EL ENEMIGO MAS PODEROSO
PROLOGO
La guerra contra el Vander Reich ya llevaba un año de haber terminado. El caos y el terror que reinaron en la Sociedad de Almas ya había desaparecido, aunque sus habitantes aún cargaban con la pérdida de sus seres queridos. No era un dolor que se fuera pronto, tal vez jamás se iría, pero debían aceptarlo y continuar sus vidas.
En esa batalla se perdieron muchas vidas. Hubo mucho dolor. Algunas amistades sufrieron muchos daños, pero demostraron que sus lazos no eran tan débiles como para ser destruidos y a pesar de todo seguían siendo tan amigos como antes. Las amistades viejas se reforzaron aún más y sentimientos que eran desconocidos para algunos, se hicieron presentes en los momentos de desesperación.
El Seireitei ya estaba reparado por completo, gracias a los enormes esfuerzos del Instituto de Investigación y Desarrollo y de los múltiples y extraños inventos de Kisuke Urahara, que por cierto despertaban una extraña mezcla de envidia y excitación en el líder del escuadrón encargado de la reparación del Seireitei, el capitán Kurotsuchi.
El Rukongai en cambio, aún no estaba completamente reparado. Si bien no sufrió mayores daños, puesto que la invasión Quincy se concentró principalmente en el Seireitei, algunos distritos del Rukongai quedaron parcialmente destruidos. La Cámara de los 46 dio preferencia a la reconstrucción del Seireitei, por lo que a los habitantes de los distritos dañados Rukongai sólo les quedaba esperar por la ayuda de los shinigamis.
A las 9 de la mañana en los pasillos del sexto escuadrón, una pequeña shinigami de cabello negro y ojos violetas, caminaba rápidamente llevando en sus brazos un enorme paquete envuelto en una tela violeta. Sonreía alegremente y sus mejillas lucían rosadas.
- ¡Buenos días teniente Kuchiki! – saludó enérgicamente un shinigami haciendo una reverencia.
- Buenos días – respondió ella, disimulando su cara de felicidad por un momento.
Cuando el hombre desapareció, Rukia volvió a adquirir su semblante feliz. Le gustaría comenzar a saltar por los pasillos, pero se contuvo de hacerlo. "Un teniente no puede actuar de esa forma Kuchiki Rukia" se dijo para sí misma.
- Buenos días teniente Kuchiki – volvieron a saludarla, haciendo otra reverencia.
- Buenos días – saludó ella tranquilamente, mientras seguía caminando.
- Muy buenos días teniente – la saludó una adorable chica de cabello violeta que acababa de salir de una habitación – ¿cuándo volvió del mundo real? – preguntó – ¡he oído que es muy divertido! quisiera poder ir… – dijo entusiasmada y agitando los brazos.
- ¡Cierra el pico Saeki! – le gritó un hombre a su lado dándole un coscorrón– mis disculpas teniente Kuchiki, esta mocosa no sabe controlar su lengua.
Una gotita se formó en la cabeza de Rukia, quien nerviosa comenzó a agitar su mano para indicar que no había problema.
- Por cierto – dijo mientras observaba el chichón que crecía en la cabeza de la chica – ¿el capitán Kuchiki está en su oficina? – les preguntó.
- ¡Así es! – volvió a gritar el hombre haciendo que la cabeza de Rukia se ladeara un poco – ¡el capitán está en su oficina terminando los informes junto al teniente Abarai! ¡al parecer tienen mucho trabajo atrasado!
- Perfecto – dijo – gracias.
- ¿Necesita que la acompañe? – preguntó el hombre, esta vez sin gritar – puedo llevar eso por usted, se ve algo pesado – añadió refiriéndose al paquete que cargaba Rukia.
- No, no, estoy bien, gracias – dijo algo avergonzada.
- No es molestia – insistió el hombre – ¡por favor permita que la acompañe! – gritó.
