-¿Donde vas?- exigió mi esposo con su vena saltando en el cuello.

-Ya sabes a donde - respondí sin sobresaltarme mientras me colocaba un suéter gris, y con calma fui cerrando uno por uno los seis botones de este.

-¿Lo vas a ver?- su voz era de exigencia pero eso no me asustaba ni me preocupaba.

-Si ya lo sabes para que preguntas- aun faltaban dos botones cuando me dio un tirón en el brazo para que lo viera, sin inmutarme me solté de él de la misma forma que me tomo.

-Eres una descarada, ya ni te importa ocultarlo- me miraba amenazador.

-¿Y para que si ya sabes la verdad?- termine de acomodar mi ropa y tome el gorro de lana que estaba en la silla junto con la bufanda y los guantes.

-Afuera esta a dos grados y a ti no te importa congelarse por tal de ir a coger con él- dijo matizando su voz entre preocupación e insulto, ya no me importaba lo qué él creyera o dejara de creer.

-Es mas fácil que me congele si me quedo aquí contigo que con él- me puse el gorro tapando mis orejas muy bien, era verdad afuera hacia un frió del demonio.

-No dejare que te lleves el auto- tomo las llaves de la mesa de entrada y las metió en la bolsa de su pantalón.

-No te preocupes se usar las unidades de trasporte publico, además existen los taxis- le dije mientras me veía al espejo provocándolo con mi pasividad mientras me acomodaba la bufanda.

-No saldrás de aquí- se coloco frente a la puerta de entrada, según él eso me detendría.

-Dudo eso- dije tomando mi abrigo y colocándomelo.

-No te daré dinero y si sales no te dejare entrar.

-No necesito de tu dinero, sabes que si no me he ido de aquí es porque la mitad de todo esto es mió y no permitiré que me quites lo qué me ha costado tanto trabajo, y si no me dejas entrar no hay problema tengo una cama caliente que me dará cobijo.

-No puedo vivir sin ti, si te vas no se que puedo hacer, puedo cometer alguna locura y eso quedara en tu conciencia.

-Solo ten cuidado de no manchar la alfombra porque es traída de la india- dije sin importancia- y si te tiras del segundo piso por favor, por favor- dije con cara de suplica- avísame para darte el empujoncito final así no te arrepientes antes.

Ya lista para salir metí mi celular a la bolsa de mis Jeans y luego un poco de dinero.

-Quítate- le dije firme.

-Tu madre se enterara de esto- me amenazo.

-Mi madre te agradecería que la llamaras, pero no te preocupes que ya sabe todo, solo espera qué le hables para decirle que ya firmaste el divorcio.

-Eres una puta- escupió.

-¿Y tu que serias? ¿Un hombre por haberte acostado con media oficina en mis narices? Yo no me metí con cualquiera, sino con el hombre que me ama desde siempre y no desde que vio que podía hacerse publicidad al estar conmigo- lo tomé del hombro y lo empujé a un lado- quítate- no se que vio en mis ojos pero me hizo caso al instante.

-Hermione- llamó más con angustia que otra cosa- eres mi esposa- creo que estaba a punto de llorar por el tono de su voz, me giré luego de haber dado unos pasos fuera de casa.

-Porque así lo dice un papel, pero deje de ser tuya desde hace mucho, ahora llevo el nombre de Harry por todo el cuerpo y hasta donde tu nunca has llegado- vi abrir sus ojos inmensamente- en mi corazón, nunca llegaste ahí Ron, nunca llegaste mas haya de mi cuerpo y creo que ni eso te perteneció nunca.

Me di la vuelta y camine hasta la calle en espera de un taxi, no había nada que me atara a esa casa más que lo material y no es qué me importara más que el amor, pero él y yo habíamos decidido que esta vez no dejaríamos que nadie más se llevara lo qué nos pertenecía, no más. Nadie iba a jugar con lo nuestro nuevamente, no luego de haber jugado con nuestro amor y habernos separado tanto tiempo atrás con artimañas y mentiras. No éramos más unos niños, no dejaríamos que alguien escribiera nuestra vida a su antojo.