Hola a todos! xD, buehh, para empezar, este fanfic NO me pertenece y yo NO lo invente, lo saqué de una página, creo que es un blog, lo creó una chica que su user decia HARU-HIME, este fanfic lo leí hace como 4 años más o menos, todo este tiempo esperé a ver si ella regresaba para ponerle un final, no se sí sea legal poner aqui la página web de donde lo saqué, pero si ponen el titulo de este fic va a googlearse xD y ahi sale, en la última página de ese blog, una de las amigas de la creadora de este fanfic dice que alguien invente el final y que ella decidiría si va a ser el final definitivo o no. Si algún dia regresa la chica que es dueña original de este fanfic, va a ver que puse que no me pertenece y cómo no encontre algun medio donde pedirle el permiso, para constatar por aqui que no me adueño ni me lleno la boca diciendo que este fue salido de mi cabeza xD. Otra cosa, al fanfic le hice un cambio, y esque como lo especifiqué en mi Perfil, no tengo nada en contra de el acento argentino ni muchisimo menos encontra de ellos, tengo algunos amigos de Argentina, pero cambié el modo de expresarse de los personajes, es decir, algo más latino. En fin pues, espero que lo disfruten y aqui va el fanfic :D yo le agregué dos kapítulos más espero que les guste. n.n
Los que fuimos nosotros
Ella era una adolescente de 17 años que quería esforzarse para entrar a la Universidad de Tokyo. Él era un joven de 22 años que abandonó sus estudios universitarios. Ella era una idealizadora del amor. Él no creía en el amor. A dos personas tan opuestas ¿Qué las puede unir? El amor por las flores y el querer vivir en su mundo ideal.
Un drama con mucho romanticismo de Lin y Sesshomaru con varios toques de InuYasha y Kagome como segunda pareja importante.
Los que fuimos nosotros
Capítulo 1
El mudarme a la imponente ciudad de Tokyo, no sólo significó una nueva Preparatoria y nuevos amigos, sino que también el comienzo de un amor agridulce.
En una silenciosa calle de Tokyo resonaban los pasos que daba una jovencita de larga cabellera negra con un mechón atado al costado de su cabeza. Ella llevaba en una de sus manos un mapa y en la otra una valija.
- ¿Dónde estaré? No veo por ninguna parte la academia. ¡Ya me perdí!– Pensó Lin frustrada mientras se apoyaba, sin percatarse, sobre la vidriera de un local.
- ¡¿Qué haces? ¡Acabo de limpiar los vidrios y tú ya me los estás ensuciando!– Apuntó un viejo con su dedo índice a la muchacha descaradamente.
- Y-yo… ¡Perdón! ¡Perdón! – Se inclinó Lin dos veces – No me fijé en donde me apoyaba– Habló algo nerviosa y estrujando el mapa que tenía en sus manos.
- Ahh... – Suspiró el veterano de ojos saltones – Lo voy a tener que limpiar de vuelta– Dijo entrando a su tienda en busca de un paño y un limpia vidrios.
- ¡Señor, si usted quiere yo los limpio! – Exclamó la joven apoyando una mano sobre el hombro del viejo – Después de todo, yo los ensucié.
- ¡Ay, qué jovencita más adorable! ¡Si sólo mi empleado fuera como tú! – Expresó el veterano entregándole el paño y el limpia vidrios – Mira, quiero que quede todo brilloso, pero esta parte… - Explicaba el hombre mayor a la pelinegra mientras a ella le caía una gotita de sudor por la frente.
Repentinamente, la adolescente y el anciano escucharon el motor de un auto que se estaba acercando hacia ellos. El vehículo, un BMW descapotable, frenó bruscamente frente a los dos individuos que se encontraban sobre la vereda.
- ¿Cómo estás Totosai?- Preguntó un joven de cabellera plateada algo despeinada. Al quitarse los anteojos negros que traía, Lin pudo ver que sus ojos eran ámbares.
- Bien. ¿Y tu InuYasha? ¿Cómo está todo por tu casa?– Respondió el viejo con otra pregunta.
