A Sword By Any Other Name

DISCLAIMER: Los personajes canónicos son propiedad de sus creadores, lo único mío son la trama y los personajes originales

Personajes canónicos: Senju Tobirama, Uchiha Kagami, Sarutobi Hiruzen, Shimura Danzo, Akimichi Torifu, Utatane Koharu, Mitokado Homura, Senju Tokka, Uchiha Hikaku, Senju Tsunade, Jiraiya, Orochimaru, Hatake Sakumo, Uchiha Naori


I

Hashirama no se lo creería.

Senju Tobirama, Nidaime Hokage de Konoha, se permitió un respiro en la privacidad de su propia mente para reconocer aquella cruda pero nada exagerada verdad.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, la genuina sonrisa que agració el rostro del albino al oír el suave sonido de sandalias en el marco de su ventana era tan innegable como el azul del cielo.

Misma que, para cuando Uchiha Kagami se deslizó en la oficina, ya había desaparecido en favor de una expresión más convenientemente neutral.

—Misión Completada, Hokage-Sama—Anunció profesionalmente el pelinegro tendiéndole a su antiguo mentor un perfectamente enrollado pergamino con su mano derecha. Tobirama esperó a que el reporte estuviera en su campo de visión para finalmente dignarse a levantar la vista de sus papeles.

Para cualquier observador ajeno a su pequeño ritual, la actitud del Hokage habría calificado como la típica a esperarse de ese Senju en particular: Desdeñosa de cualquier Uchiha.

Sin embargo, Kagami, que lo conocía bien, sabía que Tobirama – como todo Sensor medio decente – vivía en un estado de hipervigilancia tal que el permitirse dar cierto margen de privacidad a alguien era su versión más clara de confianza explícita.

Que tal confianza se le extendiera a un Uchiha…

Bueno, nadie fuera de los otros cinco alumnos del Nidaime lo creería, así que ellos jamás se molestaban en aclararlo al ocasional espectador.

De hecho, hubo cierta ocasión, en que la mezcla de Tobirama siendo Tobirama, Kagami siendo Kagami, un cachorro de Ninken y el – desafortunadamente desinformado y excesivamente engreído – hijo de un dignatario visitante, dio nacimiento al faux pas diplomático calificado unánimemente por los allegados al Hokage como lo más hilarante que jamás pasaría en esa oficina, pero esa era una historia para otro día.

—Cuervo—Asintió el peliblanco, finalmente levantando la mirada y tomando el pergamino que se le ofrecía.

Una interacción completamente profesional hasta ese punto…

Que en los años siguientes se volvería legendaria como el momento que inició todo…

Pero claro que eso todavía no podía saberlo aquel par de despistados

Los ojos rojos de Tobirama se clavaron no en el pergamino, sino en el lado izquierdo de la figura enmascarada que se lo tendía con esa infinita paciencia suya a pesar de los ya casi cinco minutos que llevaba con el brazo extendido—¿Complicaciones mayores, Kagami?

El uso de su nombre fue señal suficiente para el Uchiha y Kagami se quitó la máscara de ANBU, revelando su expresión ligeramente divertida ante – la pobremente velada para el ojo experto – preocupación del Hokage.

Podían haber pasado diez años desde que los tomara bajo su tutela, y tres desde que se desmantelaran sus respectivos Equipos, pero el hombre seguía siendo rabiosamente protector de sus – ya crecidos – alumnos.

—Nada digno de remarcarse en el reporte, Sensei—Respondió fluidamente Kagami, girándose lo suficiente para que el albino constatara la falta de vendas en su espalda—Una simple sobreestimación de mi parte. No volverá a ocurrir.

Para todos sus allegados (personales o profesionales) el sutil arco de la ceja derecha de Tobirama era un "expláyate" alto y claro.

El Uchiha suspiró—Sólo digamos que la misión fue un éxito, el cliente y su carga llegaron a su destino a salvo, veinte idiotas tuvieron muy atareados a los Shinigami y el excesivo abuso al que sometí a mi adorada espada por casi diez años por fin terminó—La nota de apenas contenida depresión en la voz del menor mientras levantaba los restos de la que fuera su espada favorita desde sus tiempos de Genin detuvo cualquier réplica de Tobirama.

—¿Raiton?—Ofreció diplomáticamente el Hokage, yendo por la explicación más plausible.

El menor asintió, aun con cierta tristeza velando sus expresivos ojos negros—Era una espada estándar, pero había durado tanto y tan bien bajo mi estilo de combate que…Bueno, puede que olvidara que no todas las hojas están hechas para resistir tal cantidad de voltaje, mucho menos tan a menudo—Kagami se encogió de hombros—Pudo ser peor: En lugar de dejarme el brazo como coladera, los fragmentos de metal pudieron cegarme—Un escalofrío corrió por la espalda del joven ANBU—Si ese hubiera sido el caso, jamás hubiera oído el final de sus reprimendas…

—¿Nuestras reprimendas?—Repitió casualmente el peliblanco, la esquina de su boca temblando en una sonrisa reprimida.

