SECRETOS DEL PASADO

Por Lilith D

Prólogo

Solo estaban Ari y Harry en la oscura habitación, ella con la varita en alto, apuntándole al joven de la cicatriz.

- ¡Avada Kedavra! – susurró ella, sintiendo un leve sentimiento de triunfo.

Un rayo de luz verde salió del extremo de la varita negra de Ari, y dio de lleno en el cuerpo de Harry, quien cayó al suelo, sin vida.

De golpe, Ari se sentó en la cama, sudorosa y asustada. Había sido tan solo una pesadilla, ¡pero tan real!

La joven se levanto de la cama quitándose el pelo negro azabache que caía sobre sus ojos azul brillante. Se acerco a la ventana de su habitación, y miró a través de ella los verdes campos que se extendían por la parte oeste de los terrenos del colegio, en el cual cursaba ya su sexto año.

No podía dejar de preguntarse el motivo de ese sueño. Siempre había tenido sueños extraños, y en la mayoría de ellos aparecía Harry, ¿pero asesinándolo?

No recordaba la primera vez que había soñado con él. En sus sueños lo había visto crecer, lo había visto sufrir, y sobre todo lo había visto estar en peligro.

Ari intentó recordar todo el sueño, pero solo la última parte de el estaba clara en su mente, lo que había hecho que ella despertara asustada: ella lanzando la maldición asesina, sintiendo esa sensación de alegría o triunfo, era difícil de definir.

Pero no lo entendía ¿Por qué ella matando a Harry?

Camino hacia el espejo que había en su habitación, y se miró en él, este le devolvió la imagen de una joven de 16 años, casi 17, de cabello negro azabache, muy largo y con ondas, ahora un poco despeinadas porque acababa de levantarse. Se miro a los ojos, esos intensos ojos azules.

Le estaba dando demasiada importancia a ese sueño, es verdad que muchos de sus sueños eran un aviso, pero este era completamente absurdo.

Entonces recordó lo que su abuelo le había prometido, que su último año de escuela sería en Hogwarts. Podría abandonar Beauxbatons y regresar a casa.

Suspiró y luego le sonrió a su imagen en el espejo.

- Como si fuera posible que yo intentara asesinar a Harry Potter. – se dijo a si misma.

Días después un nuevo sueño la hizo despertar sobresaltada, un sueño aun más terrible de lo que había sido el anterior.

Se despertó llorando y gritando.

- ¡No puede ser! – gimió Ari ahogando un sollozo - ¡Que no sea real!

Pero sabía que había sido verdad, lo que acababa de soñar había ocurrido en realidad, lo sentía.

¡Por qué ahora! Ahora que su estancia en Beauxbatons ya casi terminaba y que iba a regresar a su hogar. Ahora que por fin vería a Harry cara a cara.

Las lágrimas, incontrolables, corrían por sus mejillas.

Era la tercera vez que lloraba a alguien que había muerto en sus sueños, porque sabía que era real.

La primera vez había sido un joven, de no más de 17 años, quien había caído muerto sobre la tierra fría de un cementerio, hacía dos años.

La segunda vez había visto cruzar un arco de piedra a un hombre, con quien había soñado varias veces. De esto tan solo había pasado un año.

Y ahora, sabía que a muchos kilómetros de distancia el cuerpo de un anciano, Albus Dumbledore yacía sobre el suelo frío a los pies de la torre de Astronomía de Hogwarts, pareciendo dormir, recién asesinado por una de las personas en quien más confiaba: Severus Snape.

No podía quitarse esa imagen de la cabeza, a Albus Dumbledore diciendo:

- Por favor… Severus.

Luego a Snape levantando la varita y murmurando:

- ¡Avada Kedavra!

El rayo de luz verde chocando contra de cuerpo de Dumbledore, y despedido hacia atrás describiendo una curva, para luego precipitarse hacia el vacío.