Yo NO debería estar escribiendo más historias, antes de terminar las que tengo. Pero no sé qué me ha inspirado de pronto. Creo que me enamoré de esta pareja, o quizá obsesioné jaja ya no la fina línea que separa eso. Ahora mismo he terminado en el penúltimo capítulo del intercambio, estoy en el sexto capítulo de Lo indispensable y en el octavo de Belladona. Ahora mismo tengo bloqueo mental con Cartas a un mortífago, La vida después de ti y la finca de piedras negras. Lo siento. En fin.
Espero les guste. Gracias por pasarse a leer. Saludos!
El sauce llorón
Prefacio
Una dama oscura, solitaria entre los mortales siempre hablaba con un árbol de sus desventuras y amores. Limpio era el corazón de esta dama, con lo que el árbol se enamoró de ella.
Todos los días se veían, fuera noche o día, el árbol siempre la escuchaba en las conversaciones, deseaba abrazarla cuando lloraba o reír junto a ella cuando se alegraba, pero solo era un maldito árbol, sin movimiento, solo tenía alma.
Pidió mil y una veces a la noche que le dejase expresar su amor para poder saber si su amada, le amaría de verdad o no. Y con un rayo del cielo, en el árbol escribió dos nombres:
"Sauce love Enia" , rodeado de un gran corazón.
Cuando a la mañana siguiente la dama apareció y sus ojos se clavaron en la llamada de amor, corrió lejos del árbol, a quien no volvió a ver jamás. ¿Cómo un humano iba a amar un árbol, si solo es madera y savia? se dijo el árbol.
Lágrimas y más lágrimas cayeron de sus ramas formando largas y caídas redes de hojas en forma de gota, y así el gran sauce se le llamó el sauce llorón...
Xxx
Capítulo 1. El susurro del viento.
Ahí estaba ella, cómo todas las noches después de una larga jornada de trabajo en el hospital. Mirando su reflejo impasible en el espejo, cepillando su largo cabello rosa y tratando de amedrentar ese nerviosismo que le nacía del pecho, y se hundía en el fondo de su estómago. La noche ya se estaba adentrando y, la gran luna llena se iba a asomando más y más. Se quitó la bata de baño y se acomodó un lindo kimono blanco tan lentamente, fingiendo que aquella tela era la caricia del amante añorado.
Luego, con la misma parsimonia de sus manos, ató el obbi, tratando de que no se formasen las arrugas en él. Trató, inútilmente de acomodarse el cabello en un moño, pues ya estaba lo suficientemente largo y espeso como para permitir cargarlo en la nuca como si no pesara kilogramos. Sonrío para sí misma, cuando se percató que su tez blanca y sus labios naturalmente rosas no requerían de nada más. No es que fuera presuntuosa, pero reconocía que a sus 18 años, su cuerpo adquirió sin más los detalles finos de la juventud, dejando detrás a la niña de la frente amplia. Claro que, sus atributos no eran como los de su mejor amiga Yamanaka Ino pero al menos no se quedó como una escoba tableada.
Volvió a suspirar, y esta vez el nerviosismo se acrecentó. El viento que entró por la ventana, trajo consigo el aroma, ese, aroma. Su aroma. Un aroma que había inundado su habitación incontables veces.
Tímidamente giró sobre sus talones y no pudo evitar que sus manos temblaran. Ahí estaba él, como cada noche que regresaba de misión. Lentamente, ella bajó las manos y alisó la tela del kimono, quería estar presentable para él, y sobre todo deseable. En su ventana yacía un hombre de complexión delgada, que a pesar del traje AMBU dejaba notar su fibrosa musculatura. El viento volvió a soplar, provocando que la larga melena castaña de aquel sujeto se meneara sobre sus hombros anchos, acariciando levemente el tatuaje típico de un ninja de su rango.
