo de encima con ayuda de sus ahora libres brazos. Se levantó rápidamente y le propinó una patada en el estómago al hombre al que acababa de morder, mandándolo a chocar contra uno de los muebles a su derecha.
Si no peleas, no puedes ganar.
La mujer que estuvo a punto de inyectarle retrocedió, al igual que Kiyomi, que la miró con temor. Mikasa se volteó hacia la salida y no fue capaz de ver que el hombre que estaba en la puerta le apuntaba con un arma hasta que escuchó el sonido de un disparo. A continuación, sintió un terrible y agudo dolor en su hombro izquierdo a lo que no pudo evitar soltar un grito de dolor, dejándose caer de rodillas al suelo sujetándose la herida. Mezclándose con los gemidos de dolor emitidos por los soldados heridos a su lado - ¿Por qué duele tanto? Esto no es normal -.
"¡¿Qué hiciste, Kazoku?!" Alcanzó a escuchar el grito de Kiyomi. Quien se acercó a ella corriendo y se agachó a su lado presionando la herida para evitar la salida de sangre.
"Lo que tus inútiles subordinados no pudieron hacer" habló por primera vez el hombre. "Ahora" volvió a demandar y Mikasa no pudo advertir a tiempo a la mujer que le inyectó en su cuello el líquido, que, al ingresar en su sistema, tuvo un efecto casi inmediato.
"No" Alcanzó a susurrar con dolor, la joven chica con la delgada cicatriz en su mejilla derecha.
Peleé, juro que lo intenté, pero no fue suficiente para ganar.
"Lo siento" se dijo a sí misma, a Armin, a sus padres, a los Jeager…. Y a Eren, sobre todo a él, antes de perder la conciencia." realmente lo siento".
Kiyomi vio con pena como la chica se desplomó frente a sus ojos, sintió gran tristeza por ella porque sabía serían sus últimos momentos de libertad. Al menos por los siguientes meses.
No dejaré que acabes así - Pensó Kiyomi- Pero primero debe hacerse lo que debe hacerse, por el bien de esta nación.
No permitiría que su país cayera en manos de un mero grupo infiltrado de Marley. Que habían logrado persuadir a un grupo de nobles orientales con la vacía promesa de mayor adquisición de poder sobre su preciada Hizuru y el resto del mundo una vez se deshicieran de los eldianos.
"Estará fuera un día completo por lo menos, señor" informó la tercera mujer de la habitación.
"Así que esta es uno de los pocos ¡Oh tan poderosos! Ackerman que aún quedan arrastrándose bajo las rocas de este podrido mundo" Se bufó el sujeto. Ignorando por completo la información que su subordinada acababa de entregarle, y mirando con desprecio a la inconsciente chica "No me pareció tan asombrosa como se dice, y se hace pasar por oriental, ¡nada menos que una Azumabito!, ya no tienes honor por tu descendencia Kiyomi"
"No me hables de honor, Kazoku" advirtió Kiyomi con odio, volteándose para quedar cara a cara con el robusto hombre" tú eres el que quiere darle a Marley un ejército de soldados extraordinarios." Kiyomi se acercó a él desafiante" No permitiré que lo hagas, ese o esos chicos pertenecerán aquí, a esta familia"
"Ya veremos qué haces al respecto para detenerme" Amenazó por última vez Kazoku, antes de retirarse de la habitación. "Traigan a Ackerman, malditos inútiles"
Kiyomi vio como sus hombres, aun heridos levantaban pesadez tallada en su cara a la chica del suelo.
"Maldición, solo es una niña" Escuchó decir a uno de ellos con rabia mientras salían de la habitación.
Kiyomi Azumabito se quedó sola con todo el remordimiento y el peso del destino de una nación completa cayendo sobre sus hombros.
Solo me queda una opción – Pensó – debo comunicarme urgente con Zeke Jeager.
Buenas, esperando que hayan disfrutado de la lectura, no me queda más que esperar ansiosa por sus opiniones, si es que así lo desean. Tengo una idea de a donde quiero llevar el plot general de la historia, pero tengo problemas con cómo seguirla con la historia original. No leo el manga de forma actualizada, me quedé bastante atrás, pero estoy al tanto de los eventos que han ido ocurriendo. Este, como se habrán dado cuenta tiene un time skip posterior al capítulo 112. Pero igual intentaré agregarle lo ocurrido en los siguientes capítulos. ¡Por cualquier crítica estaré al tanto de sus comentarios! Si los personajes están muy OCC déjenmelo saber. Quiero ser fiel a sus comportamientos en el manga.
¡Buenas noches!
