Kurt había tenido un mal día. En realidad, Kurt había tenido una mala semana, un mal mes, un mal año; pero eso no viene demasiado al caso.

La cuestión en sí es que había tenido un día terrible, y aquello que menos necesitaba en ése momento era estar a solas con Rachel Berry, de entre todas las personas de McKinley.

-Gracias por llevarme, Kurt.-Tenía una de ésas sonrisas tan suyas, enormes y de perfectos dientes blancos, que hacían que al contratenor se le hiciera difícil odiarla.

-Ni lo menciones,-contestó, desviando la mirada y poniendo el motor de su Navigator en marcha- después de todo somos un equipo.

Luego de ése breve intercambio, mantuvieron un silencio algo incómodo por varios minutos. Cuando Kart comenzaba a sospechar, sin embargo, que la soprano se traía algo entre manos, ésta le lanzó una pregunta que lo desconcertó al punto de perder por unas milésimas de segundo el control del volante.

-Disculpa, ¿qué?-Preguntó, tras haber recuperado la compostura (y el control del vehículo, en el proceso).

-¿Por qué me dejaste ganar?

-No sé de qué me hablas.

-Hoy, Kurt, me dejaste ganar. Ambos sabemos que puedes llegar perfectamente a ésa nota.-Comentó la chica con seguridad, y luego su voz tomó un matiz cauteloso- ¿Por qué lo has hecho?

-No es de tu incumbencia, Glinda.

Eso hizo que Rachel soltara una pequeña risita (y Kurt jamás le admitiría a nadie que cada vez que ella reía él también quería hacerlo).

-No te preocupes, Elphie,-dijo ella tras recuperar un poco de su natural aplomo, mientras le indicaba con una seña de su dedo índice dónde estaba su morada- no le confiaré a nadie lo que me digas. Será un secreto entre brujas.

Y la cuestión era: no debería decírselo; no tenía razones para hacerlo o para confiar en ella, pero algo más fuerte dentro de él necesitaba desahogarse.

-No debo llamar la atención más de lo necesario.-Expresó, mientras estacionaba su camioneta en la morada de los Berry.-Lima no está preparada para mí. Y yo no estoy preparado para ver a mi padre sufrir por mi causa.

Rachel sólo atinó a quedarse callada por un momento, ante tal respuesta (tan llena de inesperada y cándida sinceridad), con la cabeza un poco baja, los labios fruncidos, y las manos sobre su falda plisada.

Luego, y antes de bajarse presurosamente del bebé de Kurt, hizo algo totalmente inesperado: lo abrazó fuertemente, le besó la mejilla con ímpetu, y susurró eres una persona fuerte e increíble, Kurt Hummel. Y llegarás muy lejos.

Y de pronto, mientras Rachel caminaba con su paso saltarín y decidido hacia su casa, Kart sintió que su día (su semana, su mes, su año) había mejorado exponencialmente.

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NA: Yo creo fervientemente que Rachel y Kurt deberían ser BFFs. Sobre todo, después de escuchar esa hermosa rendición a "Happy Days Are Here Again/Get Happy".