Todos (o casi todos, porque si se me cruzan los cables meto a algún desconocido) los personajes y lugares de esta historia son creación del cerebrito que hay en la cabeza de J.K. Rowling.

La trama del fanfic queda desubicada de la trama real de Harry Potter¿porque? porque tengo muchas cosas en la cabeza y tengo que releerme los libros para acordarme de la situación en que quedaron, pero me apetece escribir esto ahora. xD

Ahora que está todo claro, comienza la historia. Espero que os guste. Reviews para bien o para mal ¡por favor!


--El orgullo de un Malfoy--

Cap. 01

Para ella era un día como los demás, es decir, clases, más clases y después, para variar, deberes. Por supuesto se iba a dar el pequeño lujo de ver a sus amigos de tanto en tanto para descansar y... acabar ayudándolos en sus deberes. Era una chica atareada y responsable, con un más que evidente afán de auto superación, muchos alumnos y profesores depositaban en ella su confianza, aunque para otros los prejuicios fuesen más importantes que su valía. Por otra parte, a pesar de la imagen de años atrás, la relación de ella con sus compañeros era mucho más abierta, habían dejado atrás aquellas pueriles burlas sobre su "empollonería" o su "sabelotodismo", y ahora la admiraban; aunque cabe decir que, en una sociedad superficial como la actual, también el cambio de su físico había ayudado a erradicar aquel viejo comportamiento: con la edad había aprendido a controlar su revoltoso cabello y lucía una hermosa y larga melena ondulada, lo cual era más fácil de lo que parecía apenas unos años antes, había crecido y sus piernas eran realmente largas y estilizadas, sus caderas se habían ensanchado y su cintura había seguido el camino contrario, mientras que sus pechos... ¡mejor no hablar de sus pechos!. Tal vez no era la mujer 10, pero su visión era agradable. En definitiva, a sus 17 años se había convertido ya en toda una mujer tanto física como psicológicamente.

Dadas las circunstancias, es evidente que había acaparado varios corazones sin siquiera proponérselo, tanto masculinos como femeninos, dentro y fuera de los muros del prestigioso colegio de magia y hechicería en el que estudiaba. Pero ninguna exhibición de dichos enamoramientos la había hecho sentirse plena, ni siquiera... había dado su primer beso. Ante sus amigos se excusaba con la idea de que no tenía tiempo para esas tonterías, que estaba demasiado atareada, que con enamoramientos solo conseguiría quitarse tiempo de estudio, y eso en la recta final no iba a ser bueno. Pero en el fondo se escondía la verdad: a todos les faltaba ese algo que hiciera latir su corazón de una forma... ¿como decirlo? Diferente, quizás esa fuese la palabra más indicada, a falta de otra más exacta, para definir lo que buscaba. Podía apreciar las buenas intenciones de todos quienes se le acercaban, entender sus sentimientos... pero no corresponderlos. Amigos, y nada más. Y el primer beso... ese se lo quería guardar para esa persona especial, quería disfrutarlo al máximo.

Se acabó de recoger el pelo en una larga trenza que llegaba hasta su cintura, atada al final con un lazo rojo, como su túnica, rojo fuego, valor, coraje, rojo Griffindor. Sonrió al espejo, mejor empezar el día con una sonrisa de alguien importante ¿quién mejor que ella misma? Bajó las escaleras y se dirigió al retrato de la Señora Gorda, la saludó amablemente y rezó la contraseña. La verdad es que tenía hambre, y sabía que iba a necesitar mucha energía para afrontar el día, así que sin esperar a nadie corrió hasta el Gran Comedor, donde, pudo ver, no había mucha gente, al fin y al cabo era viernes y todos estaban agotados por la actividad de toda la semana. Se acercó a unas chicas que charlaban en su mesa y se puso al tanto de la conversación, mientras comía un poco de todo lo que los platos ofrecían y esperaba a que llegasen Harry, Ron y Ginny.

Por su parte, había amanecido en un punto muy distinto de Hogwarts ese chico engreído, malhablado, manipulador y frío como un témpano de hielo al que, a pesar de todo, muchas estudiantes deseaban, al fin y al cabo se había convertido en un muchacho de muy buen ver, dejando atrás al niño malcriado y relamido que era cuando empezó sus estudios. Había encontrado su propio estilo, lejos de la gomina y los peines de mamá, ahora sus greñas medio despeinadas caían caprichosamente sobre sus ojos, dejando entrever una mirada tan fría como sus movimientos, ejecutados por un cuerpo forjado por el entrenamiento que tantos días realizaba como cazador en el equipo de Quidditch de Slytherin. Como decía, muchas chicas lo deseaban, pero ninguna había llegado a sentir nada más por él, puro y simple deseo, al fin y al cabo todas conocían el dualismo existente entre su cuerpo y su alma.

Finalmente se embutió en su túnica verde, verde esperanza, dicen algunos, aunque el chico en absoluto transmitía esa sensación. Salió de la habitación y cuando un chiquillo de primer año tropezó con él mientras correteaba en juegos, solo lo miró y gritó "¡buh!". Como esperaba, el niño se asustó y salió corriendo. Para él eso era un buen augurio, no había mejor manera de empezar el día.

Caminaba indiferente por los pasillos en dirección al comedor, no había nadie cerca, demasiado pronto quizá. Cuando se resignaba a seguir en silencio hasta llegar al lugar al que se dirigía, se le cruzó una chica vestida de rojo.

-¡Granger...!

No le dio tiempo a decir, más. Lo había ignorado por completo. De hecho, a la velocidad a la que corría, seguramente ni se hubiese percatado de su presencia. Pero un Malfoy nunca, jamás, puede pasar desapercibido. Iba a pagar su impertinencia e iba a ser bien pronto. Era viernes, a primera hora tenían clase de pociones juntos, más juntos que nunca, eran los más avanzados en la materia y por ello compartían mesa y formaban equipo. Iba a ser muy divertido. Según llegaba al comedor iba pensando esa jugarreta que tanto deseaba llevar a cabo ¿qué podía ser tan importante para Granger como para él su orgullo de Malfoy? La respuesta llegó tan pronto como se sentó en su mesa.

-Dicen que guarda con llave su primer beso, como las niñas pequeñas ¡que inocentona! - reía y se burlaba Parkinson con sus amigas.

-¿De quién habláis si se puede saber? - preguntó saliendo de su trance.

-¿No lo imaginas? Tu queridísima Hermione Granger.

-Ese calificativo sobraba. ¿Así que nunca ha besado a ningún chico?

-A pesar de que ha tenido más de una oportunidad, hay que ver el mal gusto que tienen algunos, no lo ha hecho. Se rumorea que lo guarda para su gran amor... piensa que vive en un cuento, quizás. Es patética.

-Eso último es más que evidente, al fin y al cabo es hija de muggles. Gracias por la información, Pansy-acabó, sonriendo y besando a la chica a la mejilla.

Seguidamente empezó a servirse comida en su plato, mientras ella se quedaba mirándolo con las mejillas tan coloradas que tuvo que girar la cabeza en busca de un algo que se suponía había a la otra parte.

Draco empezaba a tramar su pequeña broma en su cabecita mientras comía y miraba al infinito con una pícara sonrisa dibujada en sus labios. Mientras tanto, Hermione Granger no sabía la que le esperaba poco más de una hora después, y sonreía y bromeaba con sus amigos, quienes acababan de sentarse a su lado y empezaban a comer reprochándole que no los hubiese esperado.