Primer día en que trabajo en el diario más popular de la ciudad. Soy novata pero no tengo miedo. De hecho, me siento orgullosa de entrar en un trabajo como este pese a que tengo que trabajar con gente mayor a mí y con experiencia innata en todo esto. Suspiré frente a la puerta de entrada. Me entraron los nervios al escuchar tanto bullicio desde el otro lado. Supuse que sería un tanto desastrosa la organización del lugar pero me voy acostumbrar. Tomé la perilla y la giré entre suspiro. Cuando entré, quedé asombrada con el aspecto del lugar. Era enorme y con grandes ventanales que daban a la calle principal. Iban y venían con miles de papeles en sus manos. El repiqueteo de los teclados de las computadores, el sonido de la impresora de diarios en la sala de al lado. Era como todos se lo imaginan. Iba caminando hasta que me topé con una joven de cabellos de rojizos y la mirada clara. Me quedé mirándola por unos segundos, tragué saliva y seguí caminando apenada. No fui lejos porque ella rápidamente me tomó del brazo y se acercó a mí con una sonrisa amplia.

–Un gusto, soy Claire– Me dijo aún presa de su agarre.

–Em…–Vacilé un momento antes de contestar– Soy Moira. Un gusto, Claire.

–Nueva, ¿Verdad?– Entonó la mayor sin borrar esa sonrisa tan alegre. Tardé en responder pero se lo afirmé. Es que sus ojos me dejaron un tanto fuera de mí. Fue raro pero hay que admitirlo, ella es realmente bella. ¿En qué estoy pensando? Desvié la mirada, no podría seguir viéndola. En cambio, ella estaba tan contenta con una nueva compañera que me llevó a un paseo instantáneo del lugar. Primero fuimos a ver al jefe de toda la compañía. Al llegar a su oficina, nos recibió un hombre de edad avanzada, con los bigotes teñidos de blanco, la nariz aguileña y la mirada penetrante. Tenía peinado el blanco pelo levemente hacia atrás lo que le daba un aspecto de hombre que se respeta. Me sonrió amplio. Por un momento pensé que me trataría como el típico jefe gruñón y malnacido pero fue todo lo contrario, amable y comprensivo.

–Vos debés ser la nueva. Un gusto, soy Jeff Dighman– Extendió su mano huesuda y la estreché casi con miedo. Ese hombre realmente intimidaba a las personas– No temas, no muerdo– Dijo él con una sonrisa alargada pero forzada. Parecía que estaba fingiendo, y lo hacía muy bien. Claire ahora me llevó a otra habitación. Era ruidosa por lo que supuse que allí estaba la impresora de diarios.

Allí había una banda de personas quienes se distribuían el trabajo equitativamente. Algunos ordenaban los papeles y otros cambiaban los repuestos de la máquina. Todo de manera ordenada y prolija. Quedé atónita con el tamaño de aquella impresora y la cantidad de diarios que podría hacer por minuto. Algo que jamás he visto. Cuando volví la mirada a Claire, ella me sonreía divertida. En ese instante, sentí un revuelo en mi interior, como mariposas transitando todo mi ser hasta que salieron disparadas de mi boca cuando suspiré al verla tan alegre con la mirada clavada en mí. Sabía que me estaba mirando, pude sentir su mirar en mi cuerpo. ¿Por qué lo hace?

–Moira– Mencionó ella sin dejar de sonreír.

Lo hacía tan seguido que me gustaba, me inspiraba confianza plena en su ser. Puede que sea de esas personas que le puedes contar hasta lo último que te haya pasado en el desayuno.

– ¿Qué pasa, Claire?– Le respondí enarcando una ceja. Creo que me vio tan embobada con su sonrisa y por eso decidió llamar mi atención. Soy muy obvia a veces pero resulta que este día lo soy más. Incluso, podría decirse que me estoy declarando a los cuatro vientos sin haber movido ni un dedo.

