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No tenemos en Haikyuu! una historia de como Bokuto y Akaashi se conocieron, de esa idea nació escribir el inicio de estos chicos. Intente agregar un poco de modismos japoneses y comportamientos del mismo estilo sin meterme tanto en el idioma mas que para agregar los sufijos que para ellos son importantísimos "-san, -kun, etc." y decir el apellido antes del nombre. Según este fic Akaashi tiene 15 años y Bokuto 16, que serian las edades al estar en primero y segundo año, respectivamente.

Haikyuu! le pertenece a Haruichi Furudate.

Sin nada más que agregar, de verdad disfruten este two-shot.


Era el primer día como un estudiante de secundaria de Akaashi Keiji.

No era una persona muy emocionable pero sentía una especie de cosquillas en el estómago ante algo nuevo, una anticipación por lo que le esperaba, su corazón estaba latiendo más rápido de lo usual y ni siquiera estaba haciendo ejercicio.

Fukurodani era una escuela muy grande, desde primaria había querido ir ahí. Debía medir el doble que su escuela anterior, aunque mentiría si dijera que la eligió por su prestigio y calidad académica.

Si le hubiera dicho a sus padres que la razón por la que quería asistir a Fukurodani era por el equipo de voleibol, ellos quizás hubieran buscado otras opciones para que él estudiara. Tenía suerte que no fuera una mala escuela, y mientras ellos quisieran que sus estudios culminaran en un diploma que mostraría a una universidad tres años más adelante, Keiji podía estar tranquilo.

El plan era simple: jugar en un fuerte equipo de voleibol como el armador, ganar muchos partidos, sacar su diploma al final de tres años y hacer a sus padres orgullosos mientras él mismo era feliz haciendo lo que amaba.

Completamente a prueba de tontos.

Pero ahora estaba nervioso.

Se presentó ante los demás estudiantes, al igual que todos los chicos que se unían a la academia de Fukurodani solo para hacer la secundaria ahí. Muchos padres querían que sus hijos se graduaran de una de las escuelas más grandes de Tokyo.

No estaba nervioso por sus clases, eso era lo de menos. Asistió a cada una de ellas, prestó atención, tomó notas. No necesitó hacer preguntas, todo era pan comido. Apenas era el primer día.

Y luego llegó el momento de llevar su solicitud al club de Voleibol.

Estaba parado frente al portón de la cancha.

—¡Ey! —escuchó que lo llamaron.

Keiji se dio la vuelta.

—Soy Aoyama Nozomi, ¿estoy en primer año y tú?

—Akaashi Keiji, primero también.

—Akaashi-san, ¿te estas uniendo al equipo de Voleibol?

Si no fuera así, no tendría esta solicitud de aplicación en mis manos.

Keiji asintió. Pudo ver que el otro chico tenía una igual, era obvio que también iba a hacer lo mismo.

—¡Yo también! Deberíamos tocar la puerta.

Si no la hemos tocado es porque estamos hablando.

—Sí, deberíamos.

—¿Qué posición juegas? —preguntó Nozomi.

—Armador, ¿tú?

—Soy un lateral. Espero que tengas suerte, solo hay una posición de armador en un partido.

Keiji sabía eso, era lo que lo ponía más nervioso.

—Ya veremos.

—¿Has escuchado de la estrella de Fukurodani?

—De los mejores del país, ¿no?

—¡Exacto! Bokuto-san podría ser el mejor jugador adolescente de Tokyo, hasta ha salido en revistas y todo. Comenzó a ganar fama desde que fue un jugador de primaria. En primero de secundaria lo llamaron estrella en ascenso, y el año pasado llevó al equipo a las nacionales; ahora está en segundo año. Me encantaría estar en el equipo y ser el otro anotador de puntos.

—¿Piensas que puedes ganarle? —preguntó Keiji con genuina curiosidad.

—Más bien, quiero que Bokuto-san piense que puedo ganarle.

Una persona que estaba acostumbrada a salir en revistas y ser llamado de los "mejores jugadores adolescentes de Japón", no debía pensar que alguien fácilmente pudiera ganarle y menos si era de primer año. Más bien, debía ser una persona arrogante que pensaba que todo el equipo giraba alrededor de él.

Y claro, ¿un armador no giraba también en torno a su estrella?

Si Keiji quería participar en algunos partidos, era una obligación llevarse bien con la estrella del equipo.

Nozomi tocó la puerta con mayor fuerza de la necesaria.

Les abrió un chico que se veía muy joven. Tenía un uniforme de entrenamiento sin nombre. Debía ser otro de los nuevos.

—¡Queremos hablar con el capitán!

Keiji guardó silencio y dejó al otro hablar. Nozomi explicó que eran estudiantes nuevos de primero que querían unirse al equipo de voleibol. Explicó su posición de lateral y la de él de armador, agregó lo mucho que había escuchado del equipo de Fukurodani y dijo otras cosas cursis como que él también era un búho de corazón.

No era necesario eso último, pero el chico de primero pareció conmoverse.

—¡Yo también soy un búho! Soy Aki, estudié en Fukurodani desde la primaria, entregué mi aplicación el año pasado porque sé que el equipo que llega más lejos es el de la secundaria. Me entrené toda la escuela media para esto.

—¿Somos muchos de primero? —preguntó Keiji. Quería saber si tendría que competir contra otros armadores.

—Somos seis —dijo Aki.

—¡Los de primero hagan una fila! —gritó alguien más.

Keiji ni siquiera sabía quiénes eran los de primero. Pero siguió a Aki y a Nozomi para ponerse a la par suya, en una fila de seis.

—Bueno, chicos —dijo un estudiante que portaba el uniforme deportivo—. Soy Sato Etsu, el capitán del equipo de voleibol.

Les dio un discurso sobre lo que significaba ser un miembro del equipo, sobre el compañerismo y la responsabilidad de luchar por un mismo fin. Dio la típica charla de un capitán y finalizó dándoles la bienvenida a los chicos nuevos para el equipo y a los que también eran nuevos para la escuela. Nozomi le guiñó un ojo a Keiji y él asintió en respuesta.

Los hicieron correr y calentar antes de que cualquiera pudiera tocar un balón.