- ¡Aahh! ¡no es justo! yo también quiero acompañar a la teniente a la oficina del capitán – protestó la chica.
- ¡Cállate! – le gruñó – ¡la oficina del capitán no es lugar para mocosas como tú!
- ¡Lo que pasa es que quieres estar solo con la teniente! ¡viejo sucio! ¡te acusaré con el capitán! – lo amenazó.
Ambos comenzaron a discutir y a darse golpes mientras más gotitas aparecían en la cabeza de Rukia. Esos dos le recordaban a Kiyone y Sentarou, los tercer oficiales de su división. Se alejó silenciosamente de la escena mientras sonreía.
La puerta de la oficina se abrió y la pequeña figura de una mujer apareció ante un estresado y ojeroso Renji que escribía y escribía sin parar desde la noche anterior.
- Nii-sama – dijo Rukia haciendo una leve reverencia – acabo de llegar del mundo real.
- ¿Todo bien? – preguntó Byakuya levantando la vista para ver a Rukia durante un segundo.
- Sin problemas – respondió ella sonriente – la primera misión oficial de Ichigo resultó muy fácil.
- Ya veo – dijo él, volviendo a concentrarse en escribir.
- Con permiso, ahora me retiro a mi división, debo presentar mi informe al capitán Ukitake – dijo haciendo otra reverencia.
- ¿Qué es lo que dejaste afuera? – preguntó Renji – ese paquete morado.
- Na-¡nada que te importe! – le respondió avergonzada y molesta - Nii-sama, con permiso – dijo para desaparecer tras la puerta.
- ¿Qué le pasa? – preguntó Renji confundido mientras se rascaba la cabeza, y abrió la puerta para ver como la silueta de Rukia desaparecía tras un pasillo.
- Renji – la voz fría de Byakuya resonó en la habitación, haciendo que el aludido volteara robóticamente – si no terminas tu papeleo en ½ hora más, le pediré a la capitana Unohana que te aplique una inyección letal – dijo seriamente mientras seguía escribiendo.
El pelirrojo no lo pensó dos veces y se sentó a escribir a la velocidad de la luz.
Luego de presentar su informe al capitán Ukitake, Rukia se retiró de su escuadrón para ir a su casa, la mansión Kuchiki. Hoy era su día libre, y después de bastante tiempo al fin podría descansar en su habitación.
- Bienvenida a casa, Rukia-sama – saludó el anciano encargado del servicio mientras hacía una reverencia, tras de él, el resto del servicio de la mansión también la saludaban con una reverencia aún más amplia.
- Buenos días – saludó ella sonriendo y entrando a la casa.
Luego de desayunar como un león hambriento y de tomar un relajante baño, Rukia se terminaba de cepillar el cabello. Se había puesto un hermoso kimono celeste con llamativas flores violeta que combinaban con sus ojos. Terminó de peinarse y se miró al espejo, se encogió de hombros y salió de su habitación con rumbo hacia el jardín para entretenerse con cualquier cosa.
El día se le hacía eterno, no muchas veces tenía tiempo libre para descansar y ahora no sabía qué hacer en todo el día. Estaba recostada sobre su estómago en el suelo de su habitación, en una posición no muy de señorita que digamos, pataleando con ambas piernas, mientras coloreaba un enorme block de dibujos llenos de Chappys y osos deformes.
Suspiró. Estaba algo aburrida, sin su hermano en esa enorme casa, todo era tan silencioso. Aunque bueno, tampoco es que él hablara demasiado, pero aun así era muchísimo mejor que estar ahí sola.
Decidió salir a dar un paseo, pero por supuesto, no en la mansión. Esa ya la conocía al revés y al derecho, así que decidió ir a recorrer las calles del Seireitei. Ahora que lo pensaba, casi no conocía las mansiones vecinas. Eran mucho más pequeñas que la suya, pero nunca había entrado a ninguna. Generalmente eran las otras familias quienes iban a ver a su hermano a su casa, aunque rara vez, por lo que ella casi no conocía a nadie.