Ella tragó saliva cuando lo vio poner los pies sobre el piso de madera, con tal delicadeza y elegancia muy propias. Al parecer, se había cansado de observar acuclillado en el marco de aquella pequeña ventana. Él se colocó frente a ella aún con la máscara puesta. Sin siquiera darse cuenta, ella ladeó el rostro, tratando de imaginarse los gestos detrás de esa máscara que simulaba, irónicamente un pájaro.
¿Los pájaros suelen ser libres cierto? Capaces de elegir su vuelo, dirección y su viaje. Curiosamente los AMBU no, o al menos eso le había dicho su antiguo Sensei cuando hubo explicado a ella y a sus ex compañeros de equipo lo que significaba pertenecer a las tropas ninja de esa categoría. No quiso pensar mucho en ello, no quería adentrarse en esas malditas reglas que arruinaban todo. Ella cerró los ojos, casi como un gesto meramente infantil al sentir la áspera mano del hombre pasearse por su mejilla derecha, cuan agradable era esa caricia muy a pesar de que se fijaran como lijas. Los guantes del joven estaban ajados, seguramente por la ardua pelea.
Él sabía que su tacto no era precisamente el rose de un pétalo pero ansiaba tocarla, ansiaba estrecharla contra su pecho y fundirse en ese cuerpo diminuto que lo hacía enloquecer. No sabía cuán mal estaba por esa mujer, o podría decirse bien-dependiendo del punto en que se viera- cuando hubo estado a punto de morir en esa misión. Ni siquiera reparó en ir a la enfermería por muchas que fueran las insistencias de su escandaloso Sensei o sus compañeros de misión. Él lo único que deseaba era verla.
-Has tardado-apenas dijo ella con un hilo de voz. Abrió sus grandes ojos color esmeralda y lo miró fijamente. Después, la mano femenina, vaciante se dirigió a la máscara-
Ella retiró la impoluta pieza con cuidado y sus ojos se abrieron de sobre manera.
-¡Por todos los dioses! ¿Has ido a la enfermería ya?-le dijo con la voz trémula y evidentemente alarmada-
Él frunció el ceño. A veces detestaba que le hiciera preguntas estúpidas u obvias. ¡No! ¡No se dignó ir al maldito médico porque sus jodidas ansias de verla se lo habían carcomido todo el viaje de misión! Prefirió no responderle a la mujer, porque si lo hiciere, sus peculiares palabras ácidas conferirían un aire pesado al encuentro, además soportar un arrebate de ella en respuesta, era lo que menos necesitaba ahora.
-No lo creí necesario, teniéndote a ti-dijo. Él retiró su mano que acariciaba aquella fina mejilla y con ella limpió la suya en un movimiento brusco, y la sangre que corría por su mentón fue aminorando. Tenía una herida desde el ojo derecho hasta casi la comisura de la boca-
Ella arqueó una ceja, un tanto incrédula por aquellas "palabras amables". Lo conocía lo suficiente como para saber, que eso no pensaba realmente.
-¡Ya! ¿y por eso has decidido saltarte las reglas y no acudir al médico primero? ¿o inclusive a dar tus reportes dónde el Hokage?-le dijo con aspereza-
¿Pero qué carajos? ¿no le agradaba verlo? ¡esa mujer sí que podría sacarlo de sus casillas! El impaciente por verla, y ella lo primero que reparaba era reprenderlo.
-Si no más te recuerdo, me he saltado muchas reglas ya-habló con su sardónico tono y apuntó la situación extendiendo los brazos. Luego de observar cómo los ojos de ella se volvieron transparentados ante las lágrimas amenazantes, con algo de rabia comenzó a desenredarse las vendas de las manos después de haber retirado sus guantes-
¡Maldita sea las reglas! ¡maldita sea la misión en Suna! Y por una mierda ¡todo! Desenrollaba las sucias telas con rabia. Él no solía mostrar sentimientos, ni mucho menos arrebates, pero desde hace un año y medio se había convertido en un ser consumido por sus propios sentimientos. Muchos a decir verdad. La mano delgada y vacilante de la mujer le detuvo su quehacer. La miró un tanto molesto.
