Harry Potter y su maravilloso universo pertenecen a JK Rowling.
Este fic participa en el minireto de marzo para "La Copa de las Casas" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Personaje: Danny Kershaw
Dementor.
- ¿Nos detenemos? -
Ante ésta pregunta, Danny levantó por fin la vista de su edición mensual de Quidditch total.
- Imposible, aún falta para que lleguemos a Hogwarts. - Sentenció Percy Weasley, el nuevo delegado. - Voy a ver qué sucede. Nadie se mueva hasta que regrese, no queremos causar pánico. - Añadió saliendo del compartimento de prefectos con aire pomposo.
Como era de esperarse, todo el mundo lo ignoró, levantándose y asomándose al pasillo. El tren se paró con una sacudida. A continuación, se apagaron todas las luces.
- ¿Qué demonios? - Dijo alguien en voz alta.
- Parece que se ha descompuesto el tren. - Danny reconoció la voz, tosca y demandante, era un prefecto de Slytherin.
- No... alguien está subiendo - Informó la más reciente prefecta de Griffindor.
- ¿Eso está permitido? - Se preguntó un Hufflepuff.
- En realidad el tren está encantado, una vez que parte, no se detiene hasta llegar a Hogsmade. En teoría.- Comentó él, buscando a tientas su varita entre la túnica.
- Bien, muy bien. El maquinista no me ha sabido decir nada. - Percy entró al compartimento, parecía algo asustado. - Por el momento patrullemos los pasillos, hasta que ésta situación... -
Al ver las caras de terror de todos los demás, el delegado volteó despacio, gritó y retrocedió hasta la ventana. Algunas chicas se le unieron.
- ¿¡Qué es eso?! - Exclamó alguien, escondido bajo el asiento.
- Dementor - Varios conocían la respuesta, pero les había costado trabajo vocalizarla. Danny alzó su varita, sabía qué hacer.
Pero no pasó nada, no salió nada de ella. Quizás era por el frío, cada vez más intenso que le calaba los huesos, o por la niebla que de pronto apareció frente a él, blanco, todo era blanco y frío. Y entonces lo escuchó, era su padre, murmurando cosas ininteligibles. Pero no necesitaba entenderlas para saber que eran siniestras, llenas de locura, el tipo de cosas que una persona dice cuando lleva once años metido en Azkaban.
Sentía que algo se le salía del pecho, entonces sacudió la cabeza y se obligó a pensar en su madre, en sus hermanas, su último cumpleaños, pensó en Isobel cerca del lago, Isobel sobre una escoba, Isobel besándolo.
- ¡Expecto patronum! -
Y las luces volvieron. Otros prefectos se recuperaban del susto e iban a hacer rondas, pero no él, se quedó ahí, leyendo su revista, prometiéndose a sí mismo que después de muerto su padre, no volvería a poner un pie en Azkaban en toda su vida.
