Sol y Luna
Ellos se amaban, sin importar que estuviera prohibido. Ella era su Sol, y él era su Luna. Pero no toda historia tiene un final feliz.
Advertencia: muerte de personajes y un poco de Ooc.
Hace mucho tiempo, en una época de profunda oscuridad, una época donde no existía el cielo, nació un niño en el Reino de la Luna y una niña en el Reino del Sol. El niño fue nombrado Neji y la niña fue nombrada Sakura.
Neji tenía unos ojos de un color gris blanquecino, muy característicos de las personas de su reino, sin embargo había algo especial en ellos, un destello de un lila muy claro se podía ver rodeando su iris. Hubo una celebración cuando Neji nació, sin embargo no causó tanto alboroto la noticia de su nacimiento, debido a que no era el hijo del rey, sino de su hermano.
El nacimiento de Sakura, por el contrario, causo mucha agitación, no sólo por ser la primer hija del Rey, sino porque era totalmente diferente a cualquiera en el reino. Mientras que la mayoría de personas en el reino del sol tenían cabello castaño o rubio y ojos azules, Sakura tenía el color de un extraño color rosa y unos ojos verde esmeralda preciosos.
Ambos fueron creciendo como niños muy alegres, juguetones y curiosos. Pero hubo varios acontecimientos en el Reino de la Luna que cambiaron por completo la vida de Neji. Primero su tío, el rey, tuvo a su primera hija, a la que nombró Hinata, Neji le tomó apreció rápidamente a esa niña, eran buenos amigos, hasta que pasó el siguiente acontecimiento que derrumbo la vida de Neji. Su padre fue asesinado protegiendo a su hermano de un ataque en su contra, Neji lloro mucho por la muerte de su padre, pero nada lo preparó para el último acontecimiento. Su madre falleció, poco tiempo después de su padre, nadie sabía exactamente qué pasó, la encontraron muerta en su alcoba, algunos dicen que murió por la tristeza de haber perdido a su marido, pero otros sospechan que fue envenenada, sin embargo nunca se descubrió la verdadera causa de su muerte. Después de esto Neji se encerró dentro de su propio mundo, se volvió frío, calculador y arrogante, guardó resentimiento contra su tío y cortó sus lazos amistosos con su prima. Vivía estudiando y practicando para ser caballero, era callado, no tenía amistades y no las quería, creía que no las necesitaban ya que sólo serían un estorbo.
Sakura crecía ajena del mundo, en sus cuatro paredes, casi no veía a sus padres, y así lo prefería ya que las pocas veces que los veía la regañaban por cualquier mínimo error que cometiera, por ejemplo confundir la cuchara del postre y usarla para revolver el azúcar en su té, hasta que llegó a la edad de empezar a estudiar más sobre el reino y comenzaron a dejarla salir, claro que con un montón de empleados y uno que otro caballero para cuidar de ella puesto que seguía siendo la única heredera al trono. Pero Sakura se las ingeniaba para escaparse de todos los que la seguían, n cuanto se logaba alejar de la vista de sus maestros y guardias se cambiaba por harapos que se había encontrado por la cocina del castillo para tapar su cabello y que no la reconocieran. Hasta que un día se encontró con un grupo de niñas de su edad, se acercó a ellas y quiso entablar amistad, pero estas no la dejaron e incluso la criticaron, le dijeron que una sirvienta como ella no podía ni siquiera mirarles los pies y que era la niña más fea que habían visto, criticando desde su complexión delgada hasta su frente desproporcionalmente grande.
-¿Cómo te atreves si quiera a dirigirnos la palabra? Tú, una simple sirvienta. Mírate, eres patética, seguramente comes de la basura y robas todo lo que puedes.
Eres muy fea, estas muy flacucha, tu frente es horriblemente grande y eres muy enana.
No te atrevas a volver a hablarnos sin que nadie te lo ordene, es más, ni nos mires, no mereces ni siquiera caminar por donde nosotras-.
Sakura quería llorar, pero decidió que no valía la pena y oculto sus sentimientos, las miró con una cara retadora, pero después sonrió, les deseo un bonito día y se dio la espalda para marcharse. Sin embargo, una de las niñas, la que estaba mejor vestida, le gritó que no debía ignorar a sus superiores y menos darles la espalda y le lanzó una piedra, el problema fue que la piedra le dio directamente en la cabeza a Sakura y al caer se golpeó, quedando desmayada. Las niñas huyeron y la dejaron ahí.
Sakura despertó hasta el anochecer, tenía sangre seca en la cara que había escurrido de su cabeza, se levantó lentamente y regresó a donde había escondido su ropa para ir nuevamente al castillo. Aún se sentía dolida por lo que habían dicho aquellas niñas, estaba enfurecida porque la golpearon y la dejaron ahí tirada, y estaba preocupada porque sabía que sus padres iban a darle un severo castigo por haberse escapado, además de que le causaría problemas a todos los que la estaban acompañando antes, empezó a sentirse culpable, e ignorando el dolor en su cabeza y la sangre seca en su rostro corrió rápidamente al castillo.
Nada más llegar fue llevada frente a sus padres, que, ignorando sus heridas le dieron la reprimenda de su vida, alegando que ella no era digna de ser princesa y que seguro los deshonraría. Sakura contuvo sus lágrimas nuevamente al recibir una cachetada de parte de su madre, pidió una disculpa, dio una reverencia y se fue a su habitación, de camino también se disculpó con las personas a las que había causado problemas, y se presentó con una enfermera para que revisara su golpe. Después de ver que no era tan grave como ella había creído se fue y se encerró en su alcoba, donde por fin pudo llorar y desahogarse, sabía que ella había tenido la culpa por lo que se prometió trabajar lo más duro que pudiera para ser la mejor princesa y siguiente reina en todo el mundo, y con ese pensamiento se durmió.
A pesar de lo estrictos que eran sus padres, y de descubrir como la veían realmente las personas y no como la veían por ser la princesa, ella siguió siendo dulce y amable, la única diferencia es que ahora había un destello oculto de tristeza en sus ojos.
