Los personajes le pertenecen a la gran Naoko-sama y yo solo los utilizo con el fin de entretener a los pajaritos que andan revoloteando en mi cabeza y a todo aquel que desee leerme.
Caprichos
Hace muchos siglos atrás, al mismo tiempo en que nació el Milenio de Plata, Neptuno, al igual que los demás planetas, había dado una princesa heredera la cual en su corazón albergaba todo el poder de su planeta regente. Esta, fue considerada la princesa más hermosa de todo el reino, incluso más hermosa que la propia princesa de la Luna, pero si se pensaba que solo era hermosa ya era un descuido.
Era tan inteligente que al notar que Serenity, la reina de la luna, daría su mano en matrimonio en cualquier momento (y la persona que ella deseaba no la solicitaba), había ideado algunos caprichos que serían difíciles de complacer; caprichos que los demás conocían como: "Condiciones de Matrimonio".
1. Hacer que la rodee el océano sin que la moje una sola gota.
2. Convencer a los dioses a que se reúnan amorosamente en un solo lugar.
3. Colocar la luna a sus pies.
Eran las tres "sencillas" condiciones que ella ponía para todo aquel que deseara desposarla, y tal como estaba previsto, los potenciales pretendientes se desanimaban tan solo leerlas. Los años pasaron y el Milenio de Plata adquirió poder y riqueza, los mismos años hicieron que la princesa de Neptuno creciera desarrollando su belleza y tomando con mayor seriedad su puesto en el reino de la luna, fue esta madurez la que hizo que se olvidara de aquellas condiciones de matrimonio que había ideado cuando aún era niña; y ahora que era una mujer y sus preocupaciones iban hacia otra dirección llego a sus manos un sobre sellado con solo su nombre escrito en el.
Prepárate, que hoy a la medianoche el mar te rodeara.
Su mente voló muchos años atrás y se sorprendió al saber que existía alguien que hubiera logrado descifrar el modo de cumplir su primer capricho, analizo la situación fríamente y le restó importancia, dejo la nota sobre su escritorio y se fue a dormir.
Faltando media hora para la medianoche tocaron la puerta de su habitación, aun media dormida fue a atenderla. Fuera se encontraban dos mujeres vestidas con túnicas azules, cuando pregunto qué era lo que deseaban estas contestaron que venían a cumplir lo que decía la nota.
El sueño se le fue y con valor acepto ir con ellas mientras en su mente se iba tranquilizando en que quizás podría cumplir el primer capricho, más no los otros dos. Respiro profundo y se dejó guiar por los pasillos de Tritón hasta llegar a las afueras del castillo. A partir de ahí caminaron 40 minutos más hasta que llegaron a una torre.
-Entre, su majestad. – Indico una de las mujeres mientras abría la puerta, ingreso en la torre con cautela pues todo estaba oscuro y nada le aseguraba que quizás esta sea una emboscada, fue una tonta por no avisar a su guardia que se movería de sus habitaciones.
De pronto, se encendieron las luces y al fondo de esa pequeña antesala se encontraba otra puerta, se acero a ella y la abrió con seguridad aceptando lo que sea que fuera a venir. Sin embargo, ni siquiera su soldado más experimentado hubiera podido prepararla para tal sorpresa, era simplemente impresionante, no había otra palabra para describir aquel lugar. No era una habitación donde se encontraba, era una especie de túnel de cristal tenuemente iluminado y afuera de este, como si perteneciera a otro mundo, se encontraba el mundo marino. Bajo las escaleras que se encontraban frente a ella, también hechas de cristal y se dejó llevar por la experiencia. Sobre ella y a ambos lados pasaban peces y tortugas, a sus pies y debajo del cristal se encontraba la blanca arena.
Si bien era cierto que ella podía nadar grandes profundidades, no significaba que podía quedarse mucho tiempo deleitándose con el paisaje ya que debía de regresar para recuperar el aire, pero en ese momento tenía el aire suficiente y podía maravillarse tranquilamente con ese mundo que era tan suyo como el mundo terrestre. Al final se encontró con otra puerta, al abrirla ya la esperaban las dos mujeres que la habían guiado en un inicio.
Se durmió con dos sentimientos encontrados; el primero, miedo a que pueda existir alguien capaz de superar sus caprichos, aquellos que había ideado tan cuidadosamente para nunca casarse. Y el otro, era asombro que alguien se haya tomado el trabajo de hacer algo así por ella. Al día siguiente, para su tranquilidad no hubo noticia alguna del autor de aquella nota. Tuvo que pasar toda una semana para encontrar sobre su cama una nota más.
Ponte tus mejores ropas para mañana en la tarde, no querrás que los dioses te hagan menos cuando te reúnas con ellos.