Caminó y caminó observando todo a su alrededor, como si fuera la primera vez que las veía. Pero al poco rato, también se aburrió de eso.
"Aarghhh… demonios!" pensó rascándose la cabeza, desesperada y despeinándose. "¿Y ahora qué hago? ¡Maldito día libre!"
Mientras tanto en Karakura…
- ¡Good morning Ichigoooo! – gritó Isshin Kurosaki mientras entraba a la habitación de su hijo con una de sus características patadas voladoras.
Ichigo estaba a un costado de la puerta esperando que Isshin entrara. Cuando su padre apareció Ichigo le lanzó una patada que cortó el vuelo de Isshin a medio camino y lo arrojó girando contra la pared de la habitación.
- Maldito viejo, ya cánsate – dijo enojado con una vena palpitante en la cabeza.
- Ohhh… ¡muy bien Ichigo! veo que ya anticipas los movimientos de tu padre – gritó Isshin mientras un hilillo de sangre le caía por la cabeza – ¡papá está orgulloso de ti! –añadió levantando un pulgar.
- ¡Es porque haces las mismas tonterías desde hace años! – le dijo Ichigo cruzándose de brazos.
- ¡Aun así estoy orgulloso de ti! – dijo con los ojos brillando, dando un salto para abrazar a su primogénito.
- Arrggg… - Ichigo esquivó el "amoroso" abrazo de su padre y bajó furioso las escaleras donde Karin y Yuzu lo esperaban para desayunar.
El desayuno transcurrió normalmente, bueno dejando a un lado los lloriqueos de Isshin por el rechazo de sus hijos a la competencia que él llamaba "concurso Kurosaki de quien puede comer más arroz mientras gira en un pie". Terminando el desayuno, Karin se fue a su práctica de fútbol, Yuzu fue de compras e Isshin… bueno, hizo lo que sea que él hace.
El pelinaranja subió a su habitación mientras revisaba los papeles de inscripción en la Universidad de Karakura. Pronto sería un estudiante de medicina en la universidad, a pesar de las quejas de Keigo en considerarlo un traidor por entrar a estudiar una carrera tan complicada. El resto de sus amigos también comenzarían su vida universitaria, aunque en distintas carreras.
Inoue, sorprendiendo a todos, se inscribió en la facultad de ingeniería mecánica, con el sueño de algún día transformarse ella misma en un robot gigante; Sado escogió el lado de la educación con mención en Deportes acompañado por Tatsuki quien también la escogió pensando en construir su propio dojo. Keigo y Mizuiro decidieron dárselas de vagos por el año y pensar realmente que querían hacer con sus vidas; e Ishida, para gusto o disgusto de Ichigo, también se había matriculado en medicina.
La alarma de hollows sonó en ese momento, sobresaltando al pelinaranja. Ahora él era un miembro oficial del 13vo. Escuadrón, bueno no tan oficial que digamos, ya que seguía siendo humano, pero ahora era el encargado oficial de Karakura y recibía órdenes directas del capitán Ukitake o en su defecto, la enana teniente. Recordó el día en que Ichigo fue "seleccionado" para un escuadrón aquel día fue en pocas palabras: un completo caos.
oooooooooo
En el salón del 1er. Escuadrón, todos los capitanes estaban reunidos para darle la noticia al pelinaranja. Debido a sus incontables aportes a la Sociedad de Almas, ya era obvio que debía ser miembro oficial de un escuadrón. El capitán comandante Kyoraku decidió dejar que fueran los propios capitanes quienes se pusieran de acuerdo en asignar a Ichigo, obviamente para divertirse un momento y evitarse una burocracia aburrida.
