Bueno, la historia no me pertenece a mí, sino a la increíblemente talentosa Aspen In The Sunlight y a su Beta (Y co-escritora) Mercredi, yo solo cumplo un humilde rol de traductora con el fin de que más personas puedan disfrutar de una historia tan buena como esta, la historia original puede ser encontrada aquí:

http: / archive . skyehawke . com / story . php?no=5036

http: / www . fictionalley . org / authors / aspeninthesunlight / AYLNO . html

Trabajos relacionados con ella y más información sobre la autora –en inglés- pueden ser encontradas acá:

http: / aylno . dreamingillusions . net /

Un Año como Ningún otro

Por Aspenin The Sunlight y Mercredi

Trad. EllenViF

Capítulo Uno:

Una Carta Desde Surrey.

Si había algo que Harry Potter disfrutaba más que las ranas de chocolate y las plumas de caramelo, era recibir correo de sus amigos. A veces, había sido lo único que lo había ayudado a soportar aquellos miserables veranos con los Dursleys. Realmente no sabía cómo se las había arreglado para sobrevivir las monótonas vacaciones antes de haber conocido a Ron, Hermione, Dean, Seamus, Remus y Neville… Aunque estaba aquel horroroso verano en que Dobby había alejado todas las lechuzas, cuando Tía Petunia y Tío Vernon estaban furiosos porque había pasado un año completo en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. No habían querido que fuera, lo que aún lo desorientaba cada vez que pensaba en ello. Eso lo había mantenido fuera de su vista durante todo el año escolar. Cualquiera pensaría que habrían estado encantados de enviarlo a cualquier internado, incluso si era uno que enseñaba magia. ¿Y qué si odiaban la magia? Lo odiaban más a él.

- ¿Vas a abrir eso, amigo? –Preguntó Ron entre bocados.

- Si – Respondió sin levantar la mirada. No era sorpresa que el ver esa carta le hubiese recordado todas aquellas veces que estuvo atrapado en la casa de los Dursleys implorando por las cartas de sus amigos. Ahora estaba en el colegio, sexto año, rodeado de felices Gryffindors disfrutando de un almuerzo rápido –Aunque cómo alguien podía estar alegre antes de Pociones dobles permanecía siendo un misterio— y parecía que había recibido una carta, entregada por una lechuza, de esos mismos Dursleys, esos que odiaban cualquier cosa mágica.

No, no puede ser, decidió. Era una broma ¿Verdad? De Fred y George, aunque no tenía idea de cómo los gemelos habían conseguido su dirección Muggle. Claro, claro, podrían encontrar su casa, si es que tenían otro automóvil encantado, obviamente, pero para saber cómo escribir su ubicación, ¿De la forma Muggle? Y aún así allí estaba, escrito justo en el sobre: 4 Privet Drive, Little Whinging, Surrey… Suspiró, pensando cada vez menos en que esto pudiese ser una broma. El padre de Fred y George podía trabajar en el Departamento de Regulación del Uso de Artefactos Muggles del Ministerio de Magia, pero como una vez le preguntó cuál era el propósito de un pato de plástico, no creía que el Sr. Weasley comprendiese en absoluto las cosas Muggles. Y esta carta… bueno, incluso ignorando la dirección, prácticamente tenía escrito Muggle por todas partes. El sobre no estaba hecho de pergamino; tan solo era papel, largo y blanco como los que Tío Vernon usaba para los negocios. A demás ¿Por qué tenía un remitente? Las cartas mágicas no necesitaban eso, ¡Y ciertamente no tenían estampillas! Suspirando, comenzó a observar el pequeño perfil de la Reina, sólo para tener algo que hacer. Era mejor que abrir la carta, de seguro. En más de cinco años, los Dursleys jamás le habían escrito al colegio. No podía ser una buena señal que comenzaran ahora.

- ¿Eh, Harry? –Ron le habló nuevamente, esta vez con la boca llena de comida- ¿Quieres que la abra por ti?

- No –Sacudió su cabeza- Creo que… tal vez sería mejor si esperara un poco. Si, hasta después de Pociones, ya sabes. Mejor entrar allí con la cabeza despejada. Esa excusa grasienta de profesor le quitaría mil puntos a Gryffindor si dejo que mi poción hierva demasiado igual que la semana pasada.

Hermione quitó la vista del libro con el que estaba obsesionada desde hace un día y medio, Contrarrestando las contramaldiciones: Reversos Reversivos.

- ¿Pero cómo puedes confundir los ojos de salamandra con algas marinas, Harry? ¡Ya deberías saber que añadir elementos animales a una poción hecha a base de aceite de amapola va a tener repercusiones! ¿Acaso no recuerdas los principios que aprendimos en tercer año sobre los animales, vegetales y minerales, y cómo algunos ingredientes solo quieren quedarse quietos durante las clases?

