Hola chicos de ff, como veis he decidido reeditar esta historia ya que me puse a leerla y había muchísimos errores de gramática, de ortografía entre otros así que me he decidido a corregir esos errores y volver a subirla capítulo a capítulo. Espero que los que ya la habíais leído con anterioridad veáis positivo el cambio y que los que llegáis nuevos disfrutéis con esta dulce historia donde veremos a unos Ranma y Akane mas maduros de edad y esperemos que también de personalidad.
Dejas claro que Ranma ni sus personajes me pertecen, que son todos obra de Rumiko y que si hago esto es por divertirme y divertiros a vosotros. Pido disculpas si aun quedó colgado algún error de ortografía. Espero que me dejéis algún review y me contéis que os parece.
Sin mas, a leer.
Akane estaba asustada. Muy asustada. Temblaba como un flan ya que no sabía cómo su baka iba a reaccionarante la noticia que estaba apunto de darle. Llevaban juntos desde los 16 años, con sus más y sus menos, pero juntos y hacía un año que se habían casado. Por fin, tras tres años de peleas, discusiones, reconciliaciones, lágrimas, sonrisas, batallas y una boda fallida seguida por una dulce declaración del joven de la trenza, la pareja de eternos prometidos se dieron el "sí quiero". La vida de casados era buena, no se podía quejar pero Akane llevaba un par de semanas que se notaba extraña y cuando se enteró del porqué de esa rara sensación fue muy feliz.
Lo único "malo" por llamarlo de alguna forma, fue que tuvo que ir a una clínica en la otra punta de la ciudad a casi tres cuartos de hora en tren, pues aunque quería mucho a Tofu, si sus sospechas eran ciertas no quería que su cuñado se enterara antes que su marido de las buenas nuevas.
Cuando al fin confirmó sus sospechas se tomó tiempo para planear el cómo se lo diría a Ranma, quería hacerle algo diferente y especial. Lo había preparado todo de manera meticulosa. Ese día el chico terminaría su clase sobre las 7. Aún eran las 6 por lo que tenía una hora para preparar los últimos detalles.
Corría arriba y abajo por toda la casa como si sufriera de hiperactividad. Cuando encontró lo que buscaba suspiró aliviada. Entre sus manos sujetó la cámara de video que llevaba media hora buscando. Cuando Nabiki se la regaló unas navidades pensó que su hermana se había gastado el dinero en una tontería pues nunca se había planteado grabar videos, ni siquiera en celebraciones especiales, pero en esta ocasión quería tener un recuerdo de la reacción de su esposo.
Tras asegurarse de que tenía suficiente espacio y batería subió a su antiguo cuarto donde escondía el regalo para Ranma. Le había costado mucho conseguirlo pero creía que a su marido le iba a gustar, quizás no se emocionaría hasta el límite de llorar, pero seguro que se pondría pletórico.
Miro el reloj que había en la mesita de noche, las 7 menos cinco, su tripa salto y comenzaron a temblarle las piernas, ¡el tiempo había pasado volando! en 5 minutos daría la gran noticia a su marido. Solo esperaba que su baka no se desmayara.
Mientras tanto en el dojo, Ranma ajeno a los planes de su esposa, terminaba de recoger el material usado con sus alumnos durante la clase. Mientras recogía los boken suspiró para luego mover el cuello de un lado a otro, destensionándolo.
A pesar de la poca paciencia que tenía a veces con sus alumnos, sus padres e incluso en algunas ocasiones con su esposa (Akane tenía una increíble facilidad para desquiciarlo, al igual que el a ella) no podía negar que su vida le tenía terriblemente satisfecho y feliz, todo porque estaba al lado de su marimacho favorita.
Tras años de infancia horrible y traumática, una separación materna que le dejó claras carencias emocionales y una adolescencia complicada llena de prometidas y enemigos no deseados, Ranma Saotome por fin era plenamente feliz. Tenía a su mujer al lado y aunque le costó sangre, sudor y lágrimas conseguir que fuera su esposa, al fin lo consiguió tras armarse de valor y soltar entre balbuceos aquel ansiado "te amo"
Eso sí, el nunca perdió la esperanza en conseguir a su dulce marimacho y aunque a veces sentía pánico ante la posibilidad de que otro viniera a robársela, Ranma Saotome nunca se rinde ni pierde, sobre todo si hablamos de Akane.