- Está todo mucho mejor desde que el cretino se fue – Contestó el plateado mientras bajaba del auto – Por cierto, cuando veas al cretino ese, dale esta cajita que se olvidó.
- Kami ¿Cuándo van a dejar de odiarse ustedes dos?– Cuestionó Totosai tomando la cajita musical.
- Nunca. Eso es obvio. Pero, ¿Dónde está? Me gustaría mucho ver al idiota en un delantal cito y vendiendo flores– Habló InuYasha burlonamente.
- ¿Qué? ¿Esto es un local de flores? – Se preguntó Lin emocionada. Ella amaba las flores.
- Hoy iba a venir más tarde. Pero me gustaría saber una cosa InuYasha: ¿Qué haces un sábado a las diez de la mañana despierto? – Trató de indagar el anciano con sus manos cruzadas detrás de su encorvada espalda.
- Ni yo puedo creer estar despierto a esta hora. Fue idea de Kagome que quiso que nos juntáramos para ir a desayunar – Explicó el muchacho apoyado sobre su auto – Dijo que había que aprovechar al máximo nuestro último fin de semana antes de empezar las clases.
Lin, mientras los dos hombres hablaban, estaba por entrar a la tienda de flores para poder ver que variedad había, pero la alarma de su reloj sonó.
- ¡¿Qué? ¡Noo! ¡Tendría que estar en el Shikon Gakuen para la entrevista! – Exclamó la joven desesperada agarrándose la cabeza - ¡Pero no sé dónde queda!
- ¿Al Shikon Gakuen un sábado? ¿Eres nueva? – La chica asintió preocupada a la pregunta – Pero pareces de mi mismo año y yo estoy en el último. ¿Cómo te aceptaron?– Preguntó InuYasha.
- Di unos exámenes en los que me fue bien y por eso me dieron la beca – Explicó Lin que aún estaba nerviosa debido a que no sabía llegar a la academia.
- Uaauu. Tienes que ser un cerebrito para poder haber entrado en el último año – Opinó InuYasha maravillado – Ven, sube a mi auto que yo precisamente voy para allá. Por cierto, ¿Tu nombre?
- Mizuki Lin. Y tú eres InuYasha, ¿No?– El chico asintió mientras volvía a encender su vehículo.
- Bueno Totosai, nos estamos viendo– Se despidió el plateado saludando con una mano.
- Ese chico maneja demasiado rápido – Pensaba Totosai mientras veía el auto alejarse. De repente, recordó algo - ¡Rayos! ¡La chica me tiene que limpiar mis vidriooos!
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Una joven de cabellos negros azulinos se encontraba apoyada en las rejas que tapaban un gran establecimiento. Ese establecimiento era el colegio al que ella asistía, el Shikon Gakuen. Además, solía ser siempre el punto de encuentro para verse con sus amigos.
- Espero que quiera venir a desayunar igual aunque ni Sango y Miroku vengan – Pensaba Kagome algo nerviosa por el hecho de imaginarse estando a solas con InuYasha, su mejor amigo desde la infancia y también su amor secreto. El ruido del motor de un vehículo la distrajo. Al voltear apenas su cabeza para ver si era el muchacho que esperaba, se horrorizó al visualizar la escena frente a sus ojos – ¡InuYasha está en el auto con otra mujer! – Se decía a si misma mientras se dirigía hacia donde estaba la supuesta pareja.
- Etto… InuYasha, ahí viene una chica… ¿No será ella a la que esperabas?– Señaló Lin con un dedo tembloroso ya que la chica que se acercaba tenía una expresión de gran ira.
- ¡Hola Kagome! Perdón por tardar, pero es que pasé por el local de Totosai para darle algo y me encontré con esta chica que va a ser nuestra nueva compañera– Comentó el joven mientras la muchacha que se encontraba a su lado se bajaba del auto.
- Mu-mucho gusto, soy Mizuki Lin.
- Higurashi Kagome - Respondió ella secamente.
- ¿Sabes? Tu novio fue muy amable al traerme hasta acá. Pero te juro que no me hizo nada– Hablaba Lin muy nerviosa y moviendo sus manos abiertas de un costado al otro.
