Disclaimer: El universo Potterico por desgracia no me pertenece, es propiedad de Rowling y yo solo lo tome prestado para esta retorcida historia.

Summary: En el viaje a Australa en busca de sus padres, Hermione descubre que su verdadero amor no es Ron, sino Fred, pero cuando se da cuenta y lo confiesa un suceso inesperado los separara ¿se daran por vencidos?.

¡Hola querido lector! No, no estas alucinando, si, así es, esta historia término hace mucho. Entonces, ¿Qué rayos estoy haciendo aquí?

Verán, comencé a escribir hace ya dos años, en primera persona, ¿la razón? no lo sé, tal vez porque el primer fanfic que leí era en primera persona y se me hizo buena idea hacer lo mismo, nunca antes había escrito algo, así que, solo me aventure.

Pero luego de un tiempo me di cuenta de que no era lo mío, no logro abarcar todo y por ejemplo en esta historia hago cambios bruscos de narración y sinceramente es incómodo.

Entonces, lo que estoy haciendo es subirla nuevamente pero esta vez desde perspectiva de narrador. Y creo que el cambio será bastante notorio e.e así que aquí estoy otra vez 8-)

Por último, tal vez se pregunten ¿Por qué subirla nuevamente y no dejarla como estaba? Porque este es mi primer fremione *-* con este me inicie escribiendo fremiones y es como mi bebe c: y entonces quiero que sea bueno xD quiero estar orgullosa de el y decir 'Yo lo hice :'D' (aunque si lo digo pero no estoy muy feliz con el resultado, me puse a leerlo una vez y me di pena :s no soy perfeccionista, lo juro)


xXx

La apuesta

– ¡Despierten! –Dijo Hermione con su voz alta y autoritaria abriendo la cortina del cuarto de Ron, como era de costumbre, cuando estaban en Hogwarts y ella solía entrar a su habitación a despertarlos; la luz se filtró dándoles a los dos en la cara, Harry soltó un ligero quejido y se giró, Ron gruño e intento taparse con las cobijas pero al saber que era Hermione quien le había despertado se contuvo de hacerlo–. Buenos días, amor –saludo a Ron, inclinándose para darle un beso; aun le era extraño hacer eso, apenas una semana atrás era su mejor amigo, pero ahora ya no lo era, después de que aquel beso durante la batalla sucediera por fin, ya eran novios, y aunque ambos se sintieran extraños con eso, eran felices y la familia Weasley estaba feliz como ellos.

– Hermione –dijo Ron en algo como un gruñido, mas dormido que despierto–. Apenas está amaneciendo.

– Lo sé –respondió ella mirándolo de forma significativa–. Pero Harry se tiene que preparar –luego se giró y sonrió al chico que era como su hermano, que estaba sentado, tallándose los ojos luego de por fin decidirse a medio levantarse–. ¿Olvidas que día es hoy?

– Claro que no –gruño el aludido-. Pero no deja de ser temprano –se acostó y tapó de nuevo. Ron se rio.

– Pareces mi mamá –refunfuño y la castaña le miro con una ceja levantada, de pronto recordando lo mucho que el chico se quejaba de su comida durante su búsqueda de los horrocrux, Ron presintió que la había regado y se apresuró a remediarlo–. Pero tú eres encantadora –añadió levantándose y luego la abrazo–. Si así despertare por el resto de mi vida no importa –fue imposible que Hermione no se sonrojara al oír aquello sonrió y le lanzo los brazos al cuello para darle un beso, en una escena bastante parecida a la del primero.

– ¿Podrían esperar a que salga de la habitación? –Pregunto Harry estirándose sobre la cama, ni Ron ni Hermione hicieron caso, suspiro y salió de la cama–. Gracias –añadió sarcásticamente y salió del cuarto dejando a la pareja besándose.


– Querida, ya era hora de que bajaran –dijo la señora Weasley sin mirar a Ron y Hermione, cuando bajaron a la cocina donde sus los gemelos, esposo y Harry estaban ya en la mesa sentados–. ¿Podrías ayudarme con el almuerzo, cielo? –añadió para Hermione.

