PROLOGO

El viento rugía en aquella tarde de verano, mientras el sol lentamente se ocultaba entre la espesura de las nubes amenazando con llover. Este no era precisamente el escenario perfecto para Arthur, quien, sostenía un extraño objeto en su mano, mientras caminaba por el bosque. Su capa de viaje color azul marino; lentamente comenzaba a ensuciarse con la mugre del camino, al igual que sus pantalones negros como el carbón comenzaban a enlodarse, lo que para él, le resultaba completamente horrendo, pero no podía ponerse renuente sabiendo todo lo que dejaba atrás, y el peso que su elección había llegado a tener en su vida, todo por resguardar con devocion esa pequeña caja de madera.

-No puedo creer que esté haciendo esto, y más por aquellos…seres- se dijo a regañadientes, procurando evitar resbalar por la subida que escalaba. -Solo espero esto ayude a solucionar todo, no quiero más problemas, además…- Su mirada pasó de irritada a ser de pesadumbre, cambiándola lentamente a ser parte de un semblante de tristeza. -Esa pobre criatura, no debería pasar por todo este dolor y tragedia.-

Finalmente, tras un largo tiempo de haber caminado, se encontro con el hermoso lago que era su destino, rodeado por árboles, donde, cerca de su centro, habia un pequeño montículo de tierra, en el cual descansaba una escultura; un ángel con sus manos posadas en sus hombros, las alas extendidas y una mirada fria dirigida al cielo, pero que transmitía una tranquilidad que era difícil de explicar. Frente a ella, una joven con una gabardina negra, botas color café y guantes color negro la observaba, distraida de lo que le rodeara, la capucha sin cubrir dejaba relucir un cabello corto pero con el fulgor del color de la noche, de la nada volteó a ver a la persona que se encontraba ahí, despertando de su ensoñacion, observándola.

-¡Por el ángel!, me asustaste… pensé que eras uno de aquellos - Al momento antes de pronunciar la continuación; algo extraño había ocurrido, su boca se movia pronunciando la palabra, pero… no podía emitir ningún sonido, sin embargo su rostro palido y los ojos verdes no mostraban ninguna expresión ante lo sucedido, como si le resultara completamente normal. -…que me estaban siguiendo, tenía miedo de que me encontraran-

La mujer comenzó a avanzar hacia el lago. Comúnmente a cualquiera se le ocurriría que se hundiría sin más, sin embargo al poner un pie se pudo oír como el sonido de campanadas, de repente el agua empezo a congelarse. Avanzó con total naturalidad hacia Arthur, quien la esperaba con un gesto serio e incomprensible, al llegar a estar frente a frente se lanzo hacia el dandole un fuerte y amistoso abrazo, el cuál fue correspondido con la mano libre del otro. -Perdóname que te haga esto, no se a quien más acudir, es como si todo el mundo desapareciera de mi vista .- No pudo soportar las lagrimas al sentir la soledad, pero solo dejaba que estas corrieran en el hombro del joven.

-Sabes que no hago esto por ti, Yocelín, lo hago por mí.- Su expresion mostraba culpa por no poder ayudarla más, el coraje, mismo que retuvo casi al instante, sabía que no era ese el momento ni el lugar indicado para reprocharle, a pesar de los sentimientos que le embargaban ella era su amiga.

Su amiga una… cazadora de sombras.

-Entonces ¿A qué has venido?- Dijo mientras intentaba sin éxito contener las lágrimas. Aquellas palabras que Arthur le había soltado la hirieron profundamente, a pesar de las risas compartidas y las confidencias, le resultaba difícil creer que el deseo de su único amigo fuera totalmente egoísta. -Si no lo piensas hacer por mí entonces..-

Arthur la silenció poniéndole un dedo sobre la boca.

-Lo hago porque no soporto verte así, al igual que por tu hija, no quiero que pierda aquel ser que la procreó.- Sus gafas comenzaban a caerse, así que las retiro y las guardó en el bolsillo de su ropa. Alzo la mirada de su amiga , sus ojos se toparon frente a frente, con aquellos ojos café tan intensos y puros que, según la descripcion de ella, reflejaban no solo lo que él sentía, sino lo que sentían los demás. Recogió un poco su cabello de color castaño para mirarla mejor, a pesar de que su larga melena estaba sujeta con un broche de oro con una runa grabada, eso no impedia que algún cabello suyo decidiera salirse de su lugar. -Prométeme que, pase lo que pase, no la dejarás sola ni un segundo de su vida ni de la tuya, estaré visitándolos con frecuencia, aunque ella no me verá como lo que soy hasta que cumpla 16 años, en ese entonces…- Tomó la mano de Yocelín, de forma delicada, depositando la caja que con tanto celo había cuidado.- Dale esto, así sabrá que puede acudir a mí cuando lo necesite.-

