Todo comienza un día de otoño. Una joven común y corriente llamada Michelle, que vivía en una ciudad que... No es necesario nombrar exactamente, se dirigía junto a su familia al campo de sus primos lejanos para pasar el día allí.
Aquel lugar realmente le encantaba. Todos habían tenido una semana muy complicada y realizar finalmente aquella visita resultaba una idea de lo más genial para ellos.
Ella era una adolescente común, de nuestros tiempos y claro, tenía un reproductor de Mp3, y viajaba en automóvil. Ella, además, amaba leer libros largos de historias de fantasía, aquellos que la mayoría de los adolescentes encontraba horrendamente aburridos. Para ser precisos, en ese momento llevaba con ella uno de los siete libros de "Las Crónicas de Narnia", aquellas historias realmente le fascinaban.
Como dato extra, me gustaría mencionar su aspecto físico.. Pues ella no era muy alta, pero tampoco era baja, era de estatura normal. Era delgada, y de piel blanca. Su cabello era de un color café claro y era ondulado, más bien, liso arriba, pero se ondulaba al final, y sus ojos eran de un azul oscuro. En su rostro tenía dibujadas algunas pecas también.
Ahora bien, eran aproximadamente las 10:16 am cuando ella y su familia se dirigían al campo, en el automóvil.
Michelle llevaba puestos sus auriculares, por lo que no prestaba atención a la conversación entre sus parientes y, muy sumida en sus pensamientos y fantasías, sólo se quedaba quieta mirando el cielo.
Muy atenta observaba las divertidas formas que las nubes formaban en el cielo, cuando de pronto, una de ellas le pareció ser idéntica a la cara de un enano.. Eso fue algo muy extraño, porque sus rasgos estaban bien definidos, y aquél simpático enano pareció guiñar el ojo, aún más extraño.
No lo reconoció por haber visto un enano real alguna vez, sino que lo vio en los dibujos de sus libros de "Las Crónicas de Narnia". Cabe decir que era un enano narniano.
El viaje continuó y las nubes se desplazaban muy rápido, por lo que vio esfumarse aquel extraño rostro en el cielo.
Al llegar a la casa, completamente rodeada por parques, con pinos, fuentes, y más allá el establo y demás, lo primero que hicieron fue reunirse con sus parientes lejanos. Luego de un saludo con apretones y ya instalados cómodamente, Michelle tomó su guitarra, su cuaderno, un viejo almohadón y..Acomodándose debajo de uno de los pinos más altos, se sentó y comenzó a tocar algunas melodías para ella misma.
La paz y quietud que habían en ese lugar eran inexplicables. La luz del sol traspasaba entre las ramas de aquellos árboles y llegaban perfectamente a ella. Uno de los perros "guardianes" del lugar se acomodó a su lado para escucharla.
El sonido de los pájaros, el viento, el crujido que producía la cola del perro al golpearse en el suelo y su suave melodía era todo lo que se escuchaba. Era perfecto.
Luego de un buen rato de práctica, tomó su guitarra y decidió entrar a la casa. Ya conocía aquel lugar, desde luego, pero hacía ya bastante que no lo visitaba.
En el comedor no había muchas cosas, sólo fotografías y dos cuadros, uno que le llamó poderosamente la atención. Era un cuadro de un barco en el mar. Eso le recordaba mucho a lo sucedido con Edmund, Lucy y su primo en el quinto libro de "Las Crónicas de Narnia". Se quedó contemplándolo un momento, sonriendo. Luego de esto, fue directo a una de las habitaciones en donde su madre había dejado sus cosas.
No vale la pena relatar lo demás porque todo lo que hizo fue practicar puntería con una botella, con dos armas que tenían sus primitos de apenas nueve años, explorar el lugar, cabalgar un poco, y finalmente almorzar, ¡Y qué almuerzo!
Comieron en el gran parque y fue una comida de lo más exquisita. Cuando ya todos estuvieron satisfechos, decidieron tomar una siesta.
Michelle no sentía tanto sueño como decían sentir los demás, por lo que sacó su libro, se sentó en una gran roca y se dedicó a leer. Sólo le quedaban por terminar los últimos capítulos, por lo que no tardó mucho, y cuando hubo terminado, luego de un rato, pensó que el final había sido un poco decepcionante.
Lo extraño fue que comenzó a sentir que sus párpados no aguantaban y caían, un sueño terrible se apoderó de ella y no le quedó opción más que recostarse en el asiento trasero del automóvil, pues todas las camas estaban ocupadas.