Los chicos de segundo y tercero que ya tenían su uniforme de prácticas con números asignados los miraron de reojo. Comentaban y los señalaban.

Keiji los miró tirarse el balón y anotar puntos de práctica, el actual armador era realmente bueno.

No sabía quién de todos era el tipo que todo el mundo llamaba estrella.

No debía destacar mucho según sus rasgos físicos.

Pero todos eran sorprendentes. Dominaban el balón de forma maravillosa, sus anotaciones eran perfectas. Podían golpearlo desde el ángulo en que se encontraran, a cualquier altura que su armador levantara para ellos.

Keiji quería levantar el balón para cada uno de ellos, quería controlar quién anotaría y elegir el mejor curso de acción para una victoria.

Sentía cosquillas en la punta de sus dedos, podía aprovechar esas impresionantes habilidades y ser el titiritero de excelentes marionetas. Todos se moverían según su voluntad, como cualquier armador que obra desde atrás de la red, impulsando a todos los jugadores a anotar. Siendo el único jugador en la cancha que elegiría quien golpearía y en qué momento lo haría.

Cuando fue su turno, Keiji recibió el balón con ambas manos y lo levantó para los chicos de primero. Ellos lograron anotar, pero estaba seguro que él era en parte responsable de eso.

Intentó lucirse lo más que pudo, levantó para los jugadores de segundo y algunos de tercero. El capitán lo observó.

—Tienes habilidad —dijo el entrenador. Keiji miró al capitán asentir.

Lo había hecho bien, calculado y no había fallado.

Se preguntó si eso sería suficiente.

Definitivamente lo considerarían para algunos partidos, pero lo que Keiji quería era ser un jugador regular. Miró su competencia, un chico de segundo que había quedado de armador designado porque el anterior se había graduado el año anterior.

Eso le hacía las cosas un poco más fáciles. Si fuera de tercero y además el designado, tendría que competir también por la confianza y la experiencia de conectar con el resto del equipo. Aunque tuviera un año más de experiencia que Keiji, podía ganarle si se lo proponía.

Tenía que esforzarse.

Continuó mirando a los demás jugadores, analizando la altura que saltaban, la manera como cada uno golpeaba el balón. Cada jugador tenía una personalidad diferente y si uno ponía atención, podía apreciarla en su manera de jugar voleibol. Keiji tenía que conocer bien a todos los miembros del equipo para sacar lo mejor de cada uno.

Si todos eran asombrosos, ¿quién de ellos era la estrella?

La puerta se abrió con violencia, produjo un ruido metálico al golpear la pared.

Un chico con cabello blanco con franjas negras gritó fuertemente.

—¡Lo siento! ¡Lo siento!

Hizo tanto ruido que todos dejaron de jugar para mirarlo.

El chico salió corriendo hacia Sato.

—¡Nuevo capitán! ¡Lo siento mucho!

—Koutaro… —comenzó.

El chico se miraba desaliñado, como si hubiera corrido con mucha prisa sin molestarse en arreglar su desordenado uniforme.

—¿Te quedaste dormido? —preguntó el capitán.

—¡Lo siento! —dijo por tercera vez el chico—. En vacaciones me estuve desvelando con los videojuegos que me dieron en mi cumpleaños. ¿Has jugado COD? Es buenísimo, y puedes jugar en línea con chicos americanos, ¿te imaginas? ¡América! Están tan lejos y sinceramente no entiendo muy bien el inglés pero ellos tampoco hablan japonés, lo bueno es que todos entendemos que hay que dispararle al otro equipo y trabajar juntos… aunque es divertidísimo cuando todos gritamos y nadie entiende qué dice el otro…

—Koutaro…

—Lo sé, lo sé… ayer me quedé jugando hasta las tres de la mañana con JackStrangle, no estoy muy seguro de cómo se pronuncia, pero nunca fui tan bueno en inglés. Y de hecho, mi nombre está en kanji así que creo que para ellos es más difícil pronunciarlo, es mi único consuelo cuando…

—No puedes hacer esto este año, Koutaro. Tendré que castigarte.

—¡¿Qué?! Argh… está bien, ni modo, tú eres el capitán ahora. ¿Cuántas vueltas tengo que dar a la cancha?

—Llegar tarde es grave. ¿Sabías que era el primer día, no? Están los nuevos chicos de primero, y tú ahora eres un ejemplo para ellos. Eso significa ser de segundo. Para que los de tercero podamos hacer nuestro trabajo y guiarlos a ustedes. ¿Qué ejemplo les estas dando a ellos?

—¿Ohoho? ¿Están los de primero? Quiero verlos jugar.

—Pues los verás, porque ese es tu castigo. Hoy serás solo un expectador.

—¿¡Qué!?

—Ya me oíste, nada de juegos de práctica. Debiste llegar temprano.

—P-pero, pero…

—Nada de peros, no hay uno que valga.

El chico Koutaro pareció desanimarse mucho con eso, bajó la cabeza y caminó despacio hacia una de las bancas que estaban a un lado de la cancha. Se sentó como si hubiera sido completamente derrotado.

—¡No puedo creerlo! No veremos a Bokuto-san jugar —exclamó Nozomi a la par suya.

Keiji parpadeó un par de veces.

¿Ese tipo de cabello raro era la estrella de Fukurodani?

—Pero es un poco infantil… —comentó.

—Quizás lo sea, pero no importa. Quería ver sus habilidades, deben ser asombrosas.

Keiji miró a la famosa estrella, estaba tirado en el suelo ahora. Solo moviendo las piernas mientras miraba el techo.

El armador lo miró en varias ocasiones, por curiosidad más que nada.

Bokuto miró los partidos de los chicos nuevos y los que ahora eran de segundo y tercero. Los animaba con gritos y aplausos, pero movía una pierna, le temblaba como si quisiera jugar.

Keiji lo vio llevando agua y toallas secas a los demás jugadores, mientras miraba con persistencia la pelota.

Entonces Bokuto lo miró a él y lo atrapó viéndolo, así que Keiji hizo lo que cualquier persona atrapada en sorpresa haría. Desvió la mirada.

Muy maduro, pensó.

Se hizo la hora para que terminaran las prácticas del club.

—Si yo fuera la estrella, no dejaría que me impidieran jugar —dijo Nozomi mientras se secaba el sudor.