—Las suyas y la de los venerables ancianos de mi Clan, por supuesto—Contestó el Uchiha, alzando la nariz y adoptando un gesto de desdeñosa superioridad tan discordante con su siempre abierta y amable expresión que Tobirama no pudo menos que soltar una risita irónica por lo bajo—Pero, ya en serio…—La mala imitación de los ancianos del Clan Uchiha se disolvió del rostro del pelinegro para dar paso a una reflexiva autocritica—Sólo me reprocho el no haber notado antes las fisuras en la hoja…Esta misión pudo haber fallado por mi irracional apego a una simple espada…

—No era una "simple espada" para ti, Kagami—Tobirama frunció el ceño—Desde que te conozco, esa fue tu arma favorita, aun por sobre el Sharingan—¿Y no era aquella una ironía de las buenas?

—Supongo que todo lo que queda por hacer es montar sus restos en mi muro para agradecerle todos estos años de leal servicio—Suspiró con un falso dramatismo el menor, ofreciéndole una sonrisa mitad cómplice y mitad avergonzada a su superior—Cómo si tras tantos ejemplos necesitara otra prueba de mi excesivo y nada profesional sentimentalismo, Hokage-Sama…

—No te preocupes—Desestimó el albino con un gesto de muñeca—Estoy seguro de que soy lo suficientemente frío e insensible por ambos.

Una risa alegre, genuinamente divertida, inundó la oficina del Hokage.

Esta vez, Tobirama, tuvo que luchar seriamente contra el impulso de sus labios de curvarse en una sonrisa, ante el animado deleite de su subordinado—Me alegra que hayas vuelto, Kagami…

Las palabras escaparon antes de que el Hokage terminara de procesarlas en su mente.

La risa del pelinegro se detuvo y un par de curiosos ojos ónices se fijaron en los rojos del albino con la confiada transparencia de un niño—¿Oh? ¿Otra Rango A llegó mientras volvía?

—No, no, nada de eso…—Tanto la famosamente afilada lengua como la igualmente temida mente del Nidaime se atrofiaron bajo la mirada inquisitiva pero serena del Uchiha. La completa falta de suspicacia o impaciencia con que Kagami siempre manejaba sus interacciones nunca fallaba en desarmar al mayor.

¿Sabes quién soy y lo que he hecho…?

Ardía en ganas de preguntar a gritos Tobirama durante sus primeros días como maestro y alumno, incómodo bajo aquella mirada completamente carente de cualquier juicio bajo la que lo fijaba el pequeño – pero enervantemente silencioso – Uchiha.

¿Sabes a cuántos de los tuyos envié a la corte de los Shinigami solo por atreverse a existir en mi rango sensorial…?

—Yo sólo…Me alegra que estés de vuelta—A pesar de su aparente calma, al sentir cierta cálida, delatora, sombra rosácea teñir sus mejillas, Tobirama dejó libre una tirada interna de maldiciones que habrían hecho a ancianitas desmayarse.

Kagami, bendita sea su alma, se apiadó del pobre emocionalmente atrofiado Senju frente a él y posó suavemente su mano herida en el hombro del más alto.

Había muy poca gente a la que Tobirama permitiría tan dentro de su espacio personal.

—Y yo estoy feliz de volver—Respondió honestamente el pelinegro, inclinándose brevemente hacia el rostro de Tobirama, cerrando los ojos y ofreciéndole a su Hokage una sonrisa que remarcaba la belleza juvenil de su pálido rostro.

¿Cuántos choques de carretas había causado esa misma sonrisa en las calles de Konoha?

Tobirama dejó de contar tras el quinceavo incidente del mes.

—Sin embargo…—Un tinte juguetón se coló en la voz del joven ANBU—Asumiendo que no requiera mis servicios en una misión inmediata u otro asunto laboral, en serio disfrutaría volver a mi departamento y tomar una siesta: Ha sido—Un discreto bostezo interrumpió a Kagami en ese punto—Una larga semana…

—Por supuesto—Asintió formalmente Tobirama, su tono devolviendo la atmosfera del apropiado status-quo a la oficina—Puede retirarse, Cuervo.

—Que tenga una buena tarde, Hokage-Sama—Kagami le ofreció una última sonrisa al albino – una de esas que marcaban sus hoyuelos y un par de rizos rebeldes caían sobre su frente al inclinar la cabeza ligeramente hacia un lado, como un ave curiosa – antes de retroceder un paso más lejos del escritorio, recolocarse la máscara y abandonar la estancia por su ruta favorita: La ventana.

En cualquier otro leal subordinado de Konoha, tal acto se habría considerado irrespetuoso, poco profesional incluso.

Pero la predilección de Kagami, misma que mantuvo desde la primera vez que pisó la oficina del Hokage, por la vista de la Aldea que proporcionaba aquella estratégicamente colocada ventana era tan obvia que Tobirama prefirió hacerse el desentendido las primeras veces que su tímido alumno se atrevió a abandonar la estancia a través de ella.

Comparado con las peculiaridades de sus otros alumnos, Kagami era de hecho una inmaculada luz de cordura y decoro.

Y como cada vez que volvía de una misión, el Uchiha se alejó de Tobirama antes de que este pudiera reunir el suficiente valor para pronunciar tres pequeñas, completamente platónicas y amigables, palabras…

"Tú también, Kagami…"