El primero en hablar fue Zaraki, definitivamente quería tener a Ichigo bajo su mando, no tanto porque confiara en él o cosas así, si no para tenerlo obligado a pelear con él cuando quisiera. Ichigo comenzó a sudar cuando Kenpachi dio un paso al frente para y extendió su petición. Luego siguió Kurotsuchi, quien también tenía un gran interés en el joven de cabello alborotado. Le resultaba fascinante un individuo capaz de poseer poderes tan diferentes: shinigami, vizard, fullbring y quincy, y no estallar en el proceso. Definitivamente quería estudiarlo, ¡y qué mejor manera que tenerlo bajo su mando! ¡hasta le prometió tenerle especial consideración a su cuerpo perfecto! Y eso ya era bastante.
"¡Demonios, si es por eso, prefiero a Kenpachi!" pensó un asustado Ichigo al imaginarse en una fría mesa metálica lleno de tubos, mientras el capitán reía como Frankenstein a su lado. Sacudió su cabeza asustado para alejar esas horribles imágenes. Luego fue el turno de Hirako, quien solo dijo que lo quería en su escuadrón como un simple medio de contacto con sus amigos humanos, o sea, Orihime, a quien el capitán se refirió como su primer amor. Una gota de sudor cayó por las cabezas de varios de los presentes, incluido Ichigo. Siguió Soifon quien sin muchas ganas, lo pidió en su escuadrón, también para usarlo como un vil enlace con Yoruichi en el mundo real. Incluso Hitsugaya dio un paso al frente. Ichigo, sorprendido, pensó que al menos sería bueno estar en su escuadrón pues él era alguien serio y no se iría con tonterías. Cuando el capitán general le preguntó el por qué quería a Ichigo (ya que él no dijo nada) sólo respondió que así sería la única forma en que lo llamara "capitán Hitsugaya".
- ¡Qué clase de motivo es ese, Toushirou! – le gritó un exasperado pelinaranja.
Ichigo ya estaba cabreado, todos tenían motivos ridículos para quererlo en su escuadrón. "Vaya mierda" pensó, "creo que en ese caso me quedo como estoy" se dijo a sí mismo mientras una venita le palpitaba en la cabeza. Al final Ukitake dio un paso en frente y dio una muy aceptable razón de por qué Ichigo sería perfecto en el 13vo. escuadrón, pero cuando mencionó que otra de las razones era que él y su teniente tenían una excelente relación de confianza, amistad y esas cosas, y que era una muy buena idea que siguieran juntos, un silencioso Byakuya dio un paso al frente y un tic casi imperceptible apareció en su ojo izquierdo. Era obvio que se oponía. No podía permitir que el granuja de Kurosaki pasara aún más tiempo con su hermana. Mejor tenerlo en su escuadrón, bajo sus narices para poder vigilarlo siempre.
Ichigo sintió su vida peligrar por un segundo, mientras una atmósfera fría cubría el salón. Los ojos de Byakuya lo miraban fijamente, casi atravesando su cabeza. Kyoraku y Ukitake sonreían despreocupadamente ante la actitud de Byakuya, quien al final tuvo que hablar e inventar cualquier excusa que sonara algo razonable.
Al final, a pesar de todas las protestas del noble capitán, Ichigo fue aceptado en el 13vo. Escuadrón. Al terminar la reunión, los capitanes se alejaron para irse a sus respectivas divisiones, Byakuya caminó tranquilo hacia la salida, pero al pasar junto a Ichigo le dio una mirada que decía "trata de pasarte de listo y ya verás" y desapareció con un shumpo.
oooooooooo
La alarma sonó de nuevo, sacando al joven de sus pensamientos. Tomó su insignia de shinigami, se transformó y salió por la ventana dispuesto a vencerlos rápido para regresar a sus asuntos. Mientras corría, un pensamiento extraño recorría su mente; extrañaba esa pequeña figura mandona que siempre estaba a su lado, se había ido hace apenas unas horas, pero ya se le hacía una eternidad. Tal vez ya no la vería tan seguido, ella era teniente y él un miembro recién aceptado en su división que seguía siendo humano, quien sabe cuánto tiempo pasaría antes de volverse a ver.
