Notas de autor: Culparé a mi amiga Isabel Nightray por etiquetarme en ese crossover Sasha/Connie con Your name y para ayudarla a sentirse mejor, escribí xD. Merece más pero esto es todo lo que tengo. El Jeankasa está porque mis patas se involucraron :x.
Disclaimer: Shingeki no Kyojin pertenece a Isayama.


Garabatos

Capítulo I: La leyenda


Los ojos ámbar de Sasha se clavaron en la espalda de Mikasa, la observó andar sin detenerse a esperarla. No había sorpresa en esa acción, era algo a lo que estaba acostumbrada y sabía que cuando ella considerara que la había dejado demasiado atrás, la esperaría sin decirle nada.

Mientras la veía caminar, ella apretó las manos contra su estómago, sintiéndolo gruñir y clamar por comida. Era la misma historia de todos los días; cerca de las ocho de la mañana iba a querer comer porque su hambre solo se triplicaba si desde temprano se ponía en movimiento. Y eso que en días normales solo le bastaba abrir los ojos, tras despertar, para empezar a sentir hambre.

Y por más manzanas que comiera mientras iba al bosque con Mikasa, su apetito no desaparecía, porque esta solo había aumentado por madrugar y estar activa por varias horas. Mikasa lo sabía y por eso, cuando medía el tiempo y notaba que ya era casi la hora del desayuno, y que Sasha no aguantaría más, paraba todo lo que hacían y le decía que era hora de volver.

Para Sasha, Mikasa se volvía la mejor persona del mundo en ese momento. Era tan observadora y considerada, era ágil y trataba de terminar rápido para no dejar sus tareas pendientes para cuando su estómago empezara a gruñir tal y como como el de un animal salvaje y hambriento.

Además, Mikasa era la que le llevaba siempre manzanas para que las comiera. Era mitad agradecimiento por ayudarla y mitad amistad porque se preocupaba por ella y su feroz apetito. También servía para sus descansos, ya que compartirían las frutas para hablar de lo que quisieran; de cómo iba con su aprendizaje, alguna duda, alguna anécdota o los resultados de su proceso de adaptación con la caza. Y a pesar de que para el juicio de Sasha, a Mikasa aún le faltaba oído y envolverse con la naturaleza, tenía la certeza de que lo dominaría con los años, tal y como ella.

―Sasha…

Alzó la mirada tras escuchar su nombre. Mikasa estaba unos metros de distancia de ella, eran los suficientes para seguir escuchándola, la miró estirar su brazo hacia un lado para mostrarle que sobre la palma de su mano había una manzana roja, redonda y brillante, era la última y la había guardado para ella y para el camino de regreso.

Sasha babeó ante la imagen brindada por los rayos de sol que solo lograban magnificarla. Tal vez no fuera solo por cooperación de la naturaleza, pero si la miraba con más hambre que otra cosa, le iba a parecer lo más delicioso del mundo y el mejor gesto de la vida, casi llora conmovida.

De repente, sintió que las energías le volvían y como si fuera un premio al final de un maratón, corrió hasta alcanzarla y arrebatársela de un impulso. Mikasa sonrió y sacudió sus manos cuando miró que Sasha le daba una gran mordida al fruto.

―Vamos… ―dijo y siguió caminando.

Sasha asintió y sin dejar de devorar la manzana, la siguió. ―¿Sabes? ―preguntó, masticando apresuradamente ―estaba pensando en la conversación que tuvimos con Armin, el otro día… ―le dio otro gran mordisco a la manzana y ante el silencio de Mikasa, dio por hecho que tenía que ser más específica en lo que decía―. Lo de la leyenda que contaban…

Mikasa ladeó el rostro, escuchaba cómo Sasha devoraba la manzana. Ciertamente, no tenía idea sobre a lo que quería llegar.

―Quiero saber… ¡Me gustaría saberlo! ―estiró los brazos a sus costados tras exclamar ―era algo sobre un hilo rojo*.