-Lo lamento-dijo ella. Con gentileza inició lo que él antes hacía. Ella comprendía los sacrificios que él tenía que hacer para estar ahí. El millón de reglas que rompía y todas las miles de mentiras que seguro debió fabricar. Ser un AMBU requería de mucha responsabilidad, y uno de los juramentos, supuestamente inquebrantables era el no tener vida fuera de ello-es solo qué, te he extrañado mucho-le dirigió una sonrisa sincera, dulce y él relajó los gestos-te he preparado el baño-
Ella le ayudó a desvestirse, despacio y sin querer perder detalle de todo aquello. Eran pocos los momentos como ese y cada vez que se presentaban deseaba aprovecharlos al máximo. A veces, su rabiosa interior no le hacía fácil y llevadera la situación, porque realmente era difícil estar con él a escondidas de toda la aldea pero valía la pena por momentos como ese. Él sonrió con arrogancia al ver que las mejillas de la muchacha se tornaron arreboladas en un tono carmesí y que su mirada nerviosa se iba a cualesquier punto inexistente a los costados.
-¿A qué viene tanto recato ahora? No es la primera vez que me vez así-le soltó entre divertido y extrañado. Ella le miró a los ojos, y apretó los dientes. Odiaba cuando se burlaba de ella mientras intentaba ser atenta y dulce. Era algo que no lograba esclarecer ¿Cómo disfrutaba la compañía de un hombre que la sacaba de sus casillas tan fácilmente y al minuto siguiente le hacía sentir una sensación desbordante en el cuerpo, como una corriente eléctrica que le nacía del pecho hasta el vientre?-
-Sabes que no me gusta cuando te ríes de mí, ¡tú!...grandísimo….grandísimo..-infló las mejillas como berrinche, resopló y añadió: ¡Hyuga engreído!-le dijo molesta. Se levantó el kimono para poder moverse con mayor rapidez- para un "genio" como tú debiera ser evidente cuando alguien se ha preocupado por ti y te ha echado mucho de menos-dicho esto, soltó un portazo en el cuarto de baño-
Neji Hyuga levantó una ceja consternado. Vaya, esa mujer podía ser tan volátil y explosiva cuando se lo pretendía pero también debía reconocer que bajo ese mal carácter estaba una mujer dulce y cariñosa. Él tampoco lograba saber ¿Cómo carajos se enredó en todo aquello? Admitía qué, le agradaba bastante el hecho. Sin duda, era algo novedoso, algo inverosímil. Si meses atrás le hubieran dicho que llegaría a mantener una relación con Haruno Sakura se hubiera reído hasta que el estómago le doliera. Pero, a decir verdad el destino podía jugar sucio y poner cartas sobre la mesa a las cuales no habría marcha atrás y se tenía que disponer de ellas. A lo mejor el Karma le estaba jugando una mala pasada, a lo mejor solo era algo pasajero. Como la fiebre, como los antojos a los dulces, o como cualesquier cosa.
Además, no podía clasificar todo aquello como una "relación". Él y ella no tenían una relación normal, a menos eso suponía. Jamás se habían parado hablar de ello desde que todo comenzó. Y él daba por hecho que ella conocía de sobra las reglas de lo que implicaba tener un cargo como el que se cernía sobre sus hombros.
Neji suspiró con pesadez y no dudó en entrar al cuarto de baño, encontrándose con Sakura sentada en un banquillo comprobando la temperatura del agua.