–Es que tenemos trabajo y ahora en más somos compañeras– Agregó la pelirroja desviando la mirada hacia el ventanal de la sala. Ahora me miraba a mí con severidad– Tenemos que buscar algo nuevo para las publicaciones del diario. Recordá que somos periodistas– Y ella me guiñó el ojo con una sonrisa divertida. Yo me sentí una estúpida, mis mejillas me ardían y mi corazón marchaba apurado aunque no sé a qué destino deseaba ir. Tal vez cerca de ella, esperá, ¿Qué mierda estoy pensando? No está bien esto. Será mejor dejar de hacerlo.

Asentí con pena y la seguí hasta su oficina. Estaba bastante bien cuidada, con dos grandes ventanas que iluminaban completamente la habitación. Un escritorio meticulosamente ordenado con una foto enmarcada de un hombre que denotaba edad adulta. Era bastante atractivo pero no tanto como ella.

– ¿Quién es?–Pregunté señalando aquella fotografía. Ella giró la cabeza de los papeles que estaba ordenando y se sonrió amplia.

–Mi hermano– Respondió acercándose a mí– Chris, él es Chris.

–Oh…– Eso explica el por qué era tan atractivo– ¿Y él en dónde está?–Continué indagando con curiosidad.

–Está trabajando muy lejos de aquí. Él es un soldado de la B.S.A.A. Una organización que lucha contra el bioterrorismo– Entonó sentándose en el asiento del escritorio, buscando entre los cajones algo que no sé qué.

– ¿Bioterrorismo?– Quedé medio como una desinformada. Nunca en mi vida había escuchado eso.

– ¿Acaso no sabés lo que es?– Dijo ella alzando la mirada como con sorpresa. No, no lo sé sino no hubiera preguntado– Es la utilización de armas biológicas para las guerras o amenazas terroristas. Me extraña que tu padre no te haya contado de eso. Después de todo, sos una Burton.

Una Burton, es horrible eso pero así es la cosa.

–Barry nunca me ha hablado de eso y tampoco sabía que él sabía del bioterro…bah, eso– Estúpida palabra, al no saber cómo se decía me hizo quedar como una idiota.

Claire se reía divertida ante mi torpeza. Cosa que me hizo sonrojar notoriamente.

– ¡No es gracioso!–Le reproché con molestia. Ella rió aún más. Yo estaba roja como un tomate. No sabía si era la rabia o el sonrojo provocado por aquella mujer. Al final no me serviría de nada enojarme en mi primer día de trabajo. Mucho menos con mi compañera que recién la conozco– ¿Sabés cuándo va a volver?– Dije cambiando de tema. Hablar de mi padre me repugna en parte.

–Él está muy ocupado como para tomarse unas vacaciones. Tal vez dentro de poco pero serán sólo unos días.

– ¿Tiene novia? No sé, sólo pregunto. No es que me interese sólo es por curiosidad– Me apené y volteé hacia otro lado. Creo que demasiadas preguntas personales en pocos minutos.

–No, no tiene novia. Pero está con un chico maravilloso. Además, me dijo que tienen una especie de hija– Agregó ella sonriente.

– ¿En serio?– Quedé como shockeada por unos instantes pero al saber que ellos dos eran felices, no me importó mucho lo que hicieran con sus vidas– Eso es muy tierno, además, por lo que decís, parece buena persona.

–Y lo es– Acotó aún con esa sonrisa amplia en su rostro– Pero debe cuidar de todos nosotros y puede que esté ocupado por un tiempo largo. Mientras tanto Piers va a cuidar de él.

– ¿Piers?– Indagué a la nada.

–Sí, es con quien está saliendo. Si vieras la alegría que le da cuando habla de él. Parece otra persona, incluso– Alzó el dedo índice acercándose más a mí con esa típica sonrisa– ni yo lo reconozco cuando está con ese ánimo. Parece que me cambiaron de hermano– Soltó una risita divertida y contagiosa, reí al mismo tiempo con ella. Aún no podía caer que ese hombre esté con otro hombre. Me resultaba difícil. De todas formas, me estaba pasando algo parecido con su hermana.