Al instante en que recostó la cabeza, su mente se puso en blanco y no tardó en quedarse profundamente dormida, pero algo estaba a punto de ocurrir.
Es difícil de explicar, pero se resume en que primero, sintió que el auto se puso en marcha, luego sintió frío; todo esto provocó que abriera los ojos repentinamente, pero vió que todo estaba igual que antes. Volvió a cerrar los ojos entonces y sintió más frío, pero al entreabrir sus ojos vio en vez del tapizado del automóvil, madera. Abrió nuevamente los ojos completamente pero continuaba en el auto..
Al cerrarlos, hubo un movimiento, no sabía por qué, pero algo se movió y ella cayó al suelo. Así es, al suelo.
- ¡Auu! ¿¡Qué está sucediendo! -Fue lo primero que dijo, al levantarse dificultosamente del suelo, que por cierto estaba cubierto de hierba.
Obviamente nadie respondió a eso, puesto que estaba sola (o eso pensaba), y al mirar a su alrededor parecía estar en un bosque, y también notó que había caído de una rama muy alta. La siguiente pregunta era en dónde estaba, y otra más era qué la había hecho caer.
- ¡Shh! ¡Va a escucharnos! -Dijo una vocecita, que al parecer estaba entremedio de los arbustos cercanos al árbol.
- ¿Q-Quién anda ahí? -Preguntó Michelle muy desconcertada, la situación realmente la estaba asustando.
- ¡Espera! ¿Acaso no es pariente de los antiguos Reyes y Reinas de Narnia? -Continuó la vocecita. -¿Cómo es tu nombre? -Preguntó la criaturita, saliendo de su escondite. Se trataba de una ardilla parlanchina.
- M-Michelle. ¿Acaso has dicho Narnia? ¿Estoy en Narnia? -Preguntó ella muy confundida.
- ¡Claro! ¿Qué pensabas? -Le respondió aquella encantadora criaturita. -¿Has oído eso, Travis? -Dijo, volteándose a ver nuevamente al lugar de donde había salido. -¡No sabe en dónde está! -Dijo, para luego soltar una carcajada.
- ¡Qué criatura tan graciosa! -Dijo la otra ardilla, saliendo de su escondite.
- ¿Yo? ¿Graciosa? ¡Más bien ustedes son los graciosos! -Dijo ella riendo.
- Te crees muy lista, ¿Verdad? -Respondió "Travis", poniéndose serio.
- Huh... No quise ofenderte. -Se disculpó Michelle.
- ¡Bueno! ¡Ya basta ustedes dos! -Respondió la primera ardillita. -¿De dónde has venido? Nunca jamás había visto a alguien vestir así, si es que eso es ropa. -Agregó la ardilla, refiriéndose a sus jeans y su blusa.
- Vengo de... otro mundo, por lo que sé. -Se limitó a decir, pues las ardillas no entenderían de todas formas si les dijera el lugar exacto.
- Ya veo. -Dijo Travis. -Yo soy Travis y ella es Melina. -Se presentó.
- Así es... -Siguió "Melina". Pero... Sigo sin entender cómo has llegado aquí. Oye, Travis. ¿Crees que debamos llevarla con Caspian y los demás Reyes? -Preguntó.
- Yo creo que sí. Al parecer son de la misma especie, ¡Es humana! -Dijo Travis, al tiempo en que hizo un suave movimiento con su cola.
- Muy bien... Síguenos y te llevaremos con ellos, ¡A lo mejor saben algo! -Dijo Melina.
- Huh. Está bien... -Dijo Michelle sin mostrar la menor oposición. En ese momento, se habría estado preguntando cómo sería Caspian, y cómo serían los demás, y si eran como en el libro, pero por la misma magia de Narnia, olvidó que había leído aquellas historias. Ella sabía de ellos, pero no recordaba de dónde.
Lo siguiente fue que Michelle y las dos ardillas se dirigieron a Cair Paravel, para hablar con los Reyes de Narnia. Algo muy extraño seguramente es que... Los Reyes estaban ahí, cuando en realidad volvieron al mundo real luego de la batalla en Beruna.
Michelle no llevaba nada consigo, ni sus auriculares ni nada, pero eso era lo que menos le importaba.
- ¡Por aquí! -Dijo Travis a Michelle, guiándola, puesto que ella se detenía a ver a las aves, o a ver el lugar, aunque aún no había visto lo más impresionante, que eran los faunos, centauros o enanos.