- ¡¿Qué? ¡¿Novia de él? – Exclamó Kagome toda colorada - ¡Jamás, jamás, jamás! ¿Qué te hizo pensar eso?
- Bueno, te acercaste al auto muy enojada al verme y yo pensé que…
- Lin, no te molestes en explicarle. Lo que pasa es que ella trata de cuidar a su hermana, que es con la que estoy saliendo – Explicó InuYasha mientras miraba a su "cuñada" desinteresadamente – Con Kagome nunca saldría, no es tan linda y buena como Kikyo.
- ¡Y yo tampoco saldría contigo, idiota! – Agregó la negriazulina y le dio la espalda al joven cruzándose de brazos – Si sólo supiera lo que siento por él… - Pensó frustrada – Soy tan estúpida. ¿Cómo me voy a enamorar del novio de mi hermana?
- Creo que es mejor retirarme. Siento un ambiente demasiado tenso entre estos dos – Se decía Lin mientras daba unos cuantos pasos para atrás y tomaba su valija – ¡InuYasha, gracias por traerme! ¡Kagome, un gusto en conocerte! – Y la adolescente se retiró del lugar
El revelarme contra mi papá y comenzar una vida independiente me hizo vivir muchas experiencias, pero lo que más recuerdo de aquel entonces es a ella.
- Hijo mío, son las once y media de la mañana. Tendrías que haber estado aquí hace más de una hora. ¿Se puede saber dónde estabas? – Preguntó Totosai mientras le entregaba unas flores a una señora – Muchas gracias por su compra.
- Estaba en lo de una chica– Respondió un joven de largos y lacios cabellos plateados. El muchacho tomó un delantal, parecido a los de cocina, y se lo puso sobre la ropa.
- Siempre divirtiéndote Sesshomaru. Pero te digo que aquí, en mi negocio, vas a tener que trabajar mucho – Explicó el anciano mientras revisaba la dinero que había en la caja. El joven no respondió y se fue a regar las plantas – Este chico sigue igual de inexpresivo – Pensó Totosai.
Sesshomaru, al terminar de regar las plantas, comenzó a trasladar algunas fuera del local y las colocaba delante de la vidriera. Todo eso lo hacía con un rostro que parecía aburrido. Al concluir de hacer aquello, se pasó su antebrazo por la frente para quitarse el sudor que se le formaba allí. Ese día había un sol resplandeciente.
Cuando tenía pensado entrar de nuevo a la tienda, a lo lejos divisó una figura femenina que tenía dificultades para caminar ya que en una mano llevaba una valija. El muchacho se la quedó observando detalladamente.
La jovencita tenía largos cabellos negros y un simpático mechón estaba atado con una coleta verde al costado de su cabeza. Sus ojos eran color chocolate y vivaces, tenían un brillo de esperanza. Todo lo contrario a los de él. Luego, Sesshomaru se fijo en su vestimenta y cuerpo.
La muchacha llevaba una blusa blanca de mangas cortas que estaba abierta hasta donde se formaba la línea de sus senos, los que parecían abundantes. Al seguir más abajo, vio una falda corta, muy por arriba de sus rodillas de color verde. Sus piernas, muy bien esculpidas y por último llevaba unas zapatillas blancas normales.
- No está nada mal para una noche – Pensó Sesshomaru subiendo y bajando sus ojos por el cuerpo de la chica que veía que se acercaba más y más – Y si me gusta, hasta para más de una – Seguía pensando el joven que perfectamente escondía su excitación con una expresión seria y distante.
- ¡Qué cansada estoy! ¡Encima ahora tengo que buscar el departamento en donde voy a vivir! – Pensaba Lin quejándose. De repente, se sintió observada y al levantar la vista vio a un hermoso joven de cabellera plateada y ojos ámbares. Tenía un cierto parecido al chico que conoció antes, pero el rostro del hombre que tenía enfrente era más refinado y su mirada era fría, pero penetrante. Vio que él se acercaba a ella – ¡Se está acercando a mí! ¡¿Qué hago? ¡¿Qué digo? – Se preguntaba la joven toda sonrojada.
- ¿Necesitas ayuda? – Trató de indagar el plateado aproximándose a ella.
