Capítulo I


Neville colocó su maletín en el escritorio para coger los papeles de su última misión en el mar Caspio. Según reportes a las orillas de la ciudad de Astracán colindando con el Caspio se habían presentado avistamientos de lo que decían era una Basilisco. Neville estaba escéptico el respecto de la presencia de la criatura sin embargo no le quedó más que viajar y observar por él mismo.

Rusia completa era una ciudad fría pero llena de misterios y fue precisamente eso lo que le había atraído en un principio. Después de terminar con la guerra y decidirse a ser Auror descubrió que la fama y lo que ella conllevaba no era para nada atractiva para él. A los diecisiete años le había servido muy bien para deslumbrar a una que otra persona pero conforme creció todo aquello del señor oscuro y las profecías fueron haciéndose en su contra. Por esa razón decidió abandonar Inglaterra sin que le doliera demasiado dejar a sus amigos; después de todo, Harry, Ron y Hermione tenían experiencia en eso de la fama.

Aplicó para un modesto puesto de profesor en Koldovstoretz, la escuela de magia y hechicería de Rusia, y evidentemente obtuvo el puesto sin demasiado esfuerzo. ¿Quién no quería tener un héroe de guerra entre sus filas? Sin embargo Neville pronto descubrió que el trabajo en Koldovstoretz no le significaba una alegría. Así que al año de ser el flamante profesor de Herbolaria decidió saltar al ministerio de magia de Rusia. Para ese entonces habían descubierto que él era un héroe de guerra con bastante bajo perfil y que no gustaba de resaltar demasiado entre las multitudes; tal vez fue por ello que su cambio de profesor a agente del ministerio tardó más de dos años en producirse.

Su primer puesto fue como rompedor de maldiciones lo cual no lo hizo demasiado feliz pero supo sortear sus problemas con bastante dignidad y eficacia. Neville tenía en la mira un puesto dentro del departamento de resolución de misterios y tardo otros dos años más en lograrlo.

Era feliz en Rusia, alejado de todos los reflectores y de su historia con Voldemort. Alejado de las muertes y de las historias tristes. Le iba muy bien como agente. Hasta ese momento tenía la mejor marca de todo el departamento resolviendo esos misterios que parecían imposibles. La vida estaba resultando ser bastante buena para él.

—Señor —Neville levantó su mirada cuando su secretaria entró a la oficina —. El señor Adrik quiere verle en su oficina. Dice que es urgente ─Neville asintió. Por lo regular todo era urgente para su jefe.

Se tomó su tiempo para ir a ver a su jefe. Berdy Adrik no era un mal tipo sólo era demasiado nervioso y eso en un negocio como ése no servía de nada. Abrió la puerta sin tocar. La experiencia le decía que cuando Berdy Adrik decía urgente no le importaban los formalismos.

—Señor —dijo a modo de saludo. Adrik se incorporó de su silla para darle la mano.

—Señor Longbottom siéntese por favor —Neville hizo lo que su jefe le pidió a pesar de saber que estando de pie podía soportar más la ansiedad de su jefe —. Lo diré sin mucho preámbulo; tomando en cuenta del personaje del que se trata y la relación que tiene con usted —Neville observó pequeñas gotas de sudor acumulándose sobre el tupido bigote de Adrik —. El señor Harry Potter tiene más de siete días desaparecido.

Neville se quedó helado. Ciertamente no tenía demasiada comunicación con sus viejos amigos. Al principio hubo mails que llegaban religiosamente cada semana preguntando de sus progresos en Rusia; luego los mails se fueron espaciando, hasta que llegaron a nada. Era normal y lógico, todos tenían cosas que hacer, incluso él se olvidó de sus viejos amigos con tanto trabajo y proyectos. Sin embargo la noticia de la desaparición de Harry le había caído como un plomo pesado en el fondo del estómago. La última vez que su amigo había desaparecido cosas desagradables habían terminado por sucederles a todos.

—¿Quién reportó la desaparición?

—La señora Potter justamente ayer —Neville asintió. ¿Por qué lo había reportado tanto tiempo después? ¿Era normal que Harry no llegará a casa en una semana? —¿Longbottom?

—Lo siento señor. ¿No estaría en alguna misión…

—No —la pregunta fue interrumpida de inmediato por su jefe —. Según el reporte el señor Potter fue visto en su oficina muy temprano y no tenía planes de hacer ninguna misión. Nos han pedido ayuda. Quieren que enviemos al mejor y definitivamente eres lo mejor que tenemos. Debes ir a Londres y reportarte con el jefe interino de los Aurores.

