PÉRDIDAS
I: PROLOGO
Año desconocido
Sala de los dioses, Olimpo
Ese era un día extraordinario, pues no era muy común que Hades subiera al Olimpo bajo ninguna circunstancia. Normalmente disfrutaba poder evitar la presencia de sus hermanos o del resto de sus familiares. No era como que le gustara soportar las miradas de desdén de Deméter, o escuchar por horas a Zeus hablar sobre lo genial que era. Bah.
Pero en esta ocasión el rey del Inframundo no pudo evitarlo. Estaba muy preocupado por la situación por la que había sido llamado al Olimpo. Hades acudió, fastidiado, pero sabía que si no lo hacía, las consecuencias serían catastróficas para él, para su reino y para sus dos consejeros.
Principalmente para Hypnos.
El dios cruzó la sala del trono, sus pasos resonando en el salón. Iba acompañado de Perséfone, quien no soltaba su brazo mientras cruzaba los familiares pasillos. Detrás de él iban los dioses gemelos, que parecían devastados, sobre todo el dios del sueño. Thanatos miraba de reojo a su hermano, aún sin entender que era lo que había pasado que lo tenía tan preocupado. Junto a Hypnos caminaba una pequeña diosa, de piel blanca y muy hermosa. El dios del sueño la tomaba discretamente de la mano.
Hypnos la miró de reojo. Pasithea. La mujer que le había costado tantos problemas e inconvenientes, pero que finalmente había valido la pena. La Gracia le sonrió tímidamente, y el dios del sueño apretó suavemente su mano.
Alrededor de ellos estaban todos los dioses olímpicos. Hades entrecerró los ojos al ver a Athena sentada junto a Zeus. Bufó fastidiado. Típico, seguramente sería un capricho de la hija favorita del rey de los dioses, como siempre. Aunque Hera tampoco se veía muy contenta al respecto, ahora que lo pensaba.
Hades se detuvo frente al trono de Zeus, manteniéndose obstinadamente de pie y erguido frente al rey de los dioses, su hermano menor. Tanto Perséfone como Hypnos y Thanatos inclinaron su cabeza.
-Hades- dijo el rey de los dioses.
-Zeus- respondió Hades fríamente.
-Te llamé el día de hoy para que respondas por tus actos- dijo Zeus, haciendo que Hades entrecerrara los ojos- Athena me dijo que, de nuevo, peleaste contra ella y sus santos, intentando dominar el mundo-
Hades no respondió. Zeus no lo entendía. No era divertido vivir en el Inframundo, y que Perséfone solo pasara unos meses con él. ¿No entendía que era muy triste? No, por supuesto que no, ¿qué iba a entender Zeus, cuyo único propósito en la vida era lanzarse tras la primera mortal que le sacudía las pestañas? Suspiró.
-También la queja es contra tus consejeros, Hypnos y Thanatos- dijo Zeus, haciendo que el dios de la muerte se irguiera orgulloso, pero Hypnos siguió manteniéndose cabizbajo. Ninguno de los gemelos rompió el silencio.
-Como sanción por tus acciones, quedas desterrado del Olimpo por las siguientes diez reencarnaciones- dijo Zeus.
Hades frunció el entrecejo. Eso no le importaba: igual, nunca iba al Olimpo después de todo. Perséfone siempre era acompañada por Hermes a la puerta del Inframundo y de regreso.
-Y como castigo a tus consejeros…- dijo Zeus, volviéndose a los dioses gemelos. Su mirada quedó fija en la diosa que estaba tomando la mano de Hypnos, y el rey de los dioses sonrió. Con un movimiento de su mano, la pequeña diosa desapareció por completo, y la mano de Hypnos se cerró alrededor del aire.
-No…- dijo Hypnos, volviéndose hacia su lado derecho, donde hacía un minuto la diosa había estado- ¡Pasithea!-
Tanto Hades como Thanatos se alarmaron. Incluso Hera se volvió, indignada, hacia su esposo.
-Zeus…- dijo Hera.