Caminaron hacia el Norte unos 30 minutos y finalmente llegaron. Aquel castillo era lo más maravilloso que había visto en toda su vida, sin lugar a dudas. Era gigante y por supuesto, muy hermoso.
- Llegamos... -Dijo a continuación Travis.
- ¡Wow! ¡Esto es muy hermoso! ¡Es Fascinante! -Dijo Michelle ante las puertas de Cair Paravel.
- Lo es, lo es. -Asintieron ambas ardillas.
- ¿Qué sucede ahí? -Preguntó una voz masculina, terriblemente grave tras la puerta principal, y, por el sonido de sus pisadas se trataba de un ser enorme.
- Señoría, venimos a ver a los Reyes y Reinas. Hemos encontrado en el bosque a otra humana. -Informó Melina.
La gran puerta se abrió y tras ella la figura de un Minotauro apareció. Michelle reaccionó como todos lo haríamos si estuviéramos perdidos en otro mundo y estuviéramos frente a una bestia de tal tamaño.
Primero, se asustó, de tal forma que se estremeció completamente y soltó un grito no muy fuerte. Luego, ni siquiera se atrevía a mirar fijamente a aquella criatura.
- Tranquila, Señorita. -La tranquilizaba la bestia. -Pasen por aquí. -Indicó.
Michelle se disculpó con la bestia y pensó que sólo necesitaba tiempo para acostumbrarse a aquello.
Al entrar al castillo encontró principalmente un gran jardín y detrás de él se alzaba el resto del edificio. Era un jardín muy prolijo y a los costados había infinidad de flores multicolores. En el centro una gran fuente con la figura de una sirena y alrededor de la fuente más flores.
- Por aquí. -Indicó el minotauro, haciéndolos entrar por una de las tantas puertas. Al entrar, se encontraban en una sala, al parecer la "sala principal", en donde se encontraba una gran escalera (De verdad, una gran gran escalera) que comunicaba con los otros pisos, y otra gran cantidad de puertas que iban a otras habitaciones.
- ¡Reina Lucy! -Dijo Travis, al ver que una niña de un par de años menos que Michelle cruzaba la habitación en dirección a ellos. A continuación todos hicieron una reverencia.
- ¡Travis! -Dijo la niña, para darle luego un abrazo a la ardilla.
- Reina Lucy, Travis y Melina han venido a traer a esta muchacha, al parecer también humana. -Informó el minotauro.
- Apareció en una de las ramas de nuestro árbol. -Comentó Travis.
- Qué extraño. Nunca supe de otros humanos aparecidos en Narnia. ¡Y qué ropa tan extraña! -Dijo la niña, sin la menor intención de ofenderla. -Oh, lo siento. ¿Cómo te llamas?
Michelle, que había estado muy callada observando, respondió: Me llamo Michelle.
- ¿Mi... Mi... -Al parecer Lucy no podía pronunciar correctamente su nombre, lo que era irónico sabiendo la cantidad de nombres extraños que las demás criaturas tenían.
- Michelle... -La joven se lo repitió una vez más.
- Michelle. Es raro. -Dijo Lucy. -Y... ¿De dónde vienes exactamente? -Preguntó Lucy.
- Soy de... -Comenzó la frase pero fue interrumpida.
- ¡Lu! -Un joven se acercó a ellas, muy apuesto cabe decir.
- ¡Edmund! ¡Mira! ¡Otra humana, viene de nuestro mundo! -Informó la pequeña muy entusiasmada.
Edmund miró sorprendido a la joven, lo que hizo de esto el momento más incómodo de todos.
- ¿Cómo puede ser posible? -Se preguntaba Edmund, seriamente sin salir de su asombro.
- Es extraño, ¿Verdad? ¡Además mira su atuendo! Es muy diferente a lo que solíamos usar. -Explicó la niña, aumentando el grado de vergüenza que Michelle ya sentía.
- Huh, bueno. Para mí no es nada extraño, claro. El punto es que aquí estoy y no sé por qué ni cómo. -Intentó justificarse Michelle, haciendo notar que no se sentía muy cómoda con que todos la miraran.
- No te preocupes. -Dijo Edmund nuevamente. -Puedes quedarte con nosotros. -Soltó por fin una sonrisa amigable.
- Muchas Gracias... Rey Edmund. -Usar aquellas palabras le resultaban de lo más extraño.