Yocelín miraba la caja con intriga, le resultaba realmente familiar, como si hubiera pasado en algún momento por sus manos aunque fuera de manera fugaz. -¿Qué es esto?- Preguntó intentando serenarse ante lo que obtuvo. Su voz lentamente comenzaba a oírse más neutral, más pacífica, sus ojos, que instantes atrás soltaban lágrimas desconsoladas, se habían detenido, dejando sólo como prueba un color rojizo alrededor de sus ojos.

-Esto, mi querida amiga, es un regalo para la pequeña, un regalo que le traerá una nueva visión del mundo, un cambio rotundo en su vida que no quiere, pero que necesitará para afrontar aquello que nosotros no pudimos.- Su rostro se relajó, mirando con cariño a aquella chica que deseaba cuidar a su familia, sin importar lo que ocurriera. "A lo mejor, si yo hubiera estado en su lugar, haría lo mismo" pensó, con un gesto amable le acarició aquel rostro pálido, muy característico de ella, tan fino como la seda, pero con algunas cicatrices, producto de la guerra. -Tú ten fe en ella…, no, en ellos, porque no estará sola, solo ellos pueden ayudarnos a redimir aquello que iniciamos y que ahora no podemos controlar.-

Dicho esto, Arthur comenzó su regreso por el mismo sendero. Yocelín quiso tomarlo de la manga, en una señal desesperada de rogarle que se quedara, pero ya era demasiado tarde, él se había alejado ya de ella, lo suficiente para no alacanzarlo tan facilmente. -Recuerda, Yocelín, no siempre lo que crees es verdadero, nada es cierto hasta demostrar lo contrario.- Con un ademán, un sello se dibujo en el suelo, dandole salida a un dragón color escarlata y alas doradas, el cuál se posó frente al joven, para montarlo y salir surcando por los cielos.

-¿Realmente crees que haya sido buena idea?- pronuncio el joven mago regresando su vista hacia donde se encontraba su vieja amiga.

-Hay cosas que debemos aprender por nuestra cuenta.- Respondió. -Aún si esto puede llegar a lastimarnos.-

CAPITULO I

ENTRE LOS BOSQUES

Una figura lentamente se movía en medio de la oscuridad, su silueta se encontraba iluminada únicamente por los pasos que daba al avanzar, lo que provocaba que el suelo proyectara una luz pasajera. Sin rumbo aparente, solamente continuó avanzando, ni siquiera sabía si estaba por llegar a algún sitio. De la nada otra silueta blanca, parecida a un hombre encapuchado con un abrigo blanco, aparecio frente a ella, envuelta en mariposas blancas que llegaban y se iban conforme el ser se materializaba.

"¿Qué es lo que deseas hacer?" dijo la figura blanca sin mover los labios.

"No lo sé", respondió la figura negra, la cual no dejaba de andar.

"No te queda tiempo, sabes a quién acudir" contestó la silueta blanca, comenzó a desaparecer, convirtiéndose de nuevo en esos seres diminutos alados de color blanco.

La silueta negra se detuvo, frente a ella empezo a surgir un sello con una forma octagonal y una estrella en medio, ambos rodeados por un círculo de runas. Del centro una pequeña llama surgio, aumentando de tamaño poco a poco, lo que hizo que la sombra oscura retrocediera, pero de las llamas comienza a brotar un dragón de un bello color carmesí, sus alas doradas resplandecian, al igual que su mirada tranquila pero penetrante a la vez. De su hocico comenzaron a manifestarse llamas que se dirigían hacia aquel ser oscuro, justo cuando las flamas estaban a punto de alcanzarlas…

-Link, despierta- Dijo un chico con la capucha de su abrigo cubriéndole el rostro mientras agitaba a su hermana menor con una mano de forma ansiosa.- Despierta, marmota, que ya casi llegamos.

-Mmm…-La chica, también de abrigo negro, con la capucha ocultandole el rostro, se encontraba recostada en posición fetal; en el asiento que se encontraba en frente de su hermano, dentro de una carroza de aspecto barroco, jalada por un caballo siendo dirigida por un ser, vestido con un hábito de color idéntico al de un pergamino. -Déjame dormir, Alex, llevamos casi una semana de viaje, estoy cansada, viajar desde Idris hasta acá fue muy agotador.- Intentó volver a dormir, respirando profundamente para asi acurrucarse, sin embargo, en un deje de impaciencia, Alex toma a su hermana con ambas manos y de nueva cuenta la sacudio bruscamente.

