Los personajes de BLEACH –lamentablemente- no me pertenecen. Si así fuese, los amantes del Hitsumatsu estaríamos locos de contentos y deberían cambiarle el nombre al animé por algo relativo a ellos, y lo volvería un terrible shoujo. Todos los personajes pertenecen a Tite Kubo sama –que no es tan "sama" por sus constantes insinuaciones del Hitsuhina-

¡Disfruten! Nos leemos abajo.


CAPÍTULO 1: Un clavo… ¿Saca otro clavo?

PERFECCIÓN era un calificativo que con frecuencia le era adjudicado. Y no era para menos, siendo el primero en llegar al rango de capitán a tan corta edad. Era un prodigio.

No bastando eso, su comportamiento era siempre correcto: Seriedad y respeto eran sus estandartes. A pesar de aquello acarreaba una mueca de molestia desde pequeño, y solía –a pesar de ser paciente- tener muy mal carácter. Pero todo le era siempre perdonado.

Cómo si su intelecto y comportamiento secundum legem fuesen poco, aquél capitán se había vuelto un objeto de deseo para las mujeres del seireitei: Su cabello blanco como la nieve, sus enormes ojos aguamarina y su expresión de molestia era lo único que quedaba del pequeño capitán del décimo escuadrón. Todo lo demás había desaparecido.

"Había salido del cascarón" decían las mujeres, que no podían evitar lanzarle lascivas miradas cuando lo encontraban por los pasillos. Claro que esto a él, lo tenía sin el más mínimo cuidado, no le daba importancia. Seguía siendo el mismo por dentro, en su personalidad: Gélida y recta.

Su espalda ahora se había ensanchado, ahora tenía fuertes brazos, torneadas piernas y una pequeña cintura acompañando a un perfecto rostro con una recta y perfecta nariz, que le daba un aspecto muy varonil. Debiendo destacar su altura. Probablemente el cambio que él más había disfrutado: Su metro cincuenta y cuatro se había estirado hasta alcanzar el metro ochenta y dos. Nadie le volvió a decir "enano", o llamar "niño". Nunca. A causa de ello solía sonreír, pero solo un poco, no era que fuese alguno de esos idiotas que iba sonriéndole a la vida.

Se había ganado el tercer puesto en "El capitán que deseamos tener en un álbum". Había escalado posiciones en tiempo record, estando por encima de él únicamente el capitán del sexto escuadrón –Byakuya Kuchiki- en primer puesto, y en segundo el teniente del noveno –Shuuhei Hisagi-

Su recta personalidad contrastaba drásticamente con la de su alegre teniente: Rangiku Matsumoto. Siempre tenía una sonrisa para todo y para todos. Su humor era contagioso, claro está que su capitán parecía ser inmune a aquello, como también parecía ser inmune a sus encantos: Sin duda no solo el interior era algo hermoso en ella, más hermoso todavía era el exterior. Tenía largos y rubios cabellos que caían como cascada hasta su pequeña cintura; curvilíneo cuerpo, cara de muñeca. Pero sin duda lo que más resaltaba de su apariencia eran sus enormes, enormes pechos, los cuales eran la causa de extrañas situaciones con su capitán.

En cuanto a los adjetivos que se utilizaban para describirla, variaban depende a qué se referían. En su imagen: Hermosa; en cuanto a su vida: Alegre. No importase que tan mal se encontrasen las cosas, ella siempre tendría una sonrisa adornando su rostro; y en cuanto a su trabajo… bueno, aquella era una situación particular: Jamás hacía su papeleo y solía dormir en horarios laborales. Era sumamente holgazana y para nada atenta.

A pesar de la actitud responsable de su capitán, a este no parecía que no le molestaba la "incompetencia" de su teniente. Él siempre hacía su papeleo mientras ella dormía plácidamente en el sillón de su oficina. ¿Por qué no le molestaba? Ni el mismo podía responder aquella pregunta. Su presencia le traía paz, y aquello era lo que le importaba.

No obstante aquella abismal diferencia de personalidades, eran conocidos por ser quienes trabajaban siempre juntos –de la mejor manera- y también eran quienes tenían una de las relaciones más fuertes de todas las relaciones "capitán-teniente" del seireitei.

-¿No crees que deberías trabajar un poco?-su voz se había vuelto grave y seductora, dos cosas que para nada podía notar Rangiku Matsumoto, quien se encontraba cómodamente recostada en el sillón, leyendo una revista para mujeres.