-¿Qué hiciste, hermano?- dijo Hades, volviéndose furioso hacia Zeus- Pasithea no tiene nada que ver con lo que Hypnos, Thanatos y yo hemos hecho. Es tan inocente como Perséfone en este asunto-
-Lo sé- dijo Zeus- el castigo de Hypnos será mantenerse alejado de Pasithea. La enviaré a la tierra, y renacerá como un ser humano durante cada generación. Y no recordará quien es hasta que Athena y Hades se reconcilien de manera permanente-
Hypnos iba a reclamar, pero Thanatos lo cortó antes de que hiciera una tontería, o Zeus se diera cuenta. Hades tampoco parecía dispuesto a dejar pasar ese asunto: el castigo parecía demasiado severo. Recordaba muy bien que Hypnos había hecho enojar a Zeus en una ocasión, en el mismo episodio en el que le ganó tener a Pasithea como esposa.
-Hermano, creo que este castigo es cruel e injusto para Hypnos- dio Hades, intentando tranquilizarse- por no decir peligroso para Pasithea. Los humanos no son de fiar. No es justo lo que estás haciendo-
Zeus frunció el entrecejo, y un fuerte trueno hizo que todos los presentes dieran un respingo de sorpresa y se encogieran de horror. Hades entrecerró los ojos de furia, y violentamente se dio media vuelta para salir de ahí, seguido de Perséfone y de los dioses gemelos.
Mientras salían, Thanatos miró de reojo a su hermano, y se mordió el labio.
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Año 6 del Nacimiento de Athena
Castillo Heinstein, Thüringen, Alemania
Pandora llevaba todo el día concentrada en sus estudios, hasta que hubo un punto en el que suspiró, y dejó el bolígrafo sobre el escritorio.
-¿Qué sucede, Pandora?- pregunto Hypnos. El dios del sueño no estaba físicamente ahí, sino que le hablaba a la niña por medio de su sombra. Desde que Pandora lo había liberado del sello de Athena, junto con Thanatos, Hypnos se había dedicado a supervisar la educación de la niña mientras se preparaban para la siguiente guerra santa.
-No entiendo este pasaje, señor Hypnos- dijo Pandora.
Hypnos miró la página que Pandora le señalaba. Hablaba un poco sobre los movimientos antisemitas en Inglaterra y el resto de Europa. Estaba leyendo sobre Hitler.
-¿Cuál es tu pregunta?- dijo Hypnos.
-Desde Hitler, ¿ya no hay movimientos de limpieza étnica?- dijo Pandora.
-Oh, no, claro que los hay- dijo Hypnos, sacudiendo la cabeza- los humanos son estúpidos por naturaleza. Siempre hay un pequeño grupo se cree mejor que los demás, y decide destruir a los que no pertenecen a su grupo. Aunque ahora no necesariamente en contra de los judíos-
-¿Entonces?- preguntó Pandora.
Hypnos señaló otro libro, sobre el nacimiento del estado de Israel y el conflicto con Palestina.
-Como por ejemplo este conflicto- dijo el dios del sueño- desde la creación del estado de Israel en mayo de 1948, todos los estados árabes a su alrededor se han negado a reconocerlo. E Israel no ha sido tampoco tan bueno con sus vecinos…-
-¿Qué sucede ahí?- preguntó la chica.
-El problema del estado de Israel es que se formó sobre el estado de Palestina- dijo Hypnos- es como si hubiera dos países en el mismo territorio. Cada año, Palestina se vuelve más pequeño, y está a punto de desaparecer-
Pandora abrió el libro que Hypnos le señaló y observó el pequeño mapa.
-Cisjordania- dijo Pandora, pasando sus dedos sobre el mapa- franja de Gaza-
Hypnos sonrió tristemente. A veces encontraba a Thanatos ovillado en el suelo de su propio palacio, deteniéndose la cabeza con las manos tristemente al recordar los horrores que había tenido que presenciar en ese horrible guerra. Incluso para sus estándares, algunos crímenes de guerra que ocurrían en esa región, como en algunas otras del mundo, le costaba mucho trabajo procesar. Suspiró.
-¿Porqué es tan difícil ponerse de acuerdo, señor Hypnos?- preguntó Pandora.