—Eso no lo puede decidir él, sigue siendo de segundo. Además el capitán es Sato-san —opinó Aki.

—¿Ser la estrella no te da mayores privilegios? —cuestionó Nozomi.

—No sería justo para los demás —contrarrestó el otro.

—Claro que lo sería, si juegas mejor es lógico que tendrás alguna recompensa. Que la estrella juegue en todos los partidos es como una regla.

—No le han dicho que no jugará en un partido importante, solo que hoy está castigado por llegar tarde.

—Hicieron eso frente a nosotros para que viéramos que no hay preferencias, que ni siquiera la estrella es inmune a la disciplina —agregó Keiji finalmente.

Aki asintió, Nozomi miró hacia otro lado.

No era necesario preguntarle a Nozomi para saber que idolatraba a la estrella.

—¿Por qué no vas a presentarte con Bokuto-san? O podrías ir a decirle que serás su rival —le preguntó Aki.

—Me veré muy desesperado si hago lo primero, y tonto si hago lo segundo.

Keiji miró hacia donde estaba Bokuto, lo atrapó mirándolo.

Quizás esté interesado en conocer a los chicos nuevos de primero.

Los tres se dirigieron a los cambiadores.

Keiji dejó que los otros se adelantaran, no le importaba quedarse al final. No pudo evitar notar que la estrella no había entrado para cambiarse, pero en realidad no había sudado en absoluto desde la banca.

Los chicos terminaron antes que él.

—No se preocupen, vendrán a recogerme. Pueden adelantarse.

Los dos le dedicaron una mirada llena de duda, pero le hicieron caso.

Keiji se tomó su tiempo, sin ninguna prisa. Su padre le había prometido que pasaría por él el primer día de clases, sería una manera para hablar sobre la nueva escuela y mostrarle las rutas de los trenes y los horarios.

Salió de la habitación mientras escribía el mensaje que ya había terminado con sus prácticas de club. Su padre le contestó que llegaría por él en seguida.

Al llegar a la cancha miró a la estrella rebotando el balón contra la pared. Le daba golpes una y otra vez sin dejar que cayera al suelo.

Bokuto debió escuchar sus pasos porque giró su cabeza para verlo, el balón cayó al suelo y rebotó un par de veces.

Keiji se agachó para recogerlo. El silencio fue un tanto incómodo, como no decía nada, él se vio obligado a iniciar.

—Es una pena que no te hayan dejado jugar —no sabía si era lo correcto para decir, se sintió como un tonto con el balón en sus manos.

—Sí… —respondió Bokuto—, pero no importa, mañana lo haré.

—Bien por ti —agregó torpemente, apostó a que Nozomi sabría exactamente qué decir.

—S-soy Bokuto Koutaro.

La estrella se veía muy callada en comparación a cuando llegó antes.

—Lo sé —respondió él. Toda la escuela lo sabe—. Soy Akaashi Keiji.

Le extendió el balón y el otro lo miró. Luego lo tomó con las manos, pero Keiji se resistió a soltarlo. Se le había ocurrido una idea.

—Soy un armador, si quieres puedo… levantar el balón para ti.

—¿D-de verdad harías eso?

—Claro.

Bokuto se quedó unos momentos solo mirándolo, Keiji se preguntó si había algún problema con su proposición.

El chico de cabello bicolor finalmente sonrió.

Luego se dirigió un extremo del campo de juego. Desde ahí le lanzó el balón, corriendo después hacia la red. Keiji recibió la pelota, frenándola con ambas manos y apuntando hacia un lugar alto para el remate.

En ese segundo miró la pose de Bokuto, era profesional. Miró su manera de correr y su salto que fueron perfectos. El impulso de su brazo hacia atrás y la mano extendida que prometía un remate asesino.

Pero falló, la mano de la estrella remató en el aire.

El balón cayó al otro lado.

Keiji sintió su rostro arder.

—Bokuto-san, lo lamento.

—¡No! —gritó el mayor—. Akaashi fue mi culpa, te lo aseguro.

Era la estrella de Fukurodani, ¿cómo iba a ser culpa de él?

—Por favor, no digas eso para hacerme sentir mejor.

—¿Eh? ¡Claro que no! ¡Estaba distraído! Te lo aseguro, tu técnica estuvo bien.

Le irritaba un poco que Bokuto dijera algo tan condescendiente.

—¿Ah sí? Si mi "técnica" fue tan buena, me puedes decir qué fue lo que te distrajo.

El otro chico solo se le quedó mirando.

Keiji presionó.

—No hay nadie más aquí, solo estamos tú y yo. ¿Qué cosa puede distraerte cuando no hay otro ruido aparte de nosotros?

—No estoy mintiéndote, de verdad me distraje —dijo el otro en una voz más suave, mirando hacia el suelo.

Keiji decidió dejar el tema, de alguna forma Bokuto parecía sincero.

—Probemos otra vez —le dijo. Y así lo hicieron.

Bokuto lanzó el balón hacia él y corrió hacia la red, Keiji frenó la velocidad de la pelota en un movimiento con ambas manos y la colocó en posición para el rematador.

Miró la excelente postura del chico de segundo, su salto y el remate con su brazo.

Se escuchó un ruido que resonó en toda la cancha.

Fue como el sonido de un cañón en las caricaturas que veía de pequeño.

El balón golpeó con fuerza el suelo del otro lado de la red y rebotó produciendo ecos que disminuyeron en intensidad.

Keiji no pudo moverse.

—¡Sí! —celebró con el puño la llamada estrella de Fukurodani.

—Eso fue realmente impresionante —admitió Keiji atónito.

—¿De verdad? —preguntó el otro, colocándose una mano detrás de la nuca—. ¿Te sorprendió? Te dije que tu técnica era buena.

Ese tipo de remate no tenía nada que ver con la técnica de Keiji.

—Bokuto-san, ¿puedo volver a levantar el balón para ti?

—Eso sería genial, Akaashi —sonrió el mayor.


Keiji estaba cansado después de todo el entrenamiento más el tiempo extra con la estrella de Fukurodani.

Su móvil sonó en media hora.

—Bokuto-san. Ya es hora de irme.