De alguna extraña y truculenta forma la vida de Harry y la suya estaban conectadas. Eran historias en paralelo que se movía para llevarlos a un punto en el que debían encontrarse de nuevo. Más allá de las profecías y del dolor causado, estaban ellos y su amistad, era tiempo de volver a ser el incondicional de Harry Potter y esperar que no estuviese metido en un lío gordo.


Neville decidió viajar en avión porque el tiempo en ese artefacto muggle le daba para leer, pensar y analizar. Harry Potter se había casado con Ginny casi después de salir del colegio. Tenían tres hijo de once, nueve y ocho respectivamente: James, Albus y Lily.

Nada mal, su amigo se había mantenido ocupado y no sólo en el terreno familiar también en el profesional. Ocho años como jefe de la oficina de aurores, nada mal para el novato del año. Todos parecían amar a Harry y el mismo Harry parecía tener una vida perfecta. Entonces ¿por qué su amada esposa había esperado tanto tiempo para reportar la desaparición?

Neville piso Londres a la 1:30 de la madrugada. Para ese momento Harry tenía ocho días desparecido y las horas seguían pasado. Fue recibido en al aeropuerto por un extravagante mago vestido de azul pastel. Algunas cosas no cambiaban y seguían existiendo los magos que intentaban mezclarse con los muggles sin tener demasiada idea. El mago no lo reconoció y Neville sintió un enorme alivio. De algo habían servido las horas de ejercicio y dejarse la barba.

A las 2:15 am estaba entrando a la oficina de Harry que estaba siendo ocupada por un muy atareado Ron Weasley.

—Tú debes de ser el tío ruso que —le tomó unos segundos a Ron. Neville le sonrió un poco porque se imaginaba que la memoria de su amigo estaba trabajando a toda marcha sólo para recodarle —. ¿Neville?

—Longbottom —Neville recibió un efusivo abrazo por parte de Ron que lo dejo casi sofocado.

—Por los pelos de mi abuelo que no te he reconocido cuando entraste. Te ves… grande —Neville rió —. Y la barba. Vaya que te da el aspecto de malo.

—Bueno, Rusia es bastante frío en ocasiones —Ron parecía tan aliviado de verle que Neville se enterneció un poco —. ¿Cómo vas?

—Perdido. No tengo nada. Es como si se lo hubiera tragado la tierra. Lo único que sabemos es que salió de esta oficina hacia su casa hace siete días.

—¿Es común que no llegue a su casa en tantos días? —Neville tenía esa pregunta rondándole la cabeza pero por la reacción de Ron supo que no obtendría demasiado de él y que tenía que ir a la fuente de sus dudas.

—No. Harry es un hombre de su casa. Cuando salimos a misiones siempre le avisa a Ginny donde está. Sabes, tienen tres hijo y él se preocupa mucho por ellos —Neville asintió sólo para dar por terminada esa conversación con Ron.

—Me gustaría hablar con Ginny —Ron observó el reloj —. Puedo esperar a una hora más pertinente —otra vez el alivio se marcó en el rostro de Ron —. Por lo pronto quisiera ver tus notas y si tienen algo sobre el itinerario de Harry sería mejor.

Neville se sumergió en un montón de notas que no tenían demasiada conexión unas con otras. Se veía el esfuerzo de Ron pero también se podía notar que no había querido indagar demasiado. Simplemente seguía pistas superficiales sin ir al fondo. Neville suponía que la desaparición tan abrupta de Harry en tiempos de paz daba miedo porque detrás de ella podía existir un nuevo peligro o algo más personal.

A las 8 am Neville estaba listo para la visita a la casa de los Potter. Sin embargo no fue hasta media hora después que Ron sugirió que era buen momento para visitar a su hermana.


Harry y Ginny vivían en el Valle de Godric, no muy lejos de la que había sido la casa de los Potter originales. La casa era bonita por fuera y mucho más bonita por dentro. A diferencia de Ron, Ginny lo reconoció de inmediato y de alguna manera también parecía aliviada de verlo a él. Ginny estaba más bonita de lo que la recordaba; era como si la vida de madre y esposa le hubiera hecho resplandecer.

Neville saludó formalmente a los chicos Potter. James era más alto de lo que su padre había sido a esa edad y a pesar de estar muy serio se notaba que él era el bromista de la familia. Albus Severus Potter definitivamente era la copia de su padre y tal vez por eso era el más afectado de los tres. Lily Luna a pesar de estar preocupada le decía a Neville que su padre llegaría pronto y Neville sólo había sonreído ante tanta tenacidad.

Neville escuchó la misma historia de los labios de Ginny. Era como escuchar una grabación que se repetía una y otra vez.

No dijo nada cuando Ginny terminó de hablar. Prefirió darle un largo vistazo a la casa llena de fotografías mágicas. Algunas de Harry y Ginny cuando estaban recién casados y todas las demás de los niños.