-Lo lamento-dijo él en un tono bajo. Las letras arrastradas hicieron un eco en la pequeña habitación-no quería ser grosero-
-No importa, lo que importa es que estas aquí. Debió ser una misión dura-dijo ella sin siquiera mirarlo. Se levantó y se dirigió a la bótica para sacar las sales de baño-a veces me cuesta comprender tus responsabilidades, soy yo quien debiera disculparse-le dijo. El frunció el ceño un poco. Esa mujer era enigmática, de un momento a otro podía cambiar de opinión-
-No quiero discutir más-le respondió él en un tono neutral. Ella volvió la vista encontrándose con el cuerpo semi desnudo del muchacho y luego su semblante tranquilo e inexpresivo-
Viajó disimuladamente la vista por el cuerpo del muchacho, buscando las heridas de batalla, encontrando algunas sin gravedad. Sin embargo al sentirse descubierta, no evitó sentir las mejillas arder. Sin bien tenia meses viéndolo así, pero aun no le parecía tan común. No es como si lo viera a diario desnudo además él era quien era. Él era el genio Hyuga Neji, el próximo sucesor del mandamás del Clan más antiguo de Konoha, el "genio" innato. Ninja excelente, con inigualables habilidades qué, inesperadamente se había fijado en ella: en Haruno Sakura.
Ella se consideraba una mujer simple y común que tenía que trabajar el doble para conseguir lo que él lograba en un pestañear. De alguna manera, la inseguridad le hacía mella aún. Todos los adjetivos peyorativos que alguna vez aquel compañero de equipo le escupió, le resonaban en la cabeza, muy a pesar de que ella fue discípulo de la mismísima quinta Hokage. Y muy a pesar de que la ex Gondaime le alabó incontables veces sus cualidades como ninja médico y aprendiz de excelencia, ella no terminaba por creérselo.
La chica volvió a darle la espalda a Neji para colocar las sales, se abofeteó mentalmente por estar pensando en las boberías de quién era mejor que otro y trató de aminorar la zozobra. Ella era una ninja médico y no debía ponerse nerviosa por ningún motivo. Ni preocuparle nada más. Miró por el rabillo el cuerpo imponente del chico, y la sangre volvió a agolparse en su rostro ¡ella era un ninja medico carajo! No debiera ponerse nerviosa con un cuerpo desnudo, había visto cientos en las horas de trabajo. ¿No había razón por ponerse así? ¿Verdad? Pero su vocecilla interna y maliciosa le susurró que ninguno de sus pacientes era Hyuga Neji, que la ponía al mil por hora. Pronto dio un respingo al sentir como unas manos gruesas se aferraban a su cintura. Se levantó como un resorte y se quedó quieta.
-También te he echado de menos y lo sabes-le murmuró Neji al oído- Si he osado en no pasarme por la enfermería, es porque confío lo suficiente en ti para sanarme-le pasó la lengua cálida por el cuello-y no soportaba un minuto más sin verte-le dijo y mordió lascivamente el lóbulo-
Sakura gimió y dejó que el la girara. Se encontró con el escrutinio de los ojos blancos y volvió a sentir sus mejillas arder. Lo que pasaba con él, era indescifrable. Estaba casi segura que aquellos ojos podían leerla a la perfección, pero ella no sabía nada de él. Neji se inclinó para besarle pero el dedo índice de ella lo detuvo.
-Antes que nada, déjame curarte-le pidió y sus labios se curvaron en una dulce sonrisa-
El asintió. No le daría la contra en eso, la verdad es que la adrenalina de la batalla ya había pasado y el cuerpo comenzaba a enfriarse. Las heridas estaban causando sus dolencias y no le permitirían hacer lo que realmente deseaba con ella. Amarla esa noche.
El agua estaba a perfecta temperatura, se hundió completamente y lanzó un largo suspiro al sentir las manos delgadas de Sakura limpiándole las heridas con una gasa húmeda. Después la calidez del chakra que emanaba de sus manos, apaciguó todos los dolores. Las heridas estaban sanando. Neji descansó los brazos al costado del Ofuro e inclinó la cabeza hacía atrás. Volvió a suspirar cuando sintió que el nivel del agua subió. Ella ingresó al baño caliente también, él abrió los ojos con sopor y le encantó la vista.