—¿Oho? Ah… —El mayor miró hacia abajo, como si estuviera triste de dejar la práctica libre—. Si, tienes razón. Es tarde y eres de primero, supongo que debes ir a casa.

Ese razonamiento sonaba gracioso cuando lo dijo en voz alta. Keiji sonrió.

—Podemos quedarnos mañana a practicar, si quieres.

La sonrisa del chico de segundo se expandió por todo su rostro.

—¡Demonios, sí! Eso me encantaría, Akaashi.

Keiji se preguntó cómo sonaría su nombre al ser mencionado por Bokuto.

Fue un pensamiento tonto y lo descartó.

Salió de la academia para ver a su padre parqueado afuera, con la ventana abierta.

Se subió al auto, miró por el espejo retrovisor la figura del chico de segundo, sus grandes ojos puestos en ellos. Lentamente, se fueron moviendo hasta que quedó lejos de su vista.

En su casa, cuando le preguntaron a quienes había conocido en el día, el primer nombre que salió de su boca fue Bokuto Koutaro.


Keiji asistió a su segundo día de escuela secundaria, contando las horas para el momento de actividades del club. Se cambió rápidamente y entró al gimnasio.

—¡Akaashi! —escuchó la ronca voz de la estrella de voleibol.

—Hola Bokuto-san —regresó el saludo con una mano, ante las miradas incrédulas de sus compañeros de primero.

Keiji se dirigió hacia el centro de la cancha, Bokuto corrió hacia él y le hizo un gesto con la cabeza.

—Ven conmigo.

Él lo siguió.

Fue hacia donde estaban reunidos los chicos de tercero, eso lo puso un poco nervioso.

—Sato, él es Akaashi Keiji —lo presentó Bokuto.

—Koutaro, lo conocimos ayer. Todos los de primero se presentaron cuando tú todavía no habías llegado.

—Ah… cierto —hizo una pausa—. Sí, lo recuerdo bien, tu primera orden como el nuevo capitán fue castigarme —dijo con cierto resentimiento.

—No niegues que te lo merecías.

—¡Me hiciste quedar mal frente a Akaashi!

—¡Quedaste mal frente a todos los de primero! —Sato se rio.

Bokuto abrió la boca, pero no dijo nada. La cerró de nuevo y miró hacia abajo.

—Ya, no te pongas triste —lo tranquilizó el capitán—. Estoy seguro que la estrella del equipo tendrá muchas oportunidades para volver a impresionar a los de primero.

Bokuto sonrió de oreja a oreja, toda tristeza dejada atrás.

—¿Escuchaste eso, Akaashi? ¡Voy a impresionarte!

—Ya lo hiciste ayer, Bokuto-san. Cuando nos quedamos practicando —aseguró Keiji.

El chico pareció conmoverse.

—¿De verdad?

—Sí, de verdad. Eres muy fuerte —. Keiji se sintió un poco avergonzado de admitirlo en voz alta.

—No le digas eso, Akaashi-kun. Koutaro se emociona demasiado cuando lo halagan —advirtió Sato.

Para ese momento Bokuto ya se encontraba con los puños en el aire y silbando.

—Sato, ¡Akaashi es increíble! ¿Puede ser nuestro armador?

Keiji abrió mucho sus ojos, no podía estar hablando en serio.

—Whoa, calmémonos un poco. Koutaro recuerda que las posiciones se ganan. Tenemos un armador más en el equipo.

—Lo sé, lo sé —admitió el emocionado chico, luego se dirigió a él—. Pero Akaashi, no te preocupes. Nuestro antiguo armador ya se graduó, así que el puesto de colocador oficial queda libre para uno de ustedes dos.

Eso le confirmó a Keiji que tendría que competir con un chico de segundo.

—¿De verdad prefieres a Akaashi-kun de armador que a tu compañero? —cuestionó el capitán.

Bokuto pareció tensarse.

—Ayer conectamos muy bien, tengo un buen presentimiento de esto.

Sato suspiró.

—Tú y tus instintos.


—Bokuto-san, él es Nozomi-kun. Es un gran admirador —los presentó Keiji.

—¡No digas eso! —susurró violentamente el aludido.

—Ey —dijo Bokuto.

—¡Mucho gusto! —el chico inclinó la cabeza en un saludo nervioso.

Keiji le presentó también a Aki, afortunadamente él actuó más normal.

Bokuto fue amable con ambos, los invitó a jugar un partido de práctica. Cuando eligieron posiciones quiso a los tres en su equipo. Además de invitar a uno más de primero y a Sato.

Hubo protestas de parte de los demás sobre la injusticia de tener a la estrella y al capitán en un mismo equipo, Bokuto aseguró que solo era una práctica. Acusó a sus contrincantes de estar nerviosos por jugar contra chicos de primero, en su mayoría.

Keiji fue su armador. Intentó colocar el balón de la manera más fácil para que cada uno rematara.

Era obvia la inexperiencia de los chicos de primero, los puntos en contra eran por errores suyos, Keiji incluído.

El capitán Sato era muy bueno, era un gran bloqueador y recibió casi todos los servicios.

Keiji levantó el balón para Bokuto y lo vio rematar. De nuevo la pelota cayó como un cañón en el otro lado de la cancha. No pudo evitar quedarse mirando unos segundos.

Luego miró a sus compañeros, tanto Nozomi como Aki estaban completamente quietos, en silencio.

El único ruido que acompañó el eco del balón fueron los gritos de celebración de Bokuto por un punto bien ganado.

—¡Hagamos eso otra vez, Akaashi! —pidió eufórico.

Keiji asintió.

No fue sorpresa que, gracias al capitán y a la estrella de Fukurodani, su equipo ganara. Los chicos del equipo contrario les aplaudieron por tan buen juego, pero Keiji no pudo evitar pensar que eso fue un poco condescendiente. Todos sabían que sin la ayuda extra de Bokuto y Sato, el resultado hubiera sido diferente para los cuatro chicos de primero.

Aun así, ellos estaban cansados y satisfechos por jugar su deporte favorito.


Después de cambiarse, Keiji se despidió de sus amigos. Cuando salió del gimnasio escuchó un silbido. Bokuto agitaba la mano de un lado a otro mientras lo llamaba por su apellido. No sabía por qué lo hacía tan alto cuando era obvio que lo miraba y escuchaba desde esa distancia.

