Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling
Esta historia participa en el II Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black
Prompt AK#033
Prólogo
Tom hace una mueca de desagrado apenas el aire viciado de la casa inunda sus fosas nasales, Merope le da un golpe en el hombro con disimulo, así que el niño pone una expresión neutral mientras continúan adentrándose en el lugar. Caminan por un pasillo destartalado hasta una habitación pequeña con una mesa y un montón de sillas en el centro.
La mujer encorvada que abre la marcha se gira y retira la capucha que la cubre, mostrando un rostro arrugado, surcado por extrañas cicatrices, un ojo por completo blanco y una cabeza con sólo unos cuantos mechones de pelo. Es como la bruja de un cuento, tan absolutamente cliché que Tom siente miedo; un escalofrío lo recorre cuando el otro ojo —azul— le mira fijamente.
—Madam Jonelle —dice Sorvolo casi con devoción, tomando una de las manos de la mujer entre las suyas.
—Tomen asiento —pide ella.
Ha sido criado para hacer su voluntad, para tener todo lo que quiere con sólo mover un dedo y para controlar todo lo que sucede a su alrededor; por lo que le sorprende la manera en que su abuelo, su tío y su madre acceden tan dócilmente a la petición de la mujer. Se apresura a tomar asiento junto a su progenitora.
—¿A qué han venido y quién es él?
—Es mi hijo —contesta Merope con orgullo—. Queremos saber su suerte.
Madam Jonelle no dice nada, da media vuelta y se adentra a una habitación cubierta por una extraña cortina que Tom no ha notado antes; sale cargada de una cantidad exagerada de velas, que reparte por la mesa y enciende antes de volver a meterse detrás de la cortina, cuando vuelve carga una taza en una mano y una baraja en la otra. Deposita la taza frente a él.
—Bebe.
El heredero de la familia Gaunt observa con atención la taza, es obvio que no es su mejor momento y que el té en su interior no tiene nada de higiénico; no puede (a decir verdad, tampoco quiere) evitar arrugar los labios en una clara señal de asco. Levanta el rostro con decisión y se obliga a mirar a los ojos de la mujer.
—No voy a tomarlo —sentencia.
Puede sentir el momento exacto en que la atención de sus familiares se dirige a él, está seguro que recibirá un escarmiento por tal desplante, pero no va siquiera a probarlo.
La vieja no dice nada, toma sus cartas y las baraja con una habilidad que sólo proporciona la práctica, luego las tiende boca abajo a lo largo de la mesa.
—Escoge una.
Tom sabe que no puede tentar demasiado a su suerte, así que estira la mano y está por coger la más cercana cuando la mujer le da un golpe en la mano.
—¡De ésa manera no, niño tonto! —gruñe—-. Tiene que llamarte, pasa tu mano lentamente sobre ellas.
Enarca una ceja y suelta un suspiro de irritación antes de hacer lo que le piden; es extraño, en el momento en que su mano se detiene en una carta de los extremos un calor le cosquillea la palma. Él la toma y se le extiende. Madam Jonelle se la quita con poca delicadeza, un escalofrío notorio la recorre y por un momento se queda tensa.
—Una persona de ojos verdes y cicatriz en forma de rayo decidirá tu destino —dice con una voz rara.
El silencio sepulcral que sigue a sus palabras es tan intenso que Tom puede jurar que escucha el momento exacto en que su corazón comienza a latir con fuerza, se levanta (tirando la silla en el acto) y sale de la habitación dando fuertes zancadas. Ninguna charlatana loca va a decirle que su destino depende de alguien, es suyo y de nadie más.
Tal vez si hubiera sido un poco más paciente, también habría salido enojado: la carta de El Colgado* no le presagia algo mejor, pero ¿a qué persona con sangre Slytherin le depara un buen destino?
Sonríe con satisfacción, están tancerca de acabar con la maldición que atormenta a su familia, sólo queda vivo el último heredero y no será por mucho. Han encontrado a su objetivo viviendo escondido en un pequeño pueblo cerca del condado de Wiltshire, ubican cuál es su casa y saben que se reunirá con alguien el sábado a las 9:00 p.m. en una taberna local.
Revisa una vez más los planos del pueblo y los de la casa, nada puede salir mal.
A la hora prevista los hermanos Lestrange y Barty Crouch Jr llegan a un punto arreglado en Wiltshire, y todos juntos parten al pueblo.
La casa es antigua y nada espectacular, Tom ciertamente esperaba encontrarse con algo mejor. Rabastan y Barty se quedan cerca, por si lo de la taberna es sólo para distraerlos.
Rodolphus y él parten a la taberna, ambos reconocen de inmediato uno de los autos estacionados en la calle; de todas formas Rodolphus echa un vistazo al interior y confirma que su objetivo está sentado en la barra junto a un hombre rubio.
Desenfundan las armas y abren la puerta de un golpe.
—¡Hoy se cumplen diez años de la muerte de Corvinus! —grita y una ráfaga de balas sale de su arma.
Ve el momento exacto en que el hombre cae al suelo, antes de que las luces se apaguen y dejen todo en penumbra. De todas formas Rodolphus y él barren el lugar con balas, no están seguros si alguien ha respondido a los disparos, pero ninguno está herido.