- Ven conmigo, vamos a cambiarte esa ropa, ¿Quieres? -Dijo Lucy amigablemente.
- Está bien. -Sonrió Michelle. Realmente se sentía ridícula de jeans. -Muchas gracias, Melina y Travis por haberme traído. -Se despidió de las ardillas.
Luego de que las ardillas se hayan retirado, Michelle miró a Edmund, lo que fue extraño, y éste, sin estar muy seguro de qué hacer, soltó una pequeña sonrisa, que fue correspondida por Michelle también.
- ¿Ya nos vamos? -Preguntó Lucy inocentemente al notar aquellas miradas.
Lucy condujo a Michelle por el castillo, era realmente una belleza. En el camino, charlaron bastante, y rápidamente se amigaron.
- No sé por qué, ni sé de dónde lo sé, pero ¿Ustedes no eran cuatro reyes? -Preguntó confundida.
- Así es. -Dijo Lucy en un tono más apagado. -Peter, Susan, Edmund y Lucy. -Continuó.
- ¿Están todos aquí? -Preguntó Michelle.
- No... Peter y Susan no pueden entrar a Narnia de nuevo, pues ya son mayores. Edmund y yo podemos, no sé hasta cuando, pero aquí estamos. -Respondió Lucy, al tiempo en que se detuvo frente a una de las tantas puertas.
- ¿Sólo... Edmund y tú reinan aquí? -Michelle trataba de entender. Extraños recuerdos la confundían, pero no sabía de dónde provenían ellos.
- No, también está Caspian. -Informó Lucy. -En estos momentos él se encuentra de cacería. -Comentó, mientras entraban a la habitación.
- Ya veo. Esta habitación es realmente hermosa. -Dijo Michelle con cierto entusiasmo, acercándose a la gran ventana que allí se encontraba.
- Así es. -Sonrió Lucy. -Este será tu cuarto, y por aquí.. -Continuó, mientras revisaba el armario. -¡Aquí tengo uno! -Dijo, mostrándole un vestido de color azul.
- ¡Wow! ¡Es muy bonito! -Dijo Michelle acercándose a él para tocarlo.
- Sí. Tenemos muchos vestidos. -Dijo la Reina, añadiendo una risita. -¡Ahora ya puedes cambiarte! En cuanto estés lista, puedes bajar, ¡Voy a mostrarte nuestro castillo completo! -Dijo muy ansiosa.
- Está bien, muchas gracias Reina Lucy. -Saludó Michelle antes de cerrar la puerta.
Una vez que estuvo sola en el cuarto, volvió a pasear la mirada por el lugar. Era increíble. Todo era "de época", o por lo menos eso era lo primero que se le ocurría, pero al mismo tiempo era elegante y hermoso.
Sus sábanas (De seda), su frasada y las mantas eran de color rojo, con detalles bordados en dorado. Las paredes también eran rojizas, y había hermosos candelabros, también dorados. Las cortinas eran transparentes, y el espaldar de su cama, algunas partes de la pared y de los candelabros estaban adornados con perlas.
El ropero era gigante, tenía un enorme espejo dentro de él, y flores talladas.
Decidió también echar un vistazo al baño, y su asombro fue igual o mayor, especialmente con la bañera, que era enorme y de mármol. Había un gran florero y un pequeño mueble de baño de color blanco.
- ¿Acaso podría ser más hermoso todo esto? -Dijo Michelle para sí, y recordó que Lucy la esperaba.
Mientras que en el piso de abajo, Edmund charlaba con Roop, uno de los faunos.
- Así que otra humana ha llegado a Narnia. -Dijo la criatura.
- Exacto. Es muy extraño, y al parecer, viene de un lugar muy diferente al nuestro, o de otro tiempo... -Comentó Edmund, observando el jardín desde la ventana. -¡Pero es humana y de eso no hay dudas! -Bromeó.
- Bueno, por algo habrá venido, ¿No cree, Señor? -Dijo el fauno mientras acomodaba algunos libros en la gran biblioteca.
- Sí, puede ser. -Dijo Edmund, y esto dio lugar a un silencio, que fue interrumpido luego por Lucy.
- Aquí se encuentran los libros, y demás -Lucy abrió la puerta de la habitación para mostrarle a Michelle el lugar, sin notar que Edmund estaba dentro. -¡Oh! ¡Lo siento, Ed! Pensé que ya te habías ido.