—¡Akaashi!

Keiji caminó en silencio a su dirección.

—¿Quieres salir hoy con nosotros? —preguntó señalando atrás de él, los chicos de tercero lo saludaron con un movimiento de cabeza.

—¿Seguro que eso está bien? —contestó Keiji en voz baja.

—¿Eh? ¿Por qué no lo estaría? —cuestionó en una voz tan alta que Keiji bajó la cabeza por la vergüenza—. ¿Lo dices porque son de tercero? Porque si es así no te preocupes, yo soy de segundo y salgo con ellos todo el tiempo. De hecho salgo con ellos desde el año pasado.

Keiji se sintió tan avergonzado que no pudo decir nada. Bokuto no leyó el ambiente porque se giró para hablar con ellos.

—Sato, ¿verdad que no hay problema que salga con nosotros?

—Tus amigos son los nuestros, Koutaro —respondió el capitán.

—¿Ves, Akaashi?

Keiji sentía su rostro caliente. Completamente incapaz de murmurar alguna palabra, asintió.

Fueron a una tienda de sándwiches y cafés, al parecer tenía un año de estar abierta. Le dijeron que el grupo solía frecuentar ese lugar, que tenía cremas occidentales deliciosas.

No estaba muy seguro de donde sentarse, pero Sato estaba a la derecha de Bokuto y en su otro lado había una silla libre, el chico le dio unas palmadas al asiento y Keiji se sentó a la par suya.

—¿Por qué siempre terminamos viniendo aquí? —preguntó uno de los de tercero—. La comida es muy picante.

—Es condimentada —se defendió Bokuto.

—Aún así, no me gusta ensuciarme las manos; y en esta tienda no hay palillos. Solo digo que podríamos comer Shushoku alguna vez.

—O podríamos hacer karaoke, si tanto nos aburrimos.

—No, karaoke no. Recuerden como se puso Bokuto-kun la última vez que lo hicimos.

—¡Ey, ey, ey! No mencionemos eso frente a nuestro invitado nuevo —se quejó rápidamente el aludido.

Keiji sonrió, y por primera vez habló.

—¿Puedo saber que pasó en el karaoke?

—No quieres saberlo, Akaashi-kun, pero te lo diré de todas formas. Koutaro se emocionó demasiado en una ocasión y terminó quebrando una mesa.

—¡La pagué después! ¿De acuerdo? Y, diablos, no le hablen mal de mí a Akaashi. Maldito seas, Sato, eres un pésimo amigo.

—No te preocupes, Koutaro. No volverá a pasar, estoy seguro de eso. De todas formas ya no te dejan entrar ahí.

—¿Lo echaron permanentemente?

Sato se rio fuertemente y Bokuto lo empujó con el hombro.

Keiji se rio también, recibiendo una mirada del otro. Bokuto de repente se había puesto serio, lo miraba fijamente.

—¿Estás enfadado? —le preguntó.

—¿Eh? N-no —el chico miró al frente de nuevo, rápidamente.

Los sándwiches eran picantes, pero Bokuto insistió en que solo estaban condimentados.

Eso ocurrió más veces, los de tercero salían algunos fines de semana, Keiji recibía muchas invitaciones de parte de Bokuto. Sus mayores eran amables con él, no lo hacían sentir como un extraño. Después de eso ya sabía datos curiosos de todos, sus hobbies, la clase en la que estaban, sus preferencias en comida y demás trivialidades.

En uno de los partidos de práctica contra la academia Shinzen el capitán nombró a Akaashi como el armador titular.

Bokuto le dio unas palmadas en el hombro, su mano se sintió pesada pero también muy cálida. Estaba feliz, era emocionante la responsabilidad de levantar el balón para el equipo.

El partido de Fukurodani contra Shinzen fue uno de práctica, aun así Bokuto se lució mucho, todos los ojos estaban sobre él. Keiji se preguntó si todos los que lo miraban jugar sentían su corazón acelerarse como el suyo.

Otro punto de Bokuto a favor de Fukurodani.

La estrella fue quien gritó más fuerte.

—Te ves más animado que de costumbre, ¿eh, Bokuto-kun? —observó el capitán del equipo de Shinzen

—¡Claro! —respondió con fuerza—. ¿Ya viste nuestro nuevo armador? Él es Akaashi Keiji.

El capitán del equipo contrario lo miró y saludó, Keiji hizo una reverencia.

—Mucho gusto —dijo con rapidez.

—Igualmente, tú eres nuevo ¿no? No te recuerdo de otros partidos. ¿Eres el nuevo armador oficial?

—No, soy de primero.

—¡Pero lo será! —Intervino Bokuto—. ¡Mira lo bien que conectamos!

Keiji sintió su rostro caliente, ¿Cómo podía decir cosas tan vergonzosas así nomás?

—Suerte, chico.

—Gracias —Keiji hizo otra reverencia, recibió una palmada en el hombro de la estrella de su equipo.


Keiji no estaba seguro de lo que acababa de oír, sintió su cabeza más ligera, y todo lo que salió después de los labios del capitán se volvió sonido estático. Lo primero que sintió fue una palma grande y cálida en su espalda.

—¡Bienvenido al equipo oficial! ¡Vamos a patear muchos traseros juntos!

Cuando el momento llegó, Keiji se puso el uniforme blanco, negro y dorado en el partido oficial de la prefectura; donde él sería el armador titular. Sintió sus rodillas temblar, Fukurodani tenía una barra muy grande y ruidosa, porristas que gritaban el nombre de Bokuto una y otra vez.

—¿Vino tu novia? —le preguntó la estrella de repente, mientras miraba el eslogan de Fukurodani y el público que usaba su uniforme deportivo.

—¿Mi novia? —repitió Keiji, ¿alguna vez dio a entender que había alguien así en su vida?—. No tengo novia.

Bokuto pareció realmente sorprendido.

—Eso es imposible, ¿con tu cara? ¡Já! ¡Nadie hubiera pensado que eras soltero! —luego agregó en un tono de voz que Keiji solo pudo describir como incómodo—. ¡Por lo menos debe haber alguien que te guste!

