Bueno, bueno, bueno...

Antes de empezar, debo seguir el aburridicimo concepto protocolario donde debo aclrar que obviamente los personajes de Harry Potter no son mios.

Una vez hecho lo anterior, ahora si... Lamentablemente, Jo, no me dio la dicha de ver a Harry y Hermione juntos por lo que mi intricada cabeza elaboró un situacion diferente donde el dramatismo destacó, o eso es lo que veo yo. :P

Espero que les guste ahora si, basta de palabrerias... ¡comencemos!


Los humildes habitantes de una pequeña aldea rodeada de grandes grupos de montañas de los Balcanes, agradecían a todo elemento natural el hecho de que en ese pequeñísimo lugar olvidado existiera una joven curandera dispuesta a ayudarlos ante el más mínimo incidente a pesar de no poder ofrecerle muchos beneficios económicos, dado que su único recurso de comercio eran sus propias cosechas y una que otra moneda que podían ganar de aquellos que, ante todo lo posible, habían atravesado las grandes montañas hacia la ciudad más cercana y conseguir un trabajo con que poder ayudar a sus familias.

Los aldeanos encontraba reconfortante saber que existía una buena persona a las cercanías de sus hogares, capaz de curar por medios de yerbas raras y extraños ritos hasta las enfermedades menos comunes y lo único que tenían que hacer para llegar hasta la curandera era subir una montaña y rodear un rio cercano a su pequeña choza, rodeada de flores y arboles, que a primera vista transmitía un sentido de paz.

A pesar del largo camino, los aldeanos lo recorrían gustosos para sanar o simplemente para completar la belleza natural de la chica, debido a que varios de los jóvenes aldeanos se encontraban interesados en ella y acudían a menudo ofreciéndole regalos de flores silvestres o para compartir con ella sus cosechas y el hecho de que tuviera un pequeño hijo no impedía que trataran de cortejarla.

Sus rizos castaños balanceándose con la briza embobaban a cualquiera que la viera, mientras que sus ojos marrones dejaban sin aliento a aquel que se sumergía en ellos, y el hecho de ser madre solo recalcaba la ternura con que cuidaba de su pequeño hijo tan bello como ella.

Las señoras que acudían a recibir sus tratamientos de hierbas quedaban aturdidas ante el encanto del pequeño niño, que a pesar de no compartir el mismo color de ojos que la madre ni sus cabellos rizados, dejaba claro que en cuanto creciera sería un gran varón fuerte, sano y muy apuesto.

Muchas de las madres de la niñas del pueblo, daban por hecho que en el momento en que el hermoso niño de la curandera creciera, este lo escogerían para casarlo con algunas de sus hijas, pues esperaban que sus futuros nietos tuvieran su mismo matiz de ojos, de un bello color verde esmérala o su despeinado y castaño cabello.

Muchas de las personas de la pequeña aldea no dejaban de entender cómo es que una hermosa joven madre y curandera había llegado a parar a un lugar tan distanciado. Su pregunta más tintineante era del cómo podían haber llegado solos ellos dos, pues desde que se enteraron que se encontraba en las cercanías del pueblo siempre habían sido la madre y el niño y nadie sabía nada sobre el padre del niño y cuando la gente había entrado mas en confianza con ellos, le preguntaban acerca del hombre que la había embarazado, lo único que ella contestaba, era "el destino da muchas vueltas" y para restarle importancia dejaba ver un pequeña sonrisa de alegría la cual nunca llegaba a sus ojos marrones.

Debido a que no existía ningún hombre en su vida, más que el niño pequeño, los jóvenes varones de la aldea insistían en cortejarla y ella sin más les daba la negativa.

Una mañana como todas, fría y recibiendo los primeros rayos del sol, una mujer regordeta junto con su escuálido y calvo marido llevaban en brazos a su pequeña niña durmiente de cabello largo y negro hasta las casa de la curandera, pues la niña tenía una tremenda fiebre. Sus padres asustados y sin hacer algún remedio por cesar la fiebre, habían decidido a acudir a la curandera de las montañas.

