Advertencias: Itachi/OC... kinda, sorta xs. Tragedia, angst, vaya; que esto no va a ser algo bonito. Gore en futuros capítulos, así como otros "temas maduros".

Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, no a mí. Sólo poseo la historia y los OCs.


PUMPED UP KICKS


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Prefacio

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Tenían que correr o sería muy tarde.

—¿Lo sientes cerca, Kentaro? —la voz femenina de una de sus compañeras resonó en el bosque, debajo de la máscara Kentaro negó, sintiendo que sus entrañas se retorcían un poco más de sólo reconocerlo—. ¿Dónde están?

—A kilómetros y siguen moviéndose —informó, mientras sus pies se movían por las ramas y sus palmas seguían en la posición, con el brillo azuloso del chakra emanando de ellas—. Están yendo hacia una de las aldeas, tienen sus niveles de chakra al mínimo, es casi como si no estuvieran ahí.

No era algo sorprendente, aún si eran pocos los ninjas que lograban esconderse de un rastreador de nivel jōnin, pero no dejaba de resultar frustrante el cómo parecían estarlos buscando sin resultado alguno.

El cuerpo del Sandaime ni siquiera estaba frío cuando los problemas volvieron a empezar. La señal de dos ninjas renegados que entraron a los límites de la aldea habían puesto a todos los jōnin activos en estado de alerta, y hasta hace poco menos de dos horas se encontraban rastreándoles. Kentaro, el principal rastreador, empezaba a frustrarse con el hecho de que aún con su perfecto récord de misiones exitosas no era capaz de encontrar a dos ninjas tan poderosos.

—Recuerda quienes son, Kentaro —aquella voz femenina le volvió a recordar, también por debajo de una máscara—. Estos no son unos pobres ladrones que se robaron unas pocas joyas.

Kentaro lo sabía y era eso a su vez lo que más le frustraba. Si lograba aprehender a personas como Hoshigaki Kisame y todavía más, a alguien como Uchiha Itachi el reconocimiento de su escuadrón se elevaría por los cielos. No sólo eso, una hazaña de ese calibre significaría la mejor ofrenda que podía darle al Hokage, el traer a la justicia aquel que asesinó a su clan.

Se detuvieron sobre la copa de un árbol, con una de sus compañeras subiendo hasta la cima para poder tener una mejor vista del perímetro mientras él y su otra colega descansaban.

—¿Cómo estás? —preguntó ella, mientras se apoyaba de manera sutil sobre la corteza para respirar. Los pulmones empezaban a arderle, y si los encontraba la posible pelea le costaría.

Lo más sensato sería el llamar refuerzos, pero eso significaría regalarle su esfuerzo a alguien más, alguien que no estaba arriesgando el pellejo como ellos. No, Kentaro negó con la cabeza mientras se enderezaba sobre la rama del roble.

—Sólo es el gasto de chakra, Kanon, es todo —se esforzó en darle una sonrisa a su compañera, una que ella le devolvió—. ¿Qué tal tú y Nozomi?

—Yo estoy bien, y Nozomi, bueno, ya sabes cómo es ella —señaló con su mirada la copa del pino, donde sí se esforzaba podría ver la suela de los zapatos de su compañera—. Quizás deberíamos volver a la Aldea...

—¿Y dejar que escapen? —bufó, sintiendo que cualquier cansancio era ofuscado por el disgusto, sin notar que Kanon se cruzaba de brazos para mirarle incrédula—. Son criminales, Kanon. Uno de ellos traicionó a nuestra Aldea y casi mató a nuestros mejores shinobis, ¿y piensas dejarlos ir?

—Sé lo que han hecho, pero no creo que sea lo más sensato enfrentarlos en este momento —Kentaro se volteó pero aun así Kanon lo siguió—. Estamos cansados.

—Ellos también lo estarán —rebatió de inmediato, casi sintiendo el impulso de sonreír como si tuviera (que la tenía) la razón.