– Claro –respondió ella soltando la mano de Ron ruborizada, se acercó con Ginny y la señora Weasley para ayudarles a terminar, escucho como Harry, Fred y George se reían y sintió aún más caliente la cara.

– ¿Qué paso Hermione? –pregunto Fred pícaramente–. ¿Tienes calor? –Su comentario fue recibido con una mirada fulminadora–. Solo decía.

El desayuno paso como de costumbre, Fred y George molestando a Ron, Hermione fulminando a ambos mientras ellos hacían comentarios como "uuuuy sale la novia al rescate", Ginny intentando calmar a la chica "vamos, es gracioso", lo único fuera de lo común era: el señor Weasley dando consejos a Harry sobre qué hacer y que no, en que momento hablar y en cual no, y la señora Weasley limpiándose los ojos con su delantal.

Ese era un día especial en la vida de Harry, después de haber derrotado a Voldemort, el ministerio quedo a manos de Kingsley, al principio comenzó como ministro provisional, pero las personas decidieron que era el indicado para el cargo, y ese día habría un nombramiento: Harry sería nombrado el auror más joven que haya existido en el mundo de la magia (o del que se haya tenido conocimiento alguna vez), con apenas casi dieciocho años era todo un icono en el mundo mágico, el héroe, y uno de los magos mejor preparados, aun para su corta edad, Harry Potter había logrado su sueño de convertirse en auror, y sin necesidad de estudiar el curso de Aurores. Le habían ofrecido el puesto unos días después de la batalla y el acepto aunque creía que debía cursar los estudios debidos finalmente lo convencieron de entrar sin hacerlos.

– Ya te había dicho que eras un gran mago, Harry –le interrumpía Hermione cuando el joven comenzó de nuevo con sus comentarios de "no deberían hacerlo" o "aun no me siento completamente listo para esto" –. Y el que te nombren auror es un gran paso, ¡imagínate lo que podrás lograr en el futuro!

– Es verdad –coincidió Ron–. Hermione tiene razón –Fred y George se rieron–. Cállense –amenazo con las orejas coloradas.

– El pequeño Ronnie se enoja –se burló Fred recargándose en su silla, sabiendo que eso molestaría a su hermano. Ron le lanzo un cuchillo que estaba cerca pero con un hábil movimiento de la varita, Fred lo convirtió en un pañuelo, la señora Weasley vio lo ocurrido y riño al menor de sus hijos.

– ¡Ronald! ¡Creo haber dicho que no lanzaras cosas a tus hermanos!

– Pero, mamá… -comenzó Ron, la señora Weasley no lo dejo continuar.

– ¡Ellos trabajan, y nos están ayudando económicamente! ¡¿Para que tú hagas esas groserías?! ¡Vete ya a desgnomisar el jardín!

– No he terminado de…

– ¡AHORA! –grito la señora Weasley fuera de sí. Ron se levantó furioso y salió al patio murmurando, Harry y Hermione se miraron, ambos sabían que Ron había tenido la culpa, pero no comentaron nada, la castaña se limitó a encogerse de hombros y poner los ojos en blanco antes de continuar comiendo y Fred intercambio una sonrisa con su gemelo.


– Ese imbécil –gruñía Ron, cuando su amigo y novia salieron al jardín, Harry comenzó a ayudarle a desgnomisar.

– Tranquilízate, Ron –le dijo Hermione, mientras se sentaba en el pasto bajo una sombra y abría el libro que traía en mano–. La verdad es que no debiste lanzarle el cuchillo.

– ¿Ahora estas de su lado? –pregunto molesto, la chica sintió la mirada de Ron sobre ella y se encogió de hombros.

– No –respondió tranquilamente sin apartar la vista del libro–. Pero no tienes que darme la razón de todo.

– Yo no hago eso –se defendió Ron, Hermione levanto la vista hacia él. Harry comenzó a alejarse de ellos lentamente, al parecer, con el pretexto de ir por más gnomos.

– Si lo haces, lo has hecho desde que llegamos aquí, aunque estés en desacuerdo, me das la razón, no tienes por qué hacerlo. Harry, deberías ir a prepararte, la ceremonia será en tres horas –añadió en voz alta esperando que le oyese, Harry hizo un gesto de que le había escuchado y ella volvió la vista al libro.