Saca su teléfono y marca el número de Barty.
—Ha caído.
Tom Riddle arruga la nariz en un gesto de desagrado, que desaparece casi inmediatamente, apenas coloca un pie fuera del auto y se echa a andar con toda la elegancia que posee. Detrás de él, Rabastan lo sigue.
Se fija en el número de las casas y, finalmente, se detiene en el número cuatro. Toca a la puerta con impaciencia. Unos minutos después un hombre gordo y rubio la abre, palidece cuando se fija en el rostro del muchacho.
—Todavía no tengo el dinero, pe... pero lo tendré pronto —barbota.
—Buenas tardes, ¿nos deja pasar? —pregunta Tom.
—Ah, sí... —dice nerviosamente y se hace a un lado.
Petunia, que ha permanecido detrás de su esposo, también pierde el color y se apresura a ir hacia las escaleras. Ahora más que nunca tiene que ser una buena anfitriona.
Vernon conduce a ambos hasta la sala y los invita a tomar asiento en sus cuidados sillones, mientras el mismo se deja caer en uno. Riddle mira la habitación con algo parecido al asco antes de sentarse en uno de los sofás que está justamente frente al hombre, Rabastan permanece de pie a su lado.
—Señor Dursley... —comienza a decir Tom.
—Por favor, llámame Vernon —Sonríe en un intento de parecer simpático; sin embargo, se arrepiente en cuanto las palabras dejan su boca por la mirada que le dedican sus interlocutores.
—Señor Dursley —repite, como si no lo hubieran interrumpido—, ya ha pedido muchas prórrogas, necesito que pague.
—Tiene que entender, mi familia...
—Su familia no es problema mío —interrumpe Tom y está por continuar hablando cuando se percata de la nueva presencia en la habitación.
Petunia entra cargando una bandeja con tazas y una tetera, seguida de un niño pequeño de revueltos cabellos negros y ropas demasiado grandes, que lleva un plato lleno de galletas o alguna cosa parecida. Tom sigue al niño con la mirada, hay algo en él que lo llama. El pequeño deja el plato en la mesita frente a ambos y le dirige una mirada llena de curiosidad, momento en el que Riddle se percata de los enormes anteojos unidos con cinta y los ojos verdes más hermosos que ha visto nunca; el niño se aparta el flequillo del rostro, dejando a la vista una cicatriz en forma de rayo. Continúa mirándolo mientras se retira, ¿cuántas probabilidades hay de encontrar a un niño con ojos verdes y una cicatriz en forma de rayo?
Las palabras de Madam Jonelle le retumban en la cabeza, han pasado muchísimos años, pero él las escucha como si se las dijera en ese momento. Está consciente de que Rabastan también piensa en ello, su tonta familia supersticiosa enmarca las "profecías" en placas bajo sus retratos en uno de los pasillos de su casa.
—El niño, ¿es su hijo? —pregunta, aunque bien sabe que no lo es, y queda confirmado cuando una mueca de odio cruza el rostro del hombre.
—Por supuesto que no, él... no importa —gruñe con desdén—. ¿Un poco de té?
—¿Cuál es su nombre? —cuestiona, frunciendo el entrecejo.
—¿Por qué importa eso?
Rabastan rodea la mesa que los separaba y coge al hombre por las solapas de la camisa.
—¿Crees, acaso, que esta es una reunión social? Te están preguntando algo.
Lo suelta de manera brusca y vuelve a su lugar junto a Tom.
—¿Cuál es su nombre? —repite de manera impaciente.
—Se llama Harry Potter —farfulla con asco.
Harry Potter, el hijo de James y Lily Potter. No los conocía, pero está seguro que Rabastan sí.
—Quiero el dinero —sentencia y se levanta.
Ahora no tiene cabeza para pensar en pagos y formas de saldarlos, está un poco aturdido.
Un par de días después parte a Génova, con la idea de arreglar unos asuntos acerca de un encargo de armas que su familia está por mandar. Tarda unas semanas en volver.
La primera persona que se encuentra al regresar es a Morfin, el hombre le palmea la espalda y le regala una sonrisa divertida que no entiende.
—Hay una sorpresa en tu habitación —le dice de manera críptica.
Suspira con desgano, sabe que no va a gustarle lo que sea que le hayan dejado. No se equivoca, hecho un ovillo un pequeño lo espera recostado en la cama. Es Harry Potter.
Nota de la autora:
*El Colgado: Fortaleza, sabiduría. Limitaciones auto impuestas. Iniciación, prueba. Redención a través del sacrificio, pérdida. Poder profético. Decisiones suspendidas. Elección que requiere contemplación.
Primero que nada, ¡Gracias por leer! Espero que les haya gustado el prólogo (y sobre todo que los haya dejado intrigados).
Supongo que les habrán quedado algunas dudas, pero con el paso de los capítulos van a quedar resueltas (o eso se supone). De todas formas cualquier duda, comentario, crítica o lo que sea pueden dejarla en los comentarios o por PM.
¡Un saludo!