Sakura estaba sumergida hasta la clavícula, con algunos mechones de cabello rosado cayéndole en desorden y las mejillas arreboladas. Ella le miraba con intensidad desde el otro extremo, como queriendo leerle la mente. Él le sonrío.
-¿Cómo te sientes?-le dijo ella-
-Mucho mejor-le contestó. Luego se inclinó y tiró de ella para colocarla entre sus brazos-Mucho mejor así-murmuró en su oído para luego mordisquearlo lentamente-
Sakura soltó un vaho, y se removió inquieta por las caricias. A veces, en momentos como ese podía olvidarse del mundo entero. Las manos gruesas del chico viajaban lentamente por su cuerpo, al parecer inquieto e insaciable. Ella ahogó un gemido al sentirlo adentrarse en el centro de su ser.
-Hy-Hyuga-le murmuró ella-
-Vamos a la cama Haruno-le dijo él en un susurró que sonaba más a orden-
Fuera de la tina, él procuró cubrirla con una toalla y secarle con deliberada parsimonia, dejando a su vez un reguero de besos dónde la tela quitaba las gotas de agua. En realidad, no era un experto en eso del amor, ni mucho menos en los actos, pero suponía que actuaba más por instinto o sentido común que otra cosa. Porque de cierto modo logró esclarecer, que era difícil prescindir de ellos por más indignos que resultasen. Él se jactó varias veces de ser un hombre libre de impulsos, que para su raciocinio, solo los podría tener un hombre sin control, como Naruto, Kiba o inclusive Lee. Pero no él. Un hombre recto, impecable y que desde la muerte de su padre se había decidido no dejarse llevar por nimiedades. Pero ahí estaba. Estrechando entre sus brazos a esa mujer que lo volvía loco.
Ella, por su parte, sólo se dejaba hacer. No era muy diestra en eso del amor tampoco, ya lo comprobó años atrás persiguiendo a un chico que ni siquiera se dignaba a mirarla y que no conforme con ello le humilló incontables ocasiones. Aun después de tanta añoranza cuando Uchiha Sasuke se hubo marchado, hecho y desecho, y después regresar a la aldea bajo estrictas condiciones, ella no prescindía de ese sentimiento en su totalidad. Sin embargo, desde hace un año y medio es que, percibió algún cambio. Algo ya no estaba bien, o quizá sí. Uchiha Sasuke se esfumó de sus pensamientos como la espuma que se lleva el agua una vez que sube la marea.
Neji la besó abrazadoramente en los labios y la empujó sobre el futon, Sakura separó deliberadamente las piernas para darle espacio. Él se recargó sobre sus antebrazos y volvió a besarle como minutos antes. Ella ahogó un gemido cuando sintió que la inundaba su miembro con poca delicadeza, y no es que el fuera rudo, de echo era la primera vez que se mostraba tan impaciente por hacerle el amor, pero algo esa noche, desde que llegó dejaba en claro la desesperanza que traía consigo. Ella dejó que todo fluyera a su gusto. Seguramente después de todo, él le contaría el porqué de sus acciones posesas. Siempre era así. Llegaba con una descarga de hombría fatal, dejaba todo en las aguas de baño termales, le hacia el amor como nunca y luego contaba la andanza en misión. De algún modo, se convirtió en su confidente, hasta cierto punto. Había cosas que él no dejaba traspasar, sobre todo cuando todo se ponía serio o más íntimo, Neji Hyuga tomaba distancias y desaparecía por un par de meses.
Era como si tomara el tiempo por escudo.
Sakura volvió a lanzar un suspiro al sentir la estocada más profunda y abrió los ojos. Sonrió sobre manera al ver el rostro del muchacho. A pesar de que sus ojos eran carentes de pupila o expresión, los rasgos de su rostro parecían enmarcarse en la tentadora idea de la dulzura. Ahí no solo había pasión, temió ella, era algo más. Y no supo si eso le alegró o le entristeció pues un nudo en su garganta le hizo tragar en seco. Sintió de pronto unas ganas enormes de echarse a llorar ¿Qué era eso? Nunca antes lo sintió, y vaya que había hecho el amor con ese hombre incontables veces.
