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«No le tengo miedo a la muerte.» Dijo en algún momento.
¿Entonces por qué demonios le tenía tanto miedo a dejar a su hijo solo en casa por… media hora?
Cuidar a un niño no era sencillo, lo tiene claro, lo supo desde el momento en que murió su esposa. ¿Sufrió? Sí, pero tenía un niño que cuidar, el resto del mundo se fue a la mierda ese momento. Intentó salir con más personas, pero ninguna parecía cumplir con le requisito principal: saber cuidar de Shoutaro. Pensó que, quizás, siendo bisexual podría encontrar a alguien más rápido…
Pero no.
Púdranse todos.
Y ahora tenía que salir por un jodido medicamento.
La farmacia más cercana estaba algo lejos, mierda, ¿por qué uno de los sectores más seguros estaba tan lejos de una jodida farmacia?
Iba a patearle el trasero a quien hizo la ciudad, sin duda.
Corre lo más rápido que puede, era un padre dedicado, su hijo era su mundo y él no puede darse el lujo de estarlo dejando abandonado por tanto tiempo.
Pero la vida era una perra.
Y tiene que malabares para llegar 'temprano.'
—¡¿Quién demonios detiene todo en la farmacia por hora y media!? —Grita una vez regresa a casa, su hijo estaba acostumbrado a sus rabietas… así que ¿qué más daba? Lo primero que nota al llegar es el olor de comida casera, pero él no había cocinado… —¿Shoutaro?
—Papá, estoy en mi cuarto.
Escucha la voz de alguien más, incluso la risa de su niño, ¿qué? ¿Quién demonios estaba en casa? Frunce el ceño y lleva su jodido trasero ahí, no dejaría a su bebé sólo con extraños. Luego tendría que darle otra charla sobre por qué los desconocidos son malos. Sin embargo, cuando entra puede notar el ambiente tan dulce que se ha formado ¿cuándo fue la última vez que vio a su hijo tan feliz?
—¡Papá! Te presento a el nuevo vecino. —La sonrisa brillante que su hijo le da, le hace entender que, igual, podría dejar entrar a este nuevo ser a su vida.
—Mucho gusto, señor Bakugo, soy Aoyama. —El chico le sonríe también, y por un momento jura que ha sido capaz de ver a su difunda esposa sonreír detrás de ese joven. Incluso puede escuchar su voz decir: «Es el indicado.»
—¿Aoyama qué?
—Aoyama Yuuga.
—¿Quiere quedarte a cenar?
Shoutaro se emociona, mientras Yuuga acaricia sus cabellos con suavidad, lleva los platos sucios al fregadero… podría acostumbrarse.
Pasó la prueba.
Tal vez habría una chispa entre ellos.
