Disclaimer: Nada de esto es mío.
Notas: después de un tiempo infinito sin subir casi que nada -y presentando mis disculpas y admitiendo que, probablemente, aún falta mucho tiempo para que actualice los long-fics pendientes-, aquí está esto. Una viñeta pequeña, cortita, hecha de un golpe y que, oye, lo mismo a alguien le gusta.
Dedicado a Gui. Hacía mucho que no te dedicaba nada.
Al fondo de un cajón
Dura sólo un instante, dura sólo ese primer momento; después, Severus consigue apartar la mirada.
Potter, piensa, y lo recorre entero. Es la viva imagen de su padre.
Dura sólo un momento, desde luego, y luego los años pasan, y quizás se siente responsable –quizás cuida del niño, aunque no quiera-, pero nunca es lo mismo. Nunca más le recuerda a ella.
Evita mirarle a los ojos. No es más que instinto, por supuesto; años y años de espía le han enseñado. Uno no puede mostrar debilidad ante el enemigo y, para Severus Snape, no quedan amigos en el mundo. Nadie en quien confiar.
Ni siquiera Dumbledore, supone.
Piensa en él como en Potter, cada vez que le ve entrar en su clase, como el hijo del arrogante y estúpido matón de sus propios años de escuela. Intenta concentrarse en eso, en proyectar la imagen del padre sobre el hijo; Harry se lo pone fácil. Es contestón y orgulloso, imprudente; todo un Gryffindor.
Ella, ahora que lo piensa, también lo fue. Siempre.
Pero Severus no quiere reparar en ello.
De entre todas las cosas que guarda –que son cada vez menos-, el terrible profesor de Pociones sólo tiene una que valora de verdad. La esconde al fondo del cajón, y procura no tocarla; es una foto vieja y rota, sólo una parte de todo lo que mostraba. Es Lily Evans en todo su esplendor, es cuando estaba viva y era feliz, y tenía un hijo y un marido, una familia de la que él no formaba parte, en la que nunca pudo entrar.
Hay veces en las que se arrepiente, Severus. Menos de las que debería, quizás, pero más de las que quiere; odia pensar en el ¿Qué habría pasado? No hay marcha atrás. No puede cambiar su vida, igual que no puede borrar la Marca Tenebrosa de su brazo.
Pero le habría gustado, por supuesto. Le habría gustado tratarla mejor, conservarla. No tener que mirarla desde lejos, no a ella, que fue su amiga toda la vida. No a la niña pelirroja del parque, la chiquilla con la que jugaba a las escondidas, a imaginar unos ellos mismos mayores, felices, que nunca existirían.
Le habría gustado tener a Lily Evans, admite.
Pero no pudo ser. No hay casi nada que funcione como es debido, en ese estúpido montón de tiempo perdido que es su vida, no hay casi nada que merezca la pena. Lily se largó con otro, desapareció, le perdió de vista; no puede culparla.
Aún así, Severus Snape no consigue mirar a los ojos al niño, a Harry. No desde ese primer instante, esos segundos eternos. Prefiere pensar en él como Potter; es todo más fácil.
Prefiere no volver a mirar esa foto. Nunca más.
Danny
¿Reviews?
