Notas previas:
Punto de partida: Parto de mi versión del DH, (Por las Reliquias Mortales), pero no es necesario leerlo para este fic. Hay premisas que daré por supuestas y tal vez no se entiendan, pero no debería enumerarlas por si reviento a alguien por ahí que quiera leérselo. Las frases del principio, sacadas de todos los libros, son muy reveladoras también.
Sobre el DH: Si no has leído el DH, tienes riesgo de spoilers, no sabrás qué es ficción y qué es canon. De todos modos, si lees este fic y después el DH lo mismo ya no será tan sorprendente, así que si hay duda, mejor no leas más a partir de ahora. Parto de un DH alternativo, pero he querido aportar datos que proceden del DH.
Inspiración: 1) los comentarios de JKR, por ejemplo, que "aunque Lord Voldemort desapareciera, siempre habrá oscuridad contra la que luchar". 2) El libro que hasta ahora más me ha impresionado de la saga: El Prisionero de Azkaban, por la tensión y la incertidumbre que viví al leerlo y la sorpresa final. Aquí deseo hacer algo parecido, pero no llegaré a ese nivel jamás. 3) Los ánimos de algunos lectores/as, espero no decepcionaros. Y sobre todo... 4)El enemigo no lo he inventado yo, sino JKR. Pero NO aparece en los libros. No doy más pistas. Me sorprendería que algún fic haya utilizado a este personaje.
Título: "Lo que más miedo te da es el miedo", es una frase ya clásica desde que la mencionara Lupin a Harry en el Prisionero de Azkaban.
Sobre los personajes: Siempre busco historias lo más corales posibles, es decir, que incluso los personajes secundarios tienen tal importancia que roban protagonismo. Si quieres leer sólo y exclusivamente un D-Hr, o un H-G, etc. me temo que éste no es tu fic. No saldrán mucho, pero me gusta escribir sobre Fred y George, Lupin... es decir, recordar a personajes memorables como Dumbledore, Sirius, los Potter, incluso Snape…
Categoría: He explorado el humor y algo parecido al "suspense". Ahora quiero probar algo más tenebroso. No es un darkfic poblado de personajes góticos, gore y akelarres, pero a falta de datos para un HP8, he procurado hacerlo misterioso y oscuro. Criticadme ¡pero tened piedad!. Intentaré no cometer errores del pasado (los cometeré nuevos XD). No leo novelas de terror, y no pretendo escribir una. Además, me adentro en terreno inexplorado: es muy complicado construir una historia sin "inventarme nuevas razas de dragones" (es decir, tan sólo utilizando "lo canon"), o incluir un asesino-mortífago-malo-maloso. O hacer una "Aventura de Los Cinco" versión Harry Potter. El ritmo y estilo serán distintos al de 'Por las Reliquias Mortales', que era muy acelerado, (aquí ocurrirá todo a lo largo de un año académico), y habrá puntos de vista de más personajes (en el otro era más limitado en general a Hermione y a Harry).
Resumen: comienza el año en Hogwarts por primera vez sin la amenaza de Lord Voldemort. Pero la posguerra no es tan sencilla ni pacífica como aparenta. Empiezan a producirse extraños sucesos, incluso mortales. ¿Voldemort no estaba ya destruido?. ¿Quién está detrás de estos accidentes?.
Rating: T, la historia procuraré hacerla compleja, no con una parejita compartiendo amoríos por distintos escenarios, y personajes secundarios planos y aburridos haciendo de extras.
Parings: Montones. Pero olvidáos de ñoñerías, casi todos son canon (excepto Hermione y Ron, que no los soporto como pareja). El personaje que más me interesa no es precisamente por sus amoríos
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"Pero… ¿cómo diferenciamos a los impostores de quienes dicen la verdad?" - Barty Crouch Jr. (como Profesor Moody). Harry Potter y el Cáliz de Fuego. (Película)
"Es a lo desconocido a lo que nosotros tememos cuando consideramos la muerte y la oscuridad, nada más." – Albus Dumbledore. Harry Potter y el Príncipe Mestizo
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Capítulo 1. Sueño del pasado y sueño del futuro
Se encontraba de pie, solo, en el centro de la arena de un anfiteatro. O algo parecido. La luz era anaranjada, parecía un atardecer, pero no sentía el paso del tiempo. Podría ser perfectamente un amanecer. O tal vez no, tal vez era como la extraña luz del sol de medianoche en el Polo Norte. Una luz irreal, atemporal, onírica. No sentía hambre, ni tampoco sueño.