-¿Estas bien?-le oyó decir, seguramente notó como las lágrimas empezaban a agolparse en sus ojos esmeralda-
-S-sí-balbuceó y hundió el rostro en un hueco entre el hombro y el cuello de Neji. Volvió a gemir cuando lo sintió moverse más lento. Sin siquiera preverlo, las lágrimas le brotaron de los ojos y en el pecho sintió como una calidez inexplicable-
Volvió a soltar un sonido sensual de entre los labios y él le obligó a mirarle. Neji se quedó quieto al ver los ojos de Sakura empañados y húmedos.
-Perdóname ¿te he hecho daño?-se retiró de inmediato quedando levantado en sus cuatro extremidades. Estaba alarmado-
-No sucede nada malo-le dijo y como para contrariarla, de sus labios se escapó un sollozo-no puedo explicarlo Hyuga, no sé por qué tengo ganas de llorar…pero por favor no pares-acarició una mejilla del muchacho y le sonrió con ternura-
Él no estuvo muy seguro de querer hacerlo pero los labios cálidos de la muchacha le callaron cualquier replica. Lo besó con tal vehemencia que lo hizo caer sobre ella. Sakura acarició la espalda de Neji, comprobando por milésima vez la suavidad y exquisitez de aquella piel blanca como la nieve. Y sin más esperar, le dio un giro a la situación, volcando al chico y siendo ella quién ahora estaba al mando. El muchacho tomó las caderas de la chica y las situó adecuadamente. Luego volvieron a sumergirse en esa pasión incontrolable y que parecía no querer amainar.
Sakura besó cada centímetro de aquella piel que tenía a su alcance para luego apoderarse de los labios deliciosos del chico. A Neji le sorprendió la actitud de la chica, porque regularmente no estaba tan participativa, pero esta vez fue él quien la dejó marcar el ritmo. Él se dejó caer totalmente en el futon deleitándose con la imagen. Aquella mujer, definitivamente lo aplacaba, le daba una calidez inexplicable. Y no comprendía porque, si eran polos opuestos.
Neji sonrío, le encantaban sus mejillas sonrojadas, el movimiento de sus pechos al compás de sus caderas y la forma en que sus piernas se curvaban alrededor de él. Y sobre todo le fascinaba que todo aquello fuera para él y por él. Sakura le devolvió la sonrisa, y las ganas de llorar se esfumaron cuando Neji tiró de su cuerpo, haciéndola esparcir su peso en él y volvió a besarla en los labios con ternura.
Nunca hubiera imaginado que el amor se sintiera así ¿Un momento? ¿amor? Pensó Neji alarmado se sentó de nuevo y detuvo los movimientos de ella. Sakura lo miró extrañada, buscó sus ojos y al encontrarlos se quedó de palmos a notar aquella mirada contrita ¿Qué cambio de repente? Le interrogó con la mirada y después de analizarlo un instante, decidió restarle importancia. Así era Neji, de pronto podía ser dulce y al minuto siguiente un tempano de hielo. Ella pasó cariñosamente sus dedos por el tatuaje en la frente del chico y lo besó lentamente, de extremo a extremo; de cierta manera ella supo que algo le inquietaba y ese "algo" tenía que ver con los dos. Lo besó en los labios lánguidamente y volvió a mover sus caderas. Él pareció relajarse y regresar a lo que hacía. Esta vez, con decisión Neji giró en sí mismo y volvió a colocarse sobre ella. Marcó un ritmo lento, apacible y se dedicó al disfrute de besos que ella le regalaba. Juntos, después de quien sabe cuánto tiempo, llegaron al clímax. Él hundió el rostro en el cuello de ella y ella lo abrazó lo más fuerte que pudo.
Y sin siquiera esperarlo, el murmullo de un Te amo sonó en la habitación. O quizá solo había sido el susurro del viento.
