Prólogo - VIDES

Por más empeño que ponía no podía recordar cuando su vida se había vuelto tan aburrida. No podía identificar cual había sido el hecho detonante que le hizo hacer un clic y que todo cambiara.

Tres años después de la guerra y todo lo que ello conllevaba entre juicios y otras yerbas se habían sucedido y ahí estaba ella, reprendiéndose por el deseo de volver a sentir la aventura y adrenalina que la acompañaron en su adolescencia.

Cualquiera que la conociera, podía asegurar que Hermione Granger había forjado una vida perfecta, sin que nada le faltase: Heroína de guerra, recibida con honores y las mejores calificaciones de Hogwarts, con un puesto excelente en el Ministerio de Magia a pesar de su corta edad, en pareja con Ronald Weasley –quién después de la guerra se había vuelto uno de los jóvenes más codiciados de Londres- y mejor amiga del muchacho más importante del Mundo Mágico, menciones y menciones que señalaban una cantidad enorme de puertas abiertas de par en par para ella, como en varias ocasiones aseguraban El Profeta y otros medios de comunicación.

Pero ella se sentía vacía, cansada de su estilo de vida. Una vida que pasaba frente a sus ojos sin ningún tipo de estimulante.

Claro, ninguno de los que profetizaban sobre sus asuntos tenía en cuenta cuanto debió quemarse las pestañeas en Hogwarts para alcanzar su promedio y no dejarse llevar por la depresión que la envolvía por la ausencia de Harry y Ron, quienes habían optado no terminar sus estudios e ingresar a la Academia de Aurores.

Ninguno de esos sabía lo que era remar contra corriente cada día que pasaba en su trabajo, ni lo agotador de tener que gritar para ser escuchada, de sentirse subestimada y hasta pisoteada. En Hogwarts luchaba cada día por auto superarse, ahora le tocaba luchar para demostrarle a esa panda de cerdos machistas que a pesar de ser mujer sus ideas y propuestas no eran asuntos sin sentido, que el puesto no había sido un regalo en recompensa por su colaboración en la guerra. No es que a ella le gustara destacar, ser el centro de atención o que se deshicieran en halagos hacia su persona, sabía lo que Harry había padecido esa presión, pero a veces le gustaría que le dieran un poco de reconocimiento. Sin querer pecar de poco humilde, sabía que su colaboración había sido clave en la destrucción de Voldemort, y que no había sido sólo –como muchos mencionaban- la fiel amiga que le hizo compañía a Potter para que no se sintiese solo en su año de exilio.

Y no, mucho menos estaban enterados del desastre de vida personal que llevaba. Las cosas con Ronald parecían ir hacia atrás. Lo que diariamente le hacía preguntarse si todo no había sido un error, una confusión entre amor y cariño fraternal, el capricho de una adolescente…

Cada uno de sus encuentros era una sucesión de minutos en silencio luego de que en pocas palabras se contaran como les había ido en ese día. Ya había perdido la cuenta de cuanto hacía que no tenían relaciones sexuales o se tocaban con algo de deseo, la última vez que Ron imprimió un poco más de pasión en un beso se había encontrado a ella misma excusándose con un dolor de cabeza y demasiado cansancio.

Y a Harry prácticamente no lo veía, debido a lo ajetreado que lo tenían sus obligaciones como jefe de un escuadrón de Aurores. Más que por necesidad, por formalismo y rutina, a pedido de él, se llamaban todos los días por teléfono "para no perder contacto".

Quizá el problema radicaba en la calma en la que se había sumido luego de haberse acostumbrado a vivir en una montaña rusa de emociones. Había leído de gente que se volvía adicta a la adrenalina, pero nunca se había planteado encajar en un canon de ese tipo… ¿sería posible?

No recordaba cuando su vida se había ido al mismísimo infierno. Pero estaba firme en hacerse recordar de ahí en adelante que ese día había dicho basta y decidido cambiar su historia otra vez.

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Ya había perdido la cuenta de la cantidad de cafés que había ingerido en lo que iba de la tarde. Era el pequeño placer que había encontrado entre los muggles: aquella humilde cafetería y el vicio que había adquirido en ella, junto con la costumbre de fumarse un cigarrillo cuando salía de allí.

Llevaba menos de un año en París cuando la descubrió.

Luego de la guerra y de haber salido completamente libre de culpa y cargo, extrañamente indignado con la resolución, había optado por auto sentenciarse exiliándose y enviándose a vivir entre los muggles.

Claro que se había dado la pequeña tregua de elegir donde vivir, y la ciudad afortunada fue París, sitio del que Draco estaba platónicamente enamorado desde pequeño, cuando su madre le contaba y describía lugares como Concorde, el jardín des Tuileries, el Musée Louvre o el Pont das Arts, los cuales desde el primer momento que puso pie en Francia se volvieron puntos fijos de paso en su rutina diaria. Solía pasear por allí absolutamente cada atardecer, hubiera Sol o una lluvia que te estaqueara los huesos –lo que pasaba con mayor frecuencia-.

