«El universo de Bleach y sus personajes pertenecen a Kubo Tite»
«La historia aquí escrita sólo son desvaríos incapaces de vivir dentro de la mente de alguien queriendo ser escritor»
Eterno
¿Siquiera recuerdas?
No lo sabes, aunque te gustaría en verdad. Porque es el principio de una serie de caídas interminables que terminan en ella y nadie más, siempre ha sido así y te hubiera gustado – vaya que sí – que siempre así hubiera sido.
Pero no – claro que no –, siempre debe haber algo que sale mal. Entonces, despiertas, porque la lluvia no se ha detenido del todo.
¿Cómo hacerlo? Es la pregunta que te haces cada vez que te miras al espejo y el reflejo de la derrota y la resignación combinadas toma la forma del rostro del hombre que has aprendido a ser desde que la fina lluvia empezó a caer con la delicadeza de una caricia.
¿Cómo seguir? Es la pregunta sin respuesta que tus pasos desorientados buscan con insana desesperación concebir al fin. Pero… sabes que no puedes.
Porque la respuesta no está en este mundo, no está en ninguna parte. La respuesta se ha perdido entre tantos universos no vistos ni conocidos que no recuerdas ni quieres hacerlo. El peso de la realidad que elegiste no por ti ni por ella se aferra a tus hombros con una fuerza demoledora que intenta sumirte en algo ya familiar a tu pesar, eso que no logras comprender del todo pero sabes qué está mal. Aun así ¿qué caso tiene?
Lo hecho, hecho está.
Y sonríes, como si eso solucionara lo podrido que estás. Como si quisieras – la quisieras – que durara por siempre. Pero sabes que no puedes y aun así, prosigues.
Te duele el corazón verla tan feliz e irónicamente, el peso que te arrastra desde hace tantos años desaparece en un suspiro cuando su fragancia de flores y violeta tan, pero tan conocido te invade con la fuerza de un huracán.
Pero ¿cómo mirarla?
El pecado de sentirte egoísta y decidir por los dos te carcome hasta los huesos, dejando sólo el corazón desnudo ante la cruda verdad. Sólo tú y nadie más es realmente culpable de lo que te aqueja, la elección es tu culpa, tu pecado.
Pero al verla, al sentir cómo todas y cada una de tus células reacciona ante ella con el mínimo acercamiento… sientes que realmente no importa, no ahora.
El recuerdo es fugaz, pero ¿qué más da si es algo efímero mientras te alivie el dolor del alma? Sabes que la medicina es necesaria para curar pero, ¿y si la medicina es una droga letal?
¿Seguirías siendo capaz de hacerla tuya aun sabiendo que es incorrecto? ¿Qué es un pecado?
Aun así, a pesar del dolor, no te arrepientes.
Porque verla reír, ignorante del remolino de emociones que ha despertado con sólo mirar en tu misma dirección es lo único que necesitas para seguir.
Entonces, la próxima vez que levantes el rostro y te veas al espejo, sabrás que todo ha valido la pena si es por ella. Sólo tú puedes saberlo.
Siempre.
«FIN»
[...]
Este es mi homenaje al IchiRuki.
Porque no hay mayor amor que aquel que se rompe en pedazos y sigue latente, de alguna forma u otra.
Sin Notas de Autor.