Ron no volvió a decir nada y continúo con su trabajo, jugando con Harry a ver quien lanzaba el gnomo lo más lejos posible, la señora Weasley llamo a Harry un rato después, le dijo que tenía que cambiarse, para irse con el señor Weasley al ministerio. Él señor Weasley, en compañía de su esposa, estarían con Harry, el chico no había elegido a Ron y a Hermione porque, aunque lo negara, sabía que Ron se pondría celoso de la atención, además, aunque ya eran magos mayores de edad, la entrada a "civiles" al ministerio en ceremonias de ese tipo, no estaba permitida, y aprovechando que no estarían Hermione y Ginny tenían planeado organizar una pequeña fiesta.

Cuando Ron termino su trabajo se recostó en el pasto a un lado de Hermione y suspiro como si estuviera muy cansado, ella escucho como su estómago rugía ligeramente.

– Deja ese libro –dijo el pelirrojo quitándoselo de las manos, cerrándolo y jalo a Hermione hacia él, para que se recostara en su pecho, ella lo hizo gustosa-. Tienes mucho tiempo de sobra para leer.

– Cierto, cuando regrese a Hogwarts –dijo ella cerrando los ojos.

– ¿Qué? –pregunto un Ron incrédulo mirando a Hermione sorprendido.

– ¡Tengo que terminar la escuela! –Respondío la chica, sorprendida por la actitud de Ron y volviendo a sentarse–. Tú también deberías volver –replico con seriedad.

– No, no lo necesito –respondió Ron mirándola como si estuviera loca.

– ¿Qué piensas hacer entonces? –le cuestiono ella.

– Pues… -comenzó, no muy seguro. Hermione alzo las cejas, evitando rodar los ojos para animarle a responder–. ¿Crees que Fred y George me den trabajo en su tienda?

– ¿Trabajar en sortilegios Weasley? –Pregunto Hermione lentamente y sin poder dar crédito a lo que oía.

– Sí, ¿Por qué no? No me digas que te pondrás como mi madre –Bufo Ron.

– Claro que no –contesto la castaña–, pero después de lo que hiciste hoy a Fred dudo que…

– Oh, aquí vamos, deja de defenderlo –gruño Ron con molestia.

– No lo defiendo –replico Hermione–. Pero si yo fuera él, y si me hubieras lanzado un chuchillo, no te daría trabajo.

La chica le quito el libro de las manos, se levantó y se marchó hacia la casa, tratando de calmarse, ni bien sabia porque le había molestado tanto el comentario de Ron, pero ella tenía razón, el pelirrojo era muy tonto al creer que después de esa grosería, tendría la posibilidad de que sus hermanos le dieran trabajo. Llego a la casa y entro a la desierta cocina, en pisos superiores pudo oír a la señora Weasley como loca por el atuendo de Harry "Harry, cielo, busca algo más formal, no puedes ir así, y tenemos que hacer algo con tu cabello…" Dando un suspiro se sentó en un sillón para continuar leyendo.

De pronto estampido sonó justo enfrente de ella, sobresaltándola y provocando que soltara el libro. Alguien lo agarro antes de que llegara al suelo.

– ¿Aun no te acostumbras al sonido? O ¿Te causa tanta impresión el verme que tiras lo que traes en mano? –pregunto Fred devolviéndole el libro con una sonrisa burlona.

– Aun no me acostumbro –respondió Hermione con sequedad tomando el libro nuevamente.

– Lo que me imaginaba –dijo Fred sentándose a un lado de ella, la chica volvio a hundir la nariz en el libro y Fred la observo sonriendo-. ¿Nunca dejas de leer? –pregunto después de unos minutos.

– Claro que sí -. Contesto Hermione, aun sin apartar la vista.

– Si claro –se burló– no serias capaz de dejar de leer por lo menos tres días –continuo Fred, provocándola, observando atentamente su reacción. Hermione cerró el libro de golpe y lo miro, una sonrisa de obvia satisfacción cruzo por la cara del pelirrojo.

– ¿Qué? Por supuesto que puedo –dijo Hermione.

– No te creo –replico él pronunciando aún más sonrisa.

– ¿Quieres apostar?