-Uno de los principales problemas es la ciudad de Jerusalén- dijo el dios del sueño- es la tierra santa de los cristianos, musulmanes y judíos… ninguno quiere cederla…-
Pandora alzó las cejas. No se imaginaba cuantas personas, hombres, mujeres y niños habían sido lastimados por aquel terrible conflicto. Cerró los ojos y suspiró. Vino a su mente una extraña imagen, un niño de su edad más o menos, gritando e intentando levantarse, mientras que un hombre vestido como militar le pisaba la espalda para evitar que se levantara. Parpadeó y abrió los ojos, confundida. ¿Qué había sido eso?
-Creo que fue suficiente por hoy, Pandora- dijo Hypnos, encogiéndose de hombros, interpretando ese extraño gesto de la niña como si se estuviera quedando dormida. Miró la hora, y sonrió levemente- me apetece un poco de música, ¿a ti no?-
Pandora asintió, y cerró el libro. Cuando se levantó, la chica no notó que un pequeño mapa de Palestina e Israel cayó al suelo, y siguió corriendo al dios del sueño. Le gustaba mucho la música, sobre todo cuando se reunía con los dos dioses.
Mientras Pandora tocaba el arpa junto con Hypnos y Thanatos, quienes tocaban sus respectivos instrumentos, la niña no pudo evitar notar cierta melancolía en el dios del sueño.
-¿Señor Hypnos?- dijo Pandora.
-¿Sí?- dijo el dios, bajando su flauta.
-Esa canción es hermosa- dijo la niña- ¿la escribió para alguien en especial?-
Hypnos sonrió tristemente por un segundo, y luego sacudió la cabeza.
-No lo recuerdo- respondió el dios simplemente, encogiéndose de hombros.
Pandora notó que Thanatos miró a su gemelo con un poco de tristeza, pero no pensó más al respecto, y no volvió a preguntar.
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Franja de Gaza, Palestina
Al mismo tiempo
La primera explosión del ataque se escuchó en las primeras horas de la madrugada. Incluso antes de que su hermana fuera a levantarlo para salir de la casa, Cyrus Morcos abrió los ojos desmesuradamente al escuchar el sonido ensordecedor. La onda de choque hizo que las paredes de la casa temblaran, y algunos de los objetos sobre los muebles cayeron al suelo. El chico se destapó, de un brinco salió de su cama y corrió a encontrarse con sus padres.
-Papá, ¿qué está pasando?- preguntó Cyrus.
-Los israelíes nos están atacando otra vez- dijo el padre de los chicos- Cyrus, Rania, vayan al refugio. No se detengan, y no dejen que los soldados los vean-
-Sí, papá- dijo Rania, la hermana mayor de Cyrus, tomándolo de la mano- vamos, Cyrus-
La familia de Cyrus ya había sido tocada por la tragedia en Gaza en el pasado. No hacía mucho tiempo, la madre de ambos había muerto en un bombardeo parecido. El señor Morcos decidió que no quería que sus hijos sufrieran el mismo destino.
El hombre sonrió, y abrazó con cariño a sus dos hijos. Besó las frentes de ambos antes de despedirse. Otra explosión hizo que el señor Morcos los soltara y los sacara a empujones de la casa.
-Corran al campo de refugiados- dijo el señor Morcos- los alcanzaré allá. Voy a ayudar a los Atiyeh. No se separen, ni miren hacia atrás, y no se detengan. ¡Corran!-
Cyrus asintió y, sin soltar a su hermana, ambos se echaron a correr entre las calles de Gaza rumbo a las afueras de la ciudad, donde se había establecido un campamento de refugiados para aquellos que habían perdido sus hogares durante los bombardeos.
Ambos hermanos obedecieron a su padre. Cyrus tenía once años, era un poco bajito para su edad, con una excelente memora gráfica y con deseos de volverse médico para poder salvar a todos los heridos de su golpeada ciudad. Rania tenía trece años, era del mismo tamaño que su hermano menor. Ambos hermanos eran muy unidos, y muchas veces los vecinos que no los conocían les preguntaban si eran mellizos.
-Rania- dijo Cyrus, mientras cruzaban una parte de la ciudad que estaba muy cerca de unos asentamientos de israelíes.