Su vida ahora era tranquila y feliz. Shampoo se fue a China dándose por fin por vencida. Costó mucho despegarse de la insistente mujer ya que por mucho que Ranma le dijera que se iba a casar con Akane ella se hacía la desentendida. Los días previos a la boda el acoso de Shampoo fue tal que Akane se planteó seriamente casarse. Fue entonces cuando Ranma se plantó de manera firme ante Shampoo y su abuela. Tras una discusión, una pelea y varios gritos y llantos, las chinas se dieron por aludidas y Shampoo tuvo que aceptar que Ranma no la quería. Cologne se la llevó de vuelta a China pues no estaba dispuesta a dejar que su nieta siguiera humillándose por un hombre. Eso no era digno de una guerrera amazona. Después de su partida no supieron de ellas nunca más.
Para sorpresa de todos Mousse no las siguió de vuelta a su país de origen, pues poco antes de que todo esto pasara, conoció a una chica china que trabajaba en un nuevo restaurante llamado "El dragón dorado"
Ella al igual que Mousse era camarera y se conocieron en una entrega de pedidos. Al principio Mousse se sentía mal consigo mismo ya que no dejaba de pensar en esa bella mujer y sentía que le estaba siendo infiel a Shampoo, pero tras una discusión con ella en la que la chica fue más cruel de lo normal con el pobre Mousse, este decidió pasar página y comenzó a cortejar a la linda china de nombre Xiao Mei. A día de hoy están a punto de casarse y llevan juntos el Neko Haten que la abuela dejó en manos de Mousse antes de volver a la aldea amazona. Ranma se alegraba por el chico pato pues Xiao Mei lo adoraba y le trataba muy bien, se veía que Mousse ahora era realmente feliz.
Otra sorpresa fue la que dieron Ukyo y P- chan, quiero decir Ryoga. Cuando la pareja Tendo- Saotome decidió aceptar su amor y proclamarlo al mundo, ellos se apoyaron el uno en el otro para superar la pérdida. Decidieron que no iban a luchar más por un amor que nunca sería correspondido. Prefirieron tener el cariño y la amistad de la pareja que ganarse su desprecio. Poco a poco fueron superando ese amor infantil, haciéndose amigos y confidentes y ya saben lo que dicen, el roce hace el cariño así que tiempo después esa amistad se convirtió en una bella relación.
Ranma sonrió levemente al pensar en lo feliz que se veía ahora a su mejor amiga – Cerdo con suerte, más te vale cuidarla porque como le haga algo malo a U-chan, Akane y yo le mataremos – susurró para sí mismo. Su sonrisa se amplió al imaginarse a una Akane furiosa con el pobre Ryoga por hacer llorar a Ukyo. Para él fue un alivio que tras decirle a la castaña que se casaría con Akane, su amiga no hizo ningún drama y les ofreció su desinteresada amistad. Tras esto ambas mujeres comenzaron a forjar una pequeña camaradería que con el tiempo se transformó en una bonita amistad hasta el punto de que ambas actualmente se querían y cuidaban como hermanas. Poco después a esta amistad se unió Xiao Mei y ahora no hay quien las separe la una de la otra.
Ranma notó un escalofrío cuando pensó en otra persona que le había dado buenos dolores de cabeza. Kodachi Kuno, la loca rosa negra. Esa mujer era una desquiciada que no aceptaba un no como respuesta. Recordó con rabia como al poco tiempo de hacer su compromiso formal Kodachi secuestró a su mujer y la encerró en una cabaña propiedad de los Kuno en el bosque lejos de todo y de todos. El plan de la chica era quemarla viva dentro de la cabaña, así, con Akane Tendo muerta ella podría por fin ocupar el lugar que según ella le pertenecía junto a su querido Ranma.
Gracias a Kami, Kuno descubrió sus planes y pudieron salvarla. Aun le dolía el pecho al recordar el miedo que pasó mientras corría por el bosque desesperado por encontrar a su mujer. Apretó los puños con ira – Maldita mujer, ¿cómo se atrevió? Hacerle algo así a mi esposa – Suspiró profundamente y cerró los ojos intentando calmar su mal humor, ya no valía la pena enfadarse por eso. Gracias a Kami pudo salvar a Akane, se casó con ella y Kodachi acabó ingresada en el psiquiátrico de Tokio, esperemos que para siempre.