Le picaba la curiosidad desde ese día y aunque el vago recuerdo de la conversación confidencial entre la legión resonaba en su mente, hasta después de casi dos semanas se atrevió a retomarlo. La curiosidad era casi como el hambre, ¿no? Y cuando ella tenía hambre, comía… y necesitaba, de alguna forma, saciar su duda y las ganas que tenía de saber.

―Oh…

Casi se atragantaba con el último mordisco que le dio a la manzana, con cinco mordidas la terminó. Tosió un par de veces y golpeó su pecho para lograr pasarse el bocado, ¿esa sería toda la respuesta que obtendría de ella? Si bien, Mikasa no era la más habladora o mejor compañera de conversaciones, había cercanía entre las dos, o eso creía. Más que colegas o compañeras eran amigas, habían compartido tanto, ¡más que manzanas!, en las últimas semanas y por eso era que se había animado a tomar un tema pasado.

Tal vez no quería violar el código de privacidad, el juramento implícito que todos ellos hacían. Y ella debería hacer lo mismo, de haber puesto más atención a la conversación, en vez de robarse el cocido de Connie, ella hubiese entendido bien y no tendría la ferviente necesidad de indagar en conversaciones que se suponían terminadas y que jamás volverían a tocarse.

No obstante, ya había retomado el tema… ahora no tenía más comida, aún estaba lejos del campamento y Mikasa estaba ida, desconocía si se había molestado con su pregunta y cuando iba a disculparse con ella, habló. Al fin, le pareció una eternidad. Peor que cuando estaba muerta de hambre y esperaba por la comida.

―Armin lo cuenta mejor, deberías preguntarle a él.

La ilusión, como si un gran banquete estuviera frente a ella, regresó a su cuerpo. ―¿¡De verdad!? ―sus ojos destellaron alegría, Mikasa asintió ―¿No crees que se moleste o los demás se molesten? ―frunció el entrecejo para negar, Sasha suspiró aliviada.

Y bueno, aparte de ser el ángel de las manzanas rojas, ricas y brillantes… Mikasa era un ángel para otras cosas como para eliminar el miedo o el temor de haber tocado un punto que no quería.


Sasha hundió el tenedor sobre un trozo de huevo, antes de dirigirlo a su boca. Agradecía tener, al fin, comida de verdad que comer frutas o vegetales, solo le daban más hambre.

Para cuando Mikasa y ella habían llegado, el desayuno estaba listo y para su buena suerte, no tuvo que esperar mucho para servirse. Las dos se habían sentado juntas y pronto, Armin, Eren, Jean y Connie, ya estaban acompañándolas en la mesa.

―¿Cómo les fue hoy? ―los azules ojos de Armin, se fijaron en ellas.

―Bien ―respondió Mikasa, siempre era tan corta de palabras.

―¡Bien! ―exclamó divertida, casi al mismo tiempo que Mikasa ―hoy comimos muchas manzanas ―contó, satisfecha y casi babeando al recordar el sabor de la última que se comió.

Armin sonrió amable, no era eso lo que quería saber pero le alegraba que les fuera bien a ambas y que Sasha, se divirtiera de esa forma.

―No te están preguntado por lo que comiste, chica patata ―Jean, sentado justo a un lado de Armin y frente a ellas, habló con una sonrisa burlona en su rostro. Sasha infló las mejillas, ofendida ante su apodo ―te están preguntando cómo les fue en la caza.

Antes de responder, probó otro bocado de su desayuno. ―Dijimos que nos fue bien, sordo ―frunció el entrecejo, inclinándose hacia delante para desafiarlo, que Jean odiaba su actitud y que tuviera malos modales al comer.

Connie se rió ante la actitud de Sasha. ―Creo que te ganaron esta vez, Jean… ―llevó su mano hacia su boca para amortiguar su risa.

El aludido rodó los ojos y no pudo decir más porque Armin intervino.

―¿Aprendiste algo nuevo? ―con curiosidad, miró a Mikasa. El rubio era gran fanático de aprender cosas nuevas.

―Tal vez... deberíamos ir todos con ustedes dos y así aprendemos también ―Connie sugirió con seriedad, cruzándose de brazos.

―Eso suena bien ―Eren se atrevió a hablar luego de minutos en silencio ―podríamos entrenar maniobras, también.

Tras escuchar su voz, Jean escupió de la risa.

―¿Dije algo gracioso? ―preguntó de mala gana. La irritación matutina por solo ver el rostro de Jean, iba en aumento gracias a su estúpida y arrogante sonrisa. Eren, sentía el impulso de golpearlo.

―No ―respondió, acomodándose en su asiento. Ni se inmutaba ante la molestia de Eren ―pero como eres un payaso… me da risa lo que dices.

―Eren… ―Mikasa puso una mano sobre el brazo de Eren, para calmarlo antes de que se lanzara a atacar. De reojo vio a Jean quien se enderezó y se sonrojó al sentirse observado y reprendido como si fuera un infante por ella, era una manera de disculparse por perturbar la paz.

―¡Solo Mikasa puede calmar a estos dos! ―Connie se burló de los dos, esta vez no había ocultado su enorme sonrisa al verlos. Si luchaban contra ella, la Ackerman sería la ganadora... sin dudas. Eren rechistó y se volteó hacia otro lado y Jean, seguía sonrojado y con la mirada gacha, sin valor de argumentar algo y muy avergonzado de haber iniciado una disputa frente a Mikasa.

―Connie, no empieces por favor ―Armin rogó y el aludido tuvo que disculparse, al parecer a la única que le había causado risa su comentario fue a Sasha, porque se rió con él pero pronto se centró más en terminar su desayuno que en apoyarlo moralmente o defenderlo por su buen chiste.

Después de eso, hubo un corto silencio en la mesa que Mikasa rompió.

―Armin… ―susurró atrayendo la atención de todos; Eren la vio de reojo, Jean había levantado el rostro para verla, Sasha siguió comiendo pero estaba atenta a lo que diría y Connie también la observaba dubitativo.

―¿Si? ―el rubio cuestionó, casi preocupado por el tono de su amiga de la infancia.

―Es Sasha… ella quiere preguntarte algo.

Casi se le atoraba la comida en la garganta ante lo que dijo. ―¿Yo? ―preguntó, tragando pesadamente. Mikasa asintió y Sasha trató de hacer memoria, pronto la tensión acumulada había desaparecido. Eren regresó a su desayuno, al igual que Jean. Ambos pensaron que hablaría de comida o algo parecido ―¡Ah, sí! ―lo recordó casi al instante.

Sasha se sonrojó ante las intensas miradas de Armin y Connie fijas en ella, estaban sentados delante de ella, por lo que no había escape. Entendía la curiosidad de los dos. El asunto se suponía que era con Armin, ¿no? Por eso tenía que estar atento y además, esa era su naturaleza. Y Connie era su amigo más cercano, y vivía al pendiente de ella.

―Yo quería saber lo de la leyenda del otro día.

―¿Leyenda? ―Armin trató de hacer memoria, hablaban de tantas cosas que le resultaba imposible dar con lo que Sasha quería saber.

Sasha asintió con vehemencia. ―Era algo sobre un hilo rojo, dedos meñiques… ¡Ya no sé! ¡Es todo lo que recuerdo!

―Ya veo. ¿Quieres saber todo? ―Sasha infló sus mejillas de forma infantil para afirmar.

―¿De qué habla la chica patata? ―aunque fingió desinterés, había permanecido atento a lo que decían y ahora, era el segundo más interesado en esa conversación.

―Es verdad que tú no estuviste con nosotros esa noche que platicamos de la leyenda ―el rubio hizo la observación, recordando que Jean había estado trabajando todo el día y toda la noche con la comandante Hange, por lo que no había podido asistir a la especie de reunión de la legión.