Ni siquiera supo si eso último fue una pregunta.

—Todavía no he encontrado una chica que me guste —afirmó encogiéndose de hombros.

Bokuto se puso realmente serio, luego abrió la boca para preguntar.

—¿Y qué me dices de un chico?

El entrenador los llamó a todos para darles consejos, reglas, indicarles cómo usar mejor sus fortalezas y evitar que sus debilidades les costaran puntos. Keiji puso atención lo mejor que pudo, pero su mente vagó muchas veces en la última pregunta que el otro chico le había hecho.

Durante todo el juego pensó eso, cada vez que levantó la pelota para la estrella de Fukurodani, su imaginación le repetía un eco de esa pregunta.

Fukurodani ganó el primer set a pesar de esa distracción.

El público gritaba el nombre de su escuela, y aclamaban su estrella. Bokuto levantaba los puños muy orgulloso, dando un grito de victoria en respuesta. Se lucía, era obvio que todos los ojos estaban puestos sobre él.

Incluso los de Keiji.

No pudo evitar quedarse mirando, el chico del pelo bicolor con las manos arriba y los ojos cerrados, disfrutando de la victoria que él sabía que la tenían merecida.

Bokuto era realmente fuerte, su manera de jugar era brutal. No era fácil bloquearlo y los jugadores del equipo contrario podían lastimarse si no tenían una buena técnica.

Keiji se preguntó de dónde venía esa fuerza.

Sus brazos eran tonificados y sus músculos sobresalían cuando hacía un remate, su espalda era ancha y se notaba cuando estiraba su brazo lo más que podía. Era alto y sus piernas eran gruesas, así que le permitían saltar por encima de la red y mirar hacia el otro lado. Cuando se secó el sudor de la cara con la camiseta, Keiji apreció su abdomen.

Sintió escalofríos al verlo.

Él también admiraba a Bokuto, también lo observaba con la boca abierta jugar de esa manera. Era una verdadera delicia a los ojos mirarlo en su ambiente como si fuera un pez en el agua.

Miró a Nozomi en la banca, gritando por ellos, apoyándolos como si fuera parte de la barra que hacía ruido mientras exclamaba a todo pulmón el nombre del equipo y su estrella.

Nozomi también admiraba a Bokuto, probablemente quería ser él quien estuviera en el centro de la cancha recibiendo toda esa atención y aclamación.

¿Keiji quería ser Bokuto? La respuesta seguramente era no, no le apetecía esa clase de protagonismo. Su alegría era jugar el deporte que amaba con todo su corazón y romper muros al ganar sus victorias.

No era envidia lo que sentía hacia la estrella de Fukurodani, era más bien el deseo de verlo y ser visto por él. Puesto en palabras sonaba extraño, pero era lo que más se acercaba a lo que sentía.

Bokuto hizo otro remate, otro punto a su favor que aumentaba la distancia contra sus contrincantes.

El público gritó otra vez. La estrella se giró para mirar a Keiji.

—¿Viste ese remate, Akaashi?

—Fue muy bueno —felicitó con una ligera sonrisa.

Le gustaba que Bokuto hiciera eso, que lo mirara cada vez que hacía un punto. Le agradaba que preguntara su opinión al respecto. A la estrella le interesaba la opinión que Keiji tenía de él.

¿Era el único con el que hacía eso?

Keiji no tardó en darse cuenta que así era. Bokuto no buscaba la aprobación de nadie más que la suya.

Así que se la daba siempre.

En general todos sus puntos eran producto de su habilidad, era raro que uno fuera hecho por suerte. Así que no tenía que mentir al decirle "bien hecho", o "fue un buen punto". Bokuto sonreía ampliamente cada vez que le respondía con una de esas frases.

Juego tras juego, Fukurodani avanzó con cada equipo con el que se enfrentó.

Keiji conoció a Kuroo Tetsuro cuando Bokuto se lo presentó una de las veces que terminaron de jugar. Descubrió que eran buenos amigos, se llevaban de maravilla. Aunque los comentarios que hacían entre ellos eran un poco carentes de sentido.

—Es de Nekoma, ahora está en segundo año. Nos conocimos cuando estábamos en primero. Es uno de los tipos más divertidos que conozco.

—Vamos, Bokuto. No levantes tanto las expectativas —bromeó Kuroo con una sonrisa en la que había cierta malicia—. Así que este es tu primer juego en la prefectura, ¿no? Debes estar muy emocionado.

—Bastante, especialmente por ser armador oficial —admitió.

—¿Oficial, eh? Felicidades, debes ser muy bueno —Kuroo levantó una ceja mientras sonreía de lado.

—Es muy, muy bueno. Somos increíbles juntos, ¿no, Akaahi?

No supo qué responder, creyó que si hubiera hablado podría haber tartamudeado. La manera en que había dicho eso había sonado un poco más profunda de lo que quizás había querido decir.

Miró a Kuroo, quien ahora sonreía más. Keiji se preguntó que podía estar pensando.

—Vaya, Bokuto. Se ve que estás muy feliz de tenerlo en tu equipo —. Aunque esas fueron las palabras del chico de Nekoma, Keiji no pudo evitar preguntarse si habría algún significado ulterior.

—¡Claro! ¿Por qué no estarlo?

Aunque parecía que el de cabello bicolor no tomaba ninguna de esas insinuaciones.

—En fin, suerte en sus demás juegos. Si nos encontramos, me encantaría bloquearte, señor estrella.

—Y a mí me encantaría que lo intentaras —contestó el otro con una sonrisa que planteaba un reto.

Kuroo se movía de una forma bastante felina, sus movimientos eran sutiles y parecían calculados. El alto chico asintió con una sonrisa ladina y le extendió la mano. Bokuto se la dio. Cuando se separaron, miró a Keiji.

—Un gusto en conocerte, ¿puedo llamarte sólo Akaashi también? No me gustan los sufijos —hizo una pausa—. ¿O es sólo un privilegio de Bokuto llamarte así?

—E-está bien —. Keiji se maldijo a sí mismo por haber tartamudeado. Esas últimas palabras lo habían tomado por sorpresa.

¿Qué clase de relación pensaba el chico de Nekoma que él tenía con Bokuto?