Se asustó al saber que esta persona cumpliría la segunda de sus condiciones, a ese paso solo faltaría un capricho que consentir y ya podría irse despidiendo de su vida solitaria. Si tan solo la persona que realmente amaba pidiera su mano, si tan solo aquello llegara a pasar, nada de esto estaría sucediendo. A la tarde siguiente se encontraba lista esperando que vinieran a buscarla como la vez anterior mientras que internamente deseaba que la dejaran plantada, supo que esto no sucedería cuando escucho que llamaban a su puerta.
Igual que la última vez, las mismas mujeres se encontraban esperándola, sin decir nada las tres, empezaron a caminar. Como la vez anterior salieron del castillo y caminaron cerca de 30 minutos hasta llegar a una especie de jardín en cuyo centro se encontraba un camino recto de mármol blanco. Las mujeres se retiraron deseándole un buen paseo, y se retiraron, con cautela fue entrando poco a poco al lugar y se asombró al ver que efectivamente ahí se encontraban los mismos dioses. Eran estatuas de dioses en escenas románticas las cuales estaban dispersas por doquier. Rió con amargura, debía de admitir que esta persona podía llegar a ser tan astuta como ella, preocupada se sentó en un banco de mármol blanco que había y observo a su alrededor. Todo en conjunto creaba la sensación de estar en un pequeño paraíso.
Tenía que pensar rápido, solo quedaba una condición y sus intenciones no eran las de casarse y para ello necesitaba un capricho más, uno que no lo pudieran resolver así se sentaran todos en su corte a pensarlo. Aquella noche no pudo dormir pensando en quien había logrado cumplir con casi todas las condiciones.
La semana siguiente no hubo más notas y pensó que quizás quienquiera que haya sido el autor de ellas por fin se había dado por vencido, así que no sería necesario pensar con urgencia en algún nuevo capricho, pero el que no fuera con urgencia no significaba que no lo hiciera. Un día, después de muchas semanas, al salir de una reunión una de sus damas de compañía le entrego un sobre dirigido a ella.
Hoy a medianoche te buscaran dos damas, síguelas sin preguntar.
Sintió nauseas al leer la nota, podía simplemente no asistir, negarse a seguir a las damas y así nunca habría ningún acuerdo. Por otro lado, si no lo hacía seria como huir y huir solo lo hacen los cobardes y no en vano ella era una de las guerreras más valientes del Milenio de Plata. Cuando tocaron su puerta sintió su corazón latir desbocado, se dejó guiar por los pasillos como las veces anteriores y siguieron caminando por los jardines que rodeaban a Tritón.
Se detuvieron ante una imponente reja, la cual se abrió dándole paso al tiempo que las dos damas la dejaban sola. Entro, no sin cierto temor y siguió caminando mientras el lugar se iba haciendo cada vez más oscuro, hasta ese momento lo único que la iluminaba era la luz de la luna sobre su cabeza; de pronto un chasquido la sobresalto y al acto siguiente una serie de piletas se iluminaron cobrando vida, todas menos una.
Al final del camino se encontraba la más grande de todas con Poseidón elevándose, imponente, en medio, esta pileta se mantenía sin iluminarse. Se acercó para poder observar mejor la estatua, de los pies del dios nacían olas, tal como sucedía con ella cuando invocaba a los mares para atacar. Bajo la vista y reflejada en el agua tranquila, pudo ver su imagen y la de la luna.
- La luna a tus pies. - Volteo sobresaltada al no haber escuchado llegar a nadie, poco a poco fue reconociendo aquel rostro que no había visto hace años. A pesar de vestir ropas de príncipe, Urano nunca había logrado engañarla. Sonrió al saber que no había peligro.
- ¿Tú eres la autora de las notas? -
- Si - Tanto tiempo…
Se había enamorado de Urano cuando tenía doce y al ver que nunca podría atraerla de esa manera se había dado por vencida, recordó que fue por esas mismas fechas en que creo aquellas tres condiciones. Hoy, después de tantos años, Urano saltaba aquella valla que había creado para alejar a todos menos a ella.
- Te he esperado tanto tiempo, amor mío. - Y sin ninguna ceremonia la beso. Sintió que flotaba entre los brazos de la dueña del viento, sintió como su elemento se estremecía de la emoción.
- ¿A mí o a quienquiera que cumpla tus caprichos? – Se rió alegre al descubrir que, efectivamente, solo ella podría llegar a descubrir que esas no eran condiciones, sino caprichos.
- A ti. Siempre a ti. Solo a ti. Desde la primera vez que hablamos. -
Hay amores que se solucionan en muchos días, otros en muchos años y otros en muchas vidas. El amor de Urano y Neptuno está destinado a otra vida, será en otra vida donde por fin podrán vivir de aquel amor que se profesan desde hace siglos.
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