—Siempre son un desafío pero es maravilloso verlos crecer —Ginny se acercó a él después de despedir a Ron.

—Supongo que si —Neville observaba detenidamente la fotografía de la boda —. Se casaron muy jóvenes —Ginny asintió —. Y luego tuvieron hijos cuando tú estabas en la cúspide de tu carrera como jugadora ¿no lo extrañabas?

—No. Como jugadora ya había hecho lo que quería. En aquel momento sólo deseaba ser madre y formar una familia como mi madre lo había hecho a lado de mi padre —Neville pudo notar una sonrisa nostálgica —. ¿Y tú, estás casado? Te fuiste demasiado joven y poco supimos de ti. Apenas unas cuantas palabras después que te fuiste y luego nada.

—No, no estoy casado. Ni tengo a nadie especial —cortó la conversación mientras seguía observando las fotografías —. Harry trabaja mucho ¿cierto? —Ginny se encogió en hombros.

—Creo que trabaja lo suficiente. Al principio todo mundo estaba pendiente de sus pasos. Debes recordarlo —Neville asintió. Cuando aún vivía en Londres el asedio de los reportaros era asfixiante para todos pero en especial para Harry. Todos estaban obsesionados con él y en el Profeta había siempre un reportaje de él haciendo incluso las cosas más tontas. Harry era lo más cercano a una celebridad en el mundo mágico —. Luego Harry siguió su vida de manera muy tranquila y el Profeta poco a poco entendió que no había nada que obtener de Harry Potter. La prensa volvió cuando empezaron a nacer los niños. Cada nacimiento fue un suceso en el Profeta.

—¿Y cómo lo tomó Harry? —Neville se concentró en una de las fotografías donde Harry aparecía con James en brazos. El Harry de la fotografía le sonrió y le mostraba orgulloso a su hijo.

—Al principio lo odiaba pero luego empezó a calmarse. Sobre todo cuando notó que la prensa se interesaba más en los niños que en él. Nunca se portaron mal con los chicos y dejaron de molestarnos cuando crecieron lo suficiente para perder el carísimas de un bebé.

—¿Harry siempre llega tarde del trabajo? —Ginny asintió.

—Trabajaba menos cuando los niños eran más pequeños pero ahora creo que se está poniendo en orden. Después de todo es el jefe de los aurores.

—¿A qué hora suele llegar a casa?

—Entre las nueve y las diez de la noche —Neville asintió y luego encaró a Ginny por primera vez desde que había empezado su conversación.

—¿Por qué no reportaste su desaparición de inmediato? Al día siguiente tal vez. Ron dice que Harry es un hombre de su casa, que siempre te llama cuando sale de casa ¿no se te hizo raro que no llegará en siete días?

Neville pudo ver toda la molestia de Ginny por sus preguntas. No era evidente pero había algo en su lenguaje corporal que le hacía ver que su amiga estaba furiosa por las preguntas que Neville le estaba haciendo.

—Pensé que estaba en alguna misión secreta —Ginny se abrazó a si misma rehuyéndole a la mirada de Neville.

Neville se movió para encararla. Ginny era hermosa y muchos decían que era muy parecida a la madre de Harry; Neville nunca hizo demasiado caso de esas bromas y aseveraciones, pero al estar frente a ella y notarla así de decidida a seguir mintiendo supo que Ginny además de ser bonita tenía mucho valor. En aquellos ojos expresivos descubrió la mirada de su aliada en la guerra y también la de una mujer decidida a proteger sus secretos.

—Harry sale de su trabajo todos los días religiosamente a las cinco de la tarde y llega a casa cuatro horas después. ¿Qué hace tu marido en ese tiempo muerto? —Ginny contrajo el rostro —. Lo hace desde hace doce años. Un año antes de que su primer hijo naciera ¿qué hace Harry Potter en esas cuatro horas? —Ginny no soltó ni una sola palabra pero podía el reproche en su mirada. Neville estaba tocando fibras que sólo provocaban dolor en su amiga —. Es común que tu marido no llegué a dormir. Sobre todo de un tiempo a la fecha. Antes no lo hacía pero ahora lo hace más. Por eso no reportaste su desaparición. ¿Con quién se ve tu marido?

La bofetada fue estruendosa para el oído de Neville. Cuando regresó su mirada hacia Ginny pudo notar la fiereza y el miedo de sentirse descubierta.

—¿Con qué derecho vienes a hacerme esas preguntas a mi casa? Mis hijos están aquí. Tú no tienes derecho a… Tú no sabes… —Ginny lloraba pero no con tristeza ni por drama. Lloraba de rabia. Neville era un intruso que había llegado a su hogar para poner en duda su felicidad; esa felicidad por la que Ginny lo había dejado todo.