No llegaron a enfrentarse contra Nekoma en un partido oficial, aunque Bokuto lo llevó a ver sus juegos. No había nada extraordinario en su manera de jugar, no tenían una estrella que atravesara todos los bloqueadores del equipo contrario.

Aun así, el equipo no permitía que les hicieran puntos. Eran excelentes recibiendo y la pelota siempre se elevaba en su lado de la cancha. Sus contrincantes estaban cansados de tanto rematar, perdían la fuerza y entonces el equipo aprovechaba para lograr sus puntos.

El equipo era bueno, aunque en la prefectura solo podía haber un ganador. Nekoma fue descalificado y el equipo que lo superó fue el siguiente contrincante de Fukurodani.

El equipo fue a casa a descansar, preparados para el partido de la final. La escuela ganadora de Tokio iría a competir al torneo nacional con los ganadores de cada una de las prefecturas de las diferentes ciudades de Japón.

Keiji iba en el bus en el viaje de regreso, llevaba puestos sus audífonos para escuchar música que pudiera relajarlo un poco de la ansiedad que sentía por el partido del día siguiente. Nozomi iba dormido a la par suya.

Su móvil vibró. Le había caído un mensaje.

Bokuto Koutaro: Hey Akaashi estás emocionado por mañana?

Le causó un poco de gracia, así que le contestó.

Yo: Por supuesto. Estamos a un paso de las nacionales.

Bokuto Koutaro: Lo sé, lo sé :) es genial no?

Yo: Bokuto-san, puedes hablarme, estamos en el mismo bus.

Keiji se giró en su asiento para ver hacia atrás. Bokuto iba a la par de Sato mientras le escribía. Keiji levantó una mano para saludarlo, pero el otro lo miraba completamente serio.

Ya iba conociéndolo lo suficiente para saber que Bokuto no se ponía así muy seguido.

Yo: ¿Pasa algo?

Bokuto Koutaro: Quieres ir a las nacionales?

Yo: Por supuesto.

Bokuto Koutaro: Y si te prometo que iremos a las nacionales?

Yo: ¿Cómo estás tan seguro de eso?

Bokuto Koutaro: Porque tenemos un gran equipo ;)

Keiji sonrió.

Yo: Está bien, acepto tu promesa que iremos a las nacionales.

Bokuto Koutaro: Sí es una promesa. Ahora que yo hice una promesa puedes tú hacerme una?

Yo: Mmm… ¿es un truco?

Bokuto Koutaro: No! No es nada difícil solo tienes que prometerme que vas a responder una pregunta que te haré cuando ganemos.

Yo: ¿Qué pregunta?

Bokuto Koutaro: Akaashi! No seas malo te dije que será después que ganemos.

Yo: ¿Lo único que tengo que hacer es responder esa pregunta?

Bokuto Koutaro: Sí.

Yo: ¿Qué quieres que responda?

Bokuto Koutaro: No puedo decirte qué responder Akaashi.

Miró de nuevo hacia atrás, la mirada de Bokuto era intensa, casi intimidante. Keiji sintió su corazón acelerarse, una especie de nerviosismo arrastrarse por sus venas.

En la noche se preguntó si los demás tendrían el mismo insomnio que él.


Keiji estaba seguro que sus compañeros que estaban a la par podían escuchar su corazón palpitar. Miró como Sato le daba la mano al capitán del otro equipo que había logrado llegar a la final.

Arrojaron una moneda al aire para definir quien serviría primero.

El partido empezó.

Ganar la prefectura se sintió surreal. Keiji apenas estaba en su primer año.

¿Cómo era posible? Estaba sonriendo también, estaba gritando con el resto de su equipo.

Todos se abrazaron, se daban los cinco unos con otros. Los de tercero revolvían los cabellos de Bokuto y le daban palmadas en el hombro. Keiji sonrió al ver como lo habían despeinado, el cabello bicolor de la estrella quedó por todas las direcciones.

Keiji recibió las felicitaciones de sus compañeros de equipo. Escuchó halagos que iban dirigidos a él también. Los jugadores de la banca se acercaron, celebrando también con gritos que se sumaban a la escena que hacía el equipo ganador de Tokio.

Luego, entre la multitud vio a Bokuto, quien ya se encontraba mirándolo. Lo vio correr hacia él y caminó para encontrarlo a medio camino. La estrella iba con las manos arriba, mostrando sus palmas, así que Keiji entendió; le dio los cinco con ambas manos. El sonido no se escuchó en medio de tanta emoción, aunque sus manos ardieron por la fuerza del otro.

Se sorprendió a sí mismo de haberse decepcionado al no recibir un abrazo de Bokuto.

Recibió abrazos de otros jugadores, especialmente de segundo y tercero. Participó a pesar de todo, olvidando momentáneamente la incomodidad de todo ese contacto físico. Keiji también estaba feliz, también gritaba con el resto.

—¡Cumpliste tu promesa! —Dijo en voz alta para que Bokuto lo escuchara por encima del ruido del resto de la academia, su barra celebraba y las porristas repetían canciones una y otra vez.

—¡Nunca las rompo! —le contestó el otro fuertemente—. Es tu turno de cumplir la tuya.

—Pregúntame.

Bokuto movió los labios formando la palabra "después".

Cuando salieron del gimnasio, se subieron al bus para el camino de regreso. Keiji se sentó a la par de Nozomi, y sacó su móvil para enviar un mensaje,

Yo: ¿Ya me haces tu pregunta?

Bokuto Koutaro: Tienes que ser más paciente Akaashi!

De regreso a la escuela les tenían preparada una barbacoa. La mayor de sus mánagers había organizado un banquete para ellos. Su entrenador les dijo que era de parte de la escuela, su privada fiesta de victoria.

Keiji tenía hambre, tomó de todo lo que encontró enfrente. Su cuerpo estaba cansado después de todos esos juegos, más la final que fue de cinco sets. Se sorprendió de lo mucho que comió.

Por todos lados vio como sus compañeros devoraban los platos igual de rápido de como los llenaban.

Escuchó unos gritos a su lado. Vio que los de segundo y tercero le gritaban a Bokuto por tomar comida de otros platos cuando el suyo se había acabado.

La estrella dejó de robarle a sus compañeros cuando el entrenador lo regañó.

