COMPAÑERO...
Era una noche oscura y lluviosa, una en la que las personas preferían regresar temprano a casa con la familia…
Estación de policías. Chicago, 1927.
- ¡Ehhh Hawks!
Desde el último escritorio tapizado por pilas y pilas de archivos sobre crímenes. Un joven detective alzó la vista.
Clive, sé que vas de salida- el jefe de la estación llegó hasta él- pero ¿Podrías hacerte cargo?
- ¿Qué me dice de Stevens y McGregor?
Aun no regresan, vamos Hawks, será rápido. Solo por esta noche ¿Está bien? Vamos, hazlo por mí.
El detective tomó la amarillenta hoja de papel que su superior tenía en la mano.
- Gracias Hawks. Ahhh por cierto- el jefe giró hacia él cuando ya estaba a punto de bajar las escaleras de ese piso- Linda y yo te esperamos el viernes para cenar. ¡Hará su famoso estofado!
El detective Hawks se sonrió. Linda no era la mejor cocinera pero era amable, eso compensaba un estofado demasiado seco.
En este trabajo hay hora de entrada, pero no de salida- pensó el detective- Es mejor así... Las personas buenas duermen... nosotros no... Es un precio justo...
...
¡Ehh, Hawks!- llamó un policía completamente empapado- ¿Vas de salida?
A los muelles, Brief- se despidió con la mano el detective Hawks.
¿A los muelles? - Brief dio un largo silbido- ¿No quieres un compañero?
Ya tengo uno- Hawks levantó el cuello de su gabardina para protegerse un poco mejor de la lluvia.
Sin decir nada más, Hawks se dirigió con paso tranquilo a su patrulla, un modelo reciente Ford Modelo T, 1927
...
La lluvia no disminuía, al contrario, parecía que esta noche el cielo caería sobre Chicago... Los muelles, no hay peor lugar para pasar la noche... Sí, puedo apostar -si no fuera en contra de la ley- que está noche... lo único que ganaré será un resfriado...
Listo- dijo Hawks nada más llegar a los muelles- ¿Qué tenemos aquí?
"Embarque ilegal en el muelle treinta" Era la única información del reporte que el Jefe le había dado. No era de extrañarse, con la Ley seca muchos gangsters no estaban para nada felices.
Bien, compañero- dijo Hawks a la noche- si necesito ayuda.. -se giro hacia la patrulla con una leve sonrisa- silbare tres veces.
El muelle treinta estaba en completa calma ¿Habría sido una broma? No, Jefe no jugaba; pero ¿el embarque?
Como precaución el detective cuidaba cada uno e sus pasos, cada sombra era perfecta para protegerse de cualquier enemigo invisible.
...
Un silbido... lejano y tranquilo.
El Ford Modelo T encendió los faros.
Un silbido más... apremiante y desesperado.
El vehículo se puso en marcha solo.
Un último silbido... cortado abruptamente.
El automóvil derrapó en la última esquina de los muelles sobre la madera mojada.
...
Seguir las reglas, las reglas han sido creadas para que todos los miembros de la sociedad vivan en armonía... ¿Qué armonía hay en esto?
La sangre corría con el agua de la lluvia, como si quisieran limpiar la escena del crimen desde el cielo.
Tres... silbidos...- se forzó a hablar Hawks- ... demasiado largo...
¿A quién le hablaba? No había nadie frente a él. La agonía tiene muchas formas de presentarse...
- Compañero... Es... es... algo... grande... Termina... el... caso... La... Dalia...
Terminaré el caso, para eso estamos los policías... para eso estamos los detectives...
- La Dalia Negra.
Esa noche, en ese húmedo muelle, frente al embarcadero número treinta el detective Clive Hawks murió... El único hombre que me ha llamado compañero... Esa noche... me ví envuelto en el mundo de los hombres más de lo que hubiera deseado...
La puerta del Ford 1927 se abrió, un hombre vestido con gabardina negra salió del interior del auto. El faro y su pobre iluminación hacian que sus rasgos se perdieran entre la sombra, pese a la lluvia parecía a él no le importaba.
El leve brillo de un rayo a la distancia hizo que lo único que se viera del hombre fuera por un breve instante la brillantez de sus ojos azules.
- Yo resolveré este caso... compañero.
Continuara...