—Ginny —Neville la sostuvo gentilmente por los brazos. La pelirroja no podía disimular el rencor que sentía por él en ese momento.

—No lo sé —la primera y dolorosa verdad que Ginny le decía —. Sé que hay alguien pero no sé quién demonios sea. No sé… no sabía cuándo había empezado —sonrió con amargura y reprochándole a Neville con la mirada de nuevo —. Él es bueno pero siempre hubo una parte de él que no compartía conmigo. Lo noté unos años después de casarnos pero al principio fue tolerable. Después hubo un año en el que parecía atormentado por algo. No me decía nada pero podía notarlo en sus actitudes, en sus gestos. Estúpidamente pensaba que era por el trabajo y porque James estaba a punto de nacer. Pero ni con el nacimiento de James se calmó. Fue hasta unos meses después; justo antes de que James cumpliera un año que Harry sonrió de nuevo y lo vi más calmado. Harry se reservaba algo que nunca le dijo a Ron ni a Hermione. Sólo él lo sabía y a veces parecía rememorar algo que lo hacía tan feliz que sonría con una honestidad mayor que cuando estaba con sus hijos. Eso te lo puedo decir; nada lo hacía sonreír como aquello que se guardaba para él.

—¿Hablaron de separarse? —El dolor volvió a dibujarse en el rostro de Ginny. Pero de cierta manera comprendía que seguir ocultando las cosas era completamente inútil.

—Al principio no. Yo no preguntaba y él no decía nada. Se portaba como un marido común y corriente. Teníamos relaciones una vez a la semana. Se ponía feliz con cada embarazo, era cariñoso y sensible. Cuando los chicos empezaron a crecer fue cuando empezó a alejarse en serio. Él… lo mencionó un par de meses atrás. Me dijo que deberíamos replantearnos nuestra relación una vez que los chicos estuvieran en el colegio.

—¿Qué le dijiste tú? —Ginny se separó de él.

—Que no. Que lo que estaba haciendo podía seguir haciéndolo sin que tuviéramos que separarnos —Ginny no se sentía orgullosa de sus palabras. Era como si hubiera traicionado algo de sí misma sin embargo era obvio que pensaba en sus hijos antes que en sus principios.

—¿Se sintió agobiado con tu respuesta? —Ginny negó.

—Creo que no. No me demostró nada. Sencillamente dejó la conversación y continúo con lo suyo como si nada.

—¿Crees que él…

—Desde los diecinueve años estoy casada con él. Al principio te podía decir que lo conocía pero después me di cuenta que no. Sólo hay algo que sé con absoluta certeza sobre Harry Potter: ama sus hijos y nunca los abandonaría.

Ron llegó en ese momento con los hijos de Harry. Neville sólo estuvo por un momento más en casa de los Potter, sólo para asegurarse de no haber dañado mucho a Ginny. Su amiga era una mujer sumamente fuerte y con convicciones tanto o más fuertes.

Cuando salieron de la casa Neville sentía a una pesadez en el estómago. En parte por el hambre y en otra más grande por la culpa de haber desnudado el alma de Ginny.

—¿Y ahora? —Ron le preguntó bajando por las escaleras del porche.

—Comer. Muero de hambre —Ron asintió. Neville se giró instintivamente a su derecha y entonces sacó su varita sin pensarlo mucho. Un tipo salió expulsado ante el asombro de Ron. Neville corrió hacia el intruso; el tipo tenía una cámara en mano y una libreta. Evidentemente era periodista. Hasta ese momento Ron había llevado muy bien la parte del secreto. Nadie en el mundo mágico sabía lo que estaba ocurriendo con Harry —. Obliviate —Ron abrió los ojos cuando Neville lanzó el hechizo sobre el reportero.

—¿Qué demonios haces? —Lo intentó detener pero era muy tarde.

—Terminar con esto. Si el reportero informa que me vio en casa de los Potter no habrá más secretos y todos sabrán lo que está pasado. Éste tipo sólo despertará con un dolor de cabeza y desorientado pero no será un peligro.

—Aquí no hacemos las cosas así —Neville le sonrió alejando al tipo de la casa de los Potter.

—Pero en Rusia sí. No te preocupes. Mis actuaciones son completamente legas… a veces —Ron gruñó por lo bajo.


Neville pidió un abundante desayuno. Estaba cansado y hambriento, más lo segundo que lo primero. Observó con cuidado una de las fotografías que le había pedido a Ginny donde Harry estaba son su aparente familia feliz.

—¿Quién eres Harry Potter? ¿Con quién te veías? ¿Qué escondes?