Disclaimer: Los personajes no me pertenecen sino a GoRA.
Con dedicatoria a todos aquellos que, al igual que yo, no pudimos soportar la muerte del Rey Rojo.
Resurgir de las cenizas
No importaba que fuese medianoche, su corazón volvía a sentir el calor intenso de antes; sólo una cosa podía significar. Salió de su habitación y bajó las gradas lo más rápido que pudo ignorando que estuviera aún en ropa de dormir y que por consiguiente, la vieran los demás; atravesó el salón principal del bar de Izumo sin detenerse a explicar nada a los desfallecidos hombres que acababan de ver partir a su rey; sabía que ellos pronto se darían cuenta.
Por su parte Kusanagi fue el primero en ir tras Anna, confuso por la actitud de ella, totalmente opuesta a su sumisión característica. Sin embargo, un grito llamándolo hizo que sus pasos se detuvieran en seco y volteara a ver quién era; su rostro delató totalmente su asombro al notar, detrás de sí, a Yata sonriéndole mientras le señalaba su pecho y dejaba ver la marca del Rey Rojo que volvía a impregnarse en su piel; algo que Kusanagi no había notado en sí por ir tras Anna.
Eso era mucho más que suficiente para que todo el grupo HOMRA siguiera a Anna hacia el lugar en donde hacía pocas horas habían perdido al ser más importante en sus vidas.
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A varios metros una fina mano blanca terminaba de cerrar la herida de Mikoto. El Rey Inmortal se alejó para ver cómo la espada de Damocles volvía a resurgir del Rey recostado en el suelo.
-Gracias por matar al rey incoloro- Susurró por lo bajo mientras observaba a Suoh comenzar a abrir con dificultad sus ojos ambarinos.
Weissman se alejó lo más que pudo de su contrincante a quien otorgaba vida por vida; pues asesinó al único rey discordante, al causante del desequilibrio entre los reyes, y, ¿Qué equilibrio puede haber si no están los seis reyes?
Ahora que desde lo lejos podía observar a una niña de cabello blanco aferrándose a Mikoto mientras su clan lo rodeaba; podía estar seguro que su teoría era cierta: Si al menos un rey no estaba solo, significaba que su investigación había valido la pena porque, después de todo, sí traía felicidad.
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Espero les haya gustado el pequeño regalo para los que llevamos la marca del Rey Rojo en el corazón…
Atte. Rinsami
