Aún le quedaba mucho a Belle Roe para ser considerada una venerable anciana. O eso farfullaba ella cuando alguien se empeñaba en tratarla como su edad parecía dictaminar. Su nieto la miraba divertido y con ojos cargados de cariño. Era única. Pero eso lo había sabido desde que no levantaba ni dos palmos del suelo.

Gene la observaba en silencio. Los rasgos de la mujer seguían siendo tan hermosos. Pareciese que hubiera hecho un pacto con Dios para que preservara la belleza que siempre poseyó. Sí, el tiempo había empezado a encanecer sus cabellos oscuros, había diseminado alguna que otra arruga por su rostro y sus manos pero su cara seguía siendo morena, de trazos finos y delicados pero a la vez fuertes. Y sus ojos de un asombroso azul que tan solo él, en la familia, había heredado. También había heredado otras cualidades que ella misma poseía pero al contrario que su abuela nunca se sintió cómodo con las mismas.

Cuando hacía unos meses Belle le pidió que le llevase a la décima reunión que sus antiguos compañeros de guerra habían concretado ni siquiera se atrevió a poner pegas. Lo que su abuela pedía se hacía y punto. Era la matriarca de la familia y su palabra era casi ley. Y si la seguían con fe ciega era porque jamás hablaba de más, jamás pedía o actuaba en vano. Ella sabía cosas, sentía cosas así que mejor no discutir con quien aunque no supiese muy claramente porqué siempre acertaba cuando te pedía que hicieses algo en concreto.

El viaje en coche desde Baton Rouge a Savannah había sido largo pero su abuela siempre se había negado a moverse en tren. Decía que no soportaba esas máquinas de acero, decía que los odiaba por el daño que habían hecho a sus antepasados cheroquis. Y es que su abuela unificaba en sí una mezcla extraña pero impactante de sangres. Franco canadiense por parte de padre, una cajun de los pies a la cabeza, indígena americana por parte de madre. Y viviendo en la capital de la siempre misteriosa Louisiana, tan llena de secretos y oscurantismo como de color y alegría.

Avanzó por el hall de aquel majestuoso hotel con ella del brazo. Sonreía ante la situación. Belle miraba todo aquel lujo extasiada. Eugene sabía que su abuela no se había visto en una igual jamás. Tampoco es que él estuviera acostumbrado pero sabía que algo así sucedería este año, al fin y al cabo el encargado de encontrar el lugar en esta ocasión fue su antiguo oficial Lewis Nixon. Si algo tenía este era el dinero por castigo. Afortunadamente estaba seguro de que a la asociación de la Compañía Easy no le costaría ni un duro disfrutar de las instalaciones.

- Abuela, llegamos un poco tarde... sé que esto es fascinante pero deberíamos dirigirnos al centro de reuniones.

- No seas irrespetuoso, jovencito. Te lo he repetido un millón de veces... espero que no estés educando a Maxi para que se ría de sus mayores.

- No me estoy riendo de ti, abuela y lo sabes... Pero estás un poco cascarrabias, reconócelo.

- Ha sido un viaje muy largo...

- Porque has querido...

- ¿Vamos a tener esta conversación de nuevo? - Ella le fulminó con la mirada.

- Si vamos a donde debemos ir, no. - Estaba vez la mujer no consiguió evitar esbozar una leve sonrisa. Le encantaba cuando su nieto le plantaba cara. Asintió y aferrada con más firmeza al brazo de él se encaminaron hacia el salón de conferencias. Las puertas de acceso al lugar aún estaban abiertas pero ya se podía ver a buena parte de los asistentes sentados en sus mesas, delante esperando a los últimos rezagados se encontró con la primera cara familiar de aquellos años; Leo Hashey.

- ¡Ey, Gene! Ya nos estábamos empezando a preguntar si te habías perdido...

- Nada de eso, Leo... mi venerable abuela... - de repente la mano de la misma le golpeó en el cogote.

- ¡Respeto...! - Gene se echó a reír mientras su antiguo compañero le acompañaba moviendo la cabeza asombrado hasta su mesa. En la misma ya ocupaban su sitio más antiguos miembros de la Easy.

- ¡Babe! - Exclamó al ver a quien fuera su mejor amigo en aquellos años de trincheras.

- ¡Gene, por fin has llegado! - el pelirrojo chaval de Filadelfia miró a la mujer fascinado. - ¿Quién es la preciosidad que viene contigo? - le sonrió al tiempo que se incorporaba y le abrazaba con fuerza. El antiguo sanitario saludó con un gesto cariñoso al resto de los ocupantes, así como a las personas que les acompañaban.

- Chicos, Babe, os presento a mi abuela, Belle Roe...