– De acuerdo, empieza desde ahorita –Hermione se mordió el labio superior, acababa de llegar a un punto interesante en el libro, la verdad era que no quería dejarlo, menos en esos momentos, pero Fred tenía que poner el dedo en la llaga–. ¿Te da miedo?

– No –respondió la chica de inmediato, miro el libro pensando pero, antes de que pudiera tomar una decisión, Fred lo había arrebatado de sus manos–. ¡Oye! ¡Dame eso! – Hermione se levantó y saco su varita, pero Fred quien era mucho más alto y rápido, se la quito de las manos y la guardo bajo la manga, Hermione frunció las cejas–. No dije nada sobre la varita.

– Yo no dije nada sobre que me pudieras atacar con tu varita –contraataco Fred.

– No te iba a tacar.

– Al menos no era un cuchillo –continuo el pelirrojo sin escucharla y se guardó el libro en el bolsillo interior de la chaqueta y luego poso sus ojos sobre la joven, sonriendo–. Ahí estará seguro –Hermione miro el lugar donde ahora se encontraba su libro y suspiro.

– ¿Me das mi varita? –pregunto cruzando los brazos, Fred saco cuatro varitas debajo de la manga izquierda, esas varitas falsas que vendían en Sortilegios Weasley. Pero Hermione pudo ver que tenía la suya en la otra mano, dio un paso vacilante hacia él y antes de que el gemelo se diera cuenta, Hermione le estaba sujetando el brazo derecho con la intención de coger su varita.

– Dame eso…

– ¡No! –respondió intentando apartarla pero con una sonrisa en su rostro por tenerla así de cerca. Alzo el brazo, sabiendo perfectamente que Hermione no alcanzaría su varita, pues ella apenas le llegaba a los hombros.

– Fred, no seas infantil… –dijo Hermione, tratando de bajar el brazo de Fred

– No soy infantil –se defendió el pelirrojo, aun sin soltar la varita, Hermione jalaba la manga dando pequeños saltos, entonces tropezó con el pie de Fred y callo en el sillón jalando al gemelo consigo y provocando que callera sobre ella. Hubo un silencio incomodo, mientras ambos se miraban a los ojos. Hermione respiraba agitada, con el corazón acelerado y de pronto viendo el brillo en la mirada de Fred.

– Está bien, está bien –accedió el pelirrojo de repente y soltó la varita, Hermione la tomo.

– Esto… ¿podrías… quitarte? –pregunto algo incomoda, sintiéndose ruborizar.

– ¡Ah! –Fred grito, enterándose que seguía sobre el cuerpo de Hermione, estaba demasiado a gusto ahí en esa posición que no se dio cuenta de que ella no estaba cómoda en realidad–. Sí, claro, lo siento.

Hermione estaba pensando en que vendría un silencio profundo después eso, había comenzado a exprimirse el cerebro en busca de algo que pudiera decir, fingiendo que se acomodaba el cabello pero, la señora Weasley, el señor Weasley y Harry bajaron por las escaleras pocos segundos después de que Fred se quitara de encima de la chica. Los tres al parecer iban vestidos con su mejor traje, sin embargo, el cabello de Harry, al cual la señora Weasley lanzaba miradas de disgusto, estaba totalmente alborotado.

– Nos vemos por la tarde –dijo el señor Weasley–. ¿Dónde está Ron?

– Afuera –respondía Hermione en el acto.

– De seguro se quedó dormido –le susurro Fred, al oído, con malicia.

– Bueno, no importa por ahora –repuso la señora Weasley–. Nos vemos más tarde.

– ¡Harry! –Grito Ginny bajando por las escaleras–. ¡Espera! ¡Espera! Olvide darte esto –depósito algo en la mano de Harry que nadie pudo ver y luego le dio un beso rápido–. Ya se pueden ir.

Uno a uno entraron a la chimenea, el último en irse fue Harry, hecho una mirada nerviosa al patio trasero, y luego sonrió.

– Todo saldrá bien, colega –le animo Ron, entrando.

– ¡Ministerio de magia! –ordeno Harry y desapareció, Hermione cruzo los dedos en un viejo habito para desearle suerte, él tenía un don especial para que los problemas le siguieran.