Al llegar a la otra orilla del lago, percibieron humo en el cielo color lavanda, indicio que se encontraba cerca de la choza de la curandera y esta se encontraba despierta.

Con pasos rápidos avanzaron por el pequeño jardín silvestre y se dirigieron hasta la puerta dispuestos a tocar.

El señor escuálido llevaba a su niña en brazos y con movimientos de su cabeza le hizo señales a su mujer para que tocara la puerta. La señora colocó en su brazo izquierdo las bolsas con las ofrendas para la muchacha y convirtiendo la mano en puño tocó la puerta de madera.

Espera mateo, tenemos visitas –escucharon decir a la joven.

Y sin previo aviso la puerta de madera se abrió dejando ver a la joven madre de ojos marrones. Los padres de la menor no tardaron en relatar lo que le pasaba y sin perder tiempo la chica cedió el paso a los asustados padres dentro de su morada.

El interior de la casa era sobre cogedor, de eso no había dudas, de la pequeña chimenea frotaba un fuego lento, eliminando con su calor el frio de la mañana del exterior, mientras que las llamas lamian sin esfuerzo la superficie de un caldero negro por el humo, y de él salía un delicioso aroma a sopa. Mientras que en las paredes se encontraban frascos de hierbas raras en líquidos espesos y hojas secas, además de una gran variedad de libros con títulos raros.

En la mesa cuadrada y central había más libros extraños acomodados y mas hojas secas, de uno de los rincones de la casa se veía un pequeño corral donde juga un niño de ojos verdes y mas al fondo dos habitaciones en donde en una se podía ver los bordes de una cama en la cual, por ordenes de la curadera, recostaron a la niña.

Ella estará bien –dijo la joven examinando a la niña y tomando un frasco pequeño de su mesa y mostrándoselas a los padres-con esta pomada que le frote en el pecho empezará a cesar la fiebre

La chica levantó la tapa del frasco para atrapar entre sus dedos la mezcla del interior, conforme deslizaba sus manos untando la pomada el pecho de la pequeña se quedó lleno de una espesa mezcla de un raro color café viscoso, los padres sabían que debían confiar de la joven y no se mostraron asustados por los menjurjes que ella utilizaba.

Esperando a que la pomada hiciera efecto, la joven castaña quitó todo lo que se encontraba en la mesa llevándoselas a uno de los otros cuartos y sirvió tres porciones de sopa caliente para desayunar con sus invitados.

Siéntense –invitó la chica, la señora se mostró recia a sentarse mientras dedicaba una mirada cargada de preocupación a su niña, su esposo la tomó de la mano y la hizo acompañarlo a la mesa, pues era falta de educación entre los aldeanos no aceptar una invitación a ingerir alimentos.

Ella estará bien – repitió la chica

Yo se que si, señora curandera –respondió la señora rechoncha al sentarse a la mesa

Confiamos en usted –reafirmó el señor antes de llevarse la primera cuchara de sopa a la boca y enseguida la segunda y la tercera, la sopa estaba muy buena.

¿Ya empezamos nuevamente con lo de "señora", Juana? –dijo la curandera mientras se agachaba para levantar a su pequeño del corral y situarse en una de las sillas sentándolo en su regazo

Perdone…quiero decir… perdona –corrigió la rechoncha mujer, mostrando la primera sonrisa de ese día – es solo que bueno… ya llevábamos tiempo sin venir y lo olvidé – la eficacia con que curaba la joven era tan buena que muchos de los aldeanos no se enfermaban por grandes periodos.

La chica sonrió antes de tomar un poco de sopa en su cuchara, soplar un poco de ella para enfriarla y dársela a su pequeño.

El niño ya está muy grande –dijo la señora tomando también de su sopa, el señor solo asintió pues aun no había acabo con su plato. La chica sonrió al tiempo que le daba otra cuchara de comida a su hijo.

Pronto cumplirá sus dos años – anuncia satisfecha la joven

Qué bonito eres –aludió la señora al niño y este le dedicó una sonrisa como si entendiera lo que le decían.