- ¿Tu abuela? - Inquirió alguien detrás de ellos. Eugene se volvió Spina le palmeó el brazo contemplando a la mujer. - ¿Usted es... cómo me dijiste aquella noche, Doc?

- Traiteur... Me alegra saber que les hablaste de mi, hijo.

- A decir verdad no habló mucho de casi nada, madam... - comentó Ralph.

- No se me hace raro... - Su nieto suspiró mientras su abuela dejaba escapar una risilla. - No le hagáis mucho caso, hoy está especialmente quisquilloso. Hemos tenido un viaje largo y pesado y parece que sea él quien tenga más de setenta años y no yo... - miró a Babe y al resto de los comensales con una sonrisa. - Corazón, ¿me presentas al resto de la mesa?

- Por supuesto, madam... soy Edward Heffron aunque todos me llaman Babe, el guapo y tímido chavalote que está a su lado es Shiffty Powers y la jovencita su hija, Margo, - los dos correspondieron con el mismo gesto divertido. - Él es Popeye Wynn y su mujer Dani, a Leo ya le conoce. Y, por último Joe Ramírez y Toni García.

- ¿Cómo que por último? Te olvidas de mi... - volvió a intervenir Spina ocupando su lugar, - Ralph Spina, fui sanitario junto a su nieto... ella es mi prometida, Vivian.

- Realmente es un placer conocer por fin a los compañeros de mi nieto... habla maravillas de todos vosotros. Estaba deseando poneros rostro porque a veces me llega a marear con vuestras historias... - Eugene la miró extrañado.

- Abuela no suelo hablar de...

- Cariño, sabes que siempre te escucho aunque no hables. - El silencio se hizo en la mesa al percibir la mirada penetrante que la venerable mujer le dirigió a su nieto.

- ¿Puedo preguntarle algo, madam? - Inquirió Toni García con curiosidad rompiendo el incómodo ambiente.

- Ya lo has hecho pero sí puedes seguir... - La mesa esbozó una amplia sonrisa. - Y perdonad que os tutee pero tengo edad suficiente como para haberos podido limpiar las narices a todos vosotros...

- No se preocupe, madam...

- Chicos, nada de madam... Belle... - ellos asintieron. - Qué querías preguntarme, ¿Toni, no?

- Exacto, ¿es indígena?

- Al 50% sí, mitad cajún mitad cheroqui. Descendiente de franco canadienses e indígena americana...

- Una mezcla explosiva la de nuestra familia, abuela.

- Ni que lo jures, Gene. - La mujer observó un momento a García. - ¿Cheyenne? - El asintió con una amplia sonrisa. - No se me escapa ni una tribu... - la mesa estalló en risas.

- Gene, ¿porqué jamás nos comentaste que no heredaste el humor de tu abuela? - exclamó Popeye.

- Oh, pero si lo heredó... solo que es más fino y lo saca a paseo en contadas ocasiones. Aquí mi nieto es un hombre serio. - Pero sus palabras aunque mordaces venían acompañadas de una expresión cargada de infinito cariño hacia el joven de 34 años y oscuros cabellos que la miraba igualmente con adoración.

El resto de la velada transcurrió entre risas y presentaciones del resto de los miembros de la compañía que se pasaron por la mesa o a los que Gene la llevó a presentarlos. A todos les pareció una mujer fascinante. Las horas pasaban y el antiguo sanitario se percató de que su abuela empezaba a dar muestras de cansancio. Efectivamente había sido un viaje muy largo y por mucho que ella lo negase debía estar agotada. El mismo se moría de ganas de acostarse. De todas maneras tenían otros tres días por delante para que Belle se interrelacionara con todos aquellos hombres.

- Abuela, ¿nos retiramos a descansar? - Le susurró al oído. Ella asintió con una suave sonrisa.

- Belle... - habló Babe mientras veía como Shiffty ayudaba a la mujer a levantarse. Ella le miró. - No te vayas sin antes prometernos que mañana nos contarás detalles comprometedores de cuando Gene era pequeño...

- ¿Detalles comprometedores? - Inquirió la mujer con una sonrisilla.

- No hay ese tipo de detalles, Heffron fui un niño modelo...

- Si, hijo, sí... en tus sueños. - Sentenció la setentera mirándole con gesto socarrón. - Prometido Babe... mañana haremos sonrojar a mi nieto.

- ¡Abuela! - exclamó el ex-sanitario fingiendo estar molesto.

- Belle si no le importa que le acompañe mi hija esta más dormida que despierta, ¿me deja acompañarles a las habitaciones? - inquirió Shiffty.

- No hace falta que lo preguntes, hijo, por supuesto - Los cuatro, con Powers portando a su hija en su regazo, se despidieron de la mesa e iniciaron el camino hacia los pisos superiores.