¡Muy buenas a todas y bienvenidas al primer capítulo de "Mademoiselle Emil"! Ya sé que tengo otras dos series pendientes de continuación, pero es que ésta se la debía a Denki por su cumpleaños y lo tuve que atrasar debido a los exámenes y ciertos asuntos familiares. Pero bueno, después de dos meses, aquí está. ¡Espero que os guste!

Mis agradecimientos a TayarinPanda por ayudarme con la edición de este fic. Es, en parte, gracias a ella por lo que estoy con este fic.

Axis Powers Hetalia no es mío, pertenece a Hidekaz Himaruya-san.

¡Dentro fic!


Miré el conjunto femenino que yacía inocente sobre mi cama, luchando por no dejar traslucir ninguna emoción en mi rostro. Fracasé: un tic en uno de mis ojos delataba mi desacuerdo con el plan. Quiero decir, ¿en qué estaría pensando cuando…? No es que tuviese algo en contra de las mujeres, pero, en cuanto me pusiese una sola de esas odiosas prendas, ya podría ir despidiéndome de mi dignidad.

Travesti.

La sola palabra me hacía sentir escalofríos.

¡WAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Revisando mi cuerpo en busca de rastros de cerveza, contemplé sin querer el charquito espumoso que manchaba el parqué y la lata que había al lado con una mueca. A pesar de lo grave de la situación, no pude evitar pensar en la más que probable y violenta reacción de Lukas; ya no sólo porque el danés estuviese ensuciando impunemente la casa, sino por… Bueno, como si hiciese falta un motivo. A veces creo que mi hermano no necesita una excusa para "poner en su sitio (como dice él)" a Mathias.

Antes, jamás había comprendido del todo su actitud hacia su "amigo". Pero ahora, de pie en mi recibidor con aquel ridículo pijama de frailecillos que Lukas me obligaba a llevar y viendo cómo aquel insoportable se reía de mí en mi cara, no podía pensar en algo que no fuese dar un paso y matarlo.

Ignorando felizmente mis pensamientos, Mathias se calló por fin, aunque de vez en cuando salían risotadas ahogadas por la mano que tapaba su boca. Por suerte para él, porque creo que se me estaban contagiando ciertos instintos asesinos.

¿Vas a seguir riéndote , sí o no? —pregunté, ignorando el repentino rojo de mis mejillas y cruzándome de brazos para camuflar el denigrante diseño.

Perdona —se disculpó, conteniendo otra carcajada—. Te queda muy bien ese pijamita… pfffft…

Cállate —ordené, esperando sonar como Lukas, pero el pijama impedía que se me pudiese tomar con seriedad. Una nueva tanda de risas fue mi respuesta.

Sabía que Luke era un hermanito muy sobreprotector, ¡pero no que lo fuera tanto! —exclamó entre carcajadas, intensificando mi rubor.

Muerto de vergüenza, miré a otra parte.

Haz lo que viniste a hacer y vete, molestas —murmuré, girando sobre mis talones para ir a morirme a mi habitación, pero su voz me interrumpió.

En realidad, había venido a pedirle a tu hermano sus apuntes, pero, ya que no está, creo que encontré algo mejor.

No tragué saliva, aunque sí palidecí: ese tono, tan lleno de burla y atrevimiento, no me gustaba nada.

¿Qué? —dije, esperando que no me temblase la voz.

No contestó; por un momento, hubo un pesado silencio que fue roto no mucho después por el inconfundible chasquido de una cámara de fotos. Me di la vuelta lentamente, incrédulo pero con pánico.

Efectivamente, Mathias sonreía de oreja a oreja, móvil en mano.

¡Borra eso! —grité a la vez que di un salto para coger el aparatito, pero el danés era demasiado alto para mí.

¿Borrar el qué, Emil? ¡Si estás muy mono! —dijo, burlón, agitando su mano de un lado al otro para afianzar mi humillación—. Aunque bueno, puedo cambiar de opinión si haces algo por mí.

No seas estúpido y borra eso de una vez si no quieres que…

Nunca tuviste novia, ¿verdad?

Me quedé de piedra al oír aquella pregunta, pero supe reaccionar.

¿Y tú qué sabes? —pregunté, fingiendo indiferencia, y lo miré con fastidio a los ojos.

Él sonrió.

Oh, lo mismo que el Bigfoot y unos cuantos más —dijo alegremente, guiñándome con descaro un ojo—. ¿Es eso cierto, Emil? ¿Es verdad que estás en plan monjita?

Enrojecí de furia. No era necesario ser muy listo para saber quién había sido.

Cualquier cosa que te diga Lukas sobre mí no debería tomarse en serio. Tiende a exagerar.

¿También es cierto que no tienes nada porno por ahí escondido? ¿Ni diarios con historias eróticas? Creo recordar que mencionó que jamás le habías pedido que te diera "la charla".

Si fuera humanamente posible, ya me habría salido humo por las orejas. Era inconcebible: ¿en qué universo se dedican los hermanos mayores a registrar las habitaciones de los más pequeños? ¿Y en cuál cotilleaban con desconocidos sobre sus problemas sexuales? Si es que los tenían, claro, que no se daba el caso.

No sé de qué me estás hablando… —empecé, pero él me interrumpió.

Yo tengo una teoría —explicó, todavía con aquella sonrisita en su rostro—. No se lo dije a Luke porque, bueeeno… ya sabemos que es muy sobreprotector y esas cosas, y siempre tenemos que andar con ojo cuando hablamos de ti.

No me digas.

El caso —prosiguió— es que no creo que las chicas… bueno… sean tu… rollo.

¿Mi qué?

Enarqué una ceja. ¿Qué estaba insinuando?