Volvió a sonreír una vez más al pensar en las vueltas que daba la vida. Kuno ese pesado que seguía a su esposa a todas horas gritándole su amor a los cuatro vientos, era ahora un gran cuñado que daba la vía si era necesario para ayudarles a promocionar el dojo. Se había casado con Nabiki y vivían en la mansión Kuno para alegría de la castaña. Sus sueños de vivir en una gran mansión se cumplieron por fin. Aunque ella fingía ser una mujer de hielo y aparentaba frente a todos no tener sentimientos por nadie más allá que el dinero, Ranma sabía de primera mano que Nabiki adoraba a Kuno y el a ella. Estaban hechos el uno para el otro como Akane estaba hecha para él o Kasumi para el buen doctor Tofu.
Y hablando de su cuñada y su eterno pretendiente, sí, por fin el milagro se había hecho realidad y el amable doctor y Kasumi por fin se habían casado. Tenían 2 preciosos niño, Kenta y Asami de dos años y vivían en la casa de Tofu. Esos dos mocosos estaban terriblemente consentidos por su esposa y por el mismo, les gustaba mucho ir a visitarles y que ellos fueran a casa.
Sus padres y Soun habían volado del nido alegando que el joven matrimonio necesitaba intimidad para poder practicar a sus anchas la forma de traer al mundo al heredero Saotome-Tendo, así que sus padres se mudaron a la casa de Nodoka aunque sus visitas eran constantes.
Eso dejaba el Dojo para él y su preciosa marimacho. Sonrió melancólico por cómo habían cambiado las cosas. A pesar de seguir transformándose, su maldición ya no era una carga porque Akane le aceptaba tal y como era, siempre lo hizo y siempre lo haría. Debido a que no había tantos contratiempos en su vida la pelirroja aparecía con muy poca frecuencia ya que su día a día era totalmente tranquilo. Ahora, en la soledad del Dojo añoraba un poco de la locura de antaño, los gritos, las peleas y la casa llena de gente y ruido, aunque si tenía a su mujer a su lado nada más importaba.
Frenando en seco sus movimientos cayó en la cuenta de una cosa importante, no había visto a Akane en todo el día. Ella normalmente se dejaba caer por el dojo mientras el impartía clases, pero ese día ni rastro de ella.
Frunció el ceño levemente mientras se rascaba la cabeza – ¿dónde se ha metido esta mujer? – Salió del dojo dispuesto a encontrar a su esposa y hacerle pagar el abandono al que le había sometido. No podía privarle tantas horas de su compañía e irse de rositas. No señor.
En la sala de estar de la casa, Akane estaba que se moría de nervios. Se mordía las uñas, una manía muy poco habitual en ella a no ser que estuviera extremadamente nerviosa, tamborileaba la mesa con los dedos de la mano que no estaba siendo presa de sus dientes y miraba el reloj cada diez segundos aproximadamente. Bufó frustrada mientras se sobaba el pelo. El tiempo pasaba condenadamente más lento de lo normal y ella solo podía aguantarse y morir de ansiedad.
Cuando por fin tras dos minutos más de agónica espera, dos minutos que para ella fueron como dos milenios, escucho los pasos de su marido entrando en la casa. Se puso en pie rápidamente tropezándose un par de veces debido al temblor de sus piernas, encendió la cámara con manos igual o más temblorosas y comenzó a grabar.
- Akane ¿dónde...? – Ranma que entraba en ese momento en el salón se quedó parado al verla con una gran sonrisa grabando directamente su cara – Amor ¿qué haces?
- Es una sorpresa – Dijo Akane con voz cantarina.
Ranma alzo las cejas – ¿Una sorpresa? - el joven miró a todos los lados como si buscara a alguien o algo – Akane, ¿Qué pasa? ¡Quita esa cosa de mi cara! – Dijo medio en risa medio enfadado. Ese extraño momento que estaba pasando lo estaba poniendo muy nervioso, sobretodo tener a su mujer cámara en mano grabándole con una gran sonrisa. Algo estaba pasando y no le daba buena espina.
- Oh vamos no seas gruñón, siéntate – Dijo mientras se movía levemente para dejar pasar a su marido a la sala. Ranma se sentó lentamente y miró el paquete con un lazo naranja que había en la mesa. Extrañado lo tomó en sus manos y miró a Akane quien se colocó a su lado donde tenía un buen plano del rostro de su marido y dijo – Es para ti, ¡vamos ábrelo!
