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Ese día el sol brillaba con alegría, los pájaros no dejaban de cantar y no había ni una sola nube oscura en el cielo, sí, todo era perfecto… Perfectamente molesto… Al menos eso pensaba Severus Snape…
El profesor Snape había tenido que salir de su oficina en los calabozos del castillo para ir al Bosque Prohibido por unos hongos que se habían terminado y no tenía tiempo para pedirlos a las tiendas del callejón Diagon, así que finalmente no tuvo más remedio que salir de los fríos y húmedos calabozos al "caluroso" y "desquiciante" exterior con todos esos niños jugando en los jardines del castillo mientras él cruzaba con su habitual traje negro sufriendo el calor del inclemente sol al menos en cuanto llegar al Bosque Prohibido la sombra de los árboles ya sería un alivio.
…
No tardo mucho en encontrar los hongos que buscaba afortunadamente así que solo guardarlos ya estaba listo para ir de regreso cuando algo llamó su atención, un sonido como de campanillas no muy lejos de dónde él estaba ¿qué podría significar? Con sumo cuidado se acercó al arbusto de dónde procedían los extraños ruiditos, seguramente se trataría de alguna ardilla, no, era una tontería, las ardillas no hacían como campanillas.
Severus sacudió el arbusto tratando de encontrar al animalillo que hacía tanto ruido pero por más que las ramas se movieron para todos lados no salió nada y el ruido dejó de escucharse.
No debió ser nada- se dijo molesto por haber perdido el tiempo de esa manera.
…
De regreso en los calabozos Severus sacó los hongos y comenzó a prepararlos para después guardarlos con el resto de ingredientes que utilizaba para las pociones en sus clases.
Estaba cerrando la puerta del armario donde guardaba todos los frascos de ingredientes cuando el sonido de campanillas volvió a escucharse.
¿Qué demonios?- gruñó molesto.
Ahora no había duda, algo se había metido a su oficina, giró hacia atrás buscando la causa ¡Ahí! Entre los frascos de animales atrapados en líquidos viscosos se veía un ligero resplandor dorado, estaba seguro que el sonido de las campanillas venía de esa extraña lucecilla. Con un rápido movimiento de su varita la lucecilla fue atrapada en una esfera de cristal.
¡Era imposible! Solo acercarse Severus descubrió lo que había atrapado, ¡Un hada! ¡Una diminuta figura que emitía un brillo dorado! ¡Una pequeña mujercita con alas que no dejaba de golpear con sus delgados bracitos la esfera provocando el sonido de campanillas!
Severus no podía creerlo, al parecer el hada había estado en el arbusto, al moverlo había volado directamente hasta sus hongos y él sin darse cuenta la había llevado al castillo, ahora la pobrecita estaba atrapada en el calabozo. El profesor Snape la liberó con otro movimiento de varita de su prisión de cristal, al momento ¡Zoom! El hada voló tratando de escapar pero con tan mala suerte que la indefensa criatura chocó contra un caldero colgando de una argolla que la atontó lo suficiente para hacerla caer al interior de una vasija llena de agua.
Severus veía como la pobre hada movía desesperada sus bracitos sin poder salir de la vasija, sus alas se habían empapado, no podría salir de ahí sin ayuda, apuntando su varita hacia ella la pobrecita logró sujetarse a la punta de madera, Severus la colocó en su escritorio.
El golpe con el caldero le había doblado dolorosamente sus alitas del lado derecho, la pobrecita tiritaba de frío abrazándose así misma.
Severus solamente alzó levemente su ceja derecha.
Grandioso- dijo con ironía- siempre quise tener una mascota…
El profesor Snape había atrapado un hada.
Continuara…
