He de ser honesta y decir que no tengo la historia muy pensada. Esto es el borrador, los esbozos. Sé que como escritora amateur deseando ser profesional esto es completamente condenable y no lo niego, pero a nivel personal soy muy perfeccionista, sufro el síndrome del impostor, tengo baja autoestima... Tengo toda la mierda que puede interponerse en el camino de un escritor, así que cuando tuve estas ideas hace pocos días y las conté y todos parecían estar interesados en leerlo, me alegré mucho y no sabéis la de ganas que me entraron de escribir esta historia y publicarla. ¿Sabéis eso lo extraño que es para mí? ¿Yo? ¿Tener ganas de publicar algo que ha salido de mis propios dedos? ¿Estoy loca?

Así que antes de que se me fueran las ganas y me echara para atrás (me pasó con un fanfic, también medieval, en el fandom de Haikyuu), he decidido aprovechar mi propio hype y obligarme a publicar esto.

No obstante, no todo es miel sobre hojuelas; y no puedo confirmar actualizaciones regulares (más ahora estando en primero de bachiller), ni que algún día la borre para reescribirla (recordad que esto es el borrador, vaya) y volverla a publicar.

Quitando toda esta verborrea (no todos los capítulos serán así, lo prometo) que espero que hayáis leído, pasemos a lo importante.


La espada emanó un fulgor incandescente una última vez antes de chisporrotear y terminar de encasquetar medio filo en la grieta del pavimento con un chasquido.

La figura encapuchada suspiró con pensar al terminar, mirándose la mano y alternando la vista entre ella y la espada. Aún sentía el picor familiar del poder corriendo por sus venas, pero sabía que a medida que pasara el tiempo, el cosquilleo terminaría desapareciendo y se convertiría en un simple recuerdo.

El objeto de metal, sin embargo, permanecía inerte, soberbio, y casi mirándole con reproche por haberlo relegado a una posición tan mundana. Sin embargo, pese su aspecto casi mítico, estaba seguro de que la empuñadura ardería como el fuego, pues ahora todo el poder corría por toda la estructura, acostumbrándose a su nuevo cuerpo inanimado antes de sumirse en un sueño indefinido por la espera de un sucesor.

Sacudió la cabeza, dándose la vuelta para regresar a su refugio y allí morir en paz con la mente tranquila.

No obstante, un dolor punzante y repentino lo sacó de su ensimismamiento. Se tambaleó, jadeante, buscando el apoyo de la pared semiderruida mientras se agarraba el costado con una mueca de sufrimiento atravesándole el rostro.

Sentía la ponzoña de la herida corroerle la piel con furia, devorándolo desde adentro, sudando en frío y sintiendo cómo la vida parecía escapársele de entre los dedos.

Y entonces la figura encapuchada esbozó una sonrisa forzada pero orgullosa entre los palpitantes dolores mientras se giró para mirar la espada. Y es que su enemigo debió notar la descarga de poder y su actual estado más vulnerable. Entonces, quería matarlo en el acto, rabioso, pues ambos sabían lo que aquello quería decir.

La sonrisa se ensanchó un poco más.

—No me detendrás, All for One.