- Ah, Señorita Granger. Presumiendo nuevamente, como la arrogante Gryffindor que es –Una voz fría sobre sus cabezas les hizo levantar la mirada. Era Snape, por supuesto, tenía sus labios torcidos, sus ojos ardían como dos antorchas, solo que negras. Solo el verlo hizo que quisiera estremecerse. No, olvida eso. Lo hizo estremecerse, porque recordaba esa misma mirada a finales del año pasado, cuando el Profesor de Pociones se había rehusado a ayudar a Sirius, sin importar que él estuviese suplicando.

Pensándolo mejor, tal vez se había rehusado porque él estaba suplicando. De cualquier forma, Sirius ya había muerto. Repentinamente, en lugar de preocuparse de que Snape pudiese haber oído el comentario "Excusa grasienta de profesor", esperó que lo hubiese hecho.

- Y el Señor Weasley, con la boca llena como de costumbre, botando migajas para que los elfos domésticos limpien. Diez puntos menos para Gryffindor por descuidado –Sus ojos se enfocaron en los tres, pero él no levantó la mirada. No había por qué, no cuando lo único que haría sería perder puntos de su casa. La ira ardiendo en sus ojos habría sido suficiente para molestar a Snape. No que alguna vez hubiese necesitado una excusa, mucho menos una razón, para quitarle puntos a Gryffindor.

Cuando Snape se deslizó a su lado, Harry suspiró con alivio.

- ¡Que atrevimiento! –Hermione siseó a penas cruzó las puertas al final del pasillo- ¡Él sabe perfectamente que los elfos domésticos no tienen que limpiar este piso! Pero eso es bueno, ¿Verdad? Digo, ya tienen mucho que hacer. Quien quiera que haya hechizado el suelo para limpiarse solo a penas se ensucie debe haber pensado que…

- ¡Hermione! –Ron la llamó exasperado- ¿Tienes espacio en tu cabeza para algo más que los estudios y los elfos domésticos? Harry tiene una carta que teme abrir, ¿O acaso no lo notaste?

Lo notó entonces, tomó el sobre de sus manos y lo giró dos veces mientras lo examinaba.

- Oh, lo siento, Harry.

Ron aún no comprendía la situación por completo.

- ¿Qué, qué pasa?

- Es de los Dursleys –Gruñó, aunque a su parecer el cómo sus parientes Muggles habían conseguido una lechuza mágica seguía siendo un misterio.

- Los Dursleys –Ron repitió lentamente- Ellos jamás te escriben.

- Así que no puede ser algo que quiera escuchar –Finalizó.

- Ah, pero no hay mucho que te puedan hacer –Le contestó, llevándose otro pedazo de pastel de zanahoria a la boca- No es como si pudiesen sacarte del colegio ¿O sí? Dumbledore nunca lo permitiría. Por un lado, estás seguro aquí y por otro, ¿Cómo vas a pelear contra Quien-Tu-Sabes si no te conviertes en un mago totalmente entrenado?

- Supongo –Murmuró, recuperando la carta desde las manos de Hermione. Probablemente debería abrirla ¿Verdad? ¿Qué podían hacerle los Dursleys, después de todo? Habían estado acobardados todo el verano, solo por que Ojo Loco Moody le había dado severas instrucciones a Tío Vernon con respecto a Harry y sus maltratos. En varias formas, este había sido su mejor verano hasta el momento. Los Dursleys lo habían ignorado por completo, habían visto a través de él y actuado como si ni siquiera estuviese en la casa, pero eso era mejor que las tareas la mañana hasta la noche y las constantes críticas sobre sus padres.

- Lee tu carta después de Pociones –Hermione coincidió finalmente- Probablemente no sea tan mala, Harry, pero no querrás arriesgarte, no con Snape. Este año te ha tenido en la mira mucho más que los anteriores.

- Ehh, sí –Dijo nuevamente, recordando aquel pensadero, con las peores memorias de Snape. Incluso tan molesto como estaba por lo de Sirius, aún lamentaba el haberse entrometido de esa forma. O tal vez lo lamentaba no por haber ofendido a Snape, sino porque había visto cosas que realmente no había querido saber. Sobre su padre. Sobre Sirius- Es hora de Pociones, entonces –Gruñó, levantándose.

- ¿Qué hay con la carta? –Urgió Ron- No puede ser tan mala. ¿Por qué no la lees mientras vamos de camino?

- Más tarde –Se rehusó- Mucho más tarde.

De hecho, si podía salirse con la suya, tal vez nunca tendría que abrir la carta. Su rostro se iluminó con ese pensamiento, incluso aunque iba de camino a Pociones. Si, eso era, simplemente jamás abriría la carta. Los Dursleys no le habrían escrito algo que quisiera leer, así que eso era todo. Claro que tal vez tendría que dar explicaciones cuando llegase el verano, pero eso aún estaba a meses de distancia.

Empujó la carta hasta el fondo de su bolso, determinado a olvidarla.

A Continuación en Un Año Como Ningún Otro:

Capítulo Dos: Conmoción en Pociones.

Comentarios como siempre bienvenidos!