Los tratos con los demonios a veces salen bien.

Destiel. Cas es un chico con una pequeña habilidad, lo que le ha llevado a ser un poco solitario. Ha pasado los últimos años con discusiones familiares, y por ello también ha cambiado bastante su aspecto y su forma de pensar. ¿Qué pasará cuando, en un momento de debilidad en un bar nocturno, un demonio rubio se le aparezca para hacerle un trato y concederle cualquier cosa que desee?

CAPÍTULO 1: Un trato no es tan difícil de hacer.

Era una tarde normal, o por lo menos lo era para todo el mundo excepto para Castiel. Él había discutido con su familia. Tal vez era algo a lo que ya había empezado a acostumbrarse, pero la verdad era que aquella vez la discusión había alcanzado un límite que el moreno no aguantaba, y había acabado diciendo que se largaba de casa. Ahora la cuestión era dónde iba a dormir, aunque realmente, por el camino que iba, le acabaría dando igual, pues ya llevaba tres cervezas y no llevaba idea de parar.

El pobre había tenido una tarde dura, y se había estado planteando la idea de ligarse a alguien por la simple razón de que por lo menos tendría una cama en la que dormir. Pero a él le costaba mucho hacer esas cosas.

Años atrás había descubierto que tenía un don, como algunos de sus hermanos, lo que le había llevado a encerrarse en sí mismo, y por esa razón no se le daba bien hablar con los demás, había perdido práctica.

El de los ojos azules sabía que era atractivo, y que en un momento dado no le haría falta decir nada más que unas simples palabras para ligar, ya que alguna vez lo había hecho. Pero eso no quería decir que hubiera tenido pareja o que le resultara menos complicado.

-Ey, chico guapo, pareces preocupado por algo.-

Al escuchar la voz el moreno se giró, viendo a su lado a un hombre probablemente de su edad, o al menos el recipiente del demonio que lo poseía lo era. Era rubio, de ojos verdes, pecoso y con unos labios que incitaban a besarlos hasta no sentir los suyos propios.

-No me interesa hablar.-Dijo con algo de sequedad el moreno, pues no le hizo falta mirarlo por más de dos segundos para darse cuenta de lo que realmente era el otro.

-Pues déjame invitarte a una cerveza y escucha, no tienes que decir nada si no quieres.-El rubio sonrió de lado, de una forma en la que nadie se podría resistir.

-Está bien.-Contestó sin más interés que el de recibir una cerveza gratis.

Sabía lo que vendría ahora. El demonio le echaría la charla de "puedo conseguir que tus deseos se cumplan" y le intentaría comer la cabeza, luego, si aun así no aceptaba, le mostraría lo que de verdad es para que le creyera y seguiría comiéndole la cabeza. Eso era lo que los demonios solían hacer.

-Puedo hacer realidad uno de tus deseos.-Comenzó a hablar el rubio cuando llegó la cerveza.-Tan solo tendrías que pedirlo, darme un buen beso y no te molestaría más.-

El moreno fingió un poco de sorpresa al mirar al demonio. Pensándolo bien, ya no tenía nada que perder, y sabía que al Cielo no iría por todo lo que había hecho a lo largo de sus veinticinco años.

-No creo que quieras solo un beso por hacerme un favor tan grande.-Comentó comenzando a beberse la nueva botella.

El de los ojos verdes se rió levemente.-Eres listo, me gusta.-Dijo.-No, no es solo un beso lo que quiero.-Sonrió de lado una vez más y miró a los ojos del humano.-A cambio de cumplir tu deseo lo que quiero es tu alma.-

-¿Mi alma?-Dijo el moreno frunciendo el ceño.

-Exacto.-Afirmó.-Dentro de diez años vendré con mis mascotas a por ella, es un buen trato, ¿no crees?-

-Y venir a por ella significa que moriré, ¿verdad?-Preguntó el de los ojos azules sin cambiar su gesto.

-Eres realmente listo.-El moreno no supo si el tono del demonio era de asombro o de burla, así que llegó a la conclusión de que tal vez debería dejar de beber de una vez.

-En resumen: Pido un deseo, me lo concedes, vivo como un rey durante diez años y vienes a por mi alma.-Miró al pecoso fijamente.-¿Dónde acabará mi alma?-Preguntó.-Es decir, ¿para qué la quieres?-

El de los ojos verdes se volvió a reír.-Preguntas mucho para ir casi borracho.-Comentó como si fuera un dato divertido.-Tu alma acabará en el Infierno.-Habló con sinceridad.-Cuantas más almas tengamos más poderoso seremos los demonios.-

Entonces, el moreno volvió a fruncir el ceño.-¿Diez años viviendo como un rey para luego pasar una eternidad en el Infierno?-Hizo otra pregunta.-No compensa, lo siento, por menos de quince años no vendo mi alma a un... ¿demonio?-

Esta vez fue el rubio el que pareció sorprendido, pero luego volvió a convertir su gesto en uno de diversión y superioridad.-Me gusta como regateas.-Casi fue un murmullo, pero el humano lo pudo oír.-Solo por eso voy a aceptar esos quince años.-Se relamió los labios, como si estuviera a punto de cazar a su presa más valiosa.-Por cierto, no soy un demonio cualquiera, soy un Caballero del Infierno.-Añadió.-Bien, ¿qué es lo que quieres? ¿Cuál es tu deseo?-

El de los ojos azules no se asustó por el nuevo dato, sabía que los Caballeros existían, o mejor dicho, que todavía había uno rondando por el mundo, pero nunca se había cruzado con él hasta ahora.

-Quiero que un Caballero del Infierno, rubio, pecoso y de ojos verdes obedezca mis órdenes para siempre.-

Antes de que el otro pudiera reaccionar, el humano cogió del mentón al otro y le besó casi con hambre para cerrar el trato tal y como estaba, pero para su desgracia, no salió del todo bien.

-Eres muy atrevido.-Dijo el pecoso separándose de él.-Pero es una lástima que para hacer un trato conmigo tengas que hacer algo más que besarme.-Se alzó de hombros.-Soy un demonio de muy alto rango, ¿lo sabías?-

-¿Entonces para qué me has dicho lo del beso?-Se quejó el moreno.

-Porque sabía que de todas formas acabaríamos follando.-Sonrió de lado.-Tienes pinta de querer desahogarte, pequeño, y eres muy atractivo, así que no me habría importado echarte un cable.-

El de los ojos azules suspiró.-¿Entonces qué?-Preguntó.-¿Me matarás?-

El Caballero se rió.-Por suerte para ti, ahora te tengo más ganas que antes, y la verdad, eres lo suficientemente listo como para saber que si me ordenas algo que no quiero cumplir, cuando tenga oportunidad en el Infierno, te torturaré de la forma más dolorosa que se me ocurra.-El rubio se relamió los labios levantándose del taburete.-Así que vayamos a cerrar el trato ahora mismo a mi casa.-

-¿Entonces vas a aceptar las condiciones que he puesto?-El humano estaba asombrado.

-Siempre y cuando me dejes libertad para hacer mis cosas.-Aceptó el de ojos verdes.

-Bien.-Zanjó el tema el moreno.

-Bien.-El rubio sonrió de lado, salió del local, y una vez el otro hizo lo mismo, se esfumaron de allí.