-¿Qué pasa?- dijo su hermana.
-¿Crees que algún día dejarán de bombardearnos?- dijo Cyrus- ¿qué podamos vivir en paz con ellos?-
Rania sonrió levemente. Su hermano tenía ideas muy utópicas en algunas ocasiones, aunque ella misma deseaba que algún día llegara la paz en su país.
-Esta tierra ha estado en conflicto desde hace dos mil años- dijo Rania- será difícil romper esa costumbre-
Cyrus asintió, cabizbajo, y apretó con un poco más de fuerza la mano de su hermana.
-Ya casi llegamos- dijo Rania, en un tono optimista, intentando animar a Cyrus.
El niño levantó la cabeza. Tenía razón, a unos dos o tres kilómetros se alcanzaban a ver las luces del campo de refugiados. Ambos sonrieron y, dando la espalda a la ciudad, donde los bombardeos aún no cesaban, se apresuraron hacia el campamento.
De pronto, y sin que ninguno de los dos se lo esperaran, un enorme hombre se interpuso entre ellos y el campamento, y ambos se detuvieron.
-Un par de niños palestinos en territorio israelí- dijo el hombre. Ambos lo miraron. Era mucho más alto que ellos dos, y tenía un tono agresivo en su voz- ¿qué están haciendo aquí, basuras?-
-Esto aún es la ciudad de Gaza, ustedes están en territorio palestino- dijo Cyrus en voz alta.
-Shhh- su hermana lo hizo callar.
El enorme hombre, lejos de enojarse, esbozó una terrible sonrisa, que hizo que a ambos hermanos se les helara el corazón. Cyrus se arrepintió de haber abierto la boca. Tenía miedo. El hombre levantó la mano y le dio una fuerte bofetada, tumbándolo al suelo por la fuerza del golpe.
-No me hables, palestino asqueroso- dijo el desconocido.
-Cyrus- dijo Rania, inclinándose para ver si su hermano no estaba herido, y ayudándolo a levantarse. Una vez que lo hizo, la chica se volvió al hombre- lo lamentamos mucho, señor, pero no lo importunaremos más, nosotros ya nos íbamos. Shalom- añadió, hablando cuidadosamente en hebreo para que el hombre no se ofendiera.
Rania intentó dar un paso al frente, tomando de nuevo la mano de Cyrus, pero el hombre volvió a cerrarle el paso.
-Ah, tu eres una pequeña niña muy bonita- le dijo el hombre, extendiendo su mano y tomándola por la barbilla. Rania no se retiró: tenía miedo de que la lastimara a ella o a Cyrus si hacía algo- demasiado bonita como para ser palestina. Supongo que una rareza así ocurre de tanto en tanto…-
Rania parpadeó, y dio un paso atrás discretamente, alejándose del hombre.
-Como… como dije, mi hermano y yo ya nos íbamos- dijo la chica- Salam-
Rania comenzó a caminar hacia el campamento de refugiados, seguida de Cyrus, cuando el hombre extendió su mano y la detuvo, tomándola del antebrazo.
-¿A dónde crees que vas, muñeca?- le dijo el hombre- una niña bonita como tú no debería andar sola en la noche-
-No está sola, está conmigo- dijo Cyrus- ¡suéltala!-
-¡Suéltame!- gritó Rania, asustada.
El hombre levantó la mano, y le dio una bofetada esta vez a Rania, tumbándola al suelo. Cyrus, quien miró la escena como si fuera en cámara lenta, y su rostro se enrojeció de furia. ¿Cómo se atrevía a ponerle las manos encima a su hermana? El chico empuñó las manos y se dispuso a lanzarse contra el hombre para defender a Rania, pero un golpe proveniente de otra persona a sus espaldas lo tiró al suelo también. Eran dos hombres, no solo uno. El recién llegado no parecía ser un hombre de negocios, como el primero, sino más bien un soldado del ejército israelí.
