Hoy he visto el mid-season finale. (Sí, lo sé, hace una eternidad que se emitió, pero en mi defensa, no tenía internet). Y el caso es que, aunque lo he visto bastante... digamos... vacío... creo que hay... posibilidades... algo de lo que aprovechar. Y eso, es lo que voy a hacer. Espero que os guste mi idea. Dejadme algún pequeño Review si es así.
Emma
El temor que sentía en aquel momento, mientras abría la caja, y me arrodillaba ante la reina, me atenazaba por completo. Querría poder hacer algo, lo que fuese, cualquier cosa, con tal de poder detener a la reina, y lo único que se me ocurría era aquello.
_ ¿Una llave?_ Preguntó la monarca, mientras la observaba, con ojo crítico.
_ Es… la llave de nuestro reino._ Notaba cuánto me costaba hablar._ Nos rendimos… habéis ganado.
_ ¿La llave de vuestro reino?_ La reina lanzó una risotada._ ¿Crees que eso basta para aplacar la ira que siento?
La reina me miraba, y yo sentía cómo mi corazón se encogía de puro terror. En toda mi existencia, jamás había sentido tanto pánico. Y debía de ser algo contagioso, porque en el banco donde se encontraban mis padres, habían quedado mudos, inmóviles.
_ Haré lo que sea por mis padres… os lo ruego… liberadlos._ Me dejé caer en el suelo, sintiendo cómo las lágrimas manchaban mis ojos._ ¿Qué puedo daros, además de nuestro reino?
La reina se quedó pensativa. La escena tenía un halo de negrura que lo atenazaba todo. El sol parecía haberse apagado repentinamente. La reina en ese momento me daba la espalda, y cuando finalmente se giró, yo sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, estremeciéndome.
_ Sabes… creo que puedo conformarme con algo tan… insignificante… como vuestro reino._ Su sonrisa se ensanchó. Pero… ¿Qué me garantiza que no trataréis de recuperar lo que creéis que es vuestro?
_ Os… os doy mi palabra, majestad._ Dije. No podía parar de llorar.
_ ¿Vuestra palabra?_ La reina se acercó a mis padres, y con un solo movimiento, sus corazones salieron de sus pechos. La reina los estrujó, y ambos gritaron._ ¡No juguéis conmigo, princesa!
_ ¡Por favor, deteneos!_ Me dejé caer a sus pies._ Decidme lo que queréis… ¿Cómo puedo garantizároslo?
La reina colocó su tacón bajo mi mentón y me obligó a alzar la vista, a mirarla a los ojos. Yo sentía miedo, y ella, sin embargo, parecía estar divirtiéndose más de lo que lo había hecho a lo largo de toda su vida.
_ Es sencillo… a decir verdad, princesa. Sólo tenéis que darme una cosa.
La reina hizo un gesto con la mano y yo noté cómo mi rodilla se flexionaba contra mi voluntad. La otra se quedó apoyada en el suelo, en una postura característica. Entendí, mientras mis manos sostenían la llave en dirección a ella.
_ ¡No!_ Exclamó mi madre, atreviéndose a hablar finalmente._ ¡No puedes siquiera sugerirlo!
_ Silencio, Blanca._ La reina hizo otro gesto y una mordaza rodeó los labios de mi madre.
No podía hacer nada contra su oscura magia. Nada podía detenerla. Nada ni nadie, ahora estaba completamente segura.
_ ¿Y bien, Emma? Si eres lo bastante astuta, me ofrecerás tu mano. De lo contrario, esta será la última vez que verás a tus padres.
Mi mano. Si le entregaba mi mano en matrimonio, sería la legítima reina. Eso sería lo que le aseguraría que nadie tratase de recuperar el trono… tenerme a mí sentada a su lado. Miré a mis padres, que negaban con la cabeza.
_ ¿Quieres… quieres casarte conmigo… Majestad?_ Temblaba mientras hablaba.
_ Emma… quizá… se me considere un poco fuera de fecha pero… te recomiendo que cuando hagas una petición así, lo hagas mirando a los ojos… y llames a… tu amada, por su nombre.
Alcé la mirada, y la miré a esos ojos, victoriosos, mientras ella esperaba. Por más que lo pensaba, no se me ocurría ninguna otra forma de evitar que mis padres murieran.
_ Regina… ¿Te casarías conmigo?_ Pregunté, mirándola a los ojos.
_ Será un placer, princesa._ Dijo, tomándome por el mentón.
Hizo otro movimiento y mis padres desaparecieron, envueltos en una humareda morada.
_ ¿Dónde están?_ Pregunté.
_ En el calabozo, por supuesto._ Dijo, con tranquilidad._ No te preocupes… estarán para la boda. Será esta noche. Deberías darte prisa en avisar a los invitados… sé que siguen allí desde que nombraron caballero a mi… nuevo hijastro.
