Norimawasu
Por Aomine Daiki.
"Estar cerca de él me irrita"
Hyuuga alza la mirada para así poder ver el paisaje que se le escapa tras las rodadas de la bicicleta en la que va sentado.
"Y aún así, yo…"
Observando el horizonte a una distancia lejana, que parece alargarse conforme la bicicleta se desliza por la calle.
"Se siente bien, ¿no crees?", Junpei ignora en primera instancia ese comentario, girando la cabeza a la izquierda, agudizando la vista al ver allí el lago con ligeras ondas perderse de repente. Producto seguro de los peces, se dice mentalmente, que salen a respirar detenidamente en un acto fugaz y estrictamente obligado.
No contesta, prefiere seguir viendo esas aguas mecerse perezosas con el gélido viento, que está seguro, ronda ya los lugares.
"¿Te refieres a ser paseado?", no deja de fijar sus ojos en el panorama, y su respuesta sale con una voz indiferente, un tanto fastidiada.
"Me alegro que lo estés disfrutando", la risa que le sigue al comentario realizado atiza algo en el interior de Hyuuga. Quién aprieta las manos que van sujetas a la rejilla trasera de la bicicleta. Haciendo éste una mueca de amargura por la felicidad que se desborda del estúpido rostro de Kiyoshi. Quiere golpearlo, pero no se siente seguro al soltar una de sus manos mientras van rodando.
"¿Quién podría disfrutar de esto?", Junpei agacha la cabeza, mordiéndose los labios con fuerza.
"¿Quién no?", Teppei levanta la cara para ver a la primera estrella que se anima a brillar en el firmamento que todavía matizado de naranjas y rozados se halla. Con la tranquilidad y el gusto dibujándosele presurosos en el rostro. Como si quisieran decirles a todos lo feliz que está Kiyoshi de ir pedaleando.
"Idiota", responde Hyuuga y no se dice nadamás.
El sonido del pedaleo se acentúa conforme avanzan. Las aves están preparándose para echarse a dormir, y sus cantos ―algunos― se esfuman con premura. El aire se torna lento, más frío, y las cigarras salen de entre los arbustos para afinar sus melodías, esas que están próximas a entonar.
La vereda, entre casas, edificios y ese lago gastado, le resulta inapropiada al momento. Le gustaría de pronto que se convirtiera en extensos campos, labrados por sabias manos, y repletos de hortalizas nacidas en medio de tierras fértiles, inundando el aire de aromas variados. Y por ello cierra los ojos, recargándose por primera vez en la espalda de Teppei.
Para imaginar aquel paisaje que su mente gusta recrearle.
"¿Hyuuga?", Kiyoshi no puede evitar sentir curiosidad por ese gesto que muchas veces le fuera negado en el pasado por el capitán, volteándole a ver de reojo.
"Cállate", pero Junpei le ordena, hosco, tajante. "No me dejas pensar"
Tesshin vuelve la mirada al frente, pedaleando suave, pausado, ansiando prolongar ese momento, al tiempo en que sonríe satisfecho y contesta: "Sí, sí".
"No puedo apartarme de su lado"
Sin notarlo siquiera, Junpei ha relajado el amarre de sus manos e incluso ha terminado por cruzarse de brazos, confiado. Olvidando e importándole poco ya si se cae del vehículo o no. Lo único que quiere el SG de Seirin es seguir soñando aquel panorama campirano. Jurando que puede oler la tierra mojada, escuchar el azadón encajarse en el suelo con fiereza y las semillas caer en los huecos que las arropan con sus oscuras faldas marrones.
El fogoso clima del verano hacer llorar a su cuerpo, ahogándolo en aguas saladas y generándole una infame sed que le reseca y agrieta profusa la garganta.
Lamiéndose inconsciente los labios, buscando refrescarlos tan solo un poco.
"Oh, la noche está aquí", Kiyoshi se pierde por momentos en el negro manto del cielo, el cual parece tomarse su tiempo en decorarlo con presuntuosas estrellas que arman, algunas, constelaciones de las cuales podría jactarse Teppei de su conocimiento, sí así lo quisiese. "Será mejor que me apresure", de pronto acelera el ritmo, y su repentino arranque espabila poco amable a Hyuuga.
"¡¿A-ah?!", haciéndole tambalearse, sujetándose de forma inmediata e instintiva de la rejilla. "¡¿Qué demo-"
"Oh, ¿te desperté?", no se oye para nada apenado, por el contrario, Junpei puede jurar que el tarado se divierte.
"Te haré lamentarlo", es una advertencia que Tesshin esperará con ansias, para pesar del capitán que tiene toda la intención de molerlo, sin mostrar siquiera un poco de piedad, a golpes.
Pero seguramente hoy no lo hará, ni mañana tampoco.
"Está oscuro", se dice para sí al ver la noche nadar sobre ellos. Preguntándose al instante por cuánto tiempo ha estado fantaseando encima de ese paseo. El centro de Seirin lo oye, alternando sus ojos arriba y al frente.
"¿No está hermosa la noche?", no es que lo sea en sí, pero para Teppei desde que conociera a Junpei, pero en especial desde ese día, todas las noches se habían tornado extrañamente más bellas y apacibles.
Y las estrellas mucho más brillantes.
"¿Qué has estado haciendo todo éste rato?, debería ya estar en casa, no aquí paseando con un idiota", Hyuuga reniega, de mala gana porque ha pasado más tiempo del que debiera en compañía del general destronado.
"Hahaha, arrullándote" está feliz, ese imbécil, lo está y eso le molesta sobremanera por eso lo ha hecho, le ha pateado la espinilla desde esa posición. "¡O-ouch!" desvaneciéndosele el coraje al escucharlo gritar. "H-hey, ¿quieres hacernos caer?", Kiyoshi tiene los ojos húmedos, pues le ha dolido de verdad aquella acción suya, mientras trata con dificultad no perder el equilibrio.
Pero no le importa. No.
"Eso nunca pasaría. Cuando estoy contigo", y por primera vez en el día Hyuuga no bromea, tampoco es irónico ni semejante, es sincero y lo que dice tiene un trasfondo más profundo.
Que Kiyoshi entiende y agradece.
"Vayamos a cenar", Teppei despega los pies de los pedales, maniobrando solo el volante, luchando por mantener la armonía de la rodada.
"¡¿Ha―h?!", haciéndole soltar a Hyuuga esa expresión que tenía olvidada, aquella cuando se creía un patán y hasta tenía el cabello largo y un rubio nada grato coloreándole la cabeza. "¿Eres imbécil o qué?, debería estar ya en mi casa"
"Te llevaré después, ¿cierto?", Kiyoshi echa hacia atrás la cabeza para poder verle, y Hyuuga solo atina a sonrojarse y a pensar: "Tarado, ¿quieres matarnos? Fija la vista al frente"; mientras enarca una de sus cejas.
"Antes de las 11, ¿entendiste?", con ello acepta, aparentando cierto disgusto.
"Que sean fideos", que Teppei conoce.
Como el motivo y el verdadero nombre de aquello a lo que Hyuuga Junpei llama irritación, que le nace estando a su lado.
Porque no quiere admitir que se trata de algo semejante al amor, y no a una vil sensación que justifique su terquedad.
En medio de ese camino por el cual van.
Continuará...
N/A Sí que es difícil re-editar cosas. Al final quedó igual.