Kanon, obviamente, rodó los ojos antes de tomarlo del brazo.

—Kentaro, por favor, tengo un mal presentimiento sobre todo esto —casi le suplicó, pero Kentaro no iría a negociar sobre aquello. Ese día capturarían a Uchiha Itachi o dejaría de llamarse Tachibana Kentaro.

El sonido de las hojas y ramas moviéndose los alertó, subiendo la mirada para ver que era nada más y nada menos que su ya mencionada compañera. Nozomi suspiraba con lo que parecía decepción, y tanto Kentaro como Kanon temieron lo peor.

—No vi nada en kilómetros a la redonda —explicó, cruzándose de brazos con una especie de puchero antes de apoyarse en el tronco—. ¿Cómo alguien puede ser tan rápido?

—¿Cómo alguien exterminó a todo su clan? —la voz agria de Kentaro le costó un codazo de Kanon, quién tan solamente lo miró con desgano—. No es como si dejara una mentira, Kanon.

—Y no es como si debieras decirlo de cualquier manera —explicó. Kentaro debía admitir que se encontraba un tanto avergonzado sobre lo que acababa de decir, pero no pensaba retractarse, su orgullo ya estaba al borde de ser mancillado totalmente.

Kanon abrió la boca para decir algo, seguramente intentar hacerle ver que lo mejor sería volver a la Aldea, pero Nozomi habló primero y Kentaro supuso que sería para evitar algún problema. Eso apreciaba de Nozomi, que siempre se ponía de su lado en las disputas internas.

—Debemos descansar un poco si pensamos atraparlos —Nozomi puso una mano sobre los hombros de ambos, dándoles una sonrisa que si bien no confortó a Kentaro al menos logró relajarlo—. O sino tendríamos problemas.

—Si descansamos demasiado tiempo se irán —sin embargo Kentaro no dejaría que eso le amedrentase. Sin escuchar a más razones, juntó sus palmas en un sello, concentrándose para poder volver a su búsqueda de chakra.

Aún con el breve descanso, pocos fueron los frutos que obtuvo. Si antes le había sido difícil dar con ellos, ahora pareciera como si hubiesen desaparecido. ¿Es que acaso no tenían ni un poco de suerte?

Detrás de él escuchó el bufido de Kanon, totalmente descontenta y que empezó a decir el cómo seguramente le resultaba un disparate. Nozomi no habló, pero podía oír como su respiración se paraba totalmente por unos segundos, seguramente expectante de que encontrara algo— nada.

No lo entendía, enserio que no. Seguro, su rastro era tan débil como huellas en la arena pero habían logrado encontrar algo. Ahora, era como si no existieran.

—¿Has encontrado algo? —negó ante la voz de Nozomi, pudiendo oír como esta echaba la cabeza hacia atrás que el gorro que llevaba puesto casi se le caía de la cabeza—. Kentaro... Tengo un mal presentimiento sobre esto.

—Oh, ¿ahora es que se dan cuenta? —la voz de Kanon fue la perfecta mezcla entre el regalo y el sarcasmo, pero aun así Kentaro no se giró hacia ella. Había algo raro en todo eso, algo que no estaba bien...—. Quieren enfrentarse a ninjas renegados de alto rango... Por favor, sólo volvamos a la Aldea.

Chasqueó la lengua, ya no por las súplicas de Kanon sino porque incluso aunque no sentía algo, sabía que podía encontrarlo. Sabía que algo se encontraba escondido pero no sabía que, ¿cómo buscar aquello que ni idea tenías de él?

Fue entonces cuando lo oyeron.

El sonido de la rama crujiendo silenció todos sus movimientos, enviando sus corazones a nombrar tanta sangre y a latir tan fuerte que temió explotar. Lo oyeron una y otra vez, mientras sus ojos recorrían las ramas de los árboles, buscando entre las hojas al causante de esto sin poder encontrar nada.