_ Te suplico que no le hagas daño a Henry…_ Dije, bajando la mirada.
La idea del corazón de Henry entre los dedos de Regina me aterrorizaba. Ella se giró y me tomó por el mentón, casi con dulzura.
_ Mi querida y dulce Emma…_ Dijo, sonriendo._ Te doy mi palabra de que no haré daño a nadie… si eres una buena esposa.
_ Seré una buena esposa._ Prometí, mirándola a los ojos._ ¿Todo irá bien si soy buena?
_ Claro que sí, cariño._ Me dijo.
Sabía que no debía fiarme de ella, pero algo en ella me hizo pensar que era sincera, al menos en parte. Nada me gustaría más que dormir aquella noche sabiendo que mis padres y mi hijo estaban a salvo. Me dirigía a la salida cuando Regina tosió y temblé por completo, girándome despacio.
_ ¿Quieres que te acerque a casa?_ Preguntó, haciendo un amago de mover la mano.
_ No, gracias._ Le dije._ Prefiero ir yo sola…
_ De acuerdo, querida. Para servirte.
Regina
De modo que ese era el sabor de la victoria. Finalmente había triunfado sobre Blancanieves y el Príncipe. Matarlos sería muy fácil para mí. Pero lo que la propia Emma me había propuesto, era mucho mejor. Y ahora, mientras encaraba a sus padres, no podía sentirme mejor conmigo misma.
_ ¿Qué ocurre, Blanca?_ Pregunté._ Creía que estarías feliz de que tu hija pueda rehacer su vida después de la pérdida de su primer marido.
_ Estás enferma…_ Me escupió.
Yo me reí, me reí por todos los años que había estado encerrada por un hechizo de una mujer que, a mis ojos, era la verdadera reina malvada.
_ Sabes… es probable que tengas razón._ Dije, acercándome._ Pero lo cierto es que esta noche… después de casarme con tu hija… me voy a acostar con ella.
Blanca masculló algo que no entendí, y yo sonreí.
_ Es más… voy a hacerle cosas que su primer marido no podría siquiera soñar con hacerle…_ Golpearon los barrotes._ Voy a arrancarle la ropa con los dientes… y voy a morder sus pechos con un ansia que la dejará loca.
_ ¡Cállate, bruja!_ Gritó David. Pero yo no le hice caso.
_ Voy a tomarme mi tiemplo, David. Voy a morderla poco a poco… a chupar sus pechos con mucha calma… hasta que ella me ruegue que no me detenga.
Blanca trató de taparse los oídos, y canturreaba, pero con un gesto de la mano la silencié y volví a atarle las manos.
_ Voy a tomarme mi tiempo… disfrutando de la anatomía de vuestra hija. La acariciaré… la morderé… y la besaré hasta que me ruegue que la tome… y sólo entonces… seré dulce con ella y le daré lo que quiere. Seguro que grita… copiosamente.
_ ¡Vete al infierno, Regina!_ Gritó David.
_ Ya estuve allí… y no tengo intención de regresar.
Emma Swan
Mi boda debía ser un día feliz. Y sin embargo, me sentía completamente desdichada mientras me ponían aquel elegante vestido negro. Todo el castillo tenía un aire lúgrube. La gente estaba asustada mientras esperaba el momento de la boda. Yo esperaba en el altar. Me habían preguntado tantas veces si estaba segura, y yo había dudado cada vez antes de decir que sí.
Pero no podía echarme atrás. Si lo hacía, mis padres morirían. Temblaba en el altar, mientras esperaba. Hasta que, finalmente, la puerta, se abrió. Regina apareció vestida de blanco, con un vestido que me hacía sombra mirase donde mirase. Estaba imponente. Yo tragué saliva, confieso que aún algo asustada, mientras ella se iba acercando.
Lo cierto es que nunca había visto así a la reina, vestida de blanco, con su largo cabello suelto y ordenado. Hubo silencio mientras ella se acercaba. La gente parecía estar tan maravillada y estupefacta como yo lo estaba. El cura habló y yo apenas le escuchaba, mientras contestaba mecánicamente a todas las preguntas.
Mis padres acababan de aparecer entre el público, en primera fila. Aún llevaban los brazos encadenados, pero confiaba en que todo saliese bien, en que les soltaría cuando llevase el anillo en el dedo, el anillo que me ataría a Regina para siempre.
_ Emma, ¿aceptas a Regina como tu legítima esposa, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza… hasta que la muerte os separe?
_ Sí quiero._ Dije, mirando a mi nueva esposa.
_ Y tú… Regina… ¿Aceptas a Emma cómo…?
