Los personajes le pertenecen a ChiNoMiko y, bueno, sólo uno que otro me pertenece. Espero disfruten.


Capitulo 1: S.O.S ¡El amor ha entrado en mi destino!

¿Cómo comenzar en un instituto nuevo, cuando ni siquiera pudiste cerrar el vínculo que te unía con el anterior?

Me siento perdida y nerviosa, puedo sentir los latidos de mi corazón tras mis orejas y cómo se comprime mi estómago en cada vuelta que da el automóvil. No tengo ni agallas para mirar sobre mi hombro para encontrar la tranquila mirada de mi padre; tiene unos ojos profundos, como un mar, aunque no sean azules sino cafés. Su cabello negro tiene ya un tiempo sin cortar y tiene el flequillo a la altura de los ojos, también ya dejó de tener sus orejas al aire por culpa del largo de sus chuletas. Yo nací todo lo contrario a él, pero fui una copia exacta de mi abuela materna; mi estatura no es muy alta, podría encajar perfectamente en el rango normal de altura de las chicas francesas de mi edad, mis ojos son de un azul muy claro, casi celeste y mi cabello es corto, rojo como el fuego de naturaleza y con ondas claramente visibles. Tengo una tez muy blanca, casi pálida, todos sus defectos salen a la luz cuando el verano llega al continente y me obliga a sacar los pantalones cortos del armario para exhibir mis piernas color papel. De mi madre no sé mucho, el tema no es tocado en casa desde hace años y yo desde aquel entonces que deje de preguntar. Sólo sé que murió a los pocos días de darme a luz; algo así como una infección entró en la sutura de la cesaría y la hizo sufrir hasta que finalmente la muerte llegó a por ella. Quizá eso fue lo que me hizo ser fría y tener esa actitud de querer alejar a todos de mi, para después no sufrir con su pérdida.

Lo que me lleva al presente, a la gran avenida que daba con la puerta principal del instituto a la vuelta de la esquina, literalmente. Apreté la mandíbula y el estómago, mientras dábamos la última vuelta para encontrarnos con un gran instituto color azul, o al menos eso alcance a presenciar antes de quitar la vista del letrero gigante con las letras "Sweet Amoris" grabadas en el.

Le di el último abrazo a mi padre y salí, sin decir nada. Fue un acuerdo mutuo, pero sin la necesidad de ponernos de acuerdo con anterioridad. Sólo fue espontaneo.

Tomé todo el aire que pude una y otra vez antes de pasar por la gran entrada y encontrarme cara a cara con el destino del que no podía huir. Un gran grupo de chicos venía tras de mi, por lo que me hice a un lado y los deje pasar primero. No tenía intenciones de largarme a correr por el simple hecho de no molestar al grupo "cool" del instituto. Suspire, por vigésima vez, y entré de una vez por todas. Pensé que iba a ser mucho más sencillo que otras veces: entrar, encontrar la sala de estudios y quedarme allí hasta que terminara el día y repetir el procedimiento hasta acabar el año, pero creo que fui muy optimista. Una chica de mi estatura, se alejo de su grupo y se acercó a mi con una amplia sonrisa en su rostro. Traté de no hacer contacto visual y largarme a correr, pero había actuado con lentitud y la chica ya había caminado hasta estar frente a mi.

- Hola, soy Iris -se acercó para besar mis mejillas y volvió a sonreír ampliamente-. No te he visto por aquí jamás, ¿eres nueva?

- Sí, lo soy, es mi primer año en el instituto - me encogí de hombros levemente y le sonreí, no con el mismo entusiasmo, pero al menos le respondí -. Me llamo Annabeth, por cierto.

La chica, bueno, Iris tiene el cabello en una trenza recogida hacia el lado izquierdo. Su cabello era anaranjado, algo extravagante pero con qué cara lo puedo decir si yo soy colorina. Su ropa y actitud alegre, llamaba a todos a ser amigos y propagar la paz como el mundo. Me sorprende que sea tan feliz, quizá yo sea el bicho raro solamente en esta ciudad.

Me comenzó a hablar sobre las diferentes actividades que se hacen en el año y que tratara de alejarme de los problemas en general, puesto que la directora era muy estricta cuando se lo proponía. Le iba a preguntar sobre qué actividades me recomendaba y en cuáles estaba ella, pero un empujón me desequilibro y me vi obligada en afirmarme de Iris para no caer.

