Prólogo

Apestaba a cigarrillos y alcohol.

Las noches en Zootopia eran frías. Las luces intermitentes de los múltiples bares, hoteles de mala muerte y prostíbulos circulaban en las pupilas de Nicholas Wilde. Iba de copiloto en un Volkswagen escarabajo color azul y placa clonada.

Flash era muy eficiente.

Jugó distraídamente con el palillo de dientes que tenía en la boca mientras escuchaba las risas de Finnick al conducir. Era sábado y por ende todos los establecimientos estaban repletos. Nadie le tomaría importancia a un par de menores que conducían un auto robado y con placa sacada de una falsa mecánica.

─ Ese imbécil ni siquiera sabe contar, Nick ─ le aseguró son una sonrisa, dobló una esquina y se metió por un callejón. ─ Podrías ponerle un par de putas al frente y ni siquiera sabría en cuantos agujeros puede entrar.

Río entre diente y Nicholas rodó los ojos. Finnick se caracterizaba por siempre alardear de mujeres, y la mitad eran inventadas. Sin embargo, con su cabello y ojos dorados nadie rebatía sus falsas hazañas en la cama con cientos de mujeres que, según su amigo, eran hermosas y dignas de un hotel cinco estrellas cuando en realidad se contentaban con follar en un sucio callejón.

Avanzaron unas cuadras más y unas luces intermitentes los cegaron.

Comenzaron a sonar aplausos.

─ Llegaron.

Reconoció la voz de Flash entre las muchas personas de ese concurrido lugar. Sonrió y se le acercó a su perezoso amigo. Flash le devolvió la sonrisa lentamente.

─ ¿Y bien? ─ observó los muchos rostros, buscando uno en especial. ─ ¿Dónde está?

Flash se encogió de hombros.

─ Nada.

Gruñó y asintió con la cabeza en disgusto. Finnick estaba coqueteando con chicas que poseían más plástico que arterias y el olor a tabaco y otras drogas ilegales comenzaron a entrar a su nariz. Sólo necesitaba una revancha y se iría a casa para no ver ese pútrido lugar hasta el mes siguiente.

La carrera de autos ilegales eran un entretenimiento barato que contenían todo lo que a él le gustaba: adrenalina, velocidad y dinero fácil. Era un experto en cada callejón existente en Zootopia y los puntos ciegos de las cámaras. A sus diecisiete años, Nicholas Wilde era un hijo de las calles que se enorgullecía de su origen y lo explotaba al máximo. Nadie podía ganarle en velocidad, aunque las estafas eran su especialidad. Lograba ciento veinte kilómetros en un santiamén. Algo bueno si necesitabas huir de la justicia. Él era un campeón.

Eso hasta un mes atrás.

Frunció el ceño y apretó los párpados. Hace un mes exactamente, su título le tuvo que ser dado a un novato encapuchado cuando le ganó en una carrera "amistosa".

Sus huevos eran amistosos.

Quería una revancha con ese imbécil y conseguir su dinero, darse una ducha e ir a dormir.

─ Nick ─ Finnick hablaba emocionado, relamiéndose los labios y mirando por el rabillo a las chicas plásticas con las que hablaba hace un rato ─ ¿No vienes con nosotros después de la carrera?

Él le dio la espalda.

─ No estoy interesado.

─ ¡Oh vamos! ─ Finnick gruñó con molestia y Nick rodó los ojos. Ahí venía de nuevo su: ─ Tienes que estrenar de una buena vez eso que te cuelga de entre las piernas.

Sn poder evitarlo, se sonrojó. No era el secreto mejor guardado pero pocas personas sabía de ello ─ una de ellas era Finnick, para su desgracia─, que él Nicholas Wilde: alto, pelirrojo, de buen porte y ojos jades… era virgen.

─ ¿¡Pero qué!?

La voz de Finnick fue tan aguda cuando le confesó su nula vida sexual, que él se encogió en su asiento. Nunca había estado con una mujer en su vida y tampoco le interesara hasta encontrar la indicada y casarse. No tener algo de "una noche" o "sexo por antojo". Sino, algo más romántico: hacer el amor.

─ Mariconadas.

Claro que para su rubio amigo esas eran tonterías que se habían formado en su cabeza desde que Shakespeare entró a su vida.

Un ruido de motores sonó, abriéndose paso entre el bullicio. Allí estaba, enano y con un casco que se le resbalaba por el cuello.

El idiota que le había quitado el título. Y no venía solo.

Nick rió con ganas, ¿acaso esperaba intimidarlo con sus patéticos…

─ ¡Son policías! ─ chilló una de las chicas plásticas.

… ¿Amigos?

Nick ahogó un grito masculino cuando un par de piernas delicadas se posaron en su cuello. Se sonrojó furiosamente,

Olía a jazmines y miel.

─ Nicholas Wilde ─ dijo una voz arriba suyo y él sintió que la sangre la bombeaba directamente al cerebro.

Sobre él, estaba la nueva alumna de intercambio que le había robado suspiros con la mirada: Judy Hopps. La enana peli-lateada justiciera que gustaba de la cocina y, al parecer, atrapar delincuentes juveniles.

─ Estás arrestado ─ le dijo con voz juguetona, acercando sus pechos hacia su rostro sin notarlo. Sintió algo de sangre correr por su nariz.

Oh, maldición.

Y lo peor es que no le parecía una mala idea.


AuthorNote: He vuelto, después de tanto tiempo -cantando-. Y ustedes me preguntarán, ¿Qué carajos es esto? Pues mi yo misma lo sé, así que dejen sus cavilaciones en los comentario para ver que opinan. Y sí, Sé que esto lo tuve que subir hace dos meses, pero se me han presentado problemas tanto de inspiración como académicos y, bueno, algo de lo que no deseo hablar. Lo importante que es que he decidido rehacer mis capítulos y re-subirlos en el tiempo que tenga ( una vez al menos, capaz :'v). ADVERTENCIA: Este fic lo he colocado en calificación "M" por futuros limes/lemons que espero puedan educarme porque estoy nula en ese tema. ( Si no tienes idea... ¿¡Por qué mierda quieres hacer lemons!? / PORQUE YOLO) :V.
Una última cosa: escriban en la caja de comentario referete a las actualizaciones. Si deseas por: una vez al mes/ una vez cada 15 días/ N.A. No me pidan una vez a la semana porque sé que no está en mis posibilidades. Chau.

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