~Fruits Basket: Kyou Souma/Tohru Honda.
~Tema: 'Mira hacia acá'.
~Género: Romance.
~Clasificación/Advertencias: T. Miel y lágrimas por doquier. Hipersensibles favor de abstenerse, no me hago responsable de los posibles traumas. Quizá haya lime.

~Drabble: 01/30.

Natsuki Takaya ©. Tabla (30 besos) 30 vicios ©.
Summary: El cliente fijo, la chica del café y el amor.


~Fate's Dream~
Coffee adiction.


Sensato, masculino.

Su cabello naranja destella suavemente bajo la luz del sol, mientras que ella lo observa con parsimonia y calma. Sus ojos recorren su rostro y la mueca de fastidio en él. Aún le impresiona saber que sea el rival del 'príncipe del instituto' ya que es el segundo chico con un club de fans tan extenso, que no se lleven bien en absoluto y que sean primos. Es increíble que el perfecto 'Souma-kun' sea tan odioso con una persona como lo es con 'Kyou-kun'.

Nuevamente se encuentra deleitándose con sus músculos anchos y viriles, el inicio de sus pectorales que permite ver su camisa entreabierta; todo concuerda con el aspecto rebelde que le da el uniforme y la chaqueta de cuero que lleva encima. Las grandes manos, en las que está segura de que caben las suyas, despeinando el cabello anaranjado con sensualidad nata.

Ella reprime una sonrisa cuando mira a su alrededor y se da cuenta de que no es la única que se ha embobado con él. Muchas mujeres muy guapas están atentas a cada uno de sus movimientos. Kyou tiene la culpa por ser muy atractivo, se dice Tohru.

Pero para ella, va más allá de eso.

Es por la manera en como habla y su llámame Kyou; en como le molesta que use algún tipo de keigo con él. Por lo pasional que se muestra cuando ella le pregunta del entrenamiento marcial del sábado, porque ella se lo ha topado un par de veces en el camino, y no porque supiera que Kyou siempre asiste; por lo atento que se ve cuando ella le está hablando, aunque ella no sepa que a él le agrada escucharla y que incluso la eligió como compañera de cocina por su tarareo alegre mientras prepara las comidas. Debido a que a su madre le hubiera caído bien, pese a que Tohru no sepa que ellos realmente se conocieron; porque a ella le sorprende cuando él aparece para salvarla de los chicos que la molestan, y siempre se siente más que protegida a su lado.

Tohru admite que es distraída y que hay cosas que le cuestan ver; mas ella sabe que estar enamorada de Kyou-kun es un hecho. Su piel se ha vuelto del color de las cerezas, al recordar su risa cuando le confesó (no sin cierta vergüenza) que era bastante torpe, porque probablemente él ya lo sabía pues varias veces la había levantado del suelo. Porque sus burlas no son hirientes, son frescas y naturales, él sólo lo hace para hacerla reír un rato.

Porque él le tiene confianza, porque ella se la ha ganado a pulso. Con pequeñas sonrisas que son como besos a su corazón, por la mañana al decir 'buenos días, Kyou-kun' o aún en las noches, exhausta de todos los labores caseros y su propio trabajo tiene alientos para dedicarle una junto a un 'buenas noches, Kyou-kun'. Sus largas charlas acerca de lo que su madre creía y ella afirma, su alegría genuina cuando lo mira acercándose y la preocupación palpable cuando él está mal. Y aunque al principio Kyou-kun hubiera sido un déspota, ruin y ruidoso idiota que se ganó el odio de sus amigas al tratarla mal cuando ella le ofreció su amistad… se quedó con su corazón desde que Tohru se prometió a sí misma hacerse su amiga.

Es visible para todos que Kyou ha cambiado; la sensatez con que actúa cuando Tohru está a su lado, sus enojos cuando alguien la menciona en un tono no muy adecuado, la sensibilización que ha sufrido para evitar herir sus sentimientos (que ya es un gran paso para alguien como él). Pero nadie entiende como aquella muchachita de ojos suaves y consoladores se adentró tan a fondo en él, porque todos (a excepción de Tohru y quizá el mismo Kyou) lo saben.