Kentaro notó la mirada asustada de Kanon cuando esta buscó por el dueño de esas pisadas, por primera vez empezando a plantearse si él haber salido de la Aldea para buscarlos había sido buena idea.

—Lo que sea que pase, tengan la espalda del otro —ordenó a su compañera y estas asintieron de inmediato, llevando tan sutilmente sus manos a los bolsillos en sus piernas como una serpiente mordiendo a su presa—. Todo saldrá bien.

—De no ser así, ruega que Itachi Uchiha te mate —quizás se hubiera reído en otros tiempos de aquella frase, pero en esos momentos sus nervios estaban tan al tope que empezaba a dudar si aquello siquiera era una broma.

Pronto, el sonido paró. Como si nada hubiese pasado, las hojas dejaron de sacudirse y las ramas dejaron de crujir, todo en silencio. Y más que tranquilizarlos, sólo los puso bajo alerta.

Los tres tomaron un kunai, preparando su chakra en caso de que algo ocurriera. Podía sentir el elevamiento en energía de Kanon, y oír el leve tintineo que hizo Nozomi al sacar su arma.

—Estén alerta, no podemos fiarnos con esos dos —avisó Nozomi, todavía observando entre el follaje del bosque en búsqueda de algo.

No vino de golpe, no había caído del cielo o llegado por su espalda como lo haría la mayoría de los ninjas con los que debían tratar. Pero ciertamente, el darse cuenta de las dos figuras en gabardina negra debajo de ellos no había sido sino casi aterrador.

Tragó duro al verlos, y estaba seguro que Nozomi se había tensado al fijar su vista en ellos (más específicamente la gran espada que traía el más alto de ellos), pero nada se comparó el brinco que dio su corazón cuando ojos rojos cayeron sobre los tres. El Sharingan.

—¡No miren a sus ojos! —Nozomi gritó, e inmediatamente miró hacia cualquier lado, donde sea con tal de no mirarlo. Ni siquiera podía mirarlo, por todos los dioses...—. No se les ocurra usar genjutsu, por más que quieran —susurró en voz baja, quizás dándose cuenta de su error.

La risa que vino debajo de ellos heló la sangre de Kentaro, como si aquello se tratara del gruñido de una bestia y ellos no fueran sino las pequeña e inocente presas que habían caído en sus garras.

Kentaro apretó sus labios en una fina línea cuando los ojos negros de Hoshigaki le miraron, como si fuera un trozo de carne al cual devorar. No era una idea que precisamente lo emocionara, y por puro instinto, terminó usando más de su chakra para afianzarse al tronco.

—¡Vaya! No sabía que a Konohagakure le emocionaba tanto la idea de vernos como para mandar otro comité de bienvenida —el miedo en el cuerpo de Kentaro dio paso a la ira y las ganas de arrancarle la sonrisa a golpes—. Sería de mala educación rechazar tal cortesía, ¿no es así, Itachi?

—Hemos perdido ya suficiente tiempo, Kisame —era sorprendente lo increíblemente calmada que estaba su voz, aún en esos momentos. Ni siquiera notó problemas por el esfuerzo, o simple ronquera. Era como si tan sólo hubieran salido a pasear en vez de haber peleado contra uno de sus mejores shinobis—. El que hayan venido a buscarnos significa suficientes problemas —aquello lo había dicho a ellos directamente, lo supo en cuanto la mirada escarlata se posó sobre los tres.

—Y no te equivocas —esta vez fue él quien habló, asegurándose de que su voz fuera tan alta y clara para que la oyeran, y aun así parecía que sólo Hoshigaki le prestaba atención—. Tienen bastantes agallas en venir aquí en estas circunstancias.

—Lo que mi compañero intenta decir —y pudo sentir el leve codazo de Nozomi en sus costillas—, es que sólo vinieron a buscar problemas. Hemos pedido refuerzos, intentar algo sería inútil.