_ Sí quiero._ Dijo, interrumpiéndole.
_ En ese caso… las novias pueden besarse.
Nadie osó decir nada en contra, a pesar de que nadie lo aprobaba. El temor y el deseo de mantener a mis padres a salvo era más fuerte que el deseo de evitar que aquello sucediese. Regina se acercó a mí, colocando el anillo en mi dedo con sorprendente delicadeza. Ella me miró con reproche, porque fui muy torpe al ponerle el suyo, pero finalmente se acercó, y me dio un casto beso en los labios que, para mi sorpresa, no fue desagradable.
_ Bien, Emma… has cumplido… lo prometido es deuda._ Escuché un tintineo, y vi cómo las cadenas de mis padres caían.
Sentí que mi corazón se relajaba un tanto mientras los veía. Lloraban, lo hacían de frustración, pero a mí no me importaba lo que me pasase a mí mientras ellos estuvieran a salvo. Regina me tomó en brazos y nos vimos envuelta en una humareda morada.
Cuando volví a abrir los ojos, algo mareada, me encontré en mi habitación. Me sentí confusa, porque esperé que apareciéramos en su palacio.
_ Este lugar es algo infantil… tendremos que hacer algunos cambios por aquí._ Dijo, mientras ojeaba una caja de música._ ¿Esto es un regalo, quizá?
_ De la princesa Elsa de Arendelle._ Le dije, en un susurro.
Sabía lo que venía ahora. Era mi noche de bodas, después de todo, y Regina esperaría que la complaciese como mujer. Y eso era algo que me asustaba, porque lo cierto es que nunca había salido con una mujer. Encontraba el atractivo en Regina… pero estaba nerviosa.
_ No tiembles, Emma… no es propio de una reina._ Me dijo, en un susurro.
_ Es sólo que… estoy algo asustada.
_ Ya te he prometido que no voy a matar a nadie._ Dijo, mirándome. Parecía sincera._ ¿Qué más quieres?
_ No tengo miedo de ti._ Dije._ Tengo miedo de hacerlo mal…
_ ¿Hacerlo mal?_ Preguntó._ ¿El qué?
_ Es nuestra noche de bodas y…_ No pude acabar la frase, Regina rió.
_ No tenemos que hacerlo si no quieres._ Puso las manos sobre mis hombros y me miró a los ojos._ ¿No te parezco guapa?
_ Eres muy guapa._ Reconocí._ Pero acabamos de conocernos.
Regina asintió lentamente.
_ Te prometo que cumpliré como esposa… de verdad. Me debo a ti y…_ Me temblaban las manos.
_ Emma… cuando me casé con tu abuelo, en este mismo castillo… él me forzó a hacer cosas que yo no deseaba… muchas veces._ Me miró a los ojos._ Yo no voy a hacer lo mismo contigo.
Tomó mi rostro entre sus manos y, de una forma mucho más dulce de lo que yo había esperado, besó mis labios. Yo sentí que se me encendían las mejillas.
_ Ponte el pijama, Emma…_ Me dijo, en un susurro._ Pero hazme un favor.
_ Lo que sea._ Respondí como una autómata.
_ Quiero que tus padres crean que te he destrozado… que te he hecho cosas… impensables._ Dijo, alzando una ceja.
_ Te prometí que sería una buena esposa._ Dije._ Y si eso te hace feliz… lo cumpliré.
Quizá Regina no eran tan malvada… al menos no en aquel instante. Estaba siendo muy comprensiva conmigo. Me puse el pijama, y ella hizo lo propio. Por instinto me acurruqué en su pecho, buscando calor bajo las mantas. Ella me acercó con el brazo y no tardé en quedarme dormida, plácidamente.
Regina Mills
Lo cierto es que sabía que el primer desayuno junto a los antiguos reyes no iba a ser fácil, pero aquel era mi reino, y pensaba vivir en el castillo. ¿Acaso era mejor para ellos que les hubiese arrancado a su hija de entre sus dedos y no se las hubiese dejado volver a ver? Sí, es cierto, disfrutaba mucho con el sufrimiento de mis suegros, pero la verdad es que estaba siendo generosa.
Emma tardó algo más en bajar, para encontrarnos a los tres en silencio. Había un sitio libre a mi lado, por lo que se sentó. Cuando lo hizo, emitió un quejido. Yo la miré, algo sorprendida.
_ Disculpe…_ Llamó a un criado._ ¿Sería posible que me trajesen un cojín… quizá uno… con un hueco? Siento… bueno, digamos que unas ligeras molestias.
Emma estaba roja como un tomate… y sus padres blancos como la tiza. Yo, por mi parte, no lograba contener del todo la risa. Maravilloso, Emma… te estabas comportando como esposa.