En el escritorio de la rubia se juntaban pilas y pilas de papeles por ver y firmar. Claro está, ella sabía ignorarlos perfectamente.

Hizo un pequeño quejido. "Estaba leyendo algún artículo –que ella llamaría- interesante, seguramente" fue en lo primero que pensó Toushiro Hitsugaya. Seguro sería alguno de esos que hablaba sobre maquillaje, ropa o alguna de esas frivolidades que interesaban a las mujeres, y a su teniente en especial.

-Hoy no taichou, la cabeza me estalla…-dijo sin dejar de mirar la revista.

-Si tanto te doliese no podrías leer esa revista-comentó fijando su vista con desgano, nuevamente en aquellos papeles.

-Es distinto taichou, a esto no debo prestarle atención…

-Tampoco le prestas atención al trabajo, no noto la diferencia.

Ella resopló entre molesta y divertida.

-Usted es muy malo. No hablaría así de mi si supiera cómo fue mi noche de ayer-bromeó.

-Cuéntamela entonces. ¿Cómo ha sido?

Rangiku apartó la vista de la revista para mirar a su capitán por encima de esta, extrañada.

-¿Le interesa?

Él levantó sus hombros con cierto desgano.

-Honestamente no, pero tanto papeleo está empezando a cansarme. Es bueno distraerse un poco-la última frase era de autoría de la rubia, ella río al notar que tantos años repitiéndola, habían producido frutos.

-¡Qué malo es taichou! ¿Cómo va a decir que no le interesa mi noche? Por lo menos podría fingir un poco de interés-lo regañó sentándose en el sillón, dejando la revista-Pero es bueno saber que a veces oye mis frases.

-¿Quieres contarlo o no?-la interrumpió volviendo su vista al papel, recargando su rostro en una mano.

-¡Sí! Pero no me apure. Es una historia larga.

-Estoy ansioso por oírla-mintió en un susurró que ella no alcanzó a oír. Casi al instante comenzó con la historia.

-Es que sucede que ayer Hisagi encontró un nuevo bar en el Rukongai ¿Puede creerlo?...

Toushiro levantó las cejas sin apartar la vista del papel. Ciertamente no podía creer que ella no conociera un bar en el rukongai. Si llegase a decir que tampoco conocía el licor que le servían, sin duda caería desmayado.

-…Así que decidimos ir después del trabajo a tomar unas copas. Ya sabe, algo entre amigos, junto con Renji, Kira y Hisagi…

-¿Unas copas?

-Oh, ¡ya sabe cómo es esto! Empezamos a hablar y las botellas de sake van desapareciendo. Debí haber bebido más de lo normal ya que no recuerdo como ni cuando llegue a mi habitación…

-¿No te habrá ayudado alguno de los tres… tenientes?-pregunto sin verdadero interés.

-Es probable-respondió sonriente-Ellos son muy amables conmigo, siempre.

-Deberías tener más amigas mujeres ¿Sabes? No puedes estar rodeada de hombres siempre… Las cosas se malinterpretan.

-¡Qué malvado es taichou!-lo regañó haciendo un puchero-¡Para su información tengo muchas amigas mujeres!-añadió ladeando la cabeza, fingiendo estar ofendida.

-¿A sí? ¿Cómo quién?-una media sonrisa se dibujó en su rostro. Sin duda lo más característico de aquella relación eran las constantes "discusiones".

-Bueno pues…-pensó un rato. Realmente se llevaba bien con todas, pero ninguna de ellas podría llamarse "amiga"-…como Nanao-san-arriesgó.

-Sabes que Nanao-San apenas tolera a su capitán…-le recordó-ELLA no tiene amigos. No me extraña, es demasiado antipática-agregó la última parte en un susurro que fue captado por los oídos de su teniente.

-Jajajaja, ¡Es demasiado malo taichou! Es cierto que Nanao-san es estirada, fría, egocéntrica y antipática, pero no es mala.

-Bueno, luego de tu descripción he llegado a la conclusión de que es mala y que tampoco es tu amiga-tiró la espalda contra el respaldo de su silla.

-¡Yo no he dicho nada malo!... Simplemente dije la verdad. No es mi culpa que mi descripción de Nanao-san se ajuste perfectamente a ella.

-Ves. Te lo dije. No tienes amigas.