-Quieto, basura- dijo el recién llegado- si al señor Levi Netanyahu le gustó tu hermana, la va a tener, hagas lo que hagas-
-Así se habla, Menashe- dijo el hombre llamado Levi- mantén a ese mocoso alejado-
-¡No, por favor!- gritó Rania, sus súplicas le rompían el corazón a su hermano, mientras el hombre llamado Levi la tiraba del cabello y la arrastraba a unos metros de ahí, hacia el interior de un oscuro callejón- suéltame, por favor…-
-Sobre mi cadáver, malditos judíos- dijo Cyrus, levantándose y limpiándose la sangre que fluía de su frente.
-Eso se puede arreglar- dijo el segundo hombre, mientras el llamado Levi tomaba a Rania de las muñecas y la obligaba a levantarse bruscamente, haciéndola gritar de dolor.
-¡Rania!- dijo Cyrus, intentando correr hacia su hermana y hacer que Levi la soltara, pero el segundo hombre volvió a atraparlo y a tirarlo al suelo. Después le puso un pie sobre la espalda, evitando que pudiera levantarse.
-¡Suéltenme!- gritó Rania entre lágrimas, rogando a los dioses que alguien la escuchara y llegara a salvarlos a ambos- ¡por favor, no haga eso!-
Los oídos de Cyrus eran taladrados por los gritos de terror de su hermana, y las risas de los otros hombres. El chico no se rindió. Varias veces se levantó, intentando ayudar a su hermana, y fue golpeado de nuevo.
-Rania… déjenla, por favor- pidió Cyrus. El soldado le dio un fuerte golpe en la cabeza,y lo hizo caer al suelo de nueva cuenta- Rania… déjenla…-
El soldado volvió a reír, y le dio otro golpe en la cabeza, y otro más. Cyrus estaba recibiendo la golpiza de su vida, pero no dejó de intentar levantarse y ayudar a su hermana. Tras un golpe particularmente violento, la vista se le nubló, y todo se fue a negro. Lo último que recordaba fue haber escuchado los gritos aterrorizados de Rania, y las risas de los dos hombres.
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Dos días después
Hospital de Médicos sin Fronteras en Gaza
El joven médico miró tristemente al niño palestino que estaba tumbado en la camilla. El pobre había llegado hacía dos días inconsciente. Había sido brutalmente golpeado por un soldado israelí, y había sido encontrado con su cara muy hinchada. A unos metros habían encontrado a su hermana, que había sido violada y salvajemente golpeada también. Y el padre de los niños había muerto en los bombardeos de esa misma noche.
Klaus frunció el entrecejo con rabia e impotencia. ¿Cómo había pasado eso? Pobres chicos.
Un sonido llamó su atención. El chico comenzaba a despertar. El médico se preguntó si era mejor para él haber muerto, en vez de despertar para enterarse de todas las cosas horrendas que habían pasado. El niño parpadeó, y fijó la vista en el médico. Trató de levantarse, pero el doctor lo detuvo.
-Tranquilo, no te muevas, tienes la cara muy inflamada- dijo el médico- trata de relajarte. ¿Cómo te llamas?-
-Cyrus- dijo el paciente, mirando fijamente al médico a los ojos- Cyrus Morcos-
-Me llamo Klaus von Willebrand- dijo el joven médico, sonriendo amistosamente- soy tu médico. Estás en el hospital-
El niño abrió los ojos desmesuradamente.
-¿Rania?- dijo Cyrus.
-Tu hermana está viva- dijo el doctor Klaus- está aquí, en el hospital. A ella y a ti los encontraron heridos cerca de los los asentamientos israelíes-
-Nos atacaron, un hombre de traje y un soldado- dijo Cyrus, pero luego sacudió la cabeza- ¿qué le pasó a Rania? ¿Pudo escapar de…?-
El medico sacudió la cabeza con una expresión triste, y Cyrus se ovilló en su camilla y se echó a llorar. ¡Todo había sido su culpa! Si él hubiera sido un poco más fuerte, si hubiera podido proteger a su hermana, no la habrían violado, y…
Cyrus sintió la mano de Klaus en su hombro.
-Nada de esto fue tu culpa, Cyrus- dijo el médico, adivinando sus pensamientos- fue, en todo caso, culpa de quienes conscientemente los lastimaron, a ti y a tu hermana-
El niño lo ignoró. ¡Todo había sido su culpa! No había podido proteger a su hermana. Su padre estaría muy decepcionado de él.
