Agradaba tener que estar limpiando aquellas copas de fino cristal, apenas había caído la noche mientras daba breves silbidos al compás del agua.
Cerró el grifo y guardaba con mero cuidado las copas, estaban como su primer día de fabricación, brillantes y libres de sustancias ajenas o nocivas. King había tenido como podía calificar esos días donde no había tendió que patear, sacar algún borracho por culpa del abusivo nivel de alcohol en el torrente sanguíneo.
Dirían que gran parte de culpa sería suya propia, la rubia negó múltiples veces de intentar sobornar a los clientes para beneficio propio. Poseía las licencias y permisos para permitir la venta de alcohol a mayores de edad.
Pero no había sucedido literalmente nada y eso era sumamente extraño, solo había logrado tener una discusión con uno de los hermanos Bogard. Había gritado a Terry que llevaban meses sin pagar la generosa cantidad de licores que bebían.
Finalmente fue Robert quien pagó todo, se disculpava ante la poca vergüenza del rubio de pelo largo. Ella daba por no importar la cosa.
Apago todas las luces del gran local, había empezado a enfriarse el ambiente urbano y eso hizo ponerse un abrigo largo oscuro.
—¡Apartese de en medio!
Una rápida silueta paso a gran velocidad, haciendo caer bruscamente a la mujer francesa que emitió un notable quejido. Logró levantarse para perseguir al sospechoso que parecía casi desvanecerse con el aire.
Tras girar una esquina donde se hallaban esos ruines y fríos callejones estrechos, un fuerte relampago inundó de luz el sitio. Obligando a tapar sus ojos con ambos brazos, cuando quiso continuar la persecución...
Había desaparecido de repente.
Miro al cielo aún estando incrédula del extraño fenómeno que había medio presenciado. ¿Como había podido caer un relampago es ese preciso día?
Estaban a finales de verano y no habían anunciado tormentas o lluvia hasta dentro de unos días, solo veía estrellas que adornaban el techo nocturno. Estaba tan aturdida que apenas notaba como en su hombro se deslizaba una delgada línea carmesí.
—Mierda...
Tapando la sangre regresaba corriendo a su piso, una horrible sensación se había logrado adueña de ella.
Recordaba haber visto múltiples veces aquella menuda silueta, fue entonces cuando empezó a socavar durante los días anteriores.
Limpiaba con sumo cuidado, había entrado a un lavabo privado para tratar esa herida abierta. Nunca había gustado ver ese tono rojo en su propia piel.
Rojo...
Había hecho un vendaje con el papel higiénico del inodoro. Rompió el trozo de tela manchado, lanzando con asco a la basura.
Ahora podía acordarse bien...
Largo cabello morado cual oscuridad, envolvía su misteriosa identidad con un largo flequillo escondía sus ojos.