Había un arco de piedra, ciego por una extraña cortina de gris brillante. Parecía que estaba hecha de agua, por el sinuoso movimiento de sus ondas. Le era muy familiar. Sin embargo, no sentía el peso de un guardapelo maldito colgando de su cuello, el peso de un alma oscura. No sentía el familiar escozor en su frente. Pestañeó.
Ya no era un anfiteatro. Veía un cementerio, y era de noche; ese lugar donde conoció por primera vez a Voldemort, de carne y hueso. Donde gracias a su propia sangre, volvió a tener un cuerpo, durante 13 años desaparecido.
No estaba solo, igual que entonces. Pero no estaba con un grupo de magos oscuros cubiertos de capas negras y máscaras tenebrosas plateadas. Tan sólo había una persona. Una figura estaba de espaldas, junto a unas lápidas. De negro, en silencio, quieta.
El silencio absoluto era más aterrador que el ruido de lechuzas en la noche, los grillos o el viento agitando las copas de los árboles o unos truenos. No había ni un ruido, era un vacío inmenso y muy desagradable.
Despacio, esa persona enlutada se giró, pero no pudo distinguir su cara, oculta bajo una capucha sobre su cabeza agachada.
"Estoy muerto".
Esa voz...
"Estamos todos muertos. Por tu culpa."
"No..."
Sirius...
Se llevó las manos a la cara. No podía ser cierto. Abrió los ojos otra vez. Ya no era un cementerio. Estaba en la Cámara de los Secretos. La misma figura estaba mirándolo, parecía que no se había movido ni del sitio, ni de postura. Sólo había cambiado el escenario. Pero no tenía los inolvidables ojos grises; estos ojos eran rojos, sus pupilas negras, verticales, inhumanas. Demasiado conocidas.
"¿Creíste que podías matarme?"
La figura movía los hombros en una risa silenciosa. Señaló con su mano hacia un lugar detrás de él. En el suelo, Ginny, pero no la niña de 11 años que salvó a duras penas del Basilisco. Era la joven de 16 años que había luchado hasta el final junto a él. Pero ensangrentada, pálida...
"Ginny... ¡¡¡GINNY!!!" su voz sonó en las húmedas paredes de la Cámara.
La muchacha abrió los ojos, pero no eran los ojos castaños de Ginny; eran los ojos azules de Ron.
Sin alma...
"Estamos todos muertos. Por tu culpa."
Y cerró los ojos otra vez.
Cuando quiso tocarla, sacarla de allí, ponerla a salvo... vio que el hermoso cabello rojizo no enmarcaba los rasgos de Ginny; eran igualmente hermosos, pero eran de una joven mujer, y le eran familiares, muy familiares, eran de alguien a quien no había logrado conocer en vida, pero nunca los podría olvidar.
"¿Mamá?"
Los ojos verdes, similares a los suyos, se posaron en él. Y se incorporó. Abrió la boca.
Pero ella no hablaba... siseaba... en Pársel. No entendía. No entendía el Pársel. Su sonrisa era inhumana. No era ella... no era su madre, no podía ser ella.
"No te entiendo..."
"Avada Kedavra."
Sacó la varita… era imposible que pudiera atacar a su propia madre… sólo podía repetir lo mismo que hizo frente a él… frente a Voldemort, aquella vez… ya tan lejana…
"¡Expelliarmus!"
Pero a diferencia de aquella vez, el rayo rojo chocó contra el haz verde, sí, pero del choque de varitas no se originó el mismo Prior Incantatem… donde anteriormente habían salido las sombras, los espíritus, los fantasmas de sus padres, del viejo muggle y de Godric, ahora salió Nick Casi-Decapitado, Myrtle la Llorona, Peeves y el Profesor Binns.
"No… no puede ser…"
Myrtle reía y lloraba al mismo tiempo, en una maniática y repelente mezcla. Peeves flotaba alrededor, canturreando "¡Pobre Potty Potter… Pobre Potty Potter…!", Nick gritaba "¡Papanatas¡Llorones¡Baratijas¡Pellizco!".
Las manos temblaban sobre la varita. Miró a su enemigo, su madre… pero ya no era Lily Potter. Era una figura oscura, cuya cabeza estaba cubierta por una capucha negra, su cara oculta por sus sombras. Pero no sostenía una varita esta vez. Era una guadaña.
El profesor Binns lo miró, inmóvil, mientras Nick, Peeves y Myrtle flotaban deprisa, sus quejas, ruidos, lágrimas y risas resonaban en la noche del cementerio. Su voz monótona, desapasionada, impersonal, pareció lo único lógico de toda esa locura.
"El pasado se repite."
Harry se incorporó de golpe, y se llevó automáticamente la mano a la frente. No le dolía... hacía tiempo que la cicatriz no le dolía... Dentro de poco haría un año, de hecho. A ciegas, estiró la mano hacia la mesilla derecha y se colocó las gafas sobre la nariz, y murmuró Lumos.
Su varita iluminó su habitación en Grimmauld Place, con esa extraña luz que parecía no iluminar más que la punta de madera. Comprobó la hora: 6.06 de la mañana. Se pasó la mano por el pelo, en un gesto habitual y nervioso, revolviéndolo aún más. Tragando saliva, abrió la ventana y dejó que el aire fresco de agosto pasara dentro.
Grimmauld Place estaba iluminado por las farolas, los coches estaban aparcados en la calle. No se oía tráfico, ni había todavía movimiento de la gente habitual de las mañanas. Todo el mundo dormía tranquilamente.
Pero él no. Quizá algo de chocolate lo reconfortara, siguiendo la receta de Lupin. Se fue hacia el cajón de la mesilla y rebuscó hasta que encontró una rana de chocolate. De nuevo se quedó en la ventana, con la mirada fija en la verja del parque, al otro lado de la calle. Mordisqueaba ausente, sin hambre, la rana.
¿A quién podía preguntar sobre sueños, descartada Trelawney?. ¿Qué habría dicho Dumbledore?
Probablemente, que era una pesadilla sin importancia.
Lo malo es que no tenía la sensación de que fuera algo irrelevante.
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El castillo era muy diferente por la noche respecto al día; de día, las antiguas paredes de granito, los retratos, incluso los fantasmas, eran un reflejo del ruido, las voces, los corrillos de estudiantes, las carreras por no llegar tarde a clase, los nervios ante los TIMO's, la excitación ante la visita a Hogsmeade en el fin de semana…
Pero ni siquiera su experiencia como prefecto le había acostumbrado a las rondas nocturnas en Hogwarts. Subió las escaleras tapizadas de rojo y dorado… tan Gryffindor… Las antorchas en las paredes iluminaban muy levemente el corredor. Sus pasos ni siquiera se oían, silenciosos como si un diminuto ratoncito pisara la alfombra.
Extraño… los retratos estaban vacíos, o algunos estaban inmóviles, mirándolo fijamente. Sabía que los retratos muggles eran así, quietos… paralizados… era una sensación muy desagradable. Y sin embargo, algo estaba observándolo.
¿Hacía dónde iba? No tenía ni idea. La extraña consciencia le hacía preguntas racionales, que su insconsciencia era incapaz de responder.
Entró en el distribuidor que llevaba a la clase de Adivinación, en la Torre Norte. Miró hacia arriba¿la escalera derecha, o la escalera izquierda?
¿Por qué dudaba?. Ambas llevaban al mismo lugar, se unían arriba delante de la puerta de la clase de Adivinación. Iba a tardar exactamente lo mismo en llegar.
Vagamente se preguntó por qué tenía que ir ahí, en plena noche… ¿qué hacía allí?. No tenía sentido. Pero sólo sabía que tenía que llegar arriba, era importante para él, por alguna razón.
Subió por la escalera izquierda… de alguna forma pensaba que si tenía que sacar la varita, la baranda a su derecha sería más cómoda para mover y agitarla, que en la escalera derecha, donde su brazo encontraría el muro y los ventanales.
¿Acaso había peligro?
No estaba seguro. No lo sabía. Pero lo que pudiera haber allí le atraía y repelía a partes iguales. Y él era un superviviente. El vello se le erizó… era como si le hubiese pasado un fantasma de Hogwarts la mano por su nuca. Apretó la mano en la varita, y detuvo su ascenso. Se giró de golpe, pero ni siquiera había fantasmas.
Cayó lejanamente en la cuenta que al girarse, la mano de la varita quedaría al lado del muro, a su derecha. Su deducción previa había sido inútil… ilógica…
Subió. Y sintió una corriente de aire frío, que destempló su cuerpo, justo en el momento en el que llegó al pequeño rellano que unía las dos escaleras. Pegada a la pared, había una columna cuadrada con un busto de una gárgola de piedra.
("No sabía que había una gárgola aquí"…)
Volvió a sentir ese aire congelado. Y la sensación de estar siendo observado. Apretó la mandíbula, y como un maldito Gryffindor, se giró, dispuesto a enfrentarse a quien estaba acosándolo.
Abajo, al pie de las escaleras, apenas visible bajo la precaria luz de las antorchas, había una figura enlutada. Inmóvil sobre los pulidos baldosines del suelo.
Dio un respingo, esperaba, pero no esperaba, ver a nadie.
Sintió unas ganas inmensas de salir corriendo de ahí. De huir de eso.
Una amplia capucha caía sobre la cabeza baja. La túnica, amplia y casi demasiado grande, caía sobre sus hombros como si pesara demasiado. Los brazos colgaban muertos a ambos lados del cuerpo.
Era una figura irreconocible, desconocida.
O tal vez no…
Tenía los sentidos lentos, pesados… sus reflejos de buscador… paralizados. La varita se sentía pesada en su mano. Y no acertaba a pronunciar ningún hechizo, ni ofensivo ni defensivo. Sólo dio un breve paso hacia atrás, sin perder de vista al desconocido. Éste movió el brazo y descubrió una guadaña, aparecida como si siempre hubiese estado ahí, oculta detrás de su espalda.
¡¡¡¡¡AAAAAAHHHHH!!!!!!
Inmediatamente se giró, el corazón acelerado ante el repentino grito de la gárgola que había olvidado detrás de él, y perdió de vista a la figura de negro, abajo en las escaleras.
La gárgola no se movió, pero cuando quiso encontrar a la figura… al Grim Reaper… La Muerte… ésta ya no estaba ahí.
No podía bajar… ¿Y si pasaba algo si bajaba? No… no podía arriesgarse, tenía que avanzar, no podía bajar… Sólo podía ir a Adivinación, ahora más que nunca tenía que entrar en Adivinación.
Pasó por el estrecho corredor de madera, y encontró la escalera que subía hacia la trampilla del aula. Echando continuamente la vista atrás, temiendo que... "eso"... subiera detrás de él, trepó por la escala. Pero sentía que no era rápido. Sus movimientos eran pesados, lentos. Su cabeza le decía que se diera prisa, pero sus músculos no respondían.
Abrió la trampilla y entro en la sala cálida, familiar, inconfundible, de Sybill Trelawney. Las cortinas y visillos… las mesitas con sus manteles… las bolas de cristal… los cojines… las barajas de cartas... los juegos de té... incluso el aroma a incienso e infusiones.
Estaba a salvo. Sólo algunas velas iluminaban suavemente la estancia. Pero no sentía frío, ni angustia. Y de nuevo, había alguien más ahí.
Hermione.
¿Qué hacía Granger en Adivinación? Ella odiaba esa asignatura, no deseaba conocer el futuro, y no respetaba a Trelawney como profesora.
Sentada sobre unos cojines, con la mano derecha apoyada en el suelo, y la cabeza inclinada hacia un lado, tenía la expresión serena; los rizos cayendo sobre sus ojos y sus hombros, más largos de los que recordaba… La corbata de Gryffindor, puesta casualmente sobre su cuello, cayendo hacia su cintura. Las piernas recogidas detrás de la falda gris, echadas ambas hacia un lado de su cuerpo. Su postura era casual, esbelta, e increíblemente tentadora.
Pero ella no habló. Sólo estaba mirando atentamente, sus ojos marrones fijos en los grises de él.
"¿Por qué querías verme?" preguntó ella con una voz suave, susurrante. Incitadora.
Pestañeó confundido. No entendía… sabía que tenía que estar ahí, pero no sabía por qué. ¿Qué iba a responder?. ¿Acaso él la había convocado ahí?. No lo recordaba…
Se acercó a ella y se sentó a su lado. Ella no varió su postura, sólo giró la cabeza para seguir mirando fijamente los grises ojos. Él se acercó a ella y colocó una mano a un lado de la cara. Su mejilla se sentía cálida, llena de vida.
"No lo sé…" murmuró él sin más. Se inclinó hacia ella y rozó con su nariz la mejilla que no tocaba su mano. Como era natural, como ya sabía que ocurriría, y como esperaba que ocurriera, los labios se juntaron; exploró la textura familiar del primer roce. Y ese beso se fue haciendo más y más profundo. La otra mano fue hacia la nuca, deseaba hundir la mano entre esos rizos que le volvían loco.
Pero en un momento dado el beso dejó de ser correspondido. Sus labios no se movían, no le respondían con el deseo y la pasión habituales. No era normal, no le gustaba, no quería eso.
Frunció el ceño y abrió los ojos.
Encontró dos cuencas blancas, no los iris castaños que lo miraban siempre burlones, retadores, cariñosos, excitados o furiosos. Unos iris vivos.
Se apartó inmediatamente de ella. Pero estaba asustado por él, y sobre todo, ante cualquier cosa, asustado por ella.
Era una pesadilla… Granger… era como un Inferius…
"No es ella, no es ella…"
¿Quién era entonces?. ¿O qué era…?
El dopplegänger de Granger se rió silenciosamente, moviendo los hombros como si tratara de suprimir unas sonoras carcajadas. Y le habló con siseos, sin comprender, y no podía moverse, aterrorizado por la imagen que acababa de contemplar.
Draco despertó abriendo sin más los ojos. Se pasó una mano por la frente humedecida de sudor frío, y exhaló una bocanada de aire. Todavía sintiendo el desasosiego del sueño, apartó la colcha de color gris plata y se quedó unos minutos sentado en la cama, tratando de relajarse.
Consultó el reloj… las 6:08. Respiró profundamente, y procuró no dejar que el recuerdo del sueño afectara. Puso los pies descalzos sobre la mullida moqueta de lana a sus pies, y prefirió seguir a oscuras.
Hacia tiempo que no iba a dormir a su viejo dormitorio de la Mansión Malfoy, y recordó que Granger tuvo pesadillas la noche que estuvo allí con él. Sonrió con ironía… tal vez él ya era tan sangre sucia como ella para esa casa.
O tal vez no tenía nada que ver con su casa… O mejor dicho, la casa de su madre.
Totalmente desvelado, se acercó a los ventanales; no había amanecido todavía. Tan sólo la fuente del jardín tenía su estanque ligeramente iluminado, así como los globos de luz suave que indicaban los caminos de los jardines. Ni siquiera podía practicar un poco el quidditch.
Sin dejar de mirar el muro y la verja más allá de los setos y árboles, apoyó la frente en el cristal frío de la puerta que daba al balcón de piedra. Su respiración, ya más calmada, dejaba una mancha de vaho, pero no estaba pendiente de si se ensuciaría o no. Ya habría un elfo encargado de limpiar cualquier surco y el cristal volvería a relucir transparente.
No, no estaba pendiente de las manchas de los cristales. Sí le inquietaba otra cosa. Su torso estaba desnudo, pero no sentía el fresco del cristal, tan cerca de su cuerpo. Tenía los músculos en tensión, y él sabía el motivo. Estaba preocupado. Por ella. Esa imagen, ese sueño, no sería fácil de desenterrar de su mente.
Si no podía entrenar, tal vez podría hacer algo útil hasta que amaneciera: bajar a la biblioteca y con suerte encontrar algo sobre interpretación de sueños.
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¿Interpretaciones?. Sacad a la Trelawney que llevas dentro y haced vuestras conjeturas… xD . Una pequeña ayuda. Las pesadillas son diferentes: Harry con sus remordimientos, siempre pensando en quienes quiere y sus temores personales. Draco igual… salvo que él tiene una mentalidad mucho más individualista. Uno referido al pasado, otro referido más al futuro. Espero que el aire tenebroso se note diferente en ambos casos, aunque hay cosas muy similares de fondo.
Y finalmente, gracias, Corae, CrisBlack, Only Charlie, Heredrha, Angel Mouri, Adi Felton, Goi Izarra, lara evans, Isa Malfoy, Pansy Greengrass, princesaartemisa, Erea, blackstarshine, BarbaraNakamura, Tuki-sama, OrdendelFenix, Mione N. Malfoy, Sigfried Jenovian, Nicole Daidouji, mArTa, XKelidaX, Cl4R174, LoreMalfoy, herminione, monmalfoy, oOo.Thea.oOo, oromalfoy, lokaegipcia, Saiph Lestrange, Amara Lestrange, M.J. Minako, Dark Rachel, WpG, unkatahe, pyro, Vicky Kou de Malfoy, Lilyko Malfoy, Xia malfoy, lunatica87, Sheccid Malfoy, Plateau, .xXchoke-onXx., Danita, luksa, lariana, mimig2, Alis Black, angie, melaniablack, Nix Aru, DuniXe, nanai.malfoy, Notsoblu, Dementora, Greanger Dante, Sevkrissrem, Naeh, danae kementari, BillyB, Karlota.