-Bueno entonces como… Hinamori-arriesgó.

-¿Hinamori? Ella sería amiga de cualquiera, hasta de las plantas diría yo. No cuenta.

-¿Por qué no cuenta, taichou?-preguntó inflando sus mejillas con aire-Justo que había encontrado una amiga-luego añadió como si recién hubiese procesado la frase-¡Y me llamo una cualquiera!-bromeó.

-Jamás diría eso, no pongas palabras en mi boca que no he dicho. Simplemente creo que Hinamori no tiene malos sentimientos como para… ya sabes… llevarse mal con alguien y todo eso…

-Dice que es lo opuesto a usted-sonrió y él la fulminó con la mirada.

-Explícate Matsumoto-exigió.

-No quiero. No tengo ganas-le sacó la lengua en tono jocoso.

-Era una orden, fukutaichou.

Ella frunció el entrecejo, divertida. Él aún la miraba con esa sonrisa curva en sus labios. Había comprendido con los años que enojarse por todo aquello que ella decía era en vano, lo mejor era seguirle el juego. De esa manera se enojaba más y más. Algo que le divertía mucho. Que LES divertía mucho.

Disfrutaban mucho de aquella buena relación que llevaban.

-Bueno ya sabe… Usted es arisco y asusta a todos los que los rodean, taichou.

-No, no a todos. Contigo no he tenido suerte-tomó nuevamente un papel del a mesa, esperando que su teniente estallase. Río por dentro solo al imaginarlo.

-¡ES UN MALVADO! Esta relación funciona gracias a mi paciencia y obediencia.

¿Paciencia y obediencia? El peliblanco levantó una ceja con incredulidad.

-Creo que el paciente aquí soy yo. No muchos capitanes tendrían a un teniente que no ayuda en nada.

-Tousen taichou no les deja trabajo a sus subordinados. Usted podría hacer lo mismo-sugirió con una sonrisa.

-¿Es que acaso parezco un santo o un tonto? ¿Para qué están si no es para trabajar?

-Qué malvado. Si no lo conociera me ofendería.

-No te quejes, eres una privilegiada que puede darse el gusto de no trabajar. Pero si no te gusta siempre puedes irte y convertirte en un subordinado de "Tousen taichou".

-Pero no quiero. Tousen taichou es muy aburrido. Usted me divierte más.

-Me alegra ser un payaso.

Ella sonrió dulcemente mientras las cejas de él se iban curvando, al igual que su sonrisa, desaparecía poco a poco.

-¿No planeas decir que no lo soy, Matsumoto?

-¿Por qué habría de hacerlo? Usted es muy divertido.

-Es una orden. Miente entonces, di que no soy un payaso.

-Usted no es un payaso-repitió divertida.

-Gracias, eres una buena subordinada.

-¡De cualquier manera creo que usted debería conseguirse amigos también!-gritó luego de unos segundos de paz, de hermosa paz. Era una lástima que hubiese recordado el tema de conversación anterior.

-No los necesito-siempre autosuficiente, la rubia rodó los ojos con una sonrisa. Era tan típico de él.

-¡Sí que los necesita, todos los necesitamos! ¿Hinamori no es su amiga?

-¿Bromeas? Es demasiado pesada. Verla más de dos horas diarias sería perjudicial para mi salud.

-¿Kyouraku taichou, Ukitake taichou?

-Esos viejos me ven como un niño pequeño todavía. NO.

-Valla, usted sí que es arisco. Puede ser amigo de Gin si quiere-ofreció sonriente.

¿Amigo de aquel tipo con cara de zorro? Ni pensarlo. Siempre le había tenido desconfianza. Más ahora, sentía que estaba planeando algo verdaderamente malo, pero no podía decírselo a Matsumoto. Ella no lo comprendería, no podía meterlo en eso. Solo la lastimaría. Y por algún extraño motivo, sintió que era más importante el protegerla.

-No, gracias-rechazó su ofrecimiento de la manera más cordial posible, aún así sonó rudo.

-¿Es que no le agrada Gin, taichou?-preguntó con curiosidad. ¿Cómo era posible que alguien tan sonriente no le agradase a nadie?

-No es eso, solo que no necesito amigos-mintió.

Era claro que no le agradaba Ichimaru, lo detestaba desde la primera vez que había visto aquella estúpida sonrisa de la que tanto desconfiaba. ¿A quién le agradaba Ichimaru? ¡A nadie! Solo a Matsumoto. Ella siempre había tenido algo con la gente extraña, siempre los rescataba de la calle como si de perros callejeros se tratasen.

Suspiró. Los tipos alegres siempre resultaban ser los más malos. Lo de los callados era mentira, siempre había padecido aquella frase. Los alegres eran los peores.

-¿Y una novia? Eso si lo necesita. Lo pondría de mejor humor.

Toushiro soltó el papel y la pluma que tenía en su mano tan pronto como oyó aquella pregunta, intentó no atragantarse con su propia saliva. La miró entre enfadado, desconcertado y horrorizado, abriendo los ojos como platos ¿Qué le interesaba si necesitaba o no una novia?

-Eso no es de tu incumbencia-respondió mordazmente mientras su rostro se tornaba rojo como un tomate-Me gusta mi humor tal como está.

-¡Oh taichou! ¡Se ha sonrojado! Dígame ¿Quién le gusta?

-Nadie. Estoy bien solo.

-Eso no puede ser cierto. Se ha vuelto objeto de deseo de las mujeres del seireitei hace tiempo y he visto a muchas mirarlo y hablarle con interés. Dígame alguna le tiene que gustar.

-No me gusta nadie. No me interesa que mujeres que recién me notan vengan a besar mis pies.

-Oh vamos, alguien tiene que haber. Por lo menos dígame ¿Quién le parece atractiva?-indagó poniéndose de pie y apoyando sus codos sobre el escritorio del peliblanco, quedando sus rostros a escasos centímetros de distancia, claro que Toushiro no lo había notado todavía porque mantenía los ojos cerrados, con la cabeza hacia el otro lado.

-¡Vamos! ¡Dígame! Debería tener confianza en mí para confesarme eso. Aunque sea eso.

Movió su rostro con resignación y lentamente abrió los ojos para encontrarse con el sonriente rostro de su teniente a escasos centímetros de distancia. Sus narices prácticamente se rozaban. Toushiro agradeció el no poder sonrojarse aún más.

Había quedado embobado con aquel perfecto rostro: Sus mejillas sonrosadas, sus carnosos y brillantes labios, su perfecta piel…aquellos enormes ojos color cielo estaban clavados en los suyos, mirándolo con sumo interés. Pudo sentir como un extraño sentimiento recorría todo su cuerpo. Comenzó a sentir calor -lo cual era extraño ya que era el portador de la espada de hielo más poderosa, por lo que tenía garantizado que no sentiría calor mientras la portase- Movió su mano y comprobó que allí estaba.

Tragó saliva. ¿Cuánto tiempo había pasado? Escasos segundos seguramente, pero a él se le habían hecho años. Años en los que pudo hundirse en aquellos ojos, sintiendo como con su mirada celeste desnudaba hasta el rincón más recóndito de su alma.

¿¡PERO QUÉ DEMONIOS ERA AQUELLO? ¿¡QUÉ LE ESTABA PASANDO!

Cuando por fin pudo reaccionar en la situación en la que se encontraba, pero antes de que pudiese moverse, la puerta de la oficina se abrió de par en par, dando paso a un –ahora- sorprendido Gin Ichimaru.

-Oh, veo que no debí haber interrumpido-Tan cínico como siempre.

Rangiku se alejó con rapidez de su capitán, casi asustada por lo que podría llegar a pensar Gin de aquello. Por lo menos, eso fue lo que creyó Toushiro.

-Ichimaru taichou ¿Necesita algo?-preguntó intentando permanecer sereno, aunque dentro de su cuerpo estuviese estallando un volcán, el cual atribuía que era a causa de la vergüenza. Claro, no podía ser otra cosa.

Su espalda se encontraba tan recta como podía. Su mirada gélida, como siempre. Creyó que estaba haciendo un buen trabajo al disimular.

Gin permaneció en la puerta, aún observándolos sin modificar su estúpida expresión, su estúpida sonrisa de zorro.

Rangiku se había puesto al lado de su capitán, también seria. Para ella la situación era aún más incómoda. Su situación con Gin no estaba del todo bien como para que por una tonta broma comenzara a sospechar cualquier cosa. Aunque no lo demostrase, era verdaderamente celoso y posesivo.

-Yamamoto soutaichou nos ha citado a los capitanes para una reunión. Tú Rangiku, ayuda a Kira y junten a todos los tenientes-ordenó a la mujer.

¿Quién se creía que era para darle órdenes a su teniente? Ah, claro, su novio. Su maldito y estúpido novio.

¿Qué era aquello? Ichimaru jamás había sido santo de su devoción, pero la creciente molestia que le provocaba era algo realmente extraño.

-Sí, bueno, enseguida voy… gracias por el aviso-respondió inmutable.

Sin decir más nada, el peliplateado giró sobre sus talones y se fue. Rangiku miró a su capitán, y el comprendió lo que aquella mirada significaba.

-Ve a aclararle las cosas-ella agradeció con una reverencia y corrió tras él.

Sintió que algo en su interior se encogía y tragar se le hizo más complicado que de costumbre.

Permaneció unos instantes más allí, sentado, mirando hacia la nada. ¿Qué había sido todo aquello? ¿Qué era esto? ¿Por qué al verla irse corriendo tras ese tipo había sentido una presión en su pecho? Debía estar enfermo, seguramente. Sí, eso debía ser.

Lentamente se puso de pie y emprendió su camino hacia el primer escuadrón. Poco antes de llegar a la salida del décimo sintió su voz, explicando algo que no debía explicar, a quien no debía hacerlo.

-Gin por favor. No debes ser tan inseguro. No ha ocurrido nada entre nosotros.

-¿Segura Ran-Chan? He visto como lo abrazas y cómo se sonroja. Deberías comprender que él ya no es más un niño, y que ningún hombre permite que una mujer como tú se le tire encima por nada.

Maldito ¿Cómo podía decir aquello? ¡Estaba insinuando que tenía otra clase de intensiones con ella! ¿Cómo podía ser aquello posible? ¿Sería el único que lo pensaría o habría más personas? Sacudió su cabeza para despejar aquellas preguntas. Estaba seguro, era un hecho: ÉL NO SENTÍA ABSOLUTAMENTE NADA POR ELLA. NADA DE NADA… A lo mejor una leve simpatía –una muy pequeña, diminuta simpatía- pero nada más. No era nada en su vida. Sentenció.

-Eres un exagerado. No existe nada entre nosotros y mi taichou no tiene ningún interés en mí. Y aunque lo tuviera, yo no estoy interesada en otro hombre que no seas tú-Le dijo acercándose juguetonamente y rodeando aquel frío y blanco cuello con sus perfectos y largos brazos, para luego coronar la escena con un beso.

Entonces, si no significaba nada en su vida ¿Por qué le había dolido tanto aquella frase?

¡Maldito inconsciente! Le estaba jugando una mala pasada. Cerró los ojos con fuerza, esperando que aquél sentimiento desapareciera, pero no ocurrió. Agitó su cabeza para alejar aquella duda, pero nada logró. Allí seguía aquella duda, acompañando al sabor amargo en su boca, el nudo en su estómago y el vacío en su alma. Tenía que ignorarlo, no había otra opción. Adoptando su recia imagen decidió pasar a su lado sin siquiera prestarles atención. Y así lo hizo.

Ellos tampoco parecieron prestarle atención –aunque más bien, ni siquiera parecieron notarlo- y la presión sobre el pecho se hizo más notoria. Ahora podía comprender el porqué su teniente le había dicho lo importante de tener amigos, de tenerlos podría preguntarles que era aquella sensación. A la salida de aquella reunión debería visitar a Unohana. Seguramente algo que había comido le cayó mal.

No había otra explicación. Estaba enfermo, y el calor era a causa de la fiebre.


Las puertas se abrieron de par en par y allí se encontraba él, parado con su estúpida sonrisa de zorro.

-Ya están aquí. Taichou del tercer escuadrón, Ichimaru Gin.

-Una convocatoria inesperada-comentó mientras ingresaba al salón.

Hitsugaya estaba indignado. Ya todos los capitanes se encontraban formados y él se daba el lujo de llegar tarde. Pero lo que más le molestaba –aunque no estaba dispuesto a admitirlo- era que le molestaba era la razón de su retraso: Se había quedado con ella.

-¿Debo sentirme angustiado o impresionado? ¡Y miren este grupo distinguido! ¡Los capitanes que controlan la soul society! ¿Todos están aquí por mí? ¿O me equivoco?-pregunto parándose en el centro de las filas que los capitanes habían hecho. ¡Qué descaro!

Toushiro Hitsugaya, quien ya no debía alzar la cabeza cada vez que quería mirar a alguien, le lanzó una mirada de odio y desprecio. "Lo mató con la mirada", podría decirse. Y aunque Gin lo notó, allí seguía su sonrisa. Sus miradas chocaron.

-Veo que el taichou del escuadrón trece está visiblemente ausente. ¿Qué sucede? ¿Le pasó algo?

-No se siente muy bien-fue la respuesta de Tousen, el capitán del noveno.

-¡Ah, otra vez! Espero que pronto esté bien-comentó con un cinismo que fue captado por todos los presentes.

-¡Deja de jugar! Ya sabes que esa no es la razón por la que nos convocaron-lo regañó el capitán del onceavo y el peliblanco agradeció que alguien pudiese callarlo-Entiendo que fuiste y jugaste con ese ryoka tu solo ¿No es así? También escuché que fallaste. Explícate-exigió-No deberías tener problemas para lidiar con cinco o seis ryokas sin refuerzos.

-Ya veo ¿Estás diciendo que sobrevivieron?-Kenpachi Zaraki pareció atónito-Pues tenía la impresión de que habían muerto, pero mis instintos comienzan a fallarme-rascó su nuca. Qué tipo tan cínico…

-¡Suficiente, dejen de decir tonterías! No hay manera en que los capitanes como nosotros no puedan identificar si el espíritu de un oponente ha dejado de existir-regañó el capitán del doceavo escuadrón, Mayuri Kurotsuchi, como si fuese lo más obvio del mundo.

Hitsugaya resopló. Otra vez viejos atrapados en una discusión estúpida.

-¿Se dan cuenta? Sus implicaciones parecen implicar que los dejé ir a propósito.

Una nueva pelea se armó: Kurotsuchi y Zaraki por ver quien se peleaba con el maldito de Ichimaru. Los comprendía. Él también mataría por darle un golpe en aquel estúpido rostro para borrar aquella estúpida sonrisa. Revoleó los ojos, debía mantener la calma.

Finalmente el comandante general Yamamoto había puesto orden. Se los había citado, en especial a Gin, porque había actuado solo y permitió que el objetivo escapara. Se le concedió el derecho a réplica, el cual pareció no utilizar del todo bien alegando que simplemente se había equivocado, que aceptaría cualquier castigo, que no inventaría excusas… Cómo si alguien fuese a sacarse el sombrero por aquello.

Aizen decidió intervenir también, y el clima se había puesto realmente tenso. Si antes Toushiro ya sospechaba de Ichimaru, ahora lo hacía aún más. Había sido demasiado extraña la forma de preocuparse. Supuso que tenía un plan, un plan contra Aizen…

La alarma de intrusos comenzó a sonar, dando por terminada la reunión y también ordenando a sus capitanes que volviesen a sus puestos. Un pequeño destello de alegría invadió el cuerpo del portador de Hyorinmaru ¿Por qué?


Los días pasaban y los ryoka seguían escondidos en el seireitei. Los buscaban, pero de ellos no había noticias. El primero en caer había sido Ikakku Madarame -del onceavo escuadrón-, el segundo el teniente del sexto escuadrón, Abarai Renji. Ambos con heridas muy graves. Fuesen quienes fuesen los ryokas, uno de ellos era peligroso.

Cómo todos los días Toushiro se encontraba sentado detrás de su escritorio, recargando su rostro en una mano, solo que esta vez se encontraba perdido en sus pensamientos y no concentrado en el papel que se suponía debía haber terminado de leer hacía una hora.

La atmósfera del décimo escuadrón se notaba densa y la relación entre sus superiores se había vuelto distante.

-¿Taichou se encuentra bien? ¿Algo le preocupa?-preguntó acercándose sigilosamente al escritorio.

Él la miró de reojos, y negó con la cabeza.

-Está todo bien-mintió.

-No puede conmigo, taichou. Lo conozco demasiado bien y puedo notar que está preocupado-desde aquella escena con Ichimaru, ella había cambiado mucho en su forma de tratarlo. Ya no se colgaba de él como era habitual, ni tampoco apoyaba sus pechos en la fuerte espalda del joven, aunque esto último era algo que agradecía.

Él quería evitar pensar en aquel naciente, confuso y creciente sentimiento que se hacía presente cada vez que ella se acercaba; por otro lado, Rangiku buscaba no tener problemas con Gin. Se decía que estaban mejor que nunca.

La rubia se acercó y arrodilló a su lado, quedando a la misma altura que él tenía sentado. La miro de reojos y contuvo una media sonrisa ¿Cómo era posible que lo conociera tan bien? A veces ella sabía cosas que ni él mismo sabía.

-Debes prometerme que no te enfrentarás a los ryoka si llegas a encontrarlos-fijó sus enormes ojos en los de ella, quien no pudo evitar ruborizarse, habían evitado mucho tiempo el contacto visual.

El corazón de Rangiku comenzó a latir con mayor velocidad al notar la preocupación en los ojos de su capitán.

-¿Pero por qué? Yo puedo defenderme bien, taichou-ella era una mujer fuerte. Podría con ellos.

-No quiero que te suceda nada malo-confesó sin perder el contacto visual.

¿Qué significaba que "no quería que nada malo le suceda"? ¿Desde cuándo se preocupaba así por ella? Su corazón se aceleró y sus mejillas se tiñeron de rojo.

Mantuvieron el contacto visual por lo que parecieron años. Un golpeteo en la puerta destrozó aquella escena. Ambos volvieron a su postura habitual.

-Adelante-un mensajero del primer escuadrón se hizo presente al abrirse las puertas.

-Hitsugaya taichou, Matsumoto fukutaichou-hizo una reverencia y extendió un sobre violeta que pronto tomó la rubia-Quería recordarles del baile de gala que se hará para celebrar los mil años de Yamamoto soutaichou al mando del gotei 13.

-¿Baile de gala? ¿No cree el viejo que no estamos para esa clase de cosas? Hay invasores en el seireitei. Todos juntos seriamos un blanco fácil.

El mensajero bajó la cabeza. Claro está ¿Qué podía decirle él? Hitsugaya negó con la cabeza, indignado. ¿Cómo era posible que algunos pensaran tan poco?

-¿Debemos usar kimonos?-preguntó entusiasmada la mujer. Nuevamente sus diferencias se hacían presentes.

-No, esta ocasión la vestimenta obligatoria es la de gala tradicional. Vestidos para las mujeres, trajes para los hombres-explicó.

-Bueno, de acuerdo ya has pasado el mensaje. Puedes retirarte-le obligó molesto. Había un ryoka con suficiente poder para herir a dos de los mejores guerreros del seireitei, y todos andaban pensando en bailes. Aunque por otro lado… sería una buena ocasión para encontrarla…

Con Ichimaru

Maldito inconsciente, ahí estaba otra vez. Cada día aprendía a odiarlo más y más.

Aún emocionada ella dio un par de vueltas por la oficina, quedando de frente al enorme ventanal que daba al jardín, el cual quedaba inmediatamente detrás del escritorio del peliblanco.

-Tendría que relajarse taichou. Esta es una buena oportunidad para hacerlo.

-Podrá ser posible. Pero no iré, no creo que la situación se encuentre para andar festejando.

-Oh, piénselo. Podría ser divertido-comentó mirándolo. Claro que él se encontraba de espaldas, pero podía sentir aquellos ojos clavados en su nuca.

Se puso de pie, no podía aguantar más estar quieto en una situación así. Comenzó a dar vueltas como un tigre enjaulado, pero sus pies lo llevaron –inconsciente e involuntariamente- a situarse enfrente de aquel enorme ventanal.

Enfrente de ella.

Lo miró de reojos, sonriente.

-No sea aburrido. Piense en todas las cosas divertidas que podrá hacer.

-¿Cómo…?

-Bueno, si se porta bien le dejaré bailar algún baile conmigo. Pero solo una canción-bromeó-Vamos taichou, muchos dirían que sí, es una propuesta irrechazable.

Y tenía razón. Pero NO. Debía ignorar, olvidar y pisotear aquel sentimiento.

-Sigues sin convencerme. Además hay que ir con pareja y todo eso. Jamás me ha gustado invitar a nadie a ningún lado.

-Pero si estamos todos invitados no habría razón para llegar en pareja. ¿No cree?

-Es fácil para ti decirlo teniendo pareja garantizada.

-¿Usted a quién invitaría?-preguntó ignorándolo por completo.

Y ahí se encontraba de vuelta, inoportuna como siempre. A su mente venía la respuesta. La única mujer a la que quería invitar. Pero prefirió ignorarla.

La miró por el rabillo del ojo y sus miradas se encontraron nuevamente. Esta vez el contacto visual no se perdió ni por un segundo. Él se movió, quedando los dos enfrentados y a escasos centímetros de distancia. Esto le permitió oler su perfume floral, oír su respiración, notar la agitación de su pecho que subía y bajaba.

Ninguno dijo una palabra. Sus cuerpos comenzaron a acercarse lentamente.

No supo cómo, no supo cuando pero con sus fuertes brazos la tomó por la cintura y pegó a su pecho, ella no movió un músculo de su cuerpo. Apoyó una de sus grandes manos en la nuca de la rubia y lentamente unió sus labios con los de ella en un suave beso.

Un ascendente calor comenzó a recorrer el cuerpo del capitán, cuyo corazón casi se le sale del pecho. Sentía la necesidad de tener más de ella.

La rubia sintió como cada músculo se relajaba, sus piernas temblaban y por un momento pudo apostar que la fuerza la abandonaría. Aquellos labios eran tan cálidos. Quemaba su piel donde él había apoyado sus manos.

Pareció no darse cuenta de lo que estaba haciendo hasta cerca de un minuto después, cuando casi cede ante aquel maravilloso beso. Pero no lo hizo. Abrió los ojos como platos y se alejó, sorprendida.

-Lo siento taichou, esto no debería haber pasado. Yo… yo… estoy con Gin-dijo horrorizada.

-Disculpa, no entiendo lo que me ha pasado-se disculpó avergonzado por su actitud, tocándose la frente con una de sus manos-Yo… lo siento de verdad. Debo irme-dicho esto salió prácticamente corriendo del escuadrón.

Mientras lo veía alejarse rozó con los dedos su boca. Todavía podía sentir los labios de su capitán rozando los suyos. Sonrió tontamente solo de recordarlo.


¿Qué había sido aquél maldito impulso? ¿Por qué la había besado? ¿Y por qué aquél maldito beso logró inyectar fuego en sus venas?

-Demonios, aquello sí que había sido bueno-pensó intentando controlar su ascendente excitación. Y solo con el roce de sus labios había provocado eso…

Pero debía olvidarlo, aquello estaba mal, aquello no podía ser. Ella estaba enamorada de otro, y aquél beso no había significado nada.

Su vida había sido siempre como una partida de ajedrez: Cada movimiento había sido lentamente pensado, elaborado; pero todo aquello cambió cuando la conoció, al punto que ahora se sentía un animal irracional cuando se encontraba con ella. No podía pensar, no quería hacerlo. Simplemente quería sentir.

Caminaba apurado, sin un rumbo aparente, sin mirar por su camino cuando de pronto chocó con alguien.

-Lo siento, venía distraído-se disculpó listo para seguir con su camino hasta que notó de quién se trataba.

-Hitsugaya kun…-susurró Momo Hinamori, su amiga de la infancia-¿Ocurre algo?

¿Si ocurría algo? ¡Todo ocurría! Creía sentir algo por su teniente que estaba enamorada de otro. Había quedado como un estúpido. Y lo más importante, era que debía extirpar aquel sentimiento antes que fuese demasiado tarde. Entonces tuvo una idea. Realmente no fue una buena idea, pero fue lo primero que vino a su mente para detener aquel sentimiento, y demostrar que aquél beso había significado nada para él también: Tomó a Hinamori por los hombros y en un movimiento demandante la acercó a él. La joven se encontraba completamente roja. Era conocida su atracción por aquel muchacho desde que eran unos niños.

Toushiro junto sus labios con los de su amiga de la infancia, quién no tardó un segundo en responderle, rodeando su fuerte cuello con los brazos, para acercarse aún más.

"Un clavo saca otro clavo"

Sabía que no era la mejor manera de evitar que aquel contradictorio sentimiento continuase creciendo, pero era la única que había encontrado: Enamorarse de otra. Y Momo Hinamori parecía una buena opción.


¿Les gustó :)? Espero que hayan disfrutado de esta historia tanto como yo disfruté escribiéndola. Pronto subiré el próximo capítulo (tres días, aproximadamente).

Y si tienen ganas de saber como luce nuestro adorado –y sexy, muy sexy- Toushiro, aquí les dejo un link para que recreen su vista AQUÍ_ .com/albums/n153/bijinigarashi/BLEACH/?action=view¤t=

Gracias por tomarse el tiempo de leer mi historia. Nos leemos pronto!

Besitos!