Internet se ha convertido en una fuente indispensable de información, quien la domine conquistará al mundo y quien conquiste al mundo... ¿Qué puede hacer? Bueno, eso resulta lo de menos cuando eres un conejo. Por ello, se encontraba frente a la computadora en un ciber de mala muerte para no levantar sospechas, aunque un rabbid en un lugar tan público resultaba la cosa más extraña del mundo.

Estaba a punto de cambiar la historia de su raza y la de la humanidad entera, mientras el tema de carros de fuego suena de fondo en aquel deprimente lugar (porque el usuario de a lado se encontraba descargándolo con el Ares) el rabbid no dejaba de teclear con pasión, como ningún otro conejo o ser antropomórfico había hecho antes. ¡Un pequeño paso para el hombre y un gran salto para las criaturas orejunas! Cada letra era una experiencia de vida en la tierra, una vivencia delirante; dejaría su marca por siempre y para siempre en los registros de la historia de la humanidad, un mensaje a todo ser viviente que seguramente haría que las cosas fueran diferentes.

Por fin el conejo terminó. Twitteó.

Satisfecho con el resultado de su mensaje leyó en voz alta para que todos los presentes se convirtieran en los primeros en conocer este mensaje de proporciones épicas:

Iliekcarriotz
Daaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaahhhhhhhhh!