Fairy Tail (c) Hiro Mashima.
Título: Purgatorio.
Sinopsis: Ella era inocencia y pecado. El sólo podía mirarla.
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Mantenía su vista fija en ella. De nuevo.
Jellal estaba seguro de que ella podía sentir su intensa mirada a la perfección. Por supuesto, Erza Scarlet tenía la extraña habilidad de ser en extremo receptiva con todo aquello que tuviera que ver con él. Y también estaba seguro— él también la conocía muy bien, de que se sentía nerviosa por su insistente mirar.
No había manera de dudarlo. La forma en que sus ojos nunca se encontraban con los de él, el leve sonrojo que no abandonaba su rostro, como hacía lo posible para mantener el contacto físico en mínimo entre ellos. Jellal podría haber reído ante aquella imagen. No todos los días alguien veía a la joven Titania comportándose de una manera tan sumisa. Algo en su pecho se infló con orgullo, sabiendo que era él quien provocaba tales gestos en ella.
Casi al instante, sintió asco consigo mismo.
Mas no podía evitarlo. Nunca podía evitar los sentimientos contradictorios que le provocaban su sola presencia.
"Si tu supiera Erza... tan sólo si supieras..." .
La miraba. La analizaba. La admiraba. La investigaba. La protegía.
La deseaba.
Mierda, la deseaba tanto.
En cuanto cayó en la cuenta de eso, apartó su mirada de ella. Se sentía sucio. Indigno de siquiera respirar su mismo aire. Erza siempre tenía una palabra amable para con él, y él le faltaba el respeto teniendo aquellas fantasías impuras en su mente. Imaginándola con él, piel con piel, con esos delicados labios susurrando su nombre... pidiendo, exigiendo, rogando por más. Rogando por él y sólo por él.
Quería dejar de pensar así, se odiaba, ella valía mucho más que eso. Ella era luz, pureza, justicia. Era todo lo bueno que él había perdido. Era todo lo que jamás podría recuperar. Era el anhelo a lo que no se puede tener. Era... era...
"Mía".
El pensamiento oscureció su mirada, provocando que la joven se tensara casi imperceptiblemente. No sabía bien de donde había salido aquello, pero había algo suyo, una parte sin moral y completamente egoísta, que clamaba a gritos que la joven Titania, Erza Scarlet, la reina de las hadas... era suya.
Siempre había sido así, desde niños, desde que se conocieron, desde que él le había dado un apellido... desde ese momento ella había sido suya.
Sólo él podría mirarla así, desearla, quererla en silencio, rechazarla, o tocarle. Tal vez, se odie y asquee a sí mismo, pero sabía con satisfacción -y un poco de culpa- que aquellos sentimientos negativos valían la pena. Que él volvía a ser el niño valiente y admirable que fue alguna vez en el pasado cada vez que su camino se cruzaba con el de la chica de armadura. Y ella también era consciente. Ella sabía que su presencia lo limpiaba. Lo redimía.
Porque cualquier crimen que él haya cometido, se veía perdonado con solo mirarla a los ojos.
Por eso... la seguiría mirando.
Siempre.
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Una pequeña viñeta de estos dos porque Jerza es angstylove y todos lo amamos. Espero que les guste!