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Aquellos ojos oscuros como miel rojiza se posan unos segundos en ella. No puede evitar sonrojarse ante la intensidad de su mirada pero le es imposible apartar la suya. Sonríe con timidez llevándose las manos a las mejillas ardientes, Kyou amplia su sonrisa para sus adentros al observar el gesto. Se despide de sus amigos con un cabeceó seco, dirigiéndose ante ella.

─Oi, ¿qué haces por aquí? ─pregunta distraídamente al observar el uniforme que la chica lleva puesto.

─Trabajo aquí, desde hace una semana ─responde ella en voz baja. Su mirada baja hasta la mesa que segundos antes estaba limpiando y finge buscar manchas en ella, lo cierto es que sabe que a él no le agradará su respuesta.

Kyou bufa molesto.

Así que esa es la razón por la cual después de la escuela simplemente desaparece. Y es imposible hallarla como siempre: tendiendo la ropa, preparando la cena, o limpiando el hogar; haciendo cualquier cosa que no es necesario que haga pero que ella insiste y nadie en la casa Souma es capaz de decirle que lo deje. Ni siquiera él mismo, porque cuando lo intentó Tohru le contesto algo tan triste que Kyou tuvo que salir huyendo.

Ni siquiera es necesario que trabaje, pero no lo entiende. Para algo está bajo el cuidado de la familia Souma y sí al principio le había dolido y enfadado que una extraña llegase a su casa como si nada, ahora hasta la echaba en falta. No era el único que se había encariñado con ella, ni el único que merodeaba por la cocina o cerca de su habitación con la esperanza de encontrarla (aunque los más descarados como Momiji la iban a buscar) casualmente.

Pero Tohru quería ser independiente, y eso dolía.

─No me lo habías dicho.

Su tono fue mitad herido, mitad agresivo pero no hizo que ella levantara el rostro y le enfrentara, sus ojos aún estaban clavados en la mesa. Kyou miró hacia el interior del local, era una suerte que no estuviera tan lleno y que todas las mesas ya estuvieran atendidas, de esa forma no se podría escaquear tan fácilmente.

─L-Lo sé ─susurró ella.

─ ¿Por qué?

Tohru se sonrojó aún más al sentir la intensa y picante mirada sobre su rostro, rogaba mentalmente porque algún cliente se le ocurriera llamarla. Repasó mentalmente sus deberes encontrándose con que todos ya estaban hechos; las cargas de café, los pasteles acomodados, las galletas en su lugar, el menú desplegado.

Kyou carraspeó para llamar su atención.

─Eh… yo ─dudó un momento previendo la ira de Kyou─, no quiero ser una carga para ustedes. Por eso quiero pagarme la matricula.

─Feh. Semejante estupidez.

La tomó de la cintura atrayendo la atención de los presentes; quienes en el acto dejaron sus asuntos para observar a la chica siendo arrastrada por un maleante fuera del local. Estaban bastante alarmados, para escuchar bien cuando la chica habló.

─Por favor, no ─le pidió tratando de soltarse de su agarre de hierro─. Kyou-kun, realmente me gusta este empleo.

Hubo un momento de duda mientras comprendían el hecho de que ella lo hubiese llamado por su nombre. Los clientes suspiraron tranquilos al entender la escena del novio celoso; que sólo fue confirmada por las siguientes palabras del chico.

─Puede ser peligroso.

Tohru sonrió conmovida cuando entendió que su preocupación era a causa de su seguridad. Esbozó una sonrisa radiante antes de mirarlo a los ojos con cariño.

─Claro que no ─contradijo ella─, salgo a las diez.

Para la sorpresa de Tohru y de los presentes, Kyou se sentó en la mesa que estaba a su lado (la más cercana a la puerta). Se quitó la chaqueta y la colocó en la silla de su costado derecho, su silla estaba acomodada casi en la esquina del local, un sitio muy estratégico donde su campo de visión abarcaba el lugar entero más la puerta. Cuando se acomodó bien, tomó uno de los menús que había en el delantal de la ausente Tohru y lo repasó rápidamente:

─Un café sin azúcar.

