"Luz de Esperanza"
Me agaché y rodee mis rodillas con mis brazos, sí, no podía dejar de pensar en ello, hacía 5 años que ya estaba de esta manera, miré hacia el bosque el cual había sido mi hogar durante esta ¿transición?... Podría decir. A lo lejos olí un alce, no tenía sed, así que me sumí en mis vagos recuerdos otra vez…
[Íbamos paseando, él tomaba mí mano se acercó y dijo:
-Recuerda que te amo, que cuando estés lista y controlada podrás volver a mí.
-Siempre lo haré. – repuse
Me besó con ternura, se desplazó por mi mentón, mi mandíbula, para llegar finalmente a su objetivo, mi garganta. Presionó sus labios fríos, hundió sus perfectos blancos dientes en mi tibia piel.
Ahí empezó el infierno, no había conocido dolor alguno que se le comparase, y más si él no estaba allí, ¿A dónde había ido? …. Nunca lo supe, pasaron segundos, horas, días, meses, ¿años?... no lo sabía parecía que ese dolor no tendría fin, yo sólo quería que terminase, para ver sus hermosos ojos denuevo. Cuando desperté, al fin, me encontraba sola en un bosque, ¿Dónde estaba?, ¿había ido de caza?, ¿volvería pronto?....
Pasó el tiempo y nunca volvió, me había dejado completamente sola, lo peor no era ese complicado hecho sino el que no podía dejar de amarlo tal y como la primera vez que lo vi, podía reconocer a través de vagos recuerdos humanos cada una de las facciones de su cara, pero que más pasaba ¿no recordaba nada más?, ¿Dónde lo había conocido?, ¿Cuál era su nombre? Era todo muy confuso.]
No pude seguir recordando más, sentía la extraña necesidad de llorar. Me levanté y a mi ágil paso me encaminé sin rumbo alguno adentrándome en ese bosque, nunca había ido más allá de donde él me había dejado, y en este momento sólo quería correr, sentía la adrenalina que da el hecho de hacer algo sin sentido.
No me di cuenta de cuanto tiempo estuve corriendo, sólo hasta que sentí una voz, no era humana, ya que era más fina, sonaba como campanas al viento, ¿era alguien como yo?, seguí pendiente de la voz, ¿eran más de uno?, si exactamente logré divisarlos, eran dos, una mujer y un hombre, altos, bellos, agraciados, igualmente que yo, susurraban algo que para mí no era difícil descifrar.
-Te dije que era peligroso ir con ellos – gruñía él
-Pero si no ha pasado nada, te pudiste controlar justo en el momento preciso. – reconocía ella
-Pero es traicionar a nuestros amigos – alegó él
-Si lo sé, los Cullen son nuestros mejores amigos pero deben entenderlo, nosotros no tenemos los mismos hábitos alimenticios que ellos. Podría haberme pasado incluso a mí.
-Pero no fue así, nosotros no tenemos esos hábitos alimenticios, por esa razón fue que no pude resistirme a ese exquisito olor, era algo superior a mí, algo que no podía controlar.
-Sé que el hecho de que nosotros nos alimentemos de sangre humana a diferencia de ellos que lo hacen de sangre animal es peligroso, más todavía si Bella y Edward tienen su hija semi inmortal-semi humana es mucho más peligroso.
No los pude seguir escuchando mi mente se llenó de pensamientos de esperanza, ¿había gente como yo que se alimentaba exactamente igual que yo?, ¿y además era una familia? Debía hablar con ellos, debía conocerlos.
No me atrevía a hablar con la pareja que discutía así que olí sus esencias y las guarde para recordarlas. Me eché a correr por el bosque siguiendo su rastro, se suponían que venían de donde se encontraba esa familia los tal Cullen o por lo menos eso esperaba.
Corrí, corrí y corrí. Cuando fue necesario casé algún pequeño animal que se encontraba en el bosque o uno grande dependiendo de mi sed. Aparte no quería que me sucediera lo mismo que a ese vampiro que discutía de su poco autocontrol con su pareja, debía causar una buena impresión, de confianza hacia los Cullen.
Empecé a sentir el ruido de humanos, su olor, el ruido de sus coches, sus gritos, sí, era una cuidad, estaba cerca de Seattle, pensé que era por ahí, pero el olor seguía hacia un destino distinto. Seguí corriendo, pasé Port Angeles, y el rastro seguía ¿hacia donde me llevaría? Me seguí haciendo esa misma pregunta en todo momento hasta que cerca de una carretera el rastro se desviaba hacia un pequeño sendero a un lado de la carretera y escuché sus voces, alguien dijo:
-Tenemos compañía – dijo con preocupación en su voz.
-Ven se los dije – dijo una voz fina que resopló como campanitas se escuchaba un tono de alegría en ella.
Me acerqué y caminé ya no había la necesidad de correr. Subí los escalones de la casa, golpee a la puerta. Se escucharon pasos caminando hacia ésta a una velocidad casi imposible para un humano y se abrió, un hombre de más o menos unos veintitantos estaba detrás de ella, era rubio, alto, hermoso como cada uno de nosotros, tenía el rostro como diseñado por ángeles, cordialmente me saludo.
-Hola, buenas tardes – dijo con cierto respeto.