- ¡Amber! -dijo fuerte Iris enojada, cosa que me impresionó. Jamás me hubiera podido imaginar esa cara angelical con el ceño fruncido. Me acomodé y giré sobre mis talones para encontrarme cara a cara con una melena rubia y un par de ojos tan azules como los míos. Mi ceño se frunció de la misma forma que Iris y mis labios siguieron con el mismo patrón.

- Lo siento, suelo ignorar a las personas insignificantes . Mi culpa - sonrió de lado y el par de chicas que le seguían rieron por lo bajo. Subió su mano hasta la altura de la boca para acompañar el coro de risas estúpidas. Su muñeca estaba llena de pulseras calipso y un enorme collar extravagante colgaba de su cuello y se sobreponía en una blusa café con mangas cortas muy holgadas. Un par de aros dorados y un cinturón enorme terminaban por completar su estrafalario vestuario, mientras que la chica asiática con polera roja y la otra chica con el piercing en la ceja me miraban de pies a cabeza.

- Mejor déjala tranquila si no quieres que Nathaniel se entere de esto.

- Sí, como si él pudiera hacer algo en contra mío - puso los ojos el blanco al mismo tiempo que Iris tomaba mis hombros y me daba media vuelta para salir del pasillo. Podía escuchar por lo bajo cómo suspiraba y hablaba entre dientes. Un par de chicos quisieron hablar con Iris, pero esta sólo respondió con un "Ahora no" de forma muy imponente. Llegamos a una puerta y por fin soltó mis hombros. ¿Por qué me traía aquí? ¿Quién era ese tal Nathaniel con el que amenazó a esa tal Amber? ¿Me había metido en problemas el primer segundo de Instituto? Y lo que más me daba vueltas... ¡yo no soy insignificante!

- Esta es la Sala de Delegados, adentro encontrarás a Nathaniel -dijo apresuradamente, casi atropellando sus propias palabras-. Siento no poder acompañarte, debo coordinar las actividades de comienzo de clases, pero tú tranquila, con él no tendrás problemas.

Vi su sonrisa por última vez y se perdió entre la multitud. Ya no veía más el cabello naranjo. Suspiré, como lo he hecho durante todo el día, y subí mi mano hasta la manilla. Me quedé allí un momento, controlando mi impulso de salir corriendo y trasladarme a otra ciudad. Primero Amber y ahora Nathaniel, si lo usaban como amenaza entonces no debía de ser tan pacífico como Iris. Asentí inconscientemente y giré la manilla, dejando todos mis miedos atrás, tratando de seguir en mi destino y haciéndome la idea de que no dejaría que me pisotearan como lo acababa de hacer esa rubia engreída. Di un paso adelante, decidida, pero sólo conseguí golpearme en la frente con la puerta. La manilla no había girado, la sala estaba con cerrojo. Maldije por lo bajo y me di media vuelta, enojada. Había venido a perder el tiempo y, como regalo, tengo un gran circulo rojo en medio de mi frente.

Di un paso hacía adelante y choque nuevamente, pero esta vez no era un "algo", sino un "alguien. Alguien mucho más alto que yo, sin duda. Me hice hacía atrás de inmediato y abrí mis ojos como plato al ver a un chico rubio, con camisa blanca, subiendo su mano para taparse su cara.

- Debes fijarte por dónde vas. No es correcto andar chocando con la gente como si nada - dijo aún con la mano sobre su rostro. Tartamudee como idiota, con las palabras en mi garganta atoradas y sin poder salir. Nunca había chocado con alguien y menos tener contacto con otra persona, incluso con el simple tacto de Iris sobre mis hombros me hizo sentir incómoda.

- Lo siento, soy nueva, estoy muy hiperventilada, además choqué con la puerta. Lo siento, en verdad. Soy Annabeth.

- Tranquila, todo está bien -bajó su mano y sonrió dulcemente -. Yo me llamo Nathaniel.

Su cara era dulce, angelical, me recordaba mucho a la actitud pacífica de Iris. Su cabello rubio brillaba con la luz que entraba por las ventanas del pasillo y sus ojos me cautivaron. Mi corazón comenzó a palpitar rápido, muy rápido. Esto no estaba bien, yo no había sentido algo así por nadie, cómo iba a sentir esto por primera vez hacia alguien que apenas conozco. Esto está mal. Este no es mi destino. ¡Ayuda! ¡¿Quién me enseña sobre el amor?!