Luego de un año donde reinaba una aparente paz, habían ciertos privilegios o momentos a los que se podían dar el lujo y que antes no podían. No eran bulliciosas como una fiesta, más bien eran reuniones tranquilas alrededor de una fogata donde hablaban o era cuestión de una cena donde todos se la pasaban bien. Claro que había días en que la mayoría descansaban, pocas veces coincidían los días de descanso de absolutamente todos, pero cuando se reunían, se tocaban temas que permanecían en secreto en el grupo. Era la condición que nadie dijo de forma verbal, había un pacto invisible que se formó entre ellos y que cumplían.

―Jean no estuvo ahí y es justo que también lo sepa ―dijo, tratando de asegurarse de que no hubiera problema. No consideraba que fuera algo tan íntimo como para incomodar al resto, pero quería evitar conflictos.

―¡Pero si yo lo estoy preguntando, Armin! ―Sasha pataleó de forma infantil.

―Pero tú estuviste ahí y yo no, chica patata ―Jean se burló de ella, Sasha lo vio con los ojos entrecerrados ―¿qué estuviste haciendo que no pusiste atención? ¿Comiéndote la comida de Connie? ―ella se sonrojó al verse descubierta y compartió una mirada de arrepentimiento con Connie.

―¿Así que tú fuiste? ―preguntó ofendido, esa era traición. ¡Se quedó con hambre porque le habían robado su parte!

―Yo... lo siento pero eres lento para comer ―alzó los brazos, hizo un puchero aunque por dentro, no se arrepentía de nada.

Connie suspiró, qué le iba a hacer. Ya su comida no volvería.

―Supongo que no hay problema en decirlo ―Armin alzó la voz para calmar las aguas entre todos y puso toda su atención en Mikasa, quien alzó los hombros y ocultó la mitad de su rostro bajo su bufanda.

Armin se detenía por ella, por discreción y respeto. Era algo que habían compartido desde niños, Mikasa una vez tuvo el valor de contar esa leyenda para completar la historia que venía en uno de los libros que su abuelo tenía. La conocía perfecto y sabía que hablar de su pasado, de sus padres, era revivir recuerdos amargos que trataba de empujar lejos de su mente.

Y aunque Mikasa estuviera en constante transformación, casi en metamorfosis como una mariposa, seguía siendo callada y manteniendo la distancia con el resto, a veces podría abrirse, no hablaba mucho pero que formara parte del grupo, que estuviera pendiente del resto, oyera lo de todos, significaba mucho.

Había tenido su permiso para hablarlo aquella noche y ahora, volvía a dárselo. El rubio le sonrió con orgullo y agradecimiento. Luego, aclaró su garganta antes de hablar.

―Bueno, para empezar, tengo que decir qué es el hilo rojo ―Armin vio que todos estaban atentos, sobretodo Sasha y Jean a él―. En sí, se dice que las personas están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.

Los ojos de Jean se abrieron con sorpresa. Se había girado para ver a Mikasa, sin saber por qué había tenido esa urgencia, con discreción. Ella estaba ocultando la mitad de su rostro en su bufanda, algunos mechones de su cabello caían como seda por la fina y blanca piel de su rostro pero alcanzaba a ver, tenía buen ángulo, que estaba enfrascada, totalmente concentrada en las palabras de Armin, y cuando sintió que alguien la veía, se había pasado de intenso, se volteó a verlo, era buena para todo, más para atraparlo viéndola. Él, lo más rápido que pudo, rodó los ojos hacia el rubio y volvió a prestarle toda la atención, se sentía nervioso y con el calor estacionándose en su rostro.

Sasha luchó contra sus instintos de arrastrar el resto de comida de Connie, aprovechando la distracción de él, para centrarse en lo que Armin contaba y que ella quería saber. Se abofeteó internamente, no iba a ser grosera y menos perdería la oportunidad de saciar su curiosidad, su apetito podría esperar. Incluso, pensó en sus lazos afectivos con los de la legión. En su mundo no había campo para ser romántica pero de alguna manera se sintió bien el saber que estaban conectados. Destinados a encontrarse en un mundo donde la muerte estaba a la orden del día. Y si seguían ahí, era por algo.

