DÍA A DÍA
DIGIMON © TOEI ANIMATION
Sinopsis: Toda proeza empezó por una diminuta pieza. Así como en la vida, las relaciones así se han de constituir, con sucesos que el día a día se delega de unir.
Nota de la autora: Estuve mucho tiempo afuera organizando todas mis historias para ya encarar el próximo año. Pretendo dejar las historias largas de lado y concentrarme en proyectos que tal vez no superen los diez capítulos, así como actualizaciones de seguidillas en capítulos cortos. Tal como lo es "Los mil y un momentos" y este proyecto dedicado enteramente al Takari llamado "Día a día".
Dejando esta extensa nota de lado, espero lo disfruten.
Aviso, todas estas tiras no tienen relación al menos que lo aclare.
Sarang
—¿Estuviste con Takeru anoche?
Hikari detuvo lo que estaba haciendo, pero no sé roto. Ella estaba con las manos en la encimera, apretando el recipiente de azúcar y viendo como el humo salía de las dos tazas de té humeantes. Su esposo estaba en la barra sentado, esperando el desayuno. El silencio se extendió en toda la cocina salvo por el reloj en la pared que marcaba las siete y media de la mañana de ese fresco domingo de primavera.
—Hikari… —llama su esposo. Ese hombre al que había jurado fidelidad y lealtad hacia diez años suena abatido. Ella sabe porque—. ¿Puedes girarte y responder mi pregunta?
Hikari obedece, más para sí misma que para Rafu. Espera un rostro abatido y lleno de rencor, amargura. Su estupor es enorme al distinguir que carga un semblante tranquilo, sereno y colmado de mucha paz para cuando ella asiente confirmando algo que, al parecer, era evidente para todos, menos para Takeru y para ella. Pasa unos segundos antes de que Rafu dejé escapar un bufido de sus labios y contemplé a su esposa con una mirada, pero fuerte.
—Lo supe desde hacía mucho tiempo, ¿sabes? Incluso antes de que comenzarán su aventura —comenta para asombro de Hikari cuyo rostro se llena de angustia—. Cuando te conocí en esa fiesta, puedo decir que estaba dispuesto a entregarte todo de mí. Contrario a ti que estabas dispuesta, pero simplemente no sería a mí. Y siempre me pregunte quien era el afortunado a quien diste tu alma —Rafu revuelve su bolsillo y deja sobre la barra una foto que permanecía doblada—. Anda, ábrelo.
Hikari tiene el atrevimiento de abrirla con prisa frente a su esposo y descubrir que era una foto de su graduación donde salían Takeru y ella. En su dorso, grabado el juramento de amor que se hicieron en esa maravillosa noche donde se habían entregado hacia el otro de la forma más primitiva de cariño entre dos seres conocida después de los besos y abrazos.
—La encontré en tu diario junto a prácticamente toda su vida con él. Perdón si invado tu privacidad, pero necesitaba despejar mis dudas para encarar el tema y... —Rafu exhala con una sonrisa torcida. Pensó que soportaría, pero no era sencillo admitir la derrota. No, no era sencillo asumir que jamás pudo ganar en un sitio donde los sentimientos estaban repartidos hacía tiempo—, y dejarte libre. Eres libre de irte con Takeru, Hikari.
—Rafu...—Hikari estaba callada. Su marido había hecho y dicho demasiado en tan escaso tiempo que no tenía la capacidad de habla. Necesitaba recuperarla para encarar lo que seguía a continuación—. Por favor, perdóname. No quería que pasara. ¡Incluso lo habíamos hablado cada vez que iba suceder! Es que Takeru y yo… —su voz no puede salir, así como sus excusas.
En realidad, ¿qué podía decirle a la persona a quien había entregado diez años de su vida? Él había visto su diario y debía saber lo suficiente como para darse cuenta de que la aventura sólo se detuvo porque Hikaru había nacido y la castaña había optado por mantener las apariencias el tiempo necesario. Sin embargo, la necesidad de estar con el otro fue más fuerte que no habían parado desde hacía ocho años. Fueran encuentros fortuitos y escasos, eran suficientes para mantener viva la historia que Takeru y Hikari arrastraban desde la niñez, pero que tarde se dieron cuenta de cuán importante era. Era una historia que los involucra incluso hasta la muerte, por lo puro que era y por la necesidad que compartía. Digno de llamarlos sarang.
Hikari juraba en su diario que amaba a su esposo y a su hijo, pero su alma gemela era Takeru y nadie podía borrar eso. Allí había plasmado sus planes con el escritor para el futuro, sus aventuras secretas por varios rincones de Japón y el mundo siempre dejando entrever que algún día se daría el lujo de estar junto a él.
Aunque no de esa forma, no destruyendo al hombre que seguía siendo su esposo a pesar de haberle entregado todo a otro.
—Siempre te he admirado, Kari. Eres una mujer muy valiente al estar con quien amas a pesar de cuán complicadas son las vidas de ambos y eso hace que no esté enfadado. Al contrario —su rostro roto se vuelve genuinamente alegre, positivo. Un mérito ante el momento. Deja la barra y se acerca a Kari para tomarla por los hombros mirándola fijamente—. Me hace darme cuenta de que era un cobarde al no arriesgarme por mi amor verdadero.
La declaración hace que Hikari jadee. No esperaba que su esposo fuera tan comprensivo y que además fuera a agregar más condimento a la receta. Rafu lucía un rostro expresivo e hizo pensar a su esposa que la respuesta siempre estuvo frente a sus ojos.
Por un momento, él fue todo lo que ella pudo ver. Su risa había desaparecido y en su lugar fue reemplazada por una mirada de silenciosa maravilla. Estaba sonriendo de nuevo, pero estaba sonriendo de una forma que nunca hizo con ella.
Había un destello desconocido en sus ojos, un brillo que Hikari apenas había visto en ellos y que mientras continuaba mirando a Rafu, su cara se iluminaba como una estrella que se derrumba sobre sí misma en un último espectáculo de brillantez incandescente. Él sonríe con una hermosa y maravillosa sonrisa y fue ahí cuando comprendió que así solía mirarse con Takeru.
—Y ha de ser lo mismo entre Raquel y tú —Rafu afirma y Hikari asiente, aliviada. Ella lo había percibido porque era un reflejo de todo lo que ella deseaba ocultar del mundo con Takeru—. Me alegro de que no dejes esperando a esa chica. Raquel tiene un sincero amor hacia ti.
—Joder, no. Esa muchacha me trae loco —habla Rafu en español mientras suelta una carcajada que contagia a Hikari rápidamente—. Ha de ser con quien deseo vivir hasta la muerte.
—Tú sarang.
Rafu parpadeo, confundido.
—Es el deseo de querer estar con alguien hasta la muerte —señaló alzando el pulgar como si estuviera dando clases—. Es una palabra de origen coreano que no tiene traducción a nuestro idioma y pertenece al grupo de palabras que no suelen ser usadas de manera cotidiana en el lenguaje.
—Hikari, espera —su esposo interrumpió.
—¿Mmh?
—La charla de términos intelectuales déjala con Takeru —exclamó sosteniendo su cabeza con resentimiento—. No estoy preparado para esto.
La compañera de Tailmon soltó una carcajada mientras veía a ese buen hombre planificar un futuro donde, aunque por distintos caminos, serían felices con quienes amaban.
—Takeru, solo espera un poco más —se dijo.