Nozomi obviamente estaba mintiendo, eso Kentaro lo sabía muy bien. Quizás, si ellos fueran otro tipo de ninjas no habría problema; se creerían lo que les acabara de decir antes de volver por donde vinieron.

Pero si algo habían aprendido ese día es que Hoshigaki e Itachi no eran ninjas cualquiera, muy para su desgracia.

—¿Esperas intimidarnos con eso? —la risa del espadachín resonó en todo el bosque, provocando el temblor en Nozomi—. Pudimos escapar de Hatake Kakashi, pero a decir verdad, ustedes serían un alimento decente para Samehada...

De los labios de Nozomi salió lo que pareció una exclamación de asco y rabia, mientras que por el rabillo del ojo logró ver a Kanon apretando los ojos con fuerza. Por su parte, la mención de su espada le había recordado que Hoshigaki ante todo era uno de los Siete Espadachines de la Niebla. Tendrían que tener sumo cuidado.

Tendrían que tener suerte.

Sin embargo, y antes de que la mano del nativo de Kiri tocara el mango de la masiva espada, Itachi impidió que este pudiera tomar a Samehada en sus manos; y siendo sincero, el gesto sólo le alborotó sus nervios aún más.

—Es obvio que están mintiendo, no hay tal cosa como refuerzo alguno —aún si su voz fue calmada, el desprecio en las palabras de Itachi les sentó como una bofetada a los tres—. Pero si los matamos podría traernos problemas.

—¡No matamos a Hatake y mira lo que sucedió! —el corazón de Kentaro empezó a latir con fuerza, buscando salir de su pecho e irse corriendo. Demonios, demonios, ¡esto no era como se suponía que fuera!—. Envió una pequeña camada de cachorros a buscarnos. Si los dejamos ir, entonces nos arrepentiremos.

Por un segundo, lo único que se oyó en todo el bosque fue el sonido del viento y la acelerada respiración de Kentaro y sus compañeras. No, no, ¡esto no estaba pasando! ¡Se suponía que volverían como héroes! ¡Se suponía que les plantaría cara y no se quedaría paralizado de miedo!

«¡Muévete, MUÉVETE!» gritó desesperado en su mente, mientras intentaba que su mano tomara su kunai, incluso formar una posición de palmas. Pero por más que lo deseaba no se movía, no respondía. Pensó que podría ser cosa de un jutsu, pero no.

Estaba asustado.

Fue como si se ralentizara el tiempo, pues cuando se dio cuenta el kunai había dejado la mano de Kanon, volando frente a sus ojos hasta rozar la mejilla de Hoshigaki.

¿Qué habían hecho?

—Supongo que tuviste razón... Déjamelo a mí —cuando pudo moverse, Kentaro tan sólo pudo empezar a negar con la cabeza, tomando a Kanon y Nozomi y poniéndolas detrás de él.

Esto no estaba pasando. ¡Esto no podía estarles pasando!

—Kanon, Nozomi, lo siento.

—Mangekyou Sharingan.


¿Está..?

Está demasiado... con suerte... Por favor...

Las voces (¿eran voces?) tan sólo martillaban su cabeza. Nozomi sentía que en cualquier momento iría a explotar, cualquier cosa que hiciera tan sólo dolería. Todo dolía.

Pero la luz fue más fuerte que ella; pronto, abrió los ojos sólo para que su vista se viera borrosa. No recordaba cómo llegó ahí, no era capaz de recordar nada.

¿Qué sucedió?

—¿Satô Nozomi, cierto?

Cuando por fin logró enfocar su vista, Nozomi notó que era una enfermera hablándole. Inmediatamente intentó enderezarse, sólo para darse cuenta a gritos que con suerte podía moverse.

¿Qué demonios le había ocurrido?

La enfermera también lo notó, pues con la rapidez de una propia Kunoichi se acercó a ella, deteniéndola. El tacto también fue doloroso, pero no tanto como su pequeño y fútil intento de levantarse.