Me di la vuelta y revisé el "equipo feminizador" con ojo crítico, en busca de cualquier desperfecto que pudiese arruinar mi disfraz. No, estaba bien: el maquillaje era el correcto; la peluca -larga y de color azabache- parecía de verdad; los falsos senos eran exactamente del color de mi piel; la ropa interior… Arrugué la nariz con disgusto al verla. Era rosa y tenía estampados de animalitos de colores imposibles: sólo una chica muy infantil usaría algo así.

Bueno, siempre podría comprar más una vez "convertido" en mujer, me consolé. De momento, tendría que conformarme con lo que Mathias me había dado.

Alterné la vista entre los objetos que había sobre mi cama y mi cómoda, respectivamente, y suspiré largamente.

Lo miré con asco y horror mientras mi cabeza procesaba lo que me acababa de decir.

¿Me estaba llamando "gay" a la cara?

¡Yo no soy gay! —grité, más enfadado que nunca en toda mi vida. ¿Cómo se atrevía a decirme esas cosas?

Esta vez, mi rabia sí surtió efecto: Mathias se encogió sobre sí mismo. A pesar de las circunstancias, no pude evitar sonreír por dentro: ¿le habría recordado a Lukas?

Sólo es una teoría —balbuceó (o eso creí), retrocediendo un paso—. Tienes que admitir que eso explicaría que no te interesen las chicas.

O también podría ser que tengo cosas más importantes en las que pensar que el sexo —respondí, poniendo los brazos en jarras y acercándome a él—. ¿A que no lo pensaste?

Bueno, uno de nosotros piensa que eres asexual…

Me da igual lo que penséis.

Sigo teniendo tu foto —dijo de repente, esbozando otra sonrisa estúpida. Como vea una más, no responderé de mí mismo.

¿Y qué?

Podemos hacer un trato.

Tragué saliva. Eso no podía significar nada bueno.

Primero fueron los pechos falsos. Eran pequeños, no muy incómodos, y me quedaban bien. Demasiado bien… Sólo por eso, ya dudaba que de verdad se los hubiese encontrado en el almacén de su padre, como me había jurado.

Luego, la ropa. Unos vaqueros negros muy ceñidos por encima de unas braguitas repulsivas, así como una camiseta azul con un cuello muy raro que probablemente ayudase a camuflar mi nuez. El sujetador, aunque incómodo, se ceñía perfectamente a mi cuerpo y mantenía en su sitio aquellos odiosos bultos de silicona. Los zapatos eran grises, de punta afilada y -afortunadamente- de tacón plano. Perfecto.

Me aparté de la cama y fui a mirarme al espejo. Estaba muy raro, con todas aquellas prendas femeninas cubriendo mi cuerpo y mi cara completamente masculina flotando encima. El resultado, no pude evitar pensar, parecía salido de un retoque con Photoshop mal hecho.

Lo arreglé enseguida poniéndome la peluca con esmero y maquillándome la cara tal y como había visto en los tutoriales de YouTube. Había practicado mientras esperaba a que Mathias me diese todo el material, por lo que el rímel había dejado de molestarme; igualmente, llevar pintalabios seguía siendo demasiado extraño.

Ahora sí, me dije al volver a comprobar mi aspecto. El maquillaje disimulaba mis facciones viriles y les confería un aspecto más aniñado, más… de chica. Cerré los ojos y conté hasta diez muy despacio. Mi repentino parecido con una mujer era sobrecogedor.

Si haces, digamos, "un pequeño experimento", y resulta que yo tengo razón, borraré la foto y nos olvidaremos de todo el asunto.

Sopesé la proposición detenidamente, plenamente consciente de que había gato encerrado. Conocía a Mathias desde hacía mucho tiempo y sabía que, tratara de lo que tratase el "experimento" e independientemente de su resultado, sería altamente humillante. Para mí, claro está.

¿Y si la tengo yo? —dije con desconfianza.

Bueno… —se rascó la cabeza, pensativo—. No lo había pensado, pero… supongo que haré lo que tú quieras.

Sonreí.

Tal vez acepte —respondí, semideleitándome con una imagen mental en la que le dejaba a merced de un Lukas muy furioso.

Él, ajeno a lo que pensaba, se animó.

¡Eso es que sí! —celebró, haciendo el signo de la victoria.

Volví a abrirlos, y una chica pálida y de pelo negro me devolvió la mirada en el espejo. Me armé de valor y me puse de pie.

—Supongo que todo esto acaba de empezar —dije en voz alta, saliendo de mi habitación y, poco después, de mi casa, con un bolsito pequeño y poco práctico con mis cosas y algo de maquillaje en su interior.

El reto consiste en que, dentro de un plazo, consigas que un chico se enamore de ti. Pero no de cualquier manera: tendrás que hacerlo vestido de mujer.

Palidecí.

¡Jamás! grité, pero me ignoró.

Mi padre tiene en su almacén toda clase de objetos curiosos siguió, impertérrito. El otro día encontré un juego de culos y de tetas de pega que nadie reclamó. A lo mejor hay algo que te valga.

¿Y si no quiero?

Colgaré esta foto donde todos la puedan ver.

Me quedé helado. Odiaba el juego y la humillación que el mismo conllevaba, pero, sin duda, lo peor de todo era que no tenía elección.

¿Cuánto tiempo tengo? accedí, agachando la cabeza con resignación.

Él soltó una risita.

Dos meses.


No sé en qué estaba pensando para hacer esto, pero, bueno, espero que os guste.

¡Reviews, por favor! Animan muchísimo y me ayudan a saber si la historia que seguirá a este prólogo tiene futuro o no.

¡Hasta la próxima!