Estática. Ruido blanco. Invadiendo su cerebro, entorpeciendo su mente de tal forma que la conversación que tenía lugar a su lado carecía de sentido, reducida a meros sonidos que llenaban el ambiente sin significado alguno. Algo fue puesto justo delante de sus ojos pero su cerebro fue incapaz de interpretar la información que le transmitían. Sin embargo, sí pudo reconocer su propia incapacidad y una sensación de angustia y desamparo se apoderó de él.
Estaban sucediendo cosas a su alrededor. Importantes. Vitales. Y lo único que era capaz de procesar su cerebro era su indefensión, su incapacidad absoluta y su total ignorancia. Su percepción del espacio y del tiempo era defectuosa. Podía estar de pie o cabeza abajo, podían estar pasando horas o segundos. No lo sabía aunque comprendía que debería saberlo. Incluso su percepción de sí mismo comenzaba a verse comprometida. No sabía quién era. Dudaba incluso acerca de si, simplemente, era.
Entonces, la estática disminuyó, de forma tan brusca que las náuseas retorcieron su estómago y hubiera vomitado de no haber tenido el estómago vacío.
Las palabras comenzaron a tener sentido. Una voz, femenina, que repetía:
-Levántate.
Una y otra vez. ¿Estaba sentado? ¿Tumbado? La estática disminuyó un poco más y, como un torrente imparable, la lucidez regresó a su mente. No poco a poco, sino en bloque, aunque todavía limitada.
Mi nombre es Squall Leonhart, SeeD número 41269, y vuelvo a ser un prisionero.
-Levántate.
La orden, ahora que había recuperado hasta cierto punto sus habilidades mentales y motoras, iba acompañada de una fuerza compulsiva externa, que inmediatamente puso en relación con el dolor punzante que sentía en su sien. Un inhibidor. Le habían implantado un inhibidor externo. Podía sentir la energía mako recorriendo las agujas que atravesaban su cráneo y se hundían en su cerebro, compeliéndole a obedecer.
Se puso lentamente en pie, asegurándose primero de que sus piernas sostenían su peso adecuadamente. Había estado sentado en una camilla, comprobó. Ante él aguardaba una joven vestida con una bata blanca y un rostro extremadamente familiar. Sus ojos oscuros le estudiaban con preocupación, y Squall recordó esos mismos ojos llenos de lágrimas en un pasado no muy lejano mientras la joven, (Rinoa, la compasiva y apasionada Rinoa Heartilly) se permitía la familiaridad de acariciar su rostro.
Pudo oír unos pasos a su izquierda y sintió una presencia cerca. Instintivamente, su mente se extendió para identificar a la otra persona en la habitación antes de que sus ojos le facilitaran la información y, de forma inmediata, el inhibidor se activó y una descarga recorrió su cerebro. El dolor le hizo cerrar los ojos y soltó un gruñido. Permaneció quieto mientras se recuperaba de la sensación de malestar y tomó rápida nota de que el inhibidor estaba regulado en uno de sus niveles más altos.
-Supongo que ese pico de actividad justo ahora confirma mi argumentación, doctora Heartilly.
-Con el debido respeto, general, pero no confirma nada. Ha sido una reacción instintiva. Su mente tiene sentidos, que estaba tratando de utilizar, al igual que nosotros utilizamos nuestra vista o nuestro oído de modo natural, sin apenas intencionalidad. Su actividad cerebral sigue siendo baja. El inhibidor hace su trabajo. Ahora bien –el tono de la joven ganó en intensidad- Si lo que quiere es disponer de un SeeD plenamente operativo, debe rebajar la intensidad. A esta escala, Leon solo podrá comprender órdenes sencillas, de una o dos palabras.
-¿Cómo un perro? –la voz del general sonó divertida.
Rinoa apretó los labios en una línea de desaprobación. Squall, que mantenía sus ojos clavados en ella, agradeció internamente su muestra de empatía.
-Un SeeD es un ser humano controlado por medios artificiales para mantener las cualidades que le hacen superior a nosotros bajo control. En una escala evolutiva, los perros somos nosotros, general.
-Guarde su relativismo para quien lo pueda apreciar, doctora Heartilly. Los SeeDs son armas, y éste en particular es un arma extremadamente peligrosa.
-El inhibidor externo es incluso más efectivo que el interno. No le amenazará de ninguna manera mientras esté conectado. Puede reducir la intensidad sin temor, y su "arma" estará disponible para trabajar para usted más eficientemente que en su estado actual.
-Leon se ha deshecho de un inhibidor en el pasado –apuntó el general.
-No por sí mismo. –le recordó Rinoa.
-Mh –el general asintió y una mueca afeó su rostro- Gracias por recordármelo, doctora. Devuélvale su mente, pues, lo suficiente para que comprenda sus instrucciones y para que entienda que no tiene posibilidad de desobedecerlas. Veamos si podemos hacer aparecer en sus ojos un poco de desesperación.
Sin disimular su disgusto ante sus palabras, la doctora manipuló los controles en su terminal de muñeca, antes de ceder el aparato al general. Squall, nuevamente dueño de su mente, torció la cabeza para encontrarse con la mirada divertida del general Sefiroth y hubo de hacer un esfuerzo casi físico para mantener una expresión neutral en su rostro. Si Sefiroth quería ver desesperación en su mirada, eso era lo último que le obsequiaría. Al menos eso seguía estando en su mano.
-General –realizó el saludo reglamentario y aguardó, maldiciendo internamente su mala suerte.
De los únicos tres generales que quedaban, le había tocado el psicópata en suerte. No recordaba claramente los eventos que habían terminado con él nuevamente en manos de la estructura militar que daba soporte a las Brigadas Libres, pero sí sabía que Cloud podía estar muerto. Había resultado herido de gravedad, aunque los detalles escapaban de su mente como escurridizas criaturas que se burlaran de sus intentos por atraparlas. Le dolía tanto la cabeza que casi deseó que el embotamiento regresara.
-Leon –el general sonrió ampliamente- Prepárate para recibir tus instrucciones.
Una sensación de aprensión ante la expresión de relamida satisfacción del general creció en su interior pero Leon se forzó a mantener el rostro impasible.
El general alzó una pequeña pantalla de 7 pulgadas para que pudiera ver los datos: Capitán Cloud Strife, Brigada Libre número… No continuó leyendo. Un nudo se había instalado en su garganta al ver la foto que ilustraba el conjunto de datos.
-Localizar y destruir al traidor Cloud Strife.
Y, a pesar de su situación y de la orden recibida, Leon sintió una exultante sensación de calidez y alivio.
Cloud estaba vivo.