—No puede moverse, Satô-san. Agotó todo su chakra y se encuentra demasiado herida para ello, pero nada que no podamos tratar —debía de estarlo, de otra manera no explicaba el hecho de apenas poder moverse, pero todavía no explicaba (o no recordaba) como fue que terminó así—. Debe estar orgullosa, usted y su equipo dieron todo su esfuerzo.

Su equipo, ¡oh, por dios, su equipo!

Ignorando el dolor se enderezó, aferrándose a las sábanas en cuanto sus nervios atacaron y el dolor pareció demasiado. Mirando a su alrededor sólo encontró el equipo médico, a sí misma y a la enfermera. Su equipo, Kentaro, Kanon, ¿dónde estaban? ¿Acaso estarían bien? ¿Acaso...?

Debía de estar bastante débil, pues nada le costó a la enfermar volverla a acostar, pero eso no tranquilizó a Nozomi. Su equipo había buscado a... A...

—¿Dónde está Itachi? —Demandó en un hilo de voz, aunque firme en su convicción—. ¿Dónde está Uchiha Itachi? ¿Dónde está mi equipo? —y a falta de respuestas, no pudo sino pensar lo peor—. ¿Dónde-están?

Pero la enfermera sólo suspiró, mirando hacia otro lado. No, eso no significaba nada; se convenció. Quizás estuvieran en estado crítico ahora mismo, sí; quizás incluso las heridas serían tan horribles que deberían amputarías extremidades pero lo superarían, tenían una vida.

Su equipo seguía con vida.

—Satô-san, debo ser honesta con usted —por favor, por favor, no. Apretó las sábanas bajo sus dedos antes de llevar sus palmas a sus oídos. No la iba a escuchar, estaba mintiendo, tenía que estarle mintiendo.

Pero esa vez no fue la enfermera quién la controló. Esa vez fueron manos grandes y callosas, manos que la pusieron en orden y ojos negros y rojos los que la miraron. Un ojo rojo como él.

—No haces nada actuando de esa manera —no sonó enojado, pero tampoco contento, y lo último que Nozomi necesitaba era ser vista en ese estado por alguien como Hatake Kakashi—. Sé que no es bueno que te digan esto en tu estado, pero no hay nada que podamos hacer. Lo sentimos, Satô, llegamos tarde.

No. Esto no estaba pasando, eso sólo era una pesadilla.

Era una pesadilla.

Tenía que serlo.


a/n: no, yo no sé que es el auto-control. No, yo no tengo un límite. Y si, este probablemente sea el final de mi carrera ficker.

He intentado hacer esto lo mas IC posible, hacer que estos tres mosqueteros de cuarta encajen en el mundo y sobretodo meterme en la cabeza que si esto va a tener Itachi/OC no va a ser como ni yo misma pienso. Si vienen esperando el típico fic donde la chica olvide que Itachi es un asesino psicópata a la primera y que Itachi olvide su misión, pues no lamentaré en decir que esto no será así. Itachi valora a su misión y a Sasuke sobre todas las cosas, e incluso Kakashi que se dio un momento para darle las noticias no da un duro por ella comparado a su verdadera preocupación.

Aclarado todo eso, ¿qué les pareció? Realmente estoy nerviosa con esto, porque sé de buena fuente que este fandom (en español al menos xs) no es amante de los OCs, por eso me gustaría saber si esta cosa es digna de su atención. Diganme, ¿qué tal? ¿Consideran a la chica una MS? ¿Itachi, Kisame y Kakashi salieron OoC? ¿Algo que decir sobre narrativa, ortografía, redacción? ¡Por favor, díganmelo! Adoro oir sus comentarios, así sean de odio eterno a mi persona :3

Si consideran darle una oportunidad, por favor, háganmelo saber en un review c'x ¡Los reviews son lo único que asegura una actualización rápida! Así que, ya saben que hacer (?)

Con cariño,

Petta.