Particularmente, el Pont das Arts lo llamaba como un imán. Había creado una especie de fascinación por él, pero por alguna extraña razón nunca lo cruzaba, siempre caminaba hacia la mitad y allí se quedaba, disfrutando de la vista y del Sena correr bajo él.

Hasta que un día, quizá inconscientemente, quizá por decisión, llegó al otro lado del puente y tras dar la vuelta al Institut de France se topó con el pequeño café llamado "Histoire d'un rêve".

Esa tarde hacía frío, las manos le quemaban y un denso vapor salía de su boca en cada respiración. No tuvo mucho que pensar cuando al dirigir la vista al local, el enorme ventanal le dejaba ver en su interior a varios muggles disfrutando del calor que les proporcionaban las humeantes tazas que sostenían en sus manos. Al ingresar tampoco le costó hacerse a la escucha de algunos pedidos que hacían y así poder encargar el suyo.

Desde aquél día hasta hoy, dos años después, no dejó de frecuentarlo ni un solo día. Aunque con el tiempo se atrevió a probar distintas variedades, había tomado preferencia con el primero que probó: café avec cognac.

Josiane, la dueña del local, una señora que desde el primer momento en que la vio le recordó a la madre de las comadrejas, lo esperaba siempre puntual a las 7:10PM, con su taza caliente lista y unas galletas que él nunca tomaba, pero que de igual manera siempre le eran ofrecidas.

Había sido ella, quien husmeando, había visto una de las tantas historias que había escrito en sus horas de tiempo libre –muchas de ellas sentado en un banco del puente- y después de animarlo a enfocarse más en la escritura le había conseguido empleo en una humilde revista de arte.

Si bien Draco no necesitaba un trabajo, ya que podía seguir, como hasta entonces, viviendo a costa de la gran fortuna de su familia, le había seducido la idea de hacer algo productivo y sobre todo si se trataba de algo que le gustaba.

No sabía la razón, pero París le había regalado el pequeño don que se proyectaba vía papel y pluma. Nunca había tenido la escritura siquiera como hobbie, y ahora se encontraba escribiendo con suma facilidad historias que nunca se hubiera creído capaz. Y trabajando de ello.

Sin embargo, él se sentía vacío, París, el Point das Arts, Histoire d'un rêve, su apartamento en la Place de la Concorde, le hacían sentir bien en su propio castigo… pero nunca completo.

Mientras miraba por la ventana del café pensaba en ello, se repetía que no debía pensar como si estuviera de vacaciones, que lo que lo hacía sentir vacío era la culpa por no estar cumpliendo su condena como era correspondiente. Y si ese hoyo sería lo que le recordara que él nunca iba a ser feliz porque no se lo merecía, estaba bien, lo aceptaba.

Él era Draco Malfoy, no el personaje de una historia con desenlace feliz.


N/A: Buenas, buenas!

Varias se preguntarán que hago aquí, y hasta me estarán insultando por atreverme a empezar una historia nueva mientras me tardo con Dancing in the Dark. Las que escriben entenderán, y las que no espero les baste mi explicación, a veces la inspiración toma sus propios rumbos presentándo nuevas ideas que sería un pecado dejar escapar.

No hubo ningún detonante más que algunas canciones en Francés y una letra que me tocó lo suficiente para que empezara con esta historia, que como algunas saben, iba a empezar como OS y como se me extendió un poco, propuse por medio de mi página en Facebook convertirlo en mini fic, y han tomado esa opción, así que aquí estamos! jajaja

Como dije, será un mini fic, así que no se entusiasmen mucho. No diré desde ahora cuántos capítulos serán porque me falta terminarlo y conozco la forma en que aveces suelo explayarme :P

Este primer capítulo no es más que un prólogo, una presentación de la situación de los personajes. El siguiente será un poco más largo e interesante.

Aviso 1: Al ser un mini fic los hechos se sucederán bastante más de prisa, o al menos serán narrados de esa manera.

Aviso 2: Puede que este Draco sea un tanto OoC, pero, al menos en mi cabeza, tiene sentido en lo que respecta a la historia. Si no te gusta el romanticismo, este no es el fic adecuado para ti.

Aviso 3: Puede que en algún momento haya lemmon. Todavía lo estoy evaluando. Pero por las dudas ya va con categoría M desde el principio.

Juro intentar contenerme con las N/A tan largas de ahora en adelante. pero había cosas que quería explicar.

Ah! los nombres de los capítulos estarán en Francés. Para las que no entienden el idioma, este esta titulado: Vacíos.

Gracias a las que llegaron hasta acá, y espero contar con su compañía en esta historia!

Ilwen