-¡Despierta! O quedarás con un peinado realmente horrible-

-¿Qué? ¿Acaso me dijiste fea?- Se incorporó, aprovechando eso para bajarse la capucha totalmente molesta, dejando ver un rostro moreno, con una ligera cicatriz de algun rasguño pasado. Sus ojos color marrón eran muy expresivos, mostraban en ese momento un sentimiento de indignación y furia, tomó un mechón de su liso cabello negro el cuál le llegaba a la mitad de la frente cubriendo toda su nuca, con su pie izquierdo intentó patear a su hermano en el tobillo, el cuál desvió para solo lograr pegarle al asiento frente al suyo -Para tu información he tenido demasiado cuidado en cómo me peino ademas de mi arreglo, pero sobre todo…- su voz se vio interrumpida al mirar por la ventana con un semblante nostálgico, notando el paisaje repleto de árboles y caminos ocultos tras ellos un cielo completamente nublado se veia a lo lejos.- Tuve de nuevo el mismo sueño.

-Ese maldito sueño no te ha dejado dormir desde hace meses- Alex soltó un fuerte bufido de irritación.-Ni siquiera dejabas dormir en casa, aún recuerdo cuando mamá iba corriendo a tu cuarto solo porque soltaste un grito muy agudo. A decir verdad parecía como si hubiera habido una ardilla que hubieran pateado cruelmente- Soltó una potente risa mientras extendía sus brazos por todo el asiento con las piernas relajadas.

El rostro de Link comenzó a tornarse rojo, volteó a ver a su hermano, apretando poco a poco los puños, clavándose las uñas en las manos. -¡Esto es serio, Alex! No he podido quitarme ese sueño tan raro, el dragón, la figura blanca, las llamas…- Abrazó sus piernas dirigiendo sus ojos de nuevo hacia el bosque. -Pareciera como si quisiera decirme algo, pero no sé qué sea, me pregunto ¿acaso tendrá que ver con nuestra familia?

-Puede ser- Alexander se bajo la capucha, mostrando un cabello muy corto, rizado, de un color rubio oscuro. Su piel blanca, a diferencia de la de su hermana, asimismo que mostraba una figura delgada pero musculosa, su barba junto con su bigote estaban unidos, formando un candado corto pero bien rasurado. Lo único que los asemejaba junto con ella eran aquellos ojos cafés que, al igual que Link, mostraban el mismo esa exteriorizacion de vehemente e impulsividad .-Mejor concentrémonos en la misión que nos dieron, dar apoyo al Instituto de Chapultepec, al parecer varios de los cazadores que estaban ahí decidieron irse, incluso la directora, dejando a su hija como la siguiente en el mando, solo quedan aproximadamente unos cinco o seis compañeros.- Observo con mucho detenimiento el camino que se encontraba en delante de ellos, con expresión seria mientras apoyaba los brazos en sus piernas.

-¿No es raro?, Se supone que algún miembro del instituto debía recibirnos, ¿por qué no hay nadie?

-No tengo idea, hermana.

Habiendo terminado la zona boscosa, llegaron a una pequeña plaza en la que se dividían dos caminos, uno que conducía a un castillo a lo alto de una zona, que parecía un gran precipicio, el otro que dirigía hacia lo demas del bosque. El carruaje se detuvo, Alex abrió la puerta para salir primero,con su hermana iba detrás de su pariente, ambos dieron un gran salto para poder descender. Al salir, Link pudo observar al sujeto que los condujo para llegar a su destino, una gran descarga le recorrió por la espalda. -Por el ángel, no soporto para nada a los Hermanos Silenciosos, son tan raros…-Volteo a ver a su hermano buscándolo hasta que vio que este ya se había adelantado hacia el camino que daba al castillo, así que corrió hacia él para alcanzarlo.

Ambos se encontraban en la senda, al parecer todo estaba desierto, sin moverse por unos instantes, sacaron una especie de tubo de metal, muy parecido a una varita de árbol, con una terminación que poseia un cristal en forma de gota. Ambos la pusieron en el aire formando una runa suspendida en el ambiente, lo que causo un fuerte sonido parecido al de una cerradura antiguo, alzando un muro que parecia hecho de igual manera de vidrio comenzo a deshacerse en pedazos, lo que dio paso a los hermanos para ingresar al recinto.