Después de terminar sus raciones de comida, la chica volvió a ver a la niña y observó cómo mejoraba poco a poco, su semblante ya no era tan pálido y sudoroso, pues ahora se podía notar una pincelada rosácea en sus mejillas.

La niña sonrió de medio lado al despertarse al fin y encontrarse mejor, le dieron un poco de sopa y el cambio de mejoría se vio más notable. Al terminar de desayunar ambos niños salieron a jugar con las mariposas que se posaban sobre las flores mientras que las madres los veían. El señor amablemente se había ofrecido en cortar la leña de la curandera en pequeños troncos para que fueran más fáciles de manejar y de esta forma pagarle un poco por la amabilidad de curar a su hija.

Los pequeños de corta edad apenas y andaba de un lado a otra mientras que las madres los observan y charlaban de las novedades.

¿Ha bajado al pueblo? –preguntó Juana y la chica le dirigió una mirada severa, la había vuelto a decir señora en esa pequeña frase.

La chica suspiro y respondió

No, no nos ha hecho falta –

Yo creo que a James le caería bien ver a otros niños – dijo la señora mirando a los pequeños jugar cerca de un gran girasol.

Mateo, Juana, dile Mateo – protestó su madre

¿Para qué le pusiste dos nombres si solo quieres que se le llame por uno? –

Porque ambos nombres, pertenecen a sus abuelos – se justificó la chica

Hermione, ¿no tiene eso que ver eso con el padre de Mateo? –la señora se sintió indiscreta pero la pregunta ya había sido realizada

No, solo es que el destino da muchas vueltas –dijo testaruda Hermione dando por concluida la charla con Juana.

A las pocas horas la niña se veía notablemente mejor, Juana y su esposo agradecieron a Hermione su ayuda y le obsequiaron los vegetales frescos de sus cosechas que traían en las bolsas, antes de tomar a su hija en brazos y empezar el camino de vuelta. Mateo contempló como la niña de cabello negro le hacia un saludo de despedida con la manita y él contestó el gesto de igual forma.

Su madre lo cargó en brazos, tomó una pequeña jarra del suelo y ambos fueron hasta el pequeño arroyo detrás de la casa para hacerse con un poco de agua.

Mateo miró el rostro de su madre y vio algo brillar, su dedito se deslizó por la mejilla de Hermione y recogió la pequeña lágrima que escurría.

Hermione sonrió ante el gesto de su hijo pues sabía que él, a su corta edad, se preguntaba qué es lo que ella tenía.

Estoy bien pequeño – respondió ella ante su hijo sin necesidad de que él hiciese una pregunta.

Mamá –dijo Mateo y con sus pequeños deditos señaló el arroyo

Al llegar a la horilla de este, en vez de sacar agua, se quitó sus sandalias y las de su hijo y ambos se sentaron a la orilla del arroyo a contemplar la cristalina agua con sus pies remojados en ella.

Mientras contemplaba el correr de la corriente, su hijo tratar de tomar el agua en su pequeño puñito cerrándolo una y otra vez, Hermione pensó en cómo había llegado a acabar en este lugar, era hermoso, si, pero no era lo que había deseado. Su vida había dado un giro inesperado a sus cortos veintidós años y sus grandes proyectos habían sido desplazados por una razón más poderosa que cualquier otra, su embarazo.

Su hijo, ese pequeño de ojos verdes había llegado de sorpresa a su vida, nunca se había reprochado el haber dado a luz a su bebe, pues ahora era su más grande razón de existencia que si no fuera por él, ella estaría consumida en una terrible soledad o tal vez incluso sin razón de vivir, de lo único que si se reprochaba era el haberle negado un padre a su hijo, pues este ni siquiera sabía de su existencia ni de la de ella, estaba consciente que era su culpa el negarle ese derecho, mas sin embargo las circunstancia en las que se encontraba hace tres años la orillaron a tomar decisiones demasiado drásticas para su vida y la de su bebe.

Con apenas tres meses de embarazo, había decidido abandonar todo lo que conocía a su alrededor para poder ofrecer a su hijo una vida tranquila y sin la dicha de ser amado por un padre. Ella lo amaba, con toda su alma pero sabía que tarde o temprano, Mateo le reprocharía el haber decidido por él al no dejarle ver a su padre, ella esperaba que la entendiera cuando ese día llegara, pero por ahora, solo estaban ella y Mateo.