-Me voy a vengar- declaró Cyrus, frunciendo el entrecejo- ese malvado hombre va a pagar por haber lastimado a mi hermana de esa manera. Lo juro, Levi Netanyahu va a pagar su crimen-
Klaus von Willebrand sonrió tristemente.
-La venganza no va a llenar tu corazón, Cyrus- dijo Klaus, guardando sus instrumentos en su maletín médico, dispuesto a irse- Salam-
Salam. La paz sea contigo. Cyrus se tumbó sobre la cama. Ellos le habían dicho "Salam" a los israelíes, y ellos habían… sacudió la cabeza. No habría paz para ellos hasta que ese hombre, Netanyahu, pagara por lo que le hizo a Rania.
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Giudecca, Inframundo
Año 16 del Nacimiento de Athena
Pandora se disculpó del comedor, y se retiró a su habitación tras felicitar a Radamanthys y a Victoria por el bebé que estaban a punto a tener. A pesar de que Pandora llevaba literalmente años enamorada del juez, pensaba que realmente él y Victoria merecían continuar felices con su propia relación. Ya ella conocería a alguien que le llenara el corazón otra vez.
La hermana de Hades entró a su habitación y cerró la puerta tras de sí, apoyando la espalda contra la madera y deslizándose suavemente hasta el suelo. Se abrazó las piernas y sintió unas terribles ganas de llorar.
¿Porqué a ella?¿Porqué ella era la única en todo el Inframundo que no podía encontrar a una persona especial, como todos los demás?¿Acaso era porque había algo malo en ella?
Suspiró. Tantos años al mando de los espectros, y Radamanthys jamás dio una pizca de interés en ella. Y nadie más. Quizá era porque llevaba años encerrada en el Inframundo, encerrada en Giudecca. Quizá si salía un poco más…
De pronto, un extraño ruido interrumpió sus pensamientos. Pandora levantó la mirada. Era extraño, parecían pasos que provenían del pasillo. La chica se levantó y discretamente abrió un poco la puerta, asomándose para ver de qué se trataba. Y se sorprendió.
Al parecer, Hypnos también había decidido excusarse de la cena un poco después de ella. El dios caminaba por los largos pasillos de Giudecca cabizbajo y arrastrando los pies. Al verlo en ese estado tan lamentable, Pandora no pudo evitar alzar las cejas. ¿Eran lágrimas lo que había visto en los ojos de Hypnos? No, no podía ser. ¿Qué le pasaba al dios del sueño?
Y fue entonces cuando lo recordó. Hacía varios cientos de años, precisamente después de perder una guerra santa contra Athena, Zeus había decidido castigar a Hades y a los dioses gemelos. Habían sido desterrados del Olimpo por varias generaciones. Pero ya que Hypnos había hecho enojar a Zeus por hacerlo dormir, el rey de los dioses se puso original con su venganza. Escondió a Pasithea en la tierra, y por varias generaciones no había logrado encontrarla.
Pandora se mordió el labio mientras observaba al dios del sueño alejarse cabizbajo hacia el pasaje de Giudecca a Elysion. Si ella sufría por estar sola, no se imaginaba que estaría pasando Hypnos al estar tantos siglos alejado de la mujer que amaba, sin saber donde estaba, o si se encontraba bien.
Suspiró, y tras cerrar la puerta, se dejó caer sobre su cama, resignada.
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CONTINUARÁ…
Notas de Autor:
Shalom: (hebreo) la paz sea contigo. Es una forma de saludo o despedida sencilla.
Salam: (árabe) la paz sea contigo. Es una forma de saludo o despedida sencilla, y está relacionado etimológicamente a "Shalom".
¡Hola a todos! Primero que nada, notarán que me meto en un terreno controversial del conflicto entre Israel y Palestina. No estoy a favor o en contra de ninguno de los dos grupos, sino más bien estoy en contra de los crímenes que ambos bandos han cometido en ese conflicto. Dicho eso, espero que les esté gustando el inicio de esta historia. Muchas gracias a todos por seguir leyendo. Les mando un abrazo. Nos leemos pronto.
Abby L.