- No, aquí estoy, Lu. Pero no te preocupes, no interrumpiste nada. -Contestó él, para luego callar, pues Michelle, que a todo esto había estado detrás de la puerta de la habitación entró repentinamente por detrás de Lucy.
Al ver al fauno, no pudo evitar dar un saltito, pero logró controlarlo, hubo otro silencio corto en el que Edmund y Michelle volvieron a cruzar una mirada.
- ¡Así que usted es la señorita de la que me han estado hablando! -Habló por fin el fauno. -¡Es muy encantadora, por lo que veo! -Halagó amablemente.
- Oh, muchas gracias. -Contestó Michelle sonrojada.
- Y con ese vestido se ve tan... diferente. -Añadió Edmund, con una sonrisa.
- Sí, creo que el azul le queda muy bonito. -Comentó Lucy.
- ¡Ooh! Gracias, Lu... ¡Vaya, si ya te he tomado cariño! -Dijo ella riendo.
- Bueno, será mejor que me retire. -Dijo Edmund, y luego salió del cuarto.
- Sí, y mejor que sigamos nuestro recorrido. -Dijo Lucy dirigiéndose también fuera del cuarto.
Ambas siguieron recorriendo el Castillo, cuando en uno de los pasillos...
- No entiendo qué pasa con mi hermano. -Lucy comentó divertida.
- ¿Por qué lo dices, Lu? -Quiso saber Michelle.
- Se ha comportado mucho más maduro... Supongo que esto de que Peter, mi hermano mayor, no se encuentre aquí hace que se sienta más responsable, pero se ha comportado como un adulto durante todo el día de hoy. -Dijo Lucy.
- Es bueno que sea responsable, ¿No? -Comentó Michelle.
- Sí... No digo que no lo sea, pero Ed no es así, es mucho más distraído. Siempre que lo ves está en su mundo, o es muy callado, pero igualmente muy observador. -Comentó, sin darse cuenta realmente de toda la información que estaba dando de su hermano.
- Ya veo... -Sonrió Michelle, pues Edmund le había parecido un chico de lo más lindo, y le divertía la forma en la que Lucy hablaba de él.
- Además es muy tímido si hay chicas que no conoce bien. -Bromeó Lu.
Esta charla continuó, aunque rápidamente pasaron a debatir otros temas.
La noche llegó por fin, y le ofrecieron una deliciosa cena.
Edmund, Lucy, y Michelle cenaron juntos en una de las salas más bonitas del palacio. Durante toda la cena, Edmund tuvo sus ojos pegados a su plato, o de a ratos paseaba la mirada por la habitación, prestando atención a lo que Lucy contaba, pues era la única que hablaba.
Michelle la escuchaba atenta y por la actitud de Edmund pues... o era muy tímido o no le agradaba del todo y esto la hacía sentir incómoda.
- Y... ¿En dónde está Caspian? -Quiso saber la invitada.
- Aún no vuelve de su cacería. Una vez a la semana sale a cazar, y vuelve muy tarde. -Explicó Lucy.
- Pero el vive aquí, ¿Cierto? -Preguntó nuevamente.
- Así es. Cair Paravel eran sólo ruinas cuando volvimos con nuestros hermanos, luego de eso fue reconstruido. Volvimos a nuestro mundo y Caspian fue rey todo este tiempo, ahora hemos vuelto y sigue en pie, por lo que decidimos vivir aquí. -Explicó Edmund, rompiendo su silencio.
- Ya veo. -Fue lo último que dijo Michelle.
Luego de eso todos se despidieron para ir a dormir. Lucy se adelantó y fue directo a su cuarto, dejando sola a Michelle en el pasillo, camino a su habitación.
Antes de entrar al cuarto, con la mano en el picaporte de la puerta, Michelle se detuvo y se quedó quieta ahí un momento.
- Y bien... ¿Te gusta el castillo? -La voz de Edmund se acercó por detrás.
- Oh. Sí, me encanta. -Michelle se dio vuelta para mirarlo. -Y por cierto, muchas gracias por dejarme quedar, gracias por todo, Rey Edmund. -Dijo con una sonrisa, muy agradecida.
- No es problema, está bien. Y por favor, dime sólo Edmund. -Contestó él con una sonrisa, algo nervioso aún.
- Bien, Edmund... ¡Buenas Noches! -Saludó, y una vez que él la saludó también, Michelle entró a su cuarto y se recostó.
Edmund, por otro lado, se quedó parado frente a su puerta unos segundos, sonriente y algo pensativo. Luego de esto se dirigió también a su habitación.