El chico miró el paquete con desconfianza y luego desvió sus ojos hacia su marimacho quien aunque tenía una gran sonrisa en su cara estaba claramente nerviosa. Tiró del lazo y una vez desecho abrió el papel de regalo con mucho cuidado, un cuidado poco común en él.
Una vez se deshizo del papel apareció ante sus ojos una pequeña caja de una tienda de artes marciales donde el compraba el material. Enarcó una ceja confundido, se rascó una vez más la nuca intentando adivinar el porqué de ese regalo – ¿Es mi cumpleaños? – le preguntó a su esposa. Akane negó con la cabeza lo que confundió más al pobre Ranma. Su mujer era una chica dulce y detallista pero no era de las típicas que te regalan algo porque si, allí había gato encerrado – Vale, ya está bien de tanto misterio – dijo ya harto de esa bola de nerviosismo que se había formado en su estómago – ¿Qué pasa Akane? No creo que me compres algo así como así sin motivo alguno, ¿Qué has hecho? ¿Has vuelto a quemar la cocina? ¿Has roto la lavadora? ¡No digas más! ¡Me has encogido todas las camisas! ¿Es eso? – dijo con gracia.
Akane sintió que la ira empezaba a recorrer su cuerpo como un huracán. Una vena en su sien comenzó a hincharse y sus manos apretaron con fuerza la cámara. Harta de la estupidez de su marido y muerta de nervios le gritó – ¿¡Te quieres callar y abrirlo de una maldita vez!?
Ranma rio con ganas, adoraba la cara de su mujer cuando se enfadaba. Hacerla rabiar era, después de hacerla reía, su pasatiempo favorito. Abrió la caja con cuidado y vio un pequeño traje de entrenamiento tamaño bebé de color blanco. Abrió los ojos a mas no poder cuando vio un cinturón blanco igual de pequeñito que tenía grabado con letras doradas "Daddy's little champion"
La cara de Ranma fue un verdadero poema, se quedó tan blanco como el traje de entrenamiento que tenía en sus manos temblorosas. No paraba de leer el mensaje en el pequeño cinturón una y otra y otra vez. Akane sonrió por haber tenido la gran idea de haber grabado este momento. La cara de Ranma era una un auténtico cuadro, era una mezcla perfecta de felicidad e incredulidad – ¿Te gusta? – le preguntó sin dejar de grabar la cara de su esposo que poco a poco iba recuperando su color natural.
Ranma aparto la vista del regaló y la enfocó en su mujer – No puede ser ¿Esto significa lo que creo que significa? – Akane asintió levemente.
- Akane… ¿Es en serio? – Preguntó de nuevo anonadado
- Pues claro que es enserio.
Ranma empezó a reír como un idiota – No, no puedes ser ¿De verdad? – No podía creer lo que sus ojos leían, lo que su cerebro y corazón le estaban diciendo – ¿Seré papá? – Akane una vez más asintió y en ese entonces Ranma cayó en la cuenta de que en el vientre de su esposa había un pequeño niño que en un futuro le llamaría "papá".
Se levantó y abrazó a su mujer como si fuera la última vez que podía abrazarla. Akane le había hecho feliz, muy feliz, el hombre más feliz en la tierra. El internamente deseaba tener un hijo con su marimacho, pero temía lo que pensara su joven esposa ya que tenían solo 19 años. Apenas llevaban un año de matrimonio y temía que para la joven fuera muy pronto. Temía que si le confesaba a Akane su deseo de convertirse en padre ella le dijera que no estaba preparada o que no quería tener hijos con él, por eso el saber que su sueño se estaba cumpliendo le abrumó de tal manera que hizo lo que nunca creyó que haría frente a su mujer. Llorar.
Una vez se separó de ella volvió a tomar el pequeño traje entre sus manos para mirarlo con una infinita ternura – ¿Estas feliz de verdad? – Preguntó Akane quien seguía grabando a su esposo mirar emocionado el pequeño traje – Mi amor seremos papás – al decir eso notó que el rostro del hombre se contraía por el llanto y besaba el pequeño traje haciendo a la chica emocionarse – Ranma ¿estás llorando?