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Su mirada se desvió hacia la mesa del rincón cercana a la puerta (ahora medio cerrada debido a la caída de la noche), el murmullo de las conversaciones se extendía en todos lados menos en aquel espacio, donde un chico callado y bastante atractivo recibía continuas miradas de los grupos de adolecentes que intentaban llamar por todos los medios su atención. Él siempre con su mirada fija en la mesera que deambulaba de aquí a allá, algunas veces desapareciendo por la puerta de la cocina.

Tohru se acercó a él, aún quedaban pocas mesas ocupadas pero faltaba a lo máximo unas dos horas para cerrar.

─Kyou-kun ya es bastante tarde ─comentó ella tímidamente mientras recogía la taza vacía. Él sostuvo la mirada en silencio, una de sus cejas estaba alzada.

Tohru suspiró y sonrió: ─ ¿Te traigo algo más?

El peli-naranja frunció el ceño y negó con avidez. No le apetecía nada, recargo por enésima vez la barbilla sobre el dorso de su mano mientras anotaba mentalmente el traerse algo para entretenerse al siguiente día.

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La chica de cabello oscuro elevó sus manos al cielo cuando retiró la llave de la cerradura, estaba bastante cansada y aún le esperaba un largo camino a casa. Al dar la vuelta chocó con algo y saltó visiblemente asustada, Kyou por su parte la miraba con una expresión de aburrimiento en el rostro (¿cómo podía ser que se olvidase tan fácilmente de que él estaba allí?). Tohru sonrió al disculparse y ambos emprendieron el retorno a su hogar.

Antes de cruzar la puerta de la mansión Souma él la jaló del brazo para que ella quedara al frente suyo. Sus ojos resplandecían feroces, no del todo molestos, pero si un tanto intimidantes.

─Prométeme que me lo contarás la próxima vez.

Ella se sorprendió por la intensidad de sus palabras, por la fuerza del sentimiento con el que hablaba y por la mirada tan honda que le dirigía. Tragó saliva inevitablemente, su voz salió de sus labios como una mariposa con alas rotas.

─Lo prometo.

Kyou la soltó inmediatamente y se adentró satisfecho, dirigiéndose a la cocina y dejando a una confundida Tohru en el portón.

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Sin duda alguna, está enamorada y es capaz de admitirlo ahora.

Que su mirada permanece en la distancia buscándolo día a día, esperando secretamente a que él se cruce ante sus ojos, que su corazón salta cuando lo halla en medio de la multitud riendo con sus amigos. Y todo su ser se acelera cada que él se despide para dirigirse al café donde ella lo espera, con esa ínfima sonrisa encantadora y seductora; que sus manos sudan cuando le entrega la carta (aunque él no la necesite) y una risa se cuela entre sus palabras cuando apunta la misma orden de todos los días: café sin azúcar.

Inevitablemente es un imán del cual tiene que estar pendiente.

Aún le sorprende verlo allí día tras día, algunas veces leyendo libros de artes marciales, mangas, haciendo tareas, otras escuchando música o disfrutando de un partido de fútbol que pasan en las televisiones del lugar. A veces simplemente disfruta de una buena siesta acomodado en los sillones de su cómoda mesa (porque ella deliberadamente le ha pedido a su jefa que cambien la organización del local para que él pueda estar más cómodo y porque a su jefa le complace que una persona tan dedicada y trabajadora, tenga un novio que va y le hace compañía).

Kyou sonríe cuando la encuentra mirándolo; y sonríe aún más cuando los clientes se dan cuenta de que él es el consentido. Porque le encanta ver como habla con las personas y las atiende con esa hospitalidad suya, y no le sorprende que ellos vuelvan día a día porque ella sabe como hacerte sentir en casa. Ya ni siquiera le importa que muchos lo saluden por su nombre y que el deba corresponder con un cabeceó.

Porque ha sido mucho tiempo desde que Kyou-kun se convirtió en algo más que su amigo y cliente fijo. Y con toda certeza puede decir que la ama, porque sino no estaría allí. Agradece a la casualidad que le dijo al oído: 'mira hacia acá' el día en que ella estaba en la mesa del rincón.