―La leyenda que yo leí en los libros de mi abuelo decía que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.

Tomó una respiración profunda, se reafirmaron sus pensamientos. Aunque lo que Armin decía era más del tipo romántico, ella, inevitablemente pensó en todos sus amigos. Coincidieron en el reclutamiento, ahora estaban en la legión, habían sobrevivido y ninguno se perdía, ¿estaban atados por algo más que las desgracia? porque al menos con Connie, tenía muchas cosas en común.

―Pero después… ―Armin añadió ―supe de otra versión, que decía que "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper".

Sasha no cabía en su asombro tras escuchar la voz de Armin contando acerca del Rey que le pidió a la bruja de su pueblo que rastreara el otro extremo del hilo rojo atado a su meñique y al descubrir hasta donde llegaba, a una campesina y su hija, creyó que todo se trataba de una burla de la bruja y rechazó su destino, empujando a la campesina y a la bebé que traía en brazos. Años después, el destino regresaría a él y al ver el rostro de su futura esposa, el rey descubrió algo peculiar; una cicatriz. Una cicatriz que él había provocado aquel día en que resistió a lo que estaba destinado a él.

―En pocas palabras… ―Jean tragó saliva antes de hablar, algo perdido entre lo que acababa de escuchar ―¿esta leyenda nos dice que no podemos escapar de la persona destinada a nosotros?

Armin le dio la razón.

―Recuerda que solo una leyenda… ―esta vez fue Eren quien se burló de él.

Jean se molestó ante sus palabras, ¿por qué le decía eso a él? ¡Claro! Bien decían que el león creía que todos eran de su condición, pero ¡NO! Él no era un Eren como para ser tan estúpido y creerse eso.

―Ya sé que es una leyenda… ―respondió de mala gana, girando el rostro hacia otro lado. Miró su mano y de forma fugaz, se centró en su dedo meñique. De inmediato, regresó la vista hacia el rubio, omitiendo la odiosa presencia de Eren ―hay una arteria que conecta el corazón con el dedo meñique ―susurró.

Armin afirmó ante su observación. ―Y al estar unidos con esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones ―añadió.

―Como sea… ―rodó los ojos, se sentía ofendido. Él era una persona realista que no se perdería entre lo que viejos libros decían, podía escucharse bien, adornado y bonito pero su mundo era cruel y crudo. Él, prefería irse con calma. Dudaba que si otras fueran sus circunstancias, creería en eso. ¿Quién podía creerlo?, ¿Quién podía ser tan imbécil como para creerlo? ¡Por todos los dioses! Era una leyenda, o sea, era un hecho que nadie sabía si en verdad pasó.

―Espera… ―Sasha alzó las manos ―contaste dos versiones ―Armin asintió ―una la leíste en unos libros de tu abuelo… ―el rubio volvió a afirmar ―¿y la otra? ¿En otro libro?

Para su sorpresa, Armin negó. ―Eso me lo contaron…

Jean iba preguntar quién, pero cuando notó la mirada compartida entre Armin y Mikasa, se quedó callado, la culpa comenzaba a ganar fuerza al atravesar todo su cuerpo. ¿Mikasa creía en esa leyenda?

―¿Fue Mikasa? ―Sasha preguntó. Jean rogó para que no se aclarara lo obvio, lo sabía internamente pero que lo afirmaran, lo haría sentirse peor de lo que ya se sentía.

―Mi madre la contó alguna vez…

Fue como una puñalada en el pecho, Mikasa jamás hablaba de sus padres. Mikasa solo había compartido con todos ellos… no una, sino dos veces. Se sentía como si hubiera dicho y hecho lo peor, aunque ella no se miraba dolida. Sinceramente dudaba de haberla lastimado, pero él no podía con la culpa de sentir que le había fallado internamente. De que por un momento fue tan idiota con ella como si fuera un Eren cualquiera, un imbécil.