Mamá –musitó Mateo sacándola de sus pensamientos, el pequeño apuntó al cielo donde una lechuza color plata desplegaba sus alas para acercarse más a ellos.

La lechuza aterrizó cerca de Hermione y extendió su pata para que ella retirar la carta, Mateo sonrió ante el bello animal y trató de tocarlo extendiendo su manita, la lechuza auló y dejó que el pequeño niño tocara su cabeza llena de plumas plateadas.

Mateo se carcajeó al sentir la textura de la lechuza y trató de volver a tocarla más sin embargo la lechuza emprendió nuevamente el vuelo cuando Hermione retiró la carta de su pata. El niño contempló triste, que el animal se fuera y volvió su carita redonda para ver a su madre que sostenía una carta entre sus manos y la leía animadamente.

No me lo puedo creer –dijo muy emocionada Hermione a Mateo –Viene tu padrino, mi cielo

El niño sin comprender que decía su mamá, sonrió ante la mueca chistosa que se dibujó en el rostro de Hermione y comenzó a aplaudir pidiendo más muecas.

¿Te alegras verdad? – sonrió a su hijo y lo llenó de besos por toda su cara y su despeinado cabello castaño, el niño dio manotazos pequeños al aire carcajeándose con el nuevo juego.

Mira mi cielo, tu padrino vendrá –le dijo nuevamente enseñándole la carta a su bebe, mostrándole la noticia de la visita. El niño la contempló a pesar de no tener idea de nada y recalcándolo rasco su cabeza con aire confuso y miró a su mamá.

Hermione sonrió y leyó la carta en voz alta

Hola mi querida Hermione espero que se encuentren bien, ya estoy nuevamente en casa después de una larga temporada de trabajo, hemos mejorado mucho y esperamos buenos resultados este año.

Estoy impacientado por verlos, a ti y a mi ahijado, los he extrañado mucho y me han hecho mucha falta en todo este tiempo, 10 meses se dicen pocos, pero son eternos sin ustedes a mi lado.

Por un tiempo los eventos serán llevados en el país y esto me permitirá verlos más seguido.

Espero mi ahijado me perdone el no jugar al Quidditch con él más seguido, sé que es pequeño pero será un gran jugador, ya me lo puedo imaginar, el gran Mateo James Granger ovacionado por todo el público en los mundiales de Quidditch…

Será tan bueno como su padrino.

Cuídense mucho, los veré pronto

Víktor

Hermione terminó de leer la carta y vio como su pequeño nuevamente miraba al cielo en busca de la lechuza. Sonrió con tristeza en sus ojos, Viktor siempre había estado al pendiente de ellos dos más sin embargo, sabía que cuando Mateo creciera era muy probable que le reprochara quien era su padre.

Solo lo he hecho por tu bien mi cielo –dijo a su pequeño y como si este entendiera sus palabras le dedico una tierna sonrisa, enseñando varios bultos pequeños en su encía, sin duda crecía rápido, señaló hacia atrás su pequeña cabaña en donde otros aldeanos habían llegado para ser atendidos por su curandera.

Sin más que hacer, Hermione dio un suspiro largo y profundo, ató nuevamente sus sandalias y las del pequeño, metió la jarra al rio para sacar el agua y tomó a su hijo en brazos caminando hacia las buenas personas, regresando a su vida actual, la de una curandera, no la de una bruja.


¡Hola a todos!

Tal vez muchisimos no me conoscan :P y los que me conocen, bueno ya sabran de donde viene esto jejeje lo que acaban de leer es una historia un tanto complicada que espero y les vaya gustando en el transcurso.

He dedicido publicarla aqui pues veo que ofrece mas comodidad para los lectores andantes con celulares a la mano. (yo soy una :P) Así que espero y les guste esta historia. Vianka, gracias por el concejo y pues bueno, aqui lo estoy siguiendo :D

Por hoy es todo, nos vemos hasta la proxima :D