El joven sonrió mientras se limpiaba las lágrimas que caían por sus mejillas – Pues claro que lloro, no sabes lo feliz que soy. Me has hecho el hombre más feliz del mundo Akane, mi mayor deseo era ser tu esposo y el padre de tus hijos y tu desinteresadamente me has concedido mis dos deseos – dijo entre hipidos sin soltar el trajecito – Eres mi vida Akane, tú y ahora nuestro bebé, sois mis más preciados tesoros marimacho – Akane comenzó a llorar también emocionada por las palabras de su marido. Su Ranma podía ser un idiota pero era el mejor esposo del mundo y seguro que sería también el mejor padre.
Ranma se acercó a su mujer y le quitó la cámara de las manos colocándola en la mesa enfocándoles a ambos. Akane le miró curiosa y su marido la besó levemente – Akane, seremos papas, esto quedara para la posteridad – Ranma beso esta vez una lágrima de su mujer, mirando a cámara dijo – Me has hecho el hombre más feliz del mundo, seré papá del niño o la niña más hermoso del planeta y el más fuerte del universo, porque será todo un Saotome, mi tesoro y mi mayor orgullo. Estoy muy feliz de que tú seas la madre de mis hijos Akane, te lo dije y te lo repito, tú y mi bebé sois lo que más amo y amaré durante el resto de mi vida, más que a nada en el mundo… – Akane volvió a llorar como una pequeña fuente por las dulces palabras de su esposo. Este, al ver a su mujer llorar como un bebé rio y la abrazó contra su pecho – ¡Por Kami! ¡Voy a tener un hijo! – Canturreaba el joven entre risas nerviosas – Esto se lo enseñaremos a nuestro bebe cuando sea mayor – dijo mientras abrazaba fuertemente a su mujer – Gracias mi amor, soy muy feliz.
Ranma se separó de ella y para sorpresa de la joven se levantó comenzó a dar saltos de alegría por todo el salón – ¡Seré papá! ¡Seré papá! – Sacó la cabeza por la puerta que daba al jardín y gritó – ¡¿Oyeron todos?! ¡Akane y yo seremos padres!
Akane observaba dichosa aun con lágrimas en los ojos la reacción de su marido. Jamás pensó verle tan feliz y emocionado, tanto que incluso daba saltos de alegría, se imaginó que se pondría feliz, incluso que se desmayaría por el susto, pero lo que jamás se imaginó fue ver a su marido llorando mientras abrazaba su regalo. Siguió grabando la feliz reacción del joven que paro en seco y dijo:
- Tengo una idea.
- Dime mi amor.
Ranma sonrió – Hagamos esto con toda la familia - Akane le miró confusa por lo que Ranma se apresuró a explicarse – Me refiero a darles la sorpresa a la familia con pequeños obsequios y grabar sus reacciones. Luego lo juntamos en un único video y así tendremos un precioso recuerdo.
Akane apagó la cámara y la dejó a un lado para saltar a los brazos de su esposo quien la recogió en el aire para abrazarla – Es una gran idea Ranma, será divertido – dijo mientras le sonreía como solo ella sabía hacerlo – Hay que empezar a planearlo todo muy bien – sentenció tras darle un leve beso que a Ranma le supo a poco.
Akane se separó de su marido y se dispuso a sentarse nuevamente pero Ranma la freno del brazo. La mujer se giró confundida – ¿Qué pasa?
Su marido la miró con picardía – Akane, preciosa, eso puede esperar. Me acabas de decir que voy a ser padre y eso es una gran alegría, algo digno de celebrar – Akane iba a protestar pero su marido la calló con un dedo – Ni una palabra marimacho, tener un bebe con la mujer que más amo en este mundo debe ser celebrado como se merece.
Akane le dio un manotazo en el hombro por el apelativo cariñoso que usó con ella pero no pudo evitar sonreír - Eres un pervertido.
Ranma la tomó en brazos mientras subían las escaleras – Sí, soy un pervertido, pero eso es bueno, ¡así hicimos a nuestro futuro hijo! Por eso pienso ser un pervertido contigo toda mi vida. Solo contigo, pechos planos.
¡Idiota! – le gritó Akane sonrojada haciendo a Ranma ensanchar su sonrisa mientras entraba en la habitación que compartían.
- Te amo – dijo besándola
- Yo también te amo bobo – contestó Akane.
Y allí quedo el joven matrimonio celebrando la llegada de su hijo y heredero en la habitación donde lo habían concebido. Ya habría tiempo para pensar como dar la gran noticia, por ahora les tocaba disfrutar a ellos.