―Oigan... ―la voz de Connie resonó tras el silencio que se había formado ―si el hilo rojo conecta personas destinadas, ¿creen que el capitán Levi esté destinado a una persona o a los detergentes? ―preguntó con tanta seriedad que provocó la risa de casi todos, Jean quiso golpearlo y luego, estrellarse él contra la pared ―¡Es una pregunta seria! ―y algo que no lo dejaría dormir.

―Bueno, entonces el capitán Levi está destinado a muchos productos ―Sasha rodó los ojos, riéndose risueña. Compartía el buen humor desinteresado con Connie.

―No deberían bromear con eso… ―Armin añadió, Jean lo agradeció. ¡Al fin alguien prudente en el grupo!

―¿Y la chica patata, a quién estaría unida?

―Eso es fácil de deducir… ―Connie cortó su risa de repente para hablar serio… tomó una de las manos de Sasha y estiró su brazo hacia él.

―¿Qu-eé estás haciendo? ―preguntó nerviosa por el cambio repentino de actitud y peor aún, al sentir cosquillas porque él garabateaba algo en la palma de su mano.

Cuando terminó de "dibujar", Connie le sonrió. Sasha frunció el entrecejo, aún sentía que su mano le hormigueaba. ―Es obvio que Sasha está unido a ―alzó la mano de la chica para mostrar su palma ―¡A una patata!

Sasha se puso totalmente roja ante el dibujo mal hecho de su palma, su situación no fue mejor al notar que todos los veían y menos con la carcajada despreocupada de Connie.

Ante el alboroto de sus amigos, Jean tuvo una idea, una nueva inspiración que tenía que plasmar en su cuaderno de dibujo, dirigió la mirada hacia Mikasa, su bufanda ya no cubría su rostro y apreció una pequeña y hermosa línea curva que sus labios esbozaban.

Sonreía.

Y él, tal vez haría más de un dibujo, y tal vez le daría consejos a Connie porque el pobre ni una simple patata había dibujado bien.


¿Fin?


Confieso tenerle un miedo inmenso a este fandom.

Confieso que esto se suponía diferente. Dos capítulos. Uno de Sasha, otro de Jean. Un Springles y un Jeankasa, pero Jean es el rey y no sé hacia dónde apunta esto. Ya soy mala con la comedia, ya no soy nada, solo una cucaracha... *se larga a ver Gintama jiji*

La verdad es que no tengo idea de cuánta coherencia tiene esto, pero soy tan random que mi mente escupió esto de esta forma. Nunca he sido seria, soy como un payaso (?) en fin, me gusta pensar que tienen sus momentos de relax dentro de la legión y que de alguna forma, además del peligro, su amistad brota con momentos amigables y es que, se merecen cosas buenas y bonitas, como pijamadas, convivios, etc...

La idea del hilo rojo del destino, como es Leyenda japonesa, para usarla, pensé que sería bueno el personaje de Mikasa, ya que no quise hacer AU. Dx me encanta el bromance entre ella y Sasha, lo acabo de descubrir, y de mi Jean bebé con Sasha.

No me maten, aprenderé a ejecutar ideas sin irme por las ramas y aprender a manejar personajes DXDXDX estoy nerviosa y no releeré más... (?) en fiiin, Isachan sabe mi estilo y aunque esto no es Digimon, me gusta inyectar frescura y distracción. No soy profunda, soy como Sasha bebé y solo tengo hambre. Y para colmoooooo, quiero hacer la parte de Jean, o sea, el Jeankasa porque son OTP. Y supongo que mientras no le diga pingüino a Jean, todo bien, todo en orden.

Recuerden que el OOC es mi peor enemigo y traté de ser lo más IC del world, me falta práctica, lo sé. Pero weno, review, crítica y sugerencia ¡Bienvenidos! Gracias por leer.