- ¡Sesshomaru! ¡Me olvidé! Esto me lo dio tu hermano, es para ti– Habló Totosai saliendo de su negocio con algo entre sus manos.
- Mierda – Se dijo el muchacho girando su cabeza para atrás.
- ¿Eh?– El anciano entrecerró sus ojos al ver que su empleado ya estaba seduciendo a una mujer. Pero lo que le llamó la atención fue ver que se trataba de la jovencita que se había encontrado hacía más de una hora.
- Hola de vuelta. Perdón por no limpiarle los vidrios– Se disculpó Lin mientras se pasaba una mano por la nuca.
- No importa. Por lo menos tuviste la intención– Le contestó él y luego le entregó algo al joven.
Sesshomaru tomó entre sus manos la cajita musical que solía escuchar cuando era un niño. Había sido un regalo de su madre.
- Etto, perdón, pero me volví a perder. Alguno me podría ayudar a leer este mapa – Cuestionó Lin mostrando el papel que tenía en sus manos.
- Yo te podría acompañar directamente – Respondió Sesshomaru tomando el mapa y devolviéndole el objeto al anciano.
- Yo… - La pelinegra no sabía que decir. El hombre apuesto que tenía delante, a pesar de tener una expresión sin emoción se comportaba amablemente. No entendía la razón – Muchas gracias.
Totosai se quedó observando a la pareja retirarse del lugar. El anciano recordó que desde que conocía a Sesshomaru, él siempre fue muy popular entre las mujeres ya que tenía un aura misteriosa y era muy hermoso. Poseía una expresión fría y penetrante, pero actuaba amablemente. En realidad no es que al joven le importase alguna mujer, sólo quería divertirse. Cuando era más chico para robarle unos besos y tocarlas un poco. Y cuando fue creciendo para poder acostarse con ellas. Luego de unos días las dejaba.
- No le vendría mal enamorarse alguna vez – Pensó Totosai soltando un suspiro.
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El edificio donde viviría Lin, era uno que tenía muchos y pequeños departamentos. No era muy alto, sino que ancho.
Al llegar al tercer piso, el dúo caminó por un largo pasillo por donde se podía escuchar una canción de rock movida. También se podía oler un dulce aroma a vainilla de galletitas recién hechas.
- Gracias por ayudarme. Etto, Sessh… Sessho…
- Sesshomaru. Mi nombre es Sesshomaru– Habló él mientras apoyaba la valija de cuero en el suelo.
Lin se dio vuelta, sacó la llave de su nuevo hogar y cuando la estaba por introducir sintió que una mano comenzaba a recorrer sus caderas e iba bajando hasta sus muslos. Luego, la mano comenzó a ser suaves masajes por sus desnudas y temblorosas piernas.
La chica se volteó bruscamente para ver el rostro frío del joven de cabellera plateada. Ella se encontraba sumamente sonrojada y sentía un calor que provenía del centro de su cuerpo.
- ¿Nos vamos a volver a ver? – Preguntó Sesshomaru aún con la expresión distante, pero con una voz profunda y seductora. El muchacho pasó una de sus manos por el delicado rostro de la adolescente – Todavía no me dijiste tu nombre.
- Lin..– Balbuceó la muchacha que aún estaba temblando y sintiendo una extraña sensación entre sus piernas. Después de unos segundos, notó que lentamente la cara del plateado se acercaba a la suya - ¿Qué quiere hacer? ¿Me quiere dar un beso? Pero, si no nos conocemos…. Al final, es igual que los demás – Y al pensar eso, Lin lo empujó a penas para que le diese espacio y poder abrir la puerta. Tomó su valija y dijo: - Muchas gracias.
Sesshomaru se había quedado sumamente sorprendido. Lo habían rechazado y encima, le habían cerrado la puerta en la cara. Pero eso no significaba que había perdido.
Así fue como empecé el día en que no volvería a pisar la casa de mi papá: rechazado por primera vez. Pero también, impactado con una mujer por primera vez.
Así fue como empezó mi vida en Tokyo: tocada por un hombre que pensé que era igual que el resto, inútil e insensible. Pero me hizo excitar por primera vez en mi vida.
Continuará...