Keiji se sentía muy saciado. Había sido una buena comida. Al parecer todos se sentían así porque comenzaron a hablar sobre irse a casa a descansar, para prepararse con su siguiente desafío; repetían una y otra vez la misma palabra.

Nacionales.

Keiji escuchó a Bokuto pedir la llave y decir que él se encargaría de cerrar el gimnasio. El resto de jugadores asumió que se quedaría entrenando para los juegos nacionales. A pesar que faltaba una semana, ellos simplemente comentaron que el chico de cabello bicolor solo tenía "voleibol" en la mente.

Keiji les dijo a los otros de primer año que su padre lo pasaría a recoger en un rato, que podían irse sin él. No hubiera tenido nada de malo el decir que se quedaría con Bokuto entrenando o algo por el estilo, pero le pareció que se pondría nervioso al dar esa respuesta, o peor aún, tartamudearía.

El dios del voleibol no permitiera que Akaashi Keiji se sonrojara al hablar sobre quedarse a solas con Bokuto.

Se quedó un rato revisando sus cosas, contando una y otra vez que todo estuviera en orden, miró las cintas de los zapatos de voleibol que había metido en su bolso, delineó con un dedo el número de su uniforme oficial doblado; lo que fuera por hacer tiempo hasta que Bokuto estuviera listo.

Cerró su bolso cuando escuchó pasos acercarse a él.

Escuchó a Bokuto aclararse la garganta, así que miró hacia arriba. A pesar de lo mucho que notaba que lo miraba, esta vez la estrella no hacía mucho contacto visual.

—Akaashi… hemos pasado buenos ratos juntos. Me encantaría que eso siguiera así, no solo en las prefecturas.

Keiji sintió su corazón acelerarse, se levantó hasta estar a su altura, todavía el otro era más alto.

—Sí, Bokuto-san. También lo pasé muy bien.

—A-así que, vamos a las nacionales, ¿no?

—Así parece. Cumpliste tu promesa.

—Eh… sí. Lo de las promesas y eso. Pues…

—Es mi turno, ¿no? ¿Qué pregunta quieres que te responda, ahora?

—Ah, claro. Sí. Pues…

—¿Sí?

—Hey, Sato quieres que te conviertas en el armador oficial para todos nuestros partidos, incluido los nacionales.

Keiji no se sintió tan feliz de que eso fuera lo que Bokuto quería decirle.

—¿Tu pregunta es si yo acepto ser armador oficial?

—Pues… es una pregunta. Pero no era la pregunta que te quería hacer.

—Claro que quiero estar en el equipo y jugar todas las veces que pueda, y más si son partidos importantes. Bokuto-san, ¿por qué querías que me quedara hoy aquí?

—¡Genial! Le diré a Sato que aceptaste. Ahora, sí, la pregunta.

—Sí, la pregunta.

—Oye, en las preliminares, ¿qué te pareció Kuroo?

—¿Kuroo…-san?

—Sí, Kuroo. No sé, es un buen tipo, aunque siempre parece que está tramando algo. Dicen que será el capitán el próximo año, estoy seguro que Nekoma se volverá más fuerte con él al mando.

Bokuto no iba a hacer ninguna pregunta, a este paso jamás escucharía lo que quería oír. Keiji se inclinó.

—Me gustas, Bokuto-san. Por favor sal conmigo.

Pasaron unos segundos sin escuchar respuesta, sintió un poco de temor de levantar la cabeza.

Se cansó del silencio y levantó la mirada.

La expresión de Bokuto era un mar de emociones, ni siquiera podía identificar cuáles. Tenía los ojos muy abiertos y su boca en una mueca de susto.

—¿Bokuto-san?

—¡P-p-pero eso era lo que yo iba a preguntarte!

Miró al otro sonrojarse.

—Me estaba cansando de esperar —admitió sintiendo calor en su rostro.

—¿Sabías que iba a preguntarlo?

—No, pero quise hacerlo primero en caso que no lo fuera. No me gusta ilusionarme, y menos darme falsas esperanzas.

Si Bokuto no lo hubiera preguntado nunca, Keiji habría sentido una especie de molestia en el fondo de su mente que no lo hubiera dejado en paz.

Quizás habría estado triste, era otra forma de decirlo.

—Estaba tan preocupado que dirías que no. Era lo que más pensaba. No sabía que a Akaashi le gustaran los chicos. No puedo creer que yo le gusté a Akaashi y que él me invitó a salir. Debo estar soñando.

Keiji no sabía si estaba hablando con él o consigo mismo.

—Aún no me respondes, Bokuto-san.

—¡Diablos, si! ¡Por supuesto que sí! Eres el chico más lindo que he visto en mi vida, ni siquiera las chicas más bonitas se te comparan.

Sintió el calor en sus mejillas acentuarse ante esa extraña forma de halagar.

—Me alegro, entonces —admitió, teniendo cuidado de no tartamudear.

—¡Akaashi es mi novio!

—N-no tienes que decirlo tan alto.

Y ahí se arruinó todo su esfuerzo por hablar con calma.

—¿Por qué no? Mañana todos lo sabrán.

—Es vergonzoso.

Se sentía realmente nervioso de haberse confesado, era la primera vez que lo hacía. No podía mirar a Bokuto a la cara, su rostro le ardía en ese momento. Cada vez que intentaba hablar tartamudeaba como si fuera un bebé aprendiendo las palabras. No sabía cómo proceder a partir de ahí.

Aunque estaba feliz.

Cuando logró mirar al otro a los ojos se dio cuenta que lo estaba viendo fijamente.

—¿Pasa algo?

—Eres muy lindo cuando sonríes.

—Bokuto-san…

Keiji miró hacia otro lado.

—No, no. Akaashi, no. Déjame verte —le pidió.

—No digas cosas así.

—Akaashi, voy a hacer que sonrías siempre.

Keiji cerró los ojos con fuerza.

—Tampoco digas cosas como esas.

Mantuvo los ojos cerrados mientras intentaba regular su respiración. Estaba seguro que Bokuto podía escuchar el fuerte golpe de su corazón contra su pecho.


Los comentarios son bienvenidos y me alegrarán el día como no tienen idea.

Gracias por leer~