Pusieron los pies en el inicio del camino, haciendo que el piso lentamente comenzara a moverse, desplazándolos hasta la parte de arriba de una escalera eléctrica de caracol. -Escucha…-Dijo Alex. -Apenas conozcamos a la directora déjame hablar, no muevas nada, no quiero que hables si ella no te lo pide, este asunto es delicado, así que no quiero que digas algo que nos comprometa, por favor. - Comúnmente su expresión era tranquila aunque seria, pero esta vez su rostro mostraba no solamente sobriedad, sino diligencia mezclada con nerviosismo, puesto que, aparte de que apretaba la comisura de los labios, sus manos parecían ligeramente inquietas, moviéndolas inconscientemente de adelante hacia atrás.

-Tranquilo, todo estará bien, no debes ponerte nervioso, no es que te vaya a gritar o algo por el estilo.

-¿Cómo lo sabes?

-Bueno…solo lo sé.- Tomó su mano apretándola, para que de esa forma pudiera sentir que lo apoyaba, de todos modos siempre habia sido así, los dos juntos, luchando contra todo lo que se les pusiera en frente. Link, observo la forma que tenía el sendero, sus ojos hacían cada vez más amplia en cuanto más se acercaban, dejando ver gran parte del resto del bosque por el que habían cruzado con el carruaje, soltó un gran suspiro de alivio, pensando en que, de no haber estado el camino encantado con un glamour para que se moviera, en ese mismo instante estarían caminando por su cuenta, el simple hecho de llegar bañados de sudor le provocaba terribles nauseas.

Cuando la vereda que los transportaba se detuvo, pudieron observar algo parecido a una hermosa planicie, con un camino de piedra rodeado de mas árboles que parecian indicar el camino directo hacia una puerta de acero color negro con diseños aparentemente irregulares pero que marcaban un patrón repleto de arcos, además las figuras que parecían serpientes en la parte de arriba, formando un arco, la estructura de un arco con una flecha alada boca abajo deslumbrada, cubierta por enredaderas de metal, que viéndolas detenidamente, asemejaban a trozos de alas.

Conforme iban avanzando hacia la puerta, algunas aves color blanco comenzaban a trinar, no como un sonido que se oía a menudo en un bosque, sino como una especie de melodía melancólica, semejante a la musica que se tocaría en el funeral de algun ser querido, lo que hizo que a Alex se le helara un poco la piel, los vellos en los brazos se le erizaron, tomando aún más fuerte de la mano a su hermana menor.

-Me preguntó si estas aves tienen que ver con el sistema de seguridad del Instituto- dijo Link, mientras veia como las aves volaban delicadamente posándose de un árbol a otro trinando la misma canción una y otra vez.- Da algo de miedo, si me lo preguntas.

-No estoy seguro, este instituto tiene fama de ser uno de los más resguardados, porque a la vez es el más peligroso de visitar.- Mencionó el joven con mucha naturalidad.- Debido a que habitan hadas, hombres lobo y demás subterráneos, es decir, criaturas mágicas, tienen que tener la mayor seguridad posible, incluso, si te fijas bien en el lago, puedes ver sirenas de agua dulce…bueno, al menos eso es lo que leí.-

Justo en el momento en que paró de hablar se encontraron frente a frente con la puerta, imponente y fría. Link no sabía que esperar, si en algún momento la flecha saldría disparada hacia ellos ó las puertas se cerrarían sin más, pero en vez de ello, aquellas enredaderas lentamente empezaron a desplazarse al centro formando unas hermosas alas angelicales, las figuras que parecían serpientes originaron al juntarse entre ellas, deformándose y comenzaron a formar una hermosa figura aparentemente humana, cuya espalda se encontraba unida a las alas, finalmente la flecha y el arco bajaron como pequeños hilos separándose, el arco convirtiéndose en una copa, la cual se poso sobre la mano derecha del ángel, y la flecha en una espada, que se puso en la mano izquierda.

-El ángel Raziel…ya sabes que hacer hermana.

Los dos pusieron la palma de sus manos en frente, extendiendo sus brazos, cerraron los ojos y iniciaron a recitar en voz baja:

En el nombre de la Clave, solicito entrada a este lugar sagrado.

En el nombre de la Batalla Que Nunca Termina, solicito el uso de

tus armas. Y en el nombre del ángel Raziel, solicito tu bendición

en mi misión contra las tinieblas.

Dieron un paso hacia atrás, el ángel cruzó ambos brazos, aún sosteniendo los artefactos. De la nada se pudo ver una especie de haz de luz que lo partió a la mitad, abriendo de par en par la puerta. Avanzaron atravesando la puerta, para dejar ver un castillo no mayor a cualquier castillo podía verse en Inglaterra, parte de sus paredes se encontraban pintadas de color blanco, sin embargo gran parte de la fachada, los arcos, los barandales, incluso la construcción anexa no poseía un color diferente a una mezcla muy apagada de café y gris.

De frente a él había un gran patio, con un piso del mismo color que los arcos, un color grisaceo sumamente apagado, con unos postes de luz apagados, un asta en frente de un barandal construido en forma de media luna, donde se podía ver gran parte del boscaje y las construcciones que lo rodeaban. Link se acercó a él, mirando con una gran sonrisa, como unos rayos del sol comenzaban a salir, reluciendo lo que parecía una gran mañana.

-Cuando pueda viviré en un gran castillo- Dijo sonriente mientras dejaba que el viento le rozara el rostro apacible. -Es curioso lo que los mundanos pueden ver, sin embargo…-Volteó a ver al castillo, y repentinamente este comenzó a desaparecer en frente de sus ojos, dejando ver una gran catedral blanca, muy parecida a la de Notre Dame con muchas más torres al igual que ventanas, pensó Alexander, quien se había acercado a su hermana para mirar el Instituto. En la puerta principal habían escaleras tan blancas que parecían estar hechas de mármol, las cuales conducían a la puerta de madera, rodeada por un gran arco en el se que habían tallado figuras de arcángeles, junto a este habían dos arcos más pequeños, ambos con figuras del arcángel Raziel. Arriba de aquellos dos estructuras se podían ver dos campanarios, en los cuales también habian dos puertas que conducían a un enorme balcón, en medio de ellas una gran ventana con forma circular se podía observar. Alex pudo notar también que varias columnas tenían grabadas la misma runa del ángel, tal vez para una mayor protección pensó, no sé si viven en paranoia o realmente son precavidos.

-Muy bien…-Link soltó un gran suspiro de nerviosismo mientras tomaba la mano de su hermano fuertemente.- ¿Estás listo? Es nuestra única oportunidad de demostrar que lo que somos capaces…-

-Lo comprendo- Su hermano también había apretado su mano, a pesar de que ella era mucho más chica que él, su miedo no era menor ni mayor. -Es hora de hacerlo, limpiemos el nombre de la familia Arrevendis, no importa lo que nos cueste.-

Aún tomados de la mano, avanzaron lentamente hacia el Instituto, abrieron lentamente la puerta encontrandose con un vestíbulo del mismo color que el exterior, una escalera alfombrada de color rojo que se dividía a ambos lados, descubrieron frente a ellos, tambien un elevador de acero que se asomaba a su izquierda al igual que una gran puerta de color azul claro se hallaba encima de la plataforma, en donde las escaleras se partían a la mitad, una gran puerta de madera que se hacía notar, no por la altura, sino porque tenía una especie de finas enredaderas doradas por todos lados, salvo por el picaporte, todo ello se encontraba iluminado con velas doradas que hacían ver la sala de manera más cálida.

-Vaya, así que este es el instituto de Chapultepec, ahora entiendo por qué tanta seguridad.- Link se había metido lentamente, maravillada por la gran estancia que había, por algún motivo ver el techo, que tenía por imagen varios arcángeles rodeando una espada con los brazos extendidos, los grabados en las paredes y los vitrales de colores la hacían sentir muy bien, como si fuera realmente su hogar. Girando alegremente y sin parar de reír observó toda la instancia, realmente gratificada por todo lo que veía.

Sin embargo algo la había despertado haciendola soltar un pequeño grito que hizo que Alex también despertara de su ensueño haciendolo cerrar la puerta. Una mujer de cabello negro y largo, amarrado con un broche en forma de flor de cerezo, usando una gabardina negra, camisa blanca con corbata roja, unos pantalones de mezclilla oscuros junto con unas botas negras, había estado observandolos con una sonrisa amable.

-Me alegra mucho que hayas pensado eso- su rostro, de un tono más claro que el de Link y con unos hermosos ojos azules, ocultos tras unas gafas mostraban sinceridad en lo que decía, sonriendo aún más ampliamente. -Bienvenidos al Instituto de Chapultepec, mejor conocido